Opiniones de Buena Pinta
OPINIONES
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Vino original y delicado, desde su capa baja, más cercana al rosasdo, hasta sus perfiles aromático y sápido.

La nariz da fruta roja (fresas y bayas silvestres), muy mineral, con un fondo como de heno o paja, tremendamente floral y delicado, con un final de especias dulces. En boca continua esa delicadeza, repitiéndose la floralidad y mineralidad, con un paso muy fresco y vivo, definitivamente atlántico. Rico.

Llega este vino a mis manos acompañado de la recomendación de que no le compare con ningún otro, que lo beba sin pensar en etiquetas: vino joven, crianza, barrica, fermentación… “Es un vino diferente, una búsqueda de la bodega por elaborar algo muy nuevo partiendo de algo muy viejo, la uva Moravia Agria…”

Asimismo, la botella nos cuenta que este vino ha podido ver la luz porque la familia propietaria de la parcela de la que provenía la uva, descartó su primera idea que era arrancar las cepas y, generosamente. las cedió para llevar a cabo este proyecto, por lo que es un vino que se ha creado con pasión por nuestras vides, por la firme creencia en su potencial y el amor por, simple y llanamente, hacer VINO con mayúsculas partiendo de la generosidad.

Me informan de que esta variedad tiene la piel muy fina y una excelente acidez, por lo que aunque al experimento se le añade garnacha para hacerlo más amable, tiene una personalidad propia muy marcada. La idea de la bodega es que en el futuro se vaya reduciendo el porcentaje de garnacha hasta llegar a su desaparición pues se confía plenamente en la potencialidad de esta uva.

Tal es esa confianza que ha sido un vino casi apenas manipulado por la bodega, dejándolo expresarse sin constreñirlo dentro de moldes que puedan ser etiquetados.

El resultado es un vino que efectivamente es diferente a la mayoría de vinos que he probado, desde el mismo momento que se vierte en la copa. Su color es directamente proporcional mas en dirección contraria, al de algunos rosados que he probado recientemente y que parecen tintos disfrazados.

Este vino es de un color cereza pálido, con un curioso parecido a un mosto sin fermentar.

Al llevarlo a nariz hago bien en no esperar lo esperable en un vino que no ha pasado por barrica, no hay esa explosión frutal que se evapora en pocos minutos. Al contrario, extiende un campo de infinitas variedades florales que te eleva y te hace sobrevolar prados de violetas, lilas, amapolas blancas y pétalos de rosa.

En boca ése carácter floral se confirma, y se complementa con una franca acidez frutal de cerezas que no picotas, y de ciruelas, claudias y rojas. Este sabor se agradece por lo novedoso, no es la fruta roja en sazón, la ácida negra del bosque. No.

El recorrido es franco y alegre, y aunque no es de gran estructura, deja una estela alegre y despreocupada al pasar. Su juguetona acidez te insta a repetir.

Me comentan que están trabajando en el crianza, que no saben si saldrá el año que viene, desde aquí me apunto a la lista de los que esperan con curiosidad la segunda parte de este ilusionante trabajo llevado a cabo con el espíritu que resume su filosofía en la etiqueta:

“Los grandes vinos no nacen de libros, sino de grandes amigos”

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