Corresponde al 2011
Amarillo dorado viejo, sin reflejos, limpio y poco brillante.
Nariz intensa con Yodo, flores, frutos secos y salinidad que aumenta con el tiempo
Paso por boca muy salina, con frutos secos. Invade la boca en horizontal, se fija en las papilas y las abandona con una notable sensación de frescura

Esta nota corresponde a una botella de la saca de 2011. Color orojo viejo con algún destello ambarino. En boca la nariz es intensa, hay suaves tostados, algo de barniz de mueble viejo, sensaciones yodadas y algún apunte floral. En boca tiene buen ataque, hay cierta untuosidad aunque el paso es ligero, bastantes amargos, fresco, largo y bien definido. Notable nariz, acompañada de una boca más fina que contundente.

Bueno. la que he probado es la saca 2011..

Color subido, pero no es pasada, de aroma potente y penetrante y con extraorinaria riqueza de matices. destacan los recuerdos de mar, yodo algas marinas y(ortigitas que fue el plato que acompañamos con la manzanilla, de lujo).Suave, pero calida, expresiva en toda su plenitud, final amargo que da paso aun posgusto amplio y elegantes.. La tomamos a una temperatura algo mas subido delo que se recomienda a unos 10 ºC y estaba genial... ah y luego ventresca de atun...

Última botella de esta saca del 2010 que guardamos un tiempo para observar su evolución y lo cierto es que no es la esperada, al menos esta botella se muestra algo más cansada, con ligeros toques de oxidación, menos fresca y mostrando más gordura, por tanto un vino menos equilibrado. No nos gusta mucho esto de embotellar manzanilla en medias botellas, algo que vale para vinos viejos pero no para este tipo, pues son más sensibles a la oxidación con el paso del tiempo.

Así pues, tómense la recomendación de pronto consumo de la contra-etiqueta como un dogma más que como un consejo y abran las botellas que les queden lo antes posible. Veremos cómo va la saca del 2011. No puntúo porque no haría justicia a esta soberbia manzanilla, simplemente hay que beberla en el año de la saca.

Visual: Denso. Oro viejo. No muy brillante. Con impurezas por la ausencia de filtración.

Olfativa: Salinos. Flores blancas, mar, marisco. Una intensidad aromática alta. Muy perfumada. Mantiene el característico olor punzante de estos vinos pero le ha agregado matices cremosos.

Gustativa: Entrada muy elegante. Es seda en boca, pura finura para llegar al paladar y mostrar qué tipo de vino es, con un punzante muy equilibrado, nada molesto. Post gusto eterno. Beber un pequeño sorbo y el sabor a marisma, a playa se mantiene mucho tiempo. Retro nasal a puro marisco.

Es uno de los mejores vinos que he bebido nunca. Sorber un poco, cerrar los ojos y te lleva a la desembocadura del Guadalquivir. Pocos vinos pueden explicarte como es un pueblo y una tierra.

COLOR: Oro pálido/dorado medio, con algunos posos.

NARIZ: Manzanilla en rama, velo de flor, algo de frutos secos (anacardos), no demasiado intensa. Es una manzanilla fresca que conserva recuerdos a mar. Minutos después, a copa vacía huele claramente a madera, muy fina e impregnada de vino, como si metiésemos la cabeza en una bota usada que acaban de vaciar.

BOCA: Aquí viene lo mejor. Primero sabe a manzanilla pura, de las de siempre (fina, salina, aceitunitas verdes, mar), luego viene una fase amarga, más parecida a un amontillado, y finalmente un regusto intenso de nueces y anacardos, como un oloroso. Esto último es la gloria de este vino.

Es una de las mejores manzanillas que he probado. Supera incluso a la Bota de Navazos, menos intensa. El buen jamón de bellota, como siempre, fue un compañero infalible. Pena que sólo fuera media botella.

Amarillo dorado con destellos anaranjados, brillante.

Nariz no muy intensa a notas salinas y frutos secos, con cierta elegancia, con algo de ebanistería y hierba recién cortada y mineralidad.

La boca es cremosa, algo punzante, seca, salina delicada y con frutos secos, almendras. Boca elegante y de postgusto largo. Mucho mejor en boca.

Mucho. Potente. Despierta tus sentidos y desentumece. Dificil. Más.

(PVP: 11.75 EUR)

Botella de cristal tintado de color negro, en formato de 37,5cl y vestida con etiqueta de corte moderno.

Visual: Amarillo pajizo, limpio y brillante.

Nariz: Ataque arrollador, con descomunal nervio, punzante. Notas salinas de marisma y Bajo Guía, notas florales de pétalo blanco, frutos secos y minerales.

Boca: Entrada con poderío, una bomba de sensaciones, con notable estructura, fresca y profunda. Predominan las notas salinas y amargas. Se impone a lo que le eches. La caté con unas navajas de Hijos de Ramón Peña y la Manzanilla dominaba con elegancia y amplitud. Su final es como el amor de madre, intenso y duradero.

Con jamón pata negra, con marisquito, con un arroz marinero… ¡¡esta “señorita”, qué perfecta compañía!!

Dorado intenso limpio y brillante.
Nariz de buena intensidad, franca, poderosa, compleja a ratos, cambiante y que gana con el aire. Notas de frutos secos, toques herbáceos, camomila, recuerdos ahumados, un fondo salino y mineral muy evidente además de unas ciertas trazas de aceitunas verdes y frutas muy maduras. Compleja, mineral, salina y encantadora.
En boca es equilibrada, potente pero a la vez amable, tiene garra pero siempre prevalece su elegancia. Hay acidez, un paso redondo y serio, llena el paladar con su presencia y resulta larga y deliciosa en el final, dejando sensaciones de frutos secos y salinas, con un pequeño punto herbáceo. Posgusto amargoso y enorme persistencia. Una delicia.
La primera saca de este proyecto de Antonio Barbadillo no ha podido ser más acertada: una manzanilla auténtica, sin concesiones, que indudablemente está ya entre las mejores que podemos encontrarnos, lástima su pequeña producción. Un vino auténtico que hará las delicias de quienes gustan de estas joyas andaluzas. Seguiremos este proyecto de cerca. Unos 10 euros, un regalo para su nivel.