Su color es muy llamativo con variaciones desde el amarillo dorado hasta las tonalidades verdosas de piel de limón con una sensación de densidad que recuerda a la absenta.
Los aromas abren función con intensa fruta tropical salpicada de canela con la vibrante acidez del limón y la frescura de la hierbabuena.
El tacto en boca es amplio, fresco y armoniosamente ácido. Se repite la canela de la nariz y te regala unas sutiles y elegantes notas de oxidación en el paso. Con tiempo de oxigenación el vino va adquiriendo volumen y relieve gustativo apareciendo la manzana asada con gotas de limón, tostados y dulce graso de bollería.
Según voy bebiéndolo me dejo llevar y me siento a ratos en La Borgoña y a otros en Jura. Su final amargoso se acentúa si se baja de temperatura y este último matiz completa el puzzle de este excelente vino blanco berciano, con una emocionante evocación de la manzanilla gaditana.
PD: Vino descubierto en el II Salón de las Estrellas de la Guía Peñín celebrado el pasado mes de noviembre y al que dedicaré un post aparte, pero esta cata la realicé de manera independiente posteriormente.
Gotin del Risc Godello Lías 2008
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