Restaurante La Embajada (CERRADO) en Valencia
Restaurante La Embajada (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
27,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
52 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.4
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
9.7
RCP CALIDAD-PRECIO
7.6
Espuma de calabaza con helado de cítricos y migas de torta
Presa ibérica con hongos
Corvina con crema de verduras y legumbres
Opiniones de La Embajada (CERRADO)
OPINIONES
28

Cena de Clausura del 13 Encuentro Verema…. Vicente Patiño montó todo un espectáculo gastronómico que comenzó con un aperitivo según íbamos llegando al restaurante, acompañado de cerveza Alhambra Reserva 1925 y/o cava Celler Batlle Brut Gran Reserva 2002. Ya en la mesa, los entrantes fueron tiradito de ternera con chimichurri, ostra Guillardau con curry y nabo, y un ravioli de pollo de corral, todo ellos armonizado con el champagne Louis Roederer Brut. Los platos fuertes fueron una lubina con emulsión de mostaza a la que acompañó muy bien el Pazo de Señorans Selección de Añada 2005 y presa ibérica de bellota con el Remírez de Ganuza Reserva 2005. El colofón fue un postre de manzana, avellanas y queso Stilton acompañado de Noé P.X. Muy Viejo… y tras ello cava y champagne para los más ‘tranquilos’ y Gin Tonics para los más lanzados.
Por lo demás, servicio excelente…. No es fácil atender a 100 personas con ese ritmo y atención. Local de ensueño, un precioso palacete en el corazón de Valencia. Las mesas muy amplias, separadas, muy cómodas y el servicio del vino espectacular, con algunos de los mejores de sumilleres de Valencia atendiéndonos.
En resumen, una experiencia excelente que me encantaría repetir en ‘petit comité’…

Ya había ido varias veces a este restaurante a comer pero nunca había ido a cenar, el viernes fue mi primera vez (y no será la última).
Para empezar destacaría el entorno que es maravilloso, pero también hay que resaltar la colocación de las mesas muy espaciadas y distribuidas de forma estratégica para ni oir ni molestar a los otros comensales.
El servicio muy discreto y elegante. La ambientación musical muy buena, tenue y sin entorpecer la conversación (casi no la percibes pero esta ahí).
La comida muy buena, unos entrantes compuestos de ortigas de mar, ensalada de tomate y ventresca y ensaladilla rusa, todas ellas muy buenas. También pedimos unas croquetas de cocido que estaban bien pero eran mejorables.
De plato principal pedimos bacalao y presa que no probé pero me dijeran que estaba magnífico. Yo pedí chuleta de buey que compartí (era para dos personas) y que estaba muy buena, aunque yo la hubiera preferido poco hecha pero la pedimos al punto (a mi amigo le gusta la carne más hecha que a mí).
Los postres muy correctos.
El vino muy bueno. Pedimos Pruno que es un vino muy bueno a un precio muy acertado (17€).
Del precio diré que me pareció muy correcto, incluso barato para lo que cenamos.
Muy recomendable.

Ha pasado ya un tiempo desde que fui a cenar a este restaurante, así que si hay alguna incoherencia disculpar a mi mala memoria.

El recuerdo sigue siendo bueno, el entorno es único y la atención de sala profesional. Un poco lento el comienzo con los aperitivos pero como la compañía era agradable no lo noté demasiado.

Cucurucho de ensaladilla rusa, correcto.
La caballa marinada, tersa, aromática y sabrosa.
Ostra Gillerdau con eneldo y chalota, mucho mar, punto de acidez para abrir las papilas, no la mejor que he probado pero muy buena igualmente.
Endivia braseada, correcta, se empieza a ver el trabajo con las reducciones, que son sabrosas, claras a la vista y al gusto.
Hígado de rape con bechamel, el trabajo con los pescados en general fue sobresaliente, este plato empezó a hacer que el menú ascendiera. El hígado potente, sabrosísimo, y la bechamel alargaba el sabor y lo asentaba en boca. Sencillo y espectacular.

Lamentablemente no recuerdo los detalles a estas alturas los segundos platos y el postre de pera me dejó indiferente. Lo que sí recuerdo es la sensación general de que el trabajo en cocina estaba bien ejecutado, con las ideas muy claras y la estructura de los platos muy marcada.

En mi caso vi poca variedad de concepto, tanto de acercamiento a la materia como al emplatado. No se si esa es la visión del cocinero (pocos artificios pero buena narrativa) o si se debió a haber reservado los primeros días de la inauguración. Una segunda visita cuando el presupuesto lo permita zanjará el asunto.

El precio incluye vermouth, vino y un par de copas aparte.

No describo las caracteristicas del local por estar supercomentadas. En este caso reserva del salon de chimenea para el grupo de 17 comensales. Local bastante lleno y quien llega y no lo conoce siempre le gusta cotillear por las diferentes estancias para ver las puertas, el artesonado de los techos, vidrieras...

Menú pactado. Al centro y servido al plato de cada uno: cucurucho de ensaladilla rusa espectaculares de vista y buenos de sabor; bombon de tomate, aceituna y albahaca nada destacable; croquetas de jamon serrano muy sabrosas y de buen tamaño; ajoblanco de naranja y sardina marinada curioso y bueno.
Primer plato: rustido de alcachofas y huevo a baja temperatura: muy bueno y bien emsamblado.
Platos principal: como no habia forma de conseguir elegir carne o pescado, gracias a las gestiones de Amanda y Victor pactamos media ración de pescado y media de carne. El pescado fué una merluza muy jugosa, en su punto de fuego. La carne fué un solomillo de ibérico espectacular de sabor y de punto de plancha.
De postre: chocolate en texturas bien conseguido y de buen sabor.

Los vinos en la cantidad necesaria, incluso solicitando si alguien quería repetir, fueron blanco: Angosto Los Almedros de la nueva cosecha recien llegada (especialmente buena y con una mezclada de uvas inusual) y Las dos ces en tinto (muy cumplidor).
Pan y cafés incluidos. Alguna cerveza a la entrada.
Aparte del menú (54€) tomamos 3 botellas de Gramona III Lustros a buen precio y que gustó y cuya referencia de cata (como la de los vinos) está aparte.

Estuvimos el rato que quisimos, nos invitaron a alguna copa tardía; tuvimos un camarero en exclusiva para atender nuestra mesa, además de la vigilancia y profesionalidad de Amanda y compañía; el aislamiento de las demás estancia permitió prolongar la sobremesa y hacer comentarios en voz alta, brindis.... una cena muy disfrutada.
El único pero es que el total de la cuenta, 1.006.30€, esta vez me tocó pagarlos a mí.

Con ganas desde hace tiempo de volver a disfrutar de la cocina de Vicente Patiño en su nueva ubicación y de hablar con Amanda y sus consejos en vinos; al final tras varios intentos fallidos, por fin vamos.
Hay grandes y completas descripciones del local, entorno, platos y servicios por lo que pondré solo mis impresiones.

Tema de carta de vinos: se queda corta a los conocimientos de Amanda, pero es lo que se impone por no tener un inmovilizado insostenible, o un recargo abusivo en precios. Es de tamaño medio-corto, con buenos precios, suficientes opciones (blancos, tintos, rosados, cavas, champagnes, dulces) en gama baja y media; casi ninguna en alta.
Los menús planteados y su ajustado precio es parte muy importante de su atractivo.

Nosotros fuimos por fuera: para 5 comensales, empezamos con la deconstruccion de la empanadilla que me pareció muy buena invención y muy bien resuelta.: extraordinario plato.
Ostras, media docena de Girardeau, estupendo tamaño y calidad, aquí no hay opción de cocina.
Gambas de Denia, dos p/p: tamaño mediano, extraordinaria calidad y en su punto de poco hervidas (seguramente en agua con sal o de mar). Magnificas.
Anchoas del Cantábrico: tamaño mediano, gran calidad, buen punto de sal. Muy bien.
Platos principales: pescado del día: 2 de denton con su piel (¿¿si nos comemos la del cochinillo, por qué no la del denton??): estaba crujiente y contrasta con la carne del pescado que era extraordinaria; las referencias de los 3 de merluza fueron menos entusiastas.
Una sola posibilidad de pan, cortado en rodajas, buena calidad y corteza muy crujiente.

De postres uno de cada para probar: coca en llanda con leche merengada y sorbete de calabaza: 3 buenos ingredientes pero que no acaban de integrarse entre sí, aunque por separado están todos buenos. Pera, toffe y regaliz quizás el mejor resuelto de todos. Natillas espumosas de nuez moscada, cacao y galleta de mantequilla: bueno pero exuberante espuma que invita a no terminar y probar de más sabores contrastados de otros postres. Brioche de café, mata y galleta de cacao: muy gustoso y poco complicado. No tuvimos opción de chocolate y hubo quien lo notó.
Cafés no destacables. Sin opción complementarias de invitación de la casa, ni a repetir café.

En la parte de bebida: tres cervezas en la entrada más una clarita, agua (creo que 3 botellas) y un muy interesante godello de Valdeorras Louro do Bolo 2011, y para el final y poder acompañar al postre Anselmann Riesling Spätlese seco 2011 con una clara explicación por parte de Amanda de los grados de dulzor en los vinos alemanes.

Debo destacar que en RPC me refiero a fuera del menú, porque en los menús, la nota sería superior.

Vicente Patiño con la inestimable ayuda de Luis, vuelve por sus fueros en este restaurante que forma parte de un espacio para la celebración de eventos y catering. En este caso Vicente y su equipo se mueven como pez en el agua, sin las limitaciones, sobre todo en espacio, de su anterior local.

El restaurante está dividido en varias salas con una decoración tal vez demasiado barroca para mi gusto y con unas sillas vestidas "tipo boda", aunque resulta, a pesar de la amplitud, acogedor e inspira tranquilidad. La separación entre las mesas es muy buena pero no me gustó la distribución, que hace que tengas cara a cara en la mesa de en frente a un comensal.

La cocina es "made in" Vicente Patiño, con algunas platos que ya había probado en Oleo, quizás con algo menos de elaboración (al menos a primera vista) que en su anterior restaurante pero con combinaciones muy pensadas, máximo 3 o 4 ingredientes y en el que todos los elementos del plato son de gran relevancia para el conjunto.

Dispone de varios menús, uno a mediodía a 25€ para elegir entre varios platos y por la noche un menú a 29€ y el menú gastronómico a 45€, esta última es la opción más recomendable, un menú muy completo que consta de 2 aperitivos, 4 entradas, pescado, carne y 2 postres.

Empezamos con los aperitivos: guacamole de salmón y maiz tostado, sencillo y resultón y la falsa empanadilla de pisto y atún, aperitivo que ya tenían en el Oleo y que consta de una espuma del relleno de la empanadilla mezclada con trozos de la masa, servida en un vaso de chupito. Sin duda uno de los mejores aperitivos que he probado.

Sardina confitada con emulsión de tomate. Una sardina de tamaño considerable y perfectamente limpia, confitada en aceite y con un ligero toque a brasas. Estaba acompañada de la emulsión de tomate y sésamo garrapiñado

Ternera en salazón. Curiosa forma de preparar la ternera cuyo sabor estaba potenciado por una emulsión de su propia grasa y una salsa chimichurri.

Puerros con mostaza y almendra. Plato sorprendente por la osadía de poner como protagonismo un ingrediente (el puerro) que suele ser habitualmente un actor secundario en las elaboraciones y que en este caso formaba parte de un plato lleno de matices. Sin dudas una genialidad

Mollejas y hongos en adobo. En forma de guiso con una salsa muy concentrada de verduras y carne. Muy sabroso

Fideos melosos de gamba roja y ajo asado. El plato más "comercial" de todos. Ni que decir que estaban espectaculares.

Corvina. El plato que menos me convenció. Para mi gusto la velouté con potenciaba el sabor del pescado que quedaba algo desangelado. Quizás le hubiera venido mejor otro acompañamiento que hubiera arropado mejor al pescado, que quedaba algo desguarnecido. Puede ser que después de probar platos con tanto sabor, este me supiera poco.

Lomo bajo de ternera asturiana. Otro plato lleno de sabor (¿demasiado quizás?). La carne estaba marianada en hierbas, acompañado de un puré de berenjena a la brasa y una salsa de miel, hierbabuena y comino. Impresionante carne.

En la parte dulce postres tan sencillos como efectivos, que ya había probado en el Oleo:
Cafe, pasión y canela.
Pera con tofe de regaliz y pimienta

Interesante carta de vinos con algunas referencias de casi todas las DO y precios para todos los bolsillos. Pedimos un Viñas Vero Gewurztraminer a (16€) perfectamente servido y a la temperatura adecuada.
Servicio del vino, del agua y del pan constantes: Muy bien en este aspecto. No me cansaré de comentar la dejadez que hay en muchos restaurantes en este aspecto.
El ritmo del menú fué bueno si bien costó un poco arrancar y con algún pequeño parón entre plato y plato, pero con un servicio de sala muy profesional.

En definitiva, La Embajada es un restaurante donde se podrá disfrutar de una propuesta de alto nivel en todos los sentidos: cocina, entorno y servicio, con una relación calidad-precio insuperable.

Las fotos de los platos en el Blog:
https://www.verema.com/blog/almolo/1015684-vista-embajada-vicente-patino-dificil-dar-mas-por-menos

Hay RESTAURANTES, de grandes ciudades, por lo general capitales de nación, A LOS QUE, por aunar, un marco suntuoso, por ubicación y decoración; un servicio que por diligencia, discreción y savoir faire, alcanza el sobresaliente; un tratamiento del vino delicado y didáctico (por presentación, exposición y explicación)y sobre todo una cocina refinada, bien elaborada que fusiona técnica con producto, SE VA.
Pues bien, esta es la impresión que tengo, después de haber visitado este restaurante, y ello por los siguientes motivos:

1.- EL LOCAL: Por ubicación en una de las zonas más bonitas y exclusivas de Valencia, la Plaza de Alfonso el Magnánimo. Huelga comentario para los que residimos en Valencia. Para los que no lo hagan, tan solo invitarles a que se den en paseo por ella; ya de día, ya de noche.
Por decoración, una iluminación, procedente de unas lámparas de cristal colgadas en el techo, nada agresiva permite que te relajes, que disfrutes del momento. Frescos en las paredes y en los techos, te recordarán en todo momento, que te encuentras en un palacete. Salón principal, del que destacan los miradores y balconadas acristalados con vistas directamente a la plaza donde se ubica, en las que se hallan pequeñas mesas, que crea un ambiente totalmente romántico, para compartir, una gratísima experiencia con tu pareja.
También existen salones separados del anterior, a modo de estancias, que acogerán a grupos de comensales que prefieran un trato personalizado, siendo constante en todos ellos una decoración exquisita.
Coronando, todo ello, una claraboya que enamora por composición, figuras y colores.

2.- LAS MESAS: De tamaño amplio, vestidas de forma, más que notable, en lo que, a mantelería, cubertería y cristalería, se refiere, contribuirán a que te sientas a gusto, muy cómodo. Con una holgadísima separación entre ellas, te permitirá mantener tu intimidad, serás el dueño de "tu" conversación, que no se verá perturbada por la mantenida en las mesas vecinas.
Si optas por uno de los salones, lo expresado en el párrafo anterior, alcanza la excelencia.

3.- EL TIEMPO: La cadencia de presentación y retirada de los platos, la esperada; máxime, si el festín lo estás compartiendo con otros comensales en uno de los salones. No hace falta hacer hincapié en el mérito que tiene servir a una mesa entera con temperaturas, de los platos, justas y con puntos de cocción solicitados, que permiten apreciar todos los matices y aromas.

4.- EL PERSONAL: Respetuoso, discreto, educado, nada intrusivo, atento en el trato y a la necesidad del comensal (relleno de copas, reposición de panes...). Tiene ganas de agradar.

5.- LA PRESENTACION: armonía en la composición y puesta en escena. Todos los componentes, están presentes, no sólo fisicamente sino que transmiten con fidelidad lo que cada uno representa. Ninguno eclipsa al otro. Se complementan, entre sí, hasta lograr el resultado perseguido. El ingrediente principal es lo que es. El complemento del mismo lo ensalza, para así, apreciar su textura, aroma y sabor.

6.- EL VINO: Buena carta de vinos con precios ajustados; "los tiempos mandan". Se nota el esfuerzo por ofertar una relación precio -calidad de alto nivel.
El servicio excelente, tanto en lo que se refiere a envinado de copas, como a la decantación de los caldos si fuere preciso; eso sí, previa pregunta al comensal, y siempre con su aquiescencia y aprobación.
La directora de toda esta orquesta, Amanda; se nota su presencia, conduciendo con armonía la sinfonía de la que somos partícipes.

7.- LA COCINA: La calificaré como refinada, honrada, fácil, fresca, nada indigesta y, al mismo tiempo, elaborada. Técnica, muy técnica, pues sabe conjugar puntos de cocción justos, con aromas de productos utilizados, que realzan la textura de los ingredientes, respetando los aromas y sabores de cada alimento. Platos que alcanzan el nivel de exquisitez. Resultado, totalmmente, satisfactorio.
Veo a Vicente Patiño mucho más suelto, que el que encontré, en un establecimiento anterior a éste. Ha logrado quitarse el corsé, que según mi opinión, impedía manifestar la creatividad y técnica que atesora. Ha corroborado, lo que, algunos pensábamos; un cocinero con una gran capacidad para sorprender al comensal, por elaboración y presentacion (la vista también permite disfrutar) de los platos. En cada plato manifiesta su personalidad, su impronta, se distingue de los demás, y eso el comensal lo agradece.

El festín degustado en esta ocasión ha sido el siguiente:

1.- SNACKS:

A)- Falsa empanadilla de pisto y atún: Servida en un vaso, sería el equivalente a una empanadilla deconstruída, en la que encontramos al menos dos texturas; una espuma de tomate de color suavemente rojizo, todo sabor, que se compenetra con pequeños trocitos de pasta y atún con un ligero toque de pimiento rojo. Impactante por su profundo sabor que nos evoca cenas en época estival.

B)- Guacamole de salmón y maíz tostado: Guacamole de muy buena factura, especialmente fresco por el juego del cilantro, realza el salmón, descubriendo un sabor profundo, y, compensando la grasa del pescado. El maíz tostado le da un toque crujiente. Plato bien ejecutado.

C)- Anchoas de Santoña con tomate "aliñao": Salazón en su punto óptimo de sal y firmeza, nos permitió degustar una anchoa de un porte y tamaño excepcionales. Profundidad de sabor y retrogusto. El lecho de tomate, ligeramente dulce, le aportaba frescura. Complemento perfecto del salazón. Apetitoso.

D)- Steak Tartare: Buen producto y corte de carne apropiado, con utilización de cebolla, que quizás difuminó, casi se apoderó, en exceso el aliño del steak. Particularmente prefiero el steak sin cebolla, o como máximo, con chalota (mucho más suave). No me enamoró.

E)- ¡Qué ensaladilla!: Este es el título del snack pero resume perfectamente lo que este plato transmite. Una verdadera admiración, que va más allá, muchísimo más allá, de los signos de admiración utilizados en su redacción. Integración total de los productos que se convierten en un amalgama de texturas y sabores. Quedan integrados unos con otros y al mismo tiempo mantienen una diferenciadora personalidad. Sabes en cada instante lo que tienes en la boca pero con una homogeneidad y suavidad que raya en la sensualidad. Excelsa.

TAPAS:

A)- Ostra Girardeau, tocino, apiobola y boletus: Perfecta conjunción de productos y sabores. Los boletus perfuman el plato y te abren las papilas para apreciar la ostra y el apiobola. Estos dos últimos ingredientes puganan entre sí para ver, cual, de ellos domina al otro. Es una partida de ping-pong que no tiene ganador; o sí: el comensal.
El resultado, un festín para los sentidos, especialmente el gusto, el olfato y algo, la vista. Para enmarcar.

B)- Sardina confitada a la brasa con emulsión de tomate y sésamo garrapiñado: O como convertir un producto humilde en una obra de arte culinaria. Sardina, firme de textura, con un sabor ligeramente ahumado, que mantiene toda su esencia, y a la que el sésamo garrapiñado alegra, como si se tratara de unos frutos secos de gran calidad. Matices de cacahuet, pistacho y un ligero recuerdo de avellana. Muy buena ejecución.

C)- Ternera en salazón con su grasa emulsionada y "chimichurri" de hierbas: Para mí, el PLATO ESTRELLA de la cena. Técnica asombrosa, para lograr cauterizar la ternera, a través del salazón. Jugosa y suficientemente "cocida"; suave y al mismo tiempo sápida. Recuerda al tataki de atun rojo pero ligeramente más sabroso que el pescado.
El chimichurri, de hacer la ola por punto de aceite; ligero, pero, totalmente integrado toque avinagrado; pero, por encima de todo, por no haber utilizado ají, y sí, un pimentón dulce de un sabor y aroma excepcionales (¿será de La Vera?) junto a hierbas mediterráneas. La salsa creaba adicción, invitaba una y otra vez a saborearla. Plato para repetir una y otra vez. Por sí solo, merece una visita este restaurante.

PLATOS:

A)- Corvina, velouté de Valdespino y lechuga encurtida: Pescado de gran firmeza, se mastica; y sabor, magníficamente ejecutado a la plancha, sobre una de las salsas más delicadas que he probado. Como el propio nobre indica sería "Valdespino aterciopelado" integrado en un fumet de pescado de gran profundidad que complementa el sabor sincero y ausente de disfraces del pescado. La lechuga encurtida, nada fuerte el encurtido, limpia las papilas y potencia con el toque sutilmente avinagrado el binomio pescado-salsa. La salsa para publicarla en un manual de cocina. Si el plato, que me impactó fue la ternera en salazón, esta salsa me enamoró.

B)Lomo bajo de ternera asturiana marinada en hierbas, berenjena a la brasa, miel hierbabuena y comino: Carne de buen corte y factura, con punto de cocción notable ( especialmente al tratarse de doce personas).La miel disimulaba la fuerza de la berenjena y ésta, una vez domada, potenciaba el sabor de la carne; conjuntada, esta preparación, con una salsa en la que la hierbebuena la perfumaba y las hierbas aromáticas, parte de la miel y el jugo de la carne conformaban una esencia plena de sabor concentrado. Muy gustosa y natural la salsa. Sabroso el plato.

POSTRE:
Pera con tofe de regaliz y pimienta: La pera ligeramente escaldada conservaba su firmeza y sabor. Punto picante de la pimienta y profundo, quizás, demasiado potente, elsabor del tofe que se apoderaba del de la pera. No me transmitió nada especial.

CONCLUSION:
Después de esta magnífica cena, creo, que La Embajada puede convertirse en un restaurante de referencia en Valencia; ello, por cuanto, aúna todo lo que un gran restaurante puede ofrecer a un sector del público, RESTAURANTE AL QUE SIMPLEMENTE (y eso ya es mucho) SE VA (a disfrutar de un marco elegantísimo y cuidado, cocina de alto nivel, servicio atento, bodega equilibrada) con el restaurante que ADMITE a todas AQUELLAS PERSONAS PARA LAS QUE PRIMA una COCINA y BODEGA más que NOTABLES sin entrar en valorar otros activos, como pueda ser un marco excelso y la localización en zona noble de la ciudad:
Totalmente recomendable.
Excelente RPC.
El precio es con vinos.

Acceso por el llamado “patio de los notarios”. En el primer piso de una finca con rancio abolengo, principesca, con un empaque tremendo. Un marco realmente destacable.

La decoración intenta romper un poco la posible seriedad del ambiente, vía cuadros modernos.

Es indudable que se trata del restaurante de moda en Valencia. Un miércoles mediodía y estaba "hasta arriba".

Optamos por la opción más simple, la de diario, el "Menú Ejecutivo”. Por 25€ iva incluído, sin vino, tienes para elegir un primero, un segundo y un postre entre cuatro opciones de cada.

Yo tomé:

Coca de dacsa con pisto y cremoso de bacalao. Agradable, sabrosa.
Raya encebollada. Raya, sobre un desengrasante fondo de cebolla.
Crema de albahaca con helado de melocotón. El helado no estaba malo, la crema insulsa y natosa.

Carta de vinos de media dimensión y trato discreto de los mismos. Tomamos un riberita de muy buena RCP, Valtravieso.

El servicio, correcto, pero andaba pelín desbordado.

En resumen una comida en un entorno privilegiado que, aunque me satisfizo, no alcanzó las expectativas que tenía depositadas en lo puramente gastronómico. No dejó de ser un menú del día con cierta gracia, nada nuevo bajo el cielo.

Prometo volver una noche, degustar el menú largo, y si mejora mi percepción colgar nueva valoración.

Precioso palacete que combina una arquitectura un tanto rococo con unos cuadros y pinturas muy vanguardistas. Poco más que añadir a los comentarior anteriores, el local es muy bonito, ¡Vamos! que te hace sentirte como un Rey en un ambiente muy comedido y con servicio amable y alegre, sólo les falta un poco más de rodaje pues no sabemos si porque estaba lleno el local o faltaba personal, los tiempos de demora fueron en algunos momentos apreciables.
Comentar que ofrecen tres menús: Ejecutivo, 25 + IVA, gastronómico, 45 + IVA, y un tercero, de cuyo nombre no puedo acordarme, 35 + IVA. Indicar también que sirven copas sueltas, y que el pan que nos sirvieron estaba recien hecho y espectacular.

Pasamos a desglosar el menú gastronómico que tomamos:

SNACKS

- Falsa empandilla de pisto y atún, con grisines.

TAPAS

- Sardina marinada con emulsión de tomate.
- Ostra con celery y salsa de boletus.
- Anchoa con salsa de boletus (Este fue para quien no le gustaba la ostra).
- Puerros con mostaza y almendras.
- Mollejitas en adobo.

PLATOS

- Morillo de atún.
- Cordero con berenjena, comino y hierbabuena.

POSTRES

- Café, pasión y canela.
- Pera con toffe y regaliz.
- Café.

BODEGA

- Abadía Retuerta, selección especial 2009 (Copas sueltas).
- Adaras blanco selección. 2009 (Copas sueltas).
- Cava de Requena.
- Agua.

RESUMIENDO: Restaurante de ensueño para quedar como un rey, con una comida más que aceptable, a unos precios increibles.

Hay veces que cuando vas a un restaurante, nada mas entrar se te pone la sonrisa de oreja a oreja, y automaticamente te convences de que has acertado.

Pues esto me pasó ayer noche en La Embajada. Vistos los comentarios de otros foreros, nos decidimos a probar el nuevo santuario de Vicente Patiño.

Del local poco que añadir, la escalera con la alfombra roja, los salones, el artesonado de los techos.... Romántico a más no poder. De la decoración algún cuadro rarito, demasiado moderno o fuera de lugar para un restaurante, pero ca u es ca u. A mi pareja le gustó la música, pero a mi me cansa la música clásica de piano y violín.

Nos sentaron en uno de los miradores al Parterre, mejor imposible. Nos ofrecieron un aperitivo. Tomamos un vermouth rojo y agua.

De cenar nos decidimos por el menú Embajada compuesto de:

SNACKS:

ENSALADILLA: servida en cuchara, muy buena, excelente, pedimos media ración extra, nos supo a poco.
FALSA EMPANADA DE PISTO Y ATUN: impresionante, para mi lo mejor de la noche, una espuma con sabor al relleno de la empanada rematada con sésamo sobre una base de galleta similar a la pasta de la empanada, un logro.

ENTRANTES:

OSTRAS CON PIL PIL DE CITRICOS: Ostra con láminas de rábano por encima, de gran calidad, sabor a mar y el pil pil delicioso.
PUERROS CON MOSTAZA Y ALMENDRAS: Para nosotros el mas flojo de la noche, no le encontramos la gracia al puerro.

SEGUNDOS:

LUBINA CON ALL I PEBRE: Bufff.... impresionante, no coment.
COSTILLA DE ANGUS CON GAZPACHUELO IBERICO: Pues lo mismo, preguntamos varias veces si realmente era ternera, tenía la textura de la carrillada por la suavidad y el gusto parecido al cordero, pero era ternera, muy buena.

POSTRE:

PERA CON TOFE Y REGALIZ: Helado de pera con trocitos de pera en almibar, sobre una base de galleta triturada, tofe, regaliz y un poco de pimienta. El helado de pera poco gustoso, para mi demasiada agua y poca pera, el resto muy bueno.

VINO: Carta de vinos muy corta, me chocó que un restaurante así tuviera tan poca variedad. Tiene referencias muy buenas, y los precios están un poco elevados a mi entender. Tomamos un caliza de Marqués de Griñón, servido en copas sin marca, pero de muy buena calidad. El servicio perfecto, nos lo dieron a probar y no tuvimos que pedir ni una sola vez que nos rellenaran la copa.

Salimos muy contentos, tanto por el local como por la cena y el servicio. Volveremos seguro a probar nuevos platos.

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