Restaurante Quique Dacosta en Denia
Restaurante Quique Dacosta
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
116,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Lunes, 25 noviembre 2013 a 29 enero 2014
Nota de cata PRECIO MEDIO:
204 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.6
Comida COMIDA
8.9
Precio medio entorno ENTORNO
8.1
RCP CALIDAD-PRECIO
8.1
Las famosas brumas...
Rompepiedra
Nido de golondrina
Tiradito de corvina
Piedras de parmesano
Raim de pastor, líquen y tomate encurtido
Pétalos de rosa y gin tonic de manzana
Hojas...
Hazew
Bloody Mary
Appetiser
¿que fue antes?
Bruma
La Gallina de los Huevos de Oro
El Bosque Animado
Smoking Room
Bosque Animado
TrufaBlanca
Gamba rosa de Denia
Lichis
La bruma
Opiniones de Quique Dacosta
OPINIONES
105

Un año y medio después de nuestra primera visita volvemos a QUIQUE DACOSTA para disfrutar de una sobresaliente velada y deleitarnos de nuevo de la propuesta gastronómica del que es a todas luces uno de los mayores templos culinarios del país a todos los niveles.

En esta ocasión acudimos preparamos y no seremos sorprendidos por el contenido (por cantidad) del menú degustación, y varias horas después saldremos del Restaurante satisfechos, colmados y felices.

En esta ocasión no quiero comentar la composición del menú TOMORROWLAND, el comentario anterior de Isaac es perfecto y su material fotográfico de diez. Solo compruebo respecto de aquel unas pequeñas variaciones:

En el Acto 1º (snacks), disfrutamos de “espaguetis putanesca” (brillante composición), y en el Acto 3º (tapas) se añade un plato más, una deliciosa y excelente “viera trenzada” con un cuenco de espuma y ceviche (no recuerdo su composición exacta, perdón), supongo que es una futura propuesta. Respecto del resto del menú me ratifico y adhiero a lo manifestado por Isaac, siendo mis magníficos los siguientes:

Me siguen fascinando y sorprendiendo las “raíces de boletus, y las hojas de maíz, y hierbas en escabeche”; por supuesto increíble la “piedra de parmesano” (espectacular); de locura o inimaginable (sin palabras) “la hoja de tabaco y toro”, un plato rebosante de imaginación y genialidad que Jose Antonio Navarrete comentó de manera sobresaliente; me sorprendió la “lechuga de mar, ahumados (anguila), mozarella y fitoplacton”, realmente muy bueno; increíble el “erizo al natural”, una explosión de mar; la “ostra frita”; así como el “arroz de guisantes y huevos de sepia” una imagen de locura en el que la potencia de sabor, perfección de punto y calidad del producto no se pueden ni calificar…, otra locura maravillosa; así como el “pichón y las raíces de malta”, excelente; de los postres me quedo con la “canela, y la ciruela”. El resto de las propuestas no baja de sobresaliente ninguno.

Independientemente de la magnífica propuesta gastronómica elaborada e ideada por Quique Dacosta en esta ocasión quiero destacar la especial labor del equipo del QD, que convirtieron una comida magnifica e irrepetible en una velada extraordinaria, de diez.

En primer lugar, por supuesto, destacar a Jose Antonio Navarrate excelente sumiller con unos conocimientos extraordinarios de no sólo de la composición de la notable bodega del restaurante, sino también de todas los platos que son servidos. Si bien no recurrimos al maridaje, pudimos comprobar lo acertado y estudiado del mismo, al igual que pudimos comprobar la excelente memoria de Jose Antonio que nos recordó nuestra anterior visita con solo nombrar la botella que eligió para aquella ocasión. Ante esta sorprendente circunstancia y como recordaba nuestros gustos nos pusimos en sus manos para la elección del vino, circunstancia que nos permitió disfrutar de un magnifico RARA AVIS 2010 de Bodegas Margón (Tierra de Castilla León) ideado por el sobresaliente enólogo Raúl Pérez , un tinto monovarietal de prieto picudo, una uva prácticamente desconocida y desaparecida, que alcanzó un nivel superior.

Jose Antonio, durante el disfrute del “la hoja de tabaco y toro”, nos ofreció una copa del maridaje perfecto para el mejor plato de la comida, una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda de Bodegas Delgado Zumeta, un vino amontillado muy viejo QUO VADIS?, un 100% palomino fino con 70 años de vejez en barrica. Extraordinario.

El maridaje de Jose Antonio incluía el que denominó “anti-blanco”, un blanco VIÑA TONDONIA 1999 con Viura (90%) y Malvasía (10%). No pude resistirme a solicitar a Jose Antonio una copa del mismo (soy fanático), por supuesto se nos ofreció. Y como premio final pudimos degustar del vino tinto principal del maridaje, IMPERIAL gran Reserva 1990, un clásico Rioja de la Compañía Vinícola del Norte de España (85% tempranillo, 10% graciano, 5% mazuelo), un vino que Jose Antonio califico sabiamente de toda la vida, magnifico. En resumen una experiencia y trabajo de 10, sin palabras.

Igualmente destacar al magnífico trabajo realizado por el equipo de sala, pendientes en todo momento de cada servicio y de cada mesa, verles trabajar fue una auténtica gozada, no recuerdo ningún error, todo estaba perfectamente programado por el equipo liderado por el premiado y muy reconocido maitre Didier Fertilati y por su segundo Giovanni Mastromarino, a los dos agradecer toda su labor. Para finalizar, y ya de nuevo en la terraza, tuvimos la suerte de conversar con Didier durante casi media hora del estado de la cocina actual, de los restaurante y las novedades más recientes, clientes,… etc. Una autentica gozada, que puso la guinda al pastel de una velada extraordinaria.

Siempre tengo cierta tensión, cuando visito por primera vez uno de los grandes restaurantes. Me cuestiono previamente cómo será la recepción, qué me parecerá la sala, y la primera toma de contacto culinario, qué me llevaré a la boca en un comienzo, ciertos nervios para luego analizar si ha merecido la pena el esfuerzo.

Al entrar, se debe pedir a Didier una copa de champagne como muestra de relajación, de ganas de disfrutar, de ponerte en sus manos. El acto de los snacks comienza en la terraza. La rosa y el gin tonic de manzana son un dueto efectista de bienvenida, donde la primera provoca una sonrisa, una mueca de felicidad. ¡Que necesario es reír¡.

El sabor, la estética, y el estilo son las columnas vertebrales de las raíces de boletus, y las hojas de maíz, y hierbas en escabeche.

Técnica, y juego en las piedras de parmesano. La sonrisa de oreja a oreja. Ritmo y frenesí. Transición hacia los encurtidos en los tomates, y territorio en el raim del pastor, el Montgó como despensa.

La sala es otra declaración de intenciones, resulta sencilla, abierta, casi sin ornamentos, se desprenden de cualquier adorno que pueda distraer, el foco en la mesa y en las atenciones. Las columnas vertebrales del servicio son tanto Didier como José Antonio Navarrete, el murciano detalla armonías, maridajes, y la historia de los vinos que sirve. Vive cada uno con un discurso romántico en el que a veces pierde la vista, como si estuviese recordando la viña, la barrica,…

Comenzamos con el segundo acto, el de los salazones, un claro guiño a la zona. Nítido ejemplo de tradición y modernidad, de técnicas de antepasados y modernas. Las primeras se plasman en el pulpo seco (fantástico en textura, con el preciso toque ahumado) y las huevas de mújol. Mientras que las segundas se muestran en un bocado soberbio como son las aceitunas y sus huesos. Sabe a sol y se marida perfectamente con un amontillado (Quo Vadis – Rodriguez La Cave). Se viaja al sur.

Se finaliza con un ajoblanco y almendra, sabroso, y sutil, en equilibrio perfecto.

Pasamos al tercer acto denominado tapas, conformado por ocho muestras culinarias. Se alcanza la cúspide directamente en el primer bocado, la hoja de tabaco y toro. Textura crujiente (hoja) y melosa por la grasa del atún, toques punzantes y dulces. Directamente a los platos del año.

Aquel slogan publicitario de la potencia sin control no es nada se plasma tanto en el buñuelo ligero de bacalao como en el socarrat de gambetas y alioli. En este segundo con las sensaciones sápidas de cada uno de los ingredientes están claramente definidas. Ejemplo de finura y elegancia en ese socarrat cilíndrico.

Más agresividad marina, y salina encontramos en la lechuga de mar, ahumados (anguila), mozarella y fitoplacton. Plato que firmaría sin duda el Chef del Mar, y que de alguna forma actúa como cúspide de potencia sápida y marina de esta parte del menú. Un “golpe” de derechas en forma de salitre.

Lechugademar_QuiqueDacostaSe regresa a la técnica con el erizo al natural que se devora tal como ven. Explosión de sabor de un solo bocado, se vive ese placer efímero, comienza el recuerdo de lo que difícilmente volveremos a degustar.

El mar como protagonista total de las tapas acaba con la zamburiña a la brasa con mantequilla ahumada y hierbas. Destacamos ese contraste entre la potencia del ahumado y una suave crema de mantequilla con toques herbáceos.

Se viaja a algún lugar entre el cielo, Cáceres y Japón con el moshi de torta de la Serena y trufa. Sabor, textura, distinción. Bocado que provoca la evocación y se merece el epígrafe de “destacados”.

Se acaba el acto con el tronco de Jerusalén, piel de tupinambo que se rellena de una crema del tubérculo, perrechicos y trufa. Seguimos arriba.

El ritmo es frenético, entre pase y pase, el tiempo no pasa. Percibimos que cambiamos de acto por la lectura del menú entregado. Contamos solamente veinticinco comensales con la sala llena, por lo que resulta sencillo imaginar los cerca de mil pases que se producen cuando se cuelga el “no hay billetes”. Dificultad, sincronización, conocimiento, empeño.

Pasamos a los platos (cuarto acto), la diferencia con la tapa fundamentalmente radica en la posibilidad en la mayoría de ellos de dar más de un bocado. Comienzo arrollador con los berberechos con kéfir de apio, eneldo y vodka. Muchísimo frescor, se refrescan las papilas gustativas y se limpia la boca después de dos degustaciones algo más contundentes. Aromnía y equilibrio. Platazo.

De nuevo salen a bailar la pareja de la estética, y el sabor en la ostra frita. Secundarios que dan protagonismo al gusto marino para que la suave fritura no reste tanto al conjunto. Morder, crujir, degustar, blasfemar ligeramente, mirar a tu cómplice gastronómico, ser feliz.

Llega la dama de Denia en su papel rojo, lo cantaba Police: “ You don´t need to put on the red light”. Tamaño, y punto. Cuando se acercan Didier y Jose Antonio en una mano llevan la gamba, con la otra realizan movimientos concéntricos con los que van ligando un fume de cabeza de gamba con un té de bledas. Simplemente apoteósico, de nuevo la tradición marinera hace que se nos ponga la piel de gallina.

Nunca puede faltar un arroz, el de esta ocasión, con guisantes y huevos de sepia. Un velo de la verdura oculta el cereal, éste está suelto y perfecto de punto. En el gusto, equilibrio de mar y tierra. Para comerse dos ó tres platos directamente. Al podio.

El nivel es altísimo. Cuando se pretende llegar a estas cotas, me cuestiono contra quién “lucha” el cocinero. Mi reflexión es contra él mismo, enfrentando un plato con los anteriores y evaluando sobre si alcanza el nivel culinario que se pretende. ¿Cuántos platos se desarrollarán que no forman parte de la selección? Bucle de preguntas. Solo el cocinero tiene la última palabra.

Se baja un peldaño con el esturión que se presenta en caviar y en pequeños trozos, sobre un crujiente demasiado salino.

La intensidad del sabor claramente va en aumento y se refleja en el taco mediterráneo donde el picante mexicano de los chiles es sustituido por el del pimentón de la Vera con el que se adoba un rape que se acompaña de comino y tirabeques. A México pasando de nuevo por la comarca donde Quique dio sus primeros pasos.

El acto con el menor número de entradas, es el de las carnes, lo cual estamos viendo como una tendencia en los menús degustación españoles. Pareciera como si éstas aportan menos espacio para la creatividad, ó puede ocurrir que en la tendencia tan española a la comparación suceda que en las carnes sea más frecuente la victoria de la tradición contra la modernidad. También simplemente puede que yo esté equivocado, y no sea más que el cuidado digestivo de los comensales, evitando el “lleno” antes de tiempo.

Los tendones con horchata y trufa nos resulta un plato demasiado complejo. No encontramos sensaciones en el paladar que provoquen ni a la memoria ni al recuerdo. Pasable.

Se mejora con el pichón y las raíces de malta, toques tostados que acompañan a las pechugas finamente cortadas, y con un gran punto. Navarrete consigue una perfecta armonía con un Pagos Viejos 2004 de Viña Artadi. Los cuatros primeros actos han sido de once sobre diez, por lo que después de las carnes, se siente un pequeño retroceso.

Los postres comienzan con un prepostre, ó un “no postre”, el mojito de pepino y algas, frontera entre la cocina salada y la dulce, más cercano a la primera. Atrevimiento, ¿ensalada innovadora?. Liviano, estimulante, digestivo; provoca un punto y aparte pasando definitivamente al dulzor.

La selva negra resulta etérea, suave, predominando el chocolate y los frutos rojos, ya que la nata ha sido sustituida por un merengue seco que aporta más textura que sabor.

De nuevo la técnica, y la imagen para plasmar la canela, y la ciruela. Sutil la primera, con mayor profundidad sápida la segunda. Sorprende por la vista y también una vez en boca, pero nos deja algo fríos en el gusto después de haber tocado el cielo en cuatro actos.

Se retorna a la terraza donde comenzamos hace aproximadamente cuatro horas para completar el acto de la dulcería. Acompañados de un vino de la tierra como el Fondillón, volvemos al principio, a ser de nuevo un niño pequeño con las “gominolas” con que nos agasajan. Los papeles de frambuesa y yogurt por una parte, y el de cacao (casi puro) por otra son una delicia que se debe degustar poco a poco. Momentos de contraste, ying y yang, la alegría y la tristeza se suceden, porque te das cuenta que “lo bueno siempre se acaba”. Los petit fours se completan con la piedra almendra, un macarrón de chocolate, la trufa al ron, y la pepita de oro que intencionadamente dejamos para el final como simbología de este momento.

Embarcarse en una espiral de complejidad es un acto de generosidad que debe evaluarse en global, como tratamos de hacer. Podemos decir con franqueza que estamos antes una de esas comidas que pasarán a nuestra memoria en forma de abocados geniales como la hoja de tabaco y toro, el moshi de torta de la Serena y trufa, el arroz con guisantes y huevos de chipirón, los berberechos con kéfir de eneldo y vodka, el socarrat con gamba y alioli, y ese fume con te de bledas ya forman parte de mi retentiva gastronómica. Degustaciones que aúnan sabor e imaginación.

Se percibe el compromiso con la excelencia, el afán de superación, la competitividad para hacer de la experiencia algo “único” en su conjunto. Un servicio excepcional hace que nos hayamos sentido mimados.

Salimos sin esa tensión del comienzo, la relajación es total. Miro a mi cómplice gastronómico, nos reafirmamos en que ha merecido la pena. La sonrisa de oreja a oreja me delata. Momentos de felicidad.

Quique Dacosta: Imaginación, genialidad, y sabor

Post completo y fotos en http://www.complicidadgastronomica.es/?p=3689

Hablo muy, muy poquito español y entonces escribo solo in ingles. Por favor, no dime "¿Porque no escribes in español?"

SEE FULL REVIEW AND PICTURES AT http://www.restaurantcritic.eu/the-reviews/spain/quique-dacosta

Overall rating: 9/10


Quique Dacosta is known as one of the most creative chefs of Spain at the moment, and after having been there I understand why. Although I’ve never been to El Bulli, I think Dacosta is trying to continue what they started. If I’m not mistaken, the menu only changes once per year as it’s quite elaborate.
He also runs two small restaurants in Valencia, Vulve Carolina and Mercatbar, which are both tapas and proper restaurant food. El Poblet in Valencia is a restaurant that serve some of the dishes from Quique Dacosta’s restaurant.
I’ve been to his restaurant twice, and we almost had the same meal both times. For this review, I have collected both meals into one review, and I will only note when we had a different dish the second time, or if there were any changes to the specific dish. The order of dishes had been changed around in a few instances at our second visit.
The restaurant itself is an older brick building with wooden beams across the ceiling, but the lounge area is clearly a new building. The latter is much more in line with the food being served than the former.

The food here is not something for everyone. People who prefer three courses with plates overflowing with rare beef, red wine sauce and potatoes would probably not like this restaurant. It is at heart molecular, but the concept is not to combine unusual ingredients or to shock, but rather to play a bit with the guest’s expectations and also to present ingredients that are either unexpected or that people generally are biased about – for instance hearts, livers, etc.
The style is basically very modern tapas. We had around 25 courses, many of them consisting of small one bite elements – hence the long review.
We started out by sitting outside where we were served the appetisers, the “first act”, while looking at the menu. There really wasn’t much choice, as there were only two menus: “Local universe: Menu of traditions, classics and history” (€138.24), which was a menu of classic dishes from the restaurant’s history, although some dishes were shared with the other menu, which we chose: “Mediterranean flavour: Menu of the brave” (€162). The appetisers were the same for both menus.
There’s also the option of a wine pairing for each menu at €70.20 for the classic menu and €91.80 for the brave menu. This restaurant is one of those that shows the price on the menu without VAT (IVA in Spanish), hence the uneven prices shown here.
At our second meal, the restaurant had received its third Michelin star, and the price had gone up to €148.50 for the classics menu, and €181.50 for the brave one.
A beer was €5.40, water €4,32 per serving, coffee and tea was €3.78 each.
The appetisers were quite diverse and came in two servings: A stick of fried and smoked cheese, marinated pancetta on top of a small very light and fluffy brioche, broth of oak barrel and rum (a drink), and “oak bark” (which I suspect was actually Jerusalem artichokes, but maybe it was really bark). Then a sea snail, a crisp with a star smeared pattern on it, a drink with a small plant from the ocean, small endive lettuce with orange zest, another plant from the ocean, and star shaped and seaweed shaped crisps.
I didn’t like the sea snail, but at least I liked it more than clams and oysters. It just wasn’t my thing. The rest was both tasty and very well done. I find endive/chicory to be one of the worst types of lettuce, as it’s so incredibly bitter. Here, there was barely any bitterness from neither the lettuce nor the orange zest. Indeed, very impressive and inventive appetisers (overall 7.5-8/10).

At our second meal, the appetisers were almost completely different. First, an edible rose, which I believe was thin apple slices with rose water, served with an apple gin and tonic drink. As usual in Southern Europe, the apple flavour was not great, but nevertheless a very pleasant start (7.5/10).

Then real leaves and constructed leaves (dubonnet, sweet corn, apple, chestnut) were served along with cep crisps that looked like branches. An edible stone (only two on the picture were edible) contained a parmesan cream with a bit of truffle oil. Again, a sea snail served in a sea shell, a leafy crisp (I believe Jerusalem artichokes) with mushrooms and herb cream, tomato with vinegar, the same sea plant as last time, crisps with tomato powder and dried vinegar and an oyster emulsion (which unfortunately couldn’t be swapped as neither of us likes oysters). Again, pleasant appetisers, although they were not quite as diverse this time (they were almost all crisps) (overall 7.5/10).

We had our proper meal inside, and the “second act” started out with a bang:
A small flat, red cylinder was named “Bloody Mary” and had a piece of celery next to it. Although I didn’t care much for the celery (though the harshness was definitely gone), the cylinder was a revelation. It was cold, and the outer layer was made from cocoa butter. Inside it was liquid, and the tomato flavour was really an explosion of flavour. Then at the end there was just a hint of heat from the Tabasco. I’ve never had such intense tomato flavour in my life. It didn’t taste like tomato juice, nor like tinned tomato paste. It really tasted like a real tomato (and the best tomato I’ve had my entire life). This is truly one of the best things I have ever eaten, and a dish I have been thinking back on again and again (10/10).
At our second visit we both believed the recipe had been changed, as there seemed to be more Tabasco in the dish, and the spice came in sooner.

Next to it was a piece of mackerel on a leaf. I don’t remember the name of the first leaf, but second time it was an oyster leaf with wasabi. They asked us to eat some of the leaf with the fish and then have the rest of the leaf afterwards. There was actually quite a change in flavour (7-7.5/10).

“Dove’s nest” was small egg shapes with crispy thin noodle-like nests. The centre was slightly smoked and with a touch of truffle (8/10).

An almond dish was both real almonds and almond cream with a bit of jelly and oil. Although light, it was also very pleasant and a great combination that didn’t overpower the almonds. This was one of my wife’s favourites in the meal (7.5-8/10).

The second time around this had been replaced two dishes: Pesto in a small crispy bag with a good combination of textures (8/10) as well as a flower with almonds and turron that had both a taste of real almonds as well as the synthetic almond extract (7.5/10).

On a tray was “strawberry and vinegar crepe”, which was curled-up crisps with strawberry and vinegar flavour with fresh strawberries on top. The strawberry flavour was slightly synthetic and candy-like, but still a very nice dish (7.5/10).

None of us liked “apple tart and Campari”. Like I have mentioned before, the apples from southern Europe are usually not very flavourful, which was also the case here. The tart itself, a crispy polystyrene-like thick disc that almost evaporated in your mouth, therefore barely had any flavour. The Campari on top was a bit less bitter than the Campari sphere I had at El Celler de Can Roca, but still… Apparently, I just don’t like Campari (4/10).

The second time, they removed the Campari for us and put on sliced apples instead. This made it slightly better, but I would have preferred something completely different.

Better was a small parcel with cuttlefish, lime, wasabi and white turnip. The amount of wasabi was perfectly balanced (7/10).

For the next dish we didn’t all have the same, as my wife had asked for no pork. We all had “Spanish peppers”. It was actually watermelon. I don’t know what they did to it, but to me this was the stupidest dish in the menu – and luckily the only one in the menu that I would call stupid. Although at such the taste was okay, it seemed a little bit like they were just showing off a technique and trying to play with people’s minds. Fair enough, but it could have been done in a another way that produced better food (5/10).

The second time, this had been replaced by two dishes: 1: A soup of sea urchin. This was both the first and last time I had sea urchin. It was very similar to oyster for me (3/10). The second was razor clams with jelly. I honestly don’t know why I didn’t ask for something else as I don’t like clams (4/10).

My wife had “turtleneck”, which was slices of avocado in a soup. I had a small taste, but not enough to score it. It was very nice, especially the soup.

Instead, the rest of us had pork cheeks and paprika as a foam served on a crisp. Very pleasant and a great combination of textures (7.5-8/10). The second time, we also had this dish but my wife had chicken instead of pork.

For the next serving, our dishes were different again. We all had the cheeks or some other part of the head from hake covered in a pil pil sauce (a Basque dish). This was a first for all of us, and none of us really liked it. I find it difficult to score it as I have no idea if it was cooked properly (but I believe it was), but the flesh itself was very, very soft (in an unpleasant way), and the flavour didn’t do anything for me. Maybe it’s one of those things you have had to have grown up with to appreciate (a tentative 4/10).

The second time this had been replaced by a Mediterranean taco, which was prawns with green beans and herbs. Not the most interesting thing, and both herbs and beans lacked flavour (6.5/10).

On the side was a “Cuba Libre”, which was foie gras with coke jelly on top. The first time I quite enjoyed it even though it was very rich. The second time, I didn’t enjoy it so much (7/10).

As accompaniment to these two very soft servings we had “smoked bread” which I believe was with pork too, since my wife had something completely different: “Haze”. A mist covered beans, mushrooms, peas, and sprigs. The second time we both had this dish instead of the oyster described below. My wife said it was better the first time. None of the ingredients here had particular good flavour, and the peas were the typical hard and bitter Spanish peas (the ones in Northern Europe are simply better). Just looking at the pictures from first and second visit, I could see that the peas the first time were smaller, and smaller peas are usually sweeter (6/10).

The “third act” started out with tomatoes in various textures: Light and fluffy white tomato snow on top and tomato cream underneath with sundried tomatoes and croutons. The dish had very deep tomato flavour (although not as deep as the Bloody Mary) and a great combination of textures. Yes, it was all about tomatoes, but the flavour was really top-notch (at least 8.5/10).
It was served with several grissini sticks. The one with pesto was by far the best. The one with white truffle had no flavour. Grissini is something I don’t really understand (they are always dry and flaky), and these ones didn’t do much for me either, and there were a bit too many of them here.

Coconut Margarita was a jelly with light sauce and shredded coconut on top as well as lime zest. What I remember best about this dish was the coconut. Often coconuts do more harm than good, but here the flavour was better and had greater depth than I have ever seen before. The rest of the dish was nothing special though and one of the weakest in the meal. This dish was left out in the second meal (6/10).

The margarita granite served on a bay leaf that we had straight afterwards was very refreshing and had none of the bitterness you often see in margaritas (7.5/10).

Horchata is a sweet Spanish drink made from tiger nuts. Here it was served as a soup without sugar and with small chocolate coated pieces of foie gras. My companions didn’t like this so much (maybe because they’ve had plenty of Horchatas previously). Second time they had removed the foie gras, which was an unfortunate choice if you ask me (7/10).

A red king prawn was simply served whole (with shell) wrapped in transparent red gift wrap with a soup made from prawn heads, chard and tomatoes on the side. A shellfish fanatic would probably have appreciated this more than me, but it was undoubtedly a prawn of very fine quality, although as such the dish as a whole wasn’t the most exciting for me. The tomato here didn’t have the same depth of flavour as the previous ones, which is understandable as it then didn’t overpower the prawn. The second time around we didn’t enjoy this as much. It was cold the second time. We believe it was warm the first time, although the waiter said it had also been cold (6 or 7/10).

A dish with eel was a bit strange to me. Soft and slimy eel skin was on top of a soup, and at the bottom of the soup was the eel flesh. I could have done without the slimy skin, but overall it was a nice dish with well-cooked eel. Second time I enjoyed it a bit less (6 or 7/10).

Before starting the meal, I had mentioned that I didn’t like oysters. The waiter said that the people who don’t like oysters usually loved the oyster dish here, so I decided to try it. Well, I didn’t like it. Actually none of us did, but the rest of the dish had very refreshing citrus flavours (but I’m not going to score it).

“Cow heart” was a bread-like sphere with a liquid centre with very intense beef flavour. On top were slices of an actual cows heart. When serving it, they told us it wasn’t a real cows heart, as they probably assumed we would be scared of eating it. Had I known it was this good I would have eaten it straight away even if they had told me it was ants or caterpillars. The second time, we had an almost identical dish called “Iberian explosion”, where the cows heart had been replaced by pork if I’m not mistaken, but the inside was the same, and it was just as good (9/10).

At our second meal, we had a rice dish with a thin layer of cod on top. We had to eat from end to the other, which revealed first smoke flavoured rice followed by lemon flavoured rice at the other end (7.5/10).

Our real main courses were pigeon served seven ways. First as a glass of stunning Jerusalem artichoke soup with finely cut pigeon at the bottom (if not 10/10 then at least 9/10).

On another plate was “pigeon liver”. First time, they said it wasn’t liver when they served it – the name only implied what it looked like. When we asked about it second time, they first said it was kidney, but then Dacosta himself said it was both intestines and regular meat. None of us particularly liked it, and like the fish cheeks it was quite soft in an unpleasant way (4/10).

A round crispy disc had sweet corn and a cream on top (7.5/10).

Pigeon breast was served very rare with a sauce with soy beans and quinoa. Three of us (me included) felt the meat was too rare, while the last one said it was perfect. Technically, this is the only dish I could fault, as the meat lacked some pepper, and there was actually some sinew on both mine and my wife’s slice. The meat itself didn’t have much flavour except for the slightly smoky flavour, but nevertheless a pleasant dish with better soy beans and quinoa than I thought possible (aren’t those two ingredients always boring?). Second time a waiter told us we could have it more cooked this time, so I asked for medium, and my wife asked for well-done. Hers was almost well-done, while mine was too bloody. They replaced it when we mentioned it, but I was nevertheless a bit disappointed that this had to be done (7/10).
This is the first slice at our second visit:

The lack of flavour in the pigeon was aptly compensated by the pigeon consommé served in a glass on the side (if not 10/10 then at least 9/10).

Creamy rice was then served with pigeon foam and a bit of liquorice and orange. The two flavourings seemed to be only drops here and there, and to me this was not the most exciting dish (6/10).

Second time, the pigeon rice was served with beetroot foam and crunchy hazelnut flakes. Good swap (7.5/10).

The last pigeon dish was probably supposed to be the link between main course and dessert. It was mango chutney with fresh mango. The presentation was lovely, but it escaped me where the pigeon actually was. The mango itself was not the most flavourful, which is actually odd, because it’s actually quite easy to find really good mangos in Spain (even the ones imported from Brazil). Even the cheap supermarket Mercadona, who specialize in poor quality products, have mostly ripe and terribly flavourful mangos. The mango I had at Sant Pau was miles and miles beyond this one. Riper mango can’t be sliced like this, but should presentation go before flavour? (6-7/10).

The first dessert was a soup of blood orange with chunks of blood orange, a bit of rose water and crispy yoghurt on top. I assume it was dehydrated. Maybe not rocket science, but it was a very pleasant and quite refreshing dish. At times orange can be very bitter or even taste like puke, but here it was a pleasure. The rose water was quite possible the best balanced amount I’ve had so far. So often, restaurants simply put in too much, which makes it taste like soap. The second time, I was less impressed by this dish. We both agreed that the orange had less flavour than the first time, and that there was more rose water added (8/10 for the first time, 7/10 for the second).

The second dessert consisted of three elements:
A small crispy disc made from pumpkin that had been rolled around a creamy filling of sweet potatoes and dusted with icing sugar. Neither the pumpkin nor the potatoes were as flavourful as it could have been, but nevertheless nice and with great texture (7-7.5/10).

Another sphere, this time I believe it was made of squash, filled with liquid chocolate. The chocolate flavour was not as intense as it could have been (this concept worked better at Ca’ Sento), but still very nice (7.5/10).

A cocktail was called “Michael Jackson – Black or white”. There was really nothing revolutionary or exciting about this cocktail with a bit of Kahlua and cream on top, but I really enjoyed it, and the amount of Kahlua was simply perfectly balanced, so it just had a hint of coffee flavour. As I don’t really like coffee, this was perfect for me, but coffee aficionados might have preferred a more intense coffee flavour (8.5/10).

Second time we had three different desserts: “Citrus field”, which was butter cream covered in shortcrust pastry made with lemon and saffron and then blended to resemble sand. On top were various citrus elements. The butter cream was a bit fatty, but nonetheless a nice dessert (7.5/10, or 8/10 if I’m to be very kind).

Cinnamon sticks were chocolate sticks with cinnamon. Pleasant and visually very well made, but not the most thrilling thing (7/10).

Prunes soaked in port with a walnut inside were better (7.5/10).

We had our petit fours in the lounge outside. It was “the fifth act” called “the magic box”. A wooden box filled with chocolate pebbles was shown to us. They closed it again, said “hokus pokus”, shook it and then revealed the sweets that had magically appeared inside: A chocolate macaroon, a vanilla macaroon, a marshmallow dusted with cocoa powder, and, my favourite, a hazelnut truffle with very pure and deep, deep hazelnut flavour. On the side we had a small metallic tree with edible bags containing small discs of dark and white chocolate and passion fruit, as well as a paper-thin sheet of berries (overall 7.5-8/10, but more for the hazelnut truffle). The second time, the chocolate macaroon was gone, and the hazelnut truffle had unfortunately been replaced by banana foam dusted with cocoa powder.

There didn’t seem to have gone quite as much thought into the petit fours as the rest of the meal. Although the macaroons were nice, they seemed oddly plain compared to some of the wizardry that had taken place earlier.
The chef came out to speak to the guests both times.
As can be seen above, there were several things that I and we simply didn’t like or didn’t care much for. But the technique at display was very impressive, and there were many stunning highlights throughout the meal. Only a few times could I fault the technique (the pigeon breast) or the ingredients. Overall, the ingredients were top notch, and unlikely many other places in Spain the food here really had depth of flavour. I’ve been to so many restaurants in Spain where the food had no flavour whatsoever. No other place in Spain, be it a shop or a restaurant, have I had really good tomatoes. Not even at Sant Pau, which really had magnificent ingredients, did I have good tomatoes. The ones I had in Italy, both in restaurants and shops, were far superior.
If we disregard the macaroons and marshmallows, not a single dish in this meal was uninspired, and that’s quite an amazing feat considering this was a meal consisting of 20-25 servings with 40-45 small dishes. There was no “let’s just make a slab of beef with some braising sauce”.
I was also impressed by how well they mastered both restraint (as in the amount of e.g. truffle oil that was added to a dish) and going 100 % overboard (Bloody Mary, Cow’s heart, etc.).
The only thing that was a bit of nuisance about the meal was that at times they told us “this dish is so and so” because it looked like it, and then afterwards they didn’t tell us what it actually was (as it was supposed to be an adventure), but that’s really a minor detail.
At our second visit I was a bit less impressed than first time. Some of the new dishes didn’t do much for me, but the main problem was my own folly: I had gone there again too soon. Too many dishes were the same as last time. Part of the fun first time around was the surprises. Several dishes (Bloody Mary, dove’s nest, pork cheek, tomato in various textures, cow’s heart, the jerusalem artichoke soup, pigeon consommé, etc.) were definitely worth having again, but I had rushed through the menu too quickly when skimming it, while we were trying to replace things we didn’t like so much first time around. Therefore, we repeated too many dishes that were not bad but not amazing either. We should simply have chosen the other menu this time.
Admittedly, when I made this review I didn’t notice that there were actually many dishes that didn’t do much for me – which there will inevitably with this type of cooking and with such a long menu. I probably raved about the highlights in my mind, and then forgot about the lowpoints. That at least crossed my mind after having been to the restaurant for the second time.
Nevertheless, I will keep the score. If I go back another time, I will give a new separate score.
The wine the first time was a bit disappointing. I’m sure the sommelier was good, but the wines he recommended us didn’t impress us. We bought a white wine for €43.60 for a wine that I have later seen for €30 at retail. The white wine was a bit sour, though it must be said that only 2-3 times have I had a Spanish white wine that I truly liked. If this is what he had to choose from, it would be difficult to find something good. In five top restaurants in Italy I didn’t have a single plain white wine. Italian white wine simply seems far superior. But you almost never seen Italian wine in Spain – and what a pity.
The type of red wine we had was somewhat what we had asked for, but we didn’t particular care for that one either. We paid €38.88 for a wine that I later saw at retail for around €25, so I suppose the mark-up was reasonable (for both wines), but despite the retail price the red wine seemed like something you could find for £5-£10. We all agreed about that.
Second time we just asked for a glass of red wine each. The first one was not much to our liking. He just swapped it, and the second was exactly what we had hoped to find.
The service first time was great. They walked us to the toilet and held our chairs when we came back like I’ve seen in most three star restaurants (except for in Italy). Although they didn’t always succeed, they at least tried to put down two plates on the table at the same time. It doesn’t make the meal better, but it’s always nice to see this small detail carried out.
One of my companions had cut his knee shortly before we came. When one of the waiters saw this, he fetched him a bandage.
Our only tiny complaint was that our waitress didn’t seem very happy. It almost came to an argument between her and I when I asked if topinambur and Jerusalem artichokes are the same thing. Nevertheless, she was very attentive, and topping-up and removing plates went smoothly.
The pace of the meal was nothing short of perfect – both times. Not too much waiting nor rushing. And consider this when it’s 20-25 servings! Some restaurants can even get the pace right for 4-5 servings.
Second time our waiter was definitely happier, but I could nevertheless sense this was not his calling in life, and at the end of our meal he seemed tired. My impression was that several of the waiters didn’t fully enjoy being here, and several seemed young and inexperienced. As opposed to the first time, the restaurant was full this day, and the service seemed to suffer a bit from it. They held our chairs less this time, and didn’t walk us to the toilet.
Granted, we had been delayed when going here, and they have to go home too, but barely anybody was left at the end. We had asked for a dessert wine for the desserts, but the sommelier apparently forgot about that (I think he went home too). Although it was late in the day these things shouldn’t happen in a three star restaurant. Nevertheless, these things are small details, and all in all I was very happy with the service.
There was one exception to all this, though, and that was the French waiter. He was by far the most professional, experienced and talkative. I could easily tell that he enjoyed his job, and he paid great attention to the guests: When I was looking through the menu and we were discussing what dishes to replace, I had apparently said that I really enjoyed the Bloody Mary. So, after having eating the Bloody Mary this time, they came back and gave us two more Bloody Marys each. He was also the one who brought the bandage. He definitely belonged in a restaurant like this.
Quique Dacosta has been one of the best restaurants I’ve been to in Spain. The flavours, the inventiveness, the perfect cooking, the service – everything. Not to mention the amount of food for the price: Including snacks and petit fours we had 20-25 servings consisting of 40-45 small elements (depending on how you count it) for €162 the first time (€180 the second time). Actually, the amount of food was a bit too much I must say. We were basically rolling out of the restaurant.
At El Celler de Can Roca, which is where I’ve had the second longest meal in Spain, I had 20 courses including snacks and petit fours for €160. The food there was nowhere near as inventive, elaborate, amusing, balanced, well-cooked, intense in flavour or even as tasty as at Quique Dacosta, but the price was the same (the first time).

  • Hazew

    Hazew

  • Bloody Mary

    Bloody Mary

  • Appetiser

    Appetiser

Destacada visita al reconocido restaurante de Quique Dacosta en Denia, en mi primera experiencia en formato menú tamaño tipo “Bulli”, y en un 3 estrellas Michelin.
Nada que poder objetar al servicio de todo el equipo, un trato profesional incuestionable con un toque de humor que se agradece. La atención y compromiso del personal de 10.
El servicio de vino está dirigido por José Antonio Navarrete, con un control absoluto sobre la materia, como es habitual no nos decantamos por el maridaje, sino por la elección de un vino de “Jiménez Landis” a elección de Jose Antonio, un Méntrida absolutamente fantástico, una gran garnacha a la altura de lo que nos esperaba.
Los snacks fueron servidos en la terraza. Una propuesta absolutamente brillante en el que por destacar (difícil elección): las “raíces de ceps”, varias hojas sublimes (no identifico cada una de ellas), las “piedras de parmesano”, el “liquen”, el “tomate encurtido”,… Todas las sugerencias sorprendentes.
Ya en sala, con la compañía del “Jiménez Landis” disfrutamos del menú “sin título” (el largo), la nueva propuesta de Quique Dacosta para esta ¿temporada?, a destacar:
Absolutamente maravilloso de la primera propuesta la “rompepiedra” (ventresca de caballa sobre hoja) por encima de la “maria” y el “nido de golondrina“; de la segunda propuesta, indudablemente el “pesto” por encima del sorprendente “turrón de almendros”; de la tercera propuesta las “empanadillas de sepias”, no soy fan del Campari (tarta de manzana); la cuarta propuesta es un guiño al mar de Denia: “ceviche de erizos” acompañados de “tarthai de navajas”.
A partir de aquí, llega la excelencia, para empezar un “taco mediterráneo” (sublime) y una asombrosa “coca de Dacsa”, una torta de maíz que estaba buenísima, no hay otro calificativo.
De inmediato una excelente “kokotxa pigpig” de la que no tengo palabras, solo para ensalzarla: por encima de 10, imposible de ponderar.
La siguiente propuesta me pasó menos advertida, “bomba ibérica” y “papada pimentón”, mi mente seguía en la kokotxa. Posteriormente nos “regalaron” una gamba roja de Denia con caldo de marisco, la propuesta y presentación fantásticas. El producto como era de esperar muy bueno.
Con la “ostra” (los problemas con el tamaño del menú empiezan a preocupar), muy buena sin duda alguna, pero no comparable con la kokotxa.
El siguiente: guiño a la tierra, “arroz de bacalao”. Para quien es amante y apasionado de los arroces de Alicante, no me pareció perfecto, la salsa demasiado melosa y sabrosa, por encima del grano, la capa de bacalao de 10.
Me olvidaba, las últimas propuestas, fueron acompañadas por barritas de pan de varios sabores (por saturación apenas los probamos), muy buenos. Así como por sendas copas de Garnacha tinta de Calatayud “Lajas” y de Madrid “Peña Caballera” de Bodegas Marañones, gran labor de Jose Antonio, aunque nos quedamos con “Jiménez Landis”.
La siguiente propuesta me acabo de conquistar: hígado medio crudo, pero sobre todo el “rostit”, realmente espectacular e ingenioso.
Gran detalle del cheff de salir a saludar.
Para acabar, un fantástica “pechuga de germinados”, en su justo punto.
El problema como he ido avanzando es de cantidad, en algún momento debí de saber decir basta, pero ¿era posible?, probablemente no, aunque ahora entiendo porque decían que de vuelta desde el Bulli los taxis apostaban por que cliente devolvía primero, por suerte para mí, dormía cerca del Poblet, 50 platos son muchísimos…, en serio.
Los postres fueron excelentes, en especial el “pastisset de boniato”, “buñuelo calabaza”, “canela en rama”,…
El café y la Compañia de 10, que faciliten el menú ayuda a que nuestros comentarios sean tan exhaustivos.
Es posible que haya olvidado alguna de las propuestas o platos, no importa, excelente y extraordinaria experiencia a precio de oro (excesivo tal vez, pero supongo que es lo que tiene disfrutar de uno de los 10?, 20?, 30? mejores restaurantes del planeta).
Felicidades QD (& team)

Es indiscutible que Quique Dacosta es uno de los mayores exponentes de la cocina de vanguardia a nivel mundial. Cada año lo demuestra en su restaurante de Denia con menús de una imaginación y creatividad desbordantes.

Desde hace 2 años ofrece menús larguísimos tipo El Bulli, todo un despliegue de imaginación y técnica. Difícil describir la experiencia vivida en el restaurante Quique Dacosta el pasado 27 de octubre por escrito. Un menú con nada más y nada menos que 50 platos, el menú más largo que he visto en un restaurante. Elaboraciones impactantes, algunas obras maestras y que no pueden dejar indiferente, concebidas para 1 o 2 bocados máximo ya que más de otra manera podrían llegar a saturar. Platos aparentemente sencillos pero llenos de sabor, sabores muchas veces nuevos para el comensal, a veces sorprendentes, otras desconcertantes y en los que en ocasiones nada es lo que parece.

El entorno ha cambiado, mucho más sobrio, casi sin elementos decorativos y con la moda actual de la mesa sin mantel

Pedimos el menú “El sabor del mediterraneo” compuesto como he comentado por 50 elaboraciones y que cuesta 150€ (haciendo una simple división, da como resultado 3€/plato)

Paso a describir los platos más destacables a mi juicio (que realmente fueron casi todos).

Sticks de queso: estaban ahumados y fritos y recubiertos con malitol que le daba algo de dulzor.

Corteza de roble: En forma de snack. Se me olvidó preguntar si realmente era una corteza de roble. Toda la pinta tenía

Panceta adobada: un panecillo con un trozo de panceta

Raim de pastor: planta típica del motgo con un suave encurtido. Este aperitivo lleva ya varios años en el menú

Grosella de mar al momento. La grosella de mar es un alga y estaba servida encima de un caldo de pescado. No sé si es una nueva versión de este plato, pero supuestamente el alga tenía que moverse, pero no fue asi.

A continuación vino una personal recreación del mar formadas por:

Estrella de mar entomatada, unas gambas al ajillo y un erizo de mar realizadas creo que con harina de arroz y condimentadas.

Canailla. Se presenta casi crudo encima de una caracola. Esta última no era comestible.

"Maria". Versión en forma de bombon del Bloody Mary acompañado con un trozo de apio osmotizado en vodka

Rompepiedra. Un trozo de caballa ligeramemente cocinada envuelta en una hoja que comida por separado tenía un sabor muy picante y que recuerda al wasabi, pero que complementándose con lo graso de este pescado contrarrestaba el picor.

Nido de golondrinas. Aperitivo clásico de este restaurante que consiste en un falso huevo reliazado con una esfera de yema, aceite de trufa, mantequilla ahumada y oliva negra, sobre un nido de pasta kataifi.

Almendras. Una gelatina de agua de tomate, con almendras tiernas y unas pinceladas de ajoblanco. Uno de los platos grandes de la noche

Crepe de fresitas en vinagre. Una crepe (tipo papel, muy de moda hoy en día en la cocina de vanguardia) de rosas con unas fresitas aromatizadas con vinagre balsámico. Pedimos repetir este plato porque nos pareció increible

Tarta de manzana Campari. Una especie de pastelito de tarta de manzana tipo merengue con un agranizado de Campari encima

Empanadilla. Estaba rellena de sepia, lima, wasabi y nabo blanco. Sabía demasiado a wasabi y poco a sepia. Uno de los platos (quizás el único) que no acabó de convencerme

Papada pimentón. Papada de cerdo ibérico y una espuma de pimentón.

A parte pedimos la mesa de salazones, que consiste en varios salazones (bonito, mújol, corvina y pulpo seco) cortados delante del comensal, una curiosa cebolla en vinagre prácticamente de color carmín y una bolsa de liofilizados de higo (se comía también la bolsa) para “limpiar” la boca. Todo esto acompañado también un papel de salvado de cereales

Piquillos. Falsos pimientos de piquillo con la forma y textura de estos, pero que en realidad es sandía confitada. Sabían a sandía pero recordaba al pimiento

Cubalibre de Foie. Mítico plato de Quique Dacosta desde los tiempos del Poblet en versión mini. Se agradcece

Cocochas de jamón al pilpil. Con la forma y la textura de unas cocochas pero con sabor a jamón

Panes. En realidad era un surtido de rosquilletas. 3 o 4 variedades.

Tomate. Varias texturas y temperaturas de tomate. Agua de tomate helada, tomates secos, salmorejo, etc

Cocohuete – Margatita. Acertada y curiosa combinación de cacahuete y coco y ralladura de lima kafir. Se finalizaba con un minicoctel de margarita servido aparte

Horchata y chufas. Horchata cocida con jugo de trufa, con unas falsas chufas rellenas de foie. Espectacular combinación.

Gamba roja de Denia. Siempre en los menús desde hace años. ahora cocida y servida en papel de celofán, como un regalo , que se acompaña de un sibarítico chupito de bisque de gamba y acelga

Te de gambas amb bledes. El chupito que acompañaba a la gamba

Anguila. Aquí lo que era viscoso no era la anguila sino la salsa (tipo pilpil) que lo acompañaba. La anguila ni aparecía. Uno de los mejores platos sin duda y quizás uno de los mejores que he probado en el 2012

Es muy típico de Quique Dacosta, dale la vuelta a platos con ingredientes que pueden crear reparos en el comensal como por ejemplo el Corazón de vaca. La forma del corazón se la daban tiras muy finas de ternera y el relleno, un caldo tibio de varias carnes.

Los siete servicios del pichon. (apoteosis final)

Destacanto el rostit, el hígado (de nuevo falso) y el arroz de pichón, regaliz y naranja. Además se servía un consomé de pichón, una coca de dacsa (jugando aquí con el alimento del pichón), una pechuga de pichón sobre germinados y con una salsa reducida apartada del pichón y para finalizar y limpiar tanto sabor a pichón un chutney de mango formado por láminas de mango

En la parte dulce empezamos con:

Escarcha de yogur al aroma de rosas y naranjas sanguinas. Un postre muy parecido en cuanto a textura al del tomate, pero en este caso era todo frío

Valencia:

Passtiset de boniato. Este pastel de bonoiato supera cualquier pastel de boniato que haya probado

Bueñuelo de calabaza. Relleno de calabaza líquida

Michael Jackson: versión del arrop y tallaetes en coctel. Pero con una espuma láctea para suavizar la potencia del arrop

Caja mágica , después de un pequeño truco de magia aparecen, un macaron de chocolate (me sorprendió que el relleno estuviera duro), una nube de chocolatey pasión y una bomba de avellana.

Y lo último. El Arbol, compuesto por un cristal de yogur y frutas rojas- bolsa de frutas secas y bolsa de caviar de chocolate (las bosas eran comestibles) colgadas en una especie de árbol de diseño

Se agradece que llegues lleno al final del menú pero sin sensación de pesadez consiguiendo con esto que puedas disfrutar de todos los platos por igual

Respecto al tema del vino, poco más puedo decir de Jose Antonio Navarrete que no se haya dicho, sin duda uno de los mejores sumilleres de España, una enciclopedia andante que ha escrito a mano, en lápiz (para poder afectuar rectificaciones posteriores) y durante 3 semanas, los 6 tomos (3x2 tomos)de los que se compone la espectacular carta de vinos del restaurante.

Tampoco se puede olvidar a Didier, el jefe de sala, que con esa actitud de complicidad te hace sentir como en casa y que se encarga de que la sincronización entre cocina y sala sea perfecta. Dos de los grandes artífices de los que sin duda es uno de los mejores restaurantes del mundo.

Para beber nos decidimos por unas cervezas para los snacks y aperitivos, una copa de la exclusiva e interesantísma sidra Malus Mama para el cubalibre (al que fuimos invitados), un Masia Serra Ino para los postres y agua para el resto de los platos.

De visita imprescindible para que quiera vivir una experiencia llena de sensaciones. Eso sí, habrá que esperar al 2013 ya que cierran desde principios de noviembre hasta principios de marzo.

Por cierto, pronto sabremos si se lleva la tercera michelín.

Las fotos de los platos en:
https://www.verema.com/blog/almolo/1021787-visita-restaurante-quique-dacosta-denia

En el coche de camino al restaurante,ibamos mi mujer y yo, comentando lo bien que lo pasamos el año anterior y las magnificas sensaciones que nos dejo. Y con ganas de probar las nuevas propuestas de este año. Han sido satisfechas ampliamente.
Lo primero decir que han vuelto a redecorar el interior suprimiendo un muro que separaba las estancias, resultando más acogedor.
La propuesta que Quique Dacosta nos presentó el año pasado rompía bastante con lo anterior de su cocina, y este año ahondando en la misma dirección le ha dado una vuelta de tuerca y ha mejorado con creces. Su creatividad se ha desbordado ofreciéndonos una sinfonía en la que los sentidos se despiertan. Con una aparente sencillez en los platos, que ocultan un trabajo y una técnica exquisita.
Hay dos menús: El Universo Local, con una mezcla de novedades y platos clásicos y emblemáticos de otras temporadas.
Y el Sabor del Mediterráneo, con las novedades de este año y más largo que el Local. Elegimos este y con maridaje. No pongo de que consta el menú, pues resultaría prolijo. Está disponible en la página web.
Un menú que desde los snacks del aperitivo hasta los postres del final tienen un hilo conductor: ligero, sabroso, fresco e imaginativo.
Snacks que rallaron todos a una grandísima altura, con mezcla de texturas y temperaturas. Pero por destacar destacaría el consomé de barricas de ron, la grosella al momento (una explosión de sabor), la mini endivia a la naranja sanguina, una mezcla de sabores que me encantó. La panceta adobada (por sorprendente) y el erizo de mar.
Las tapas, donde el colorido y el aspecto visual juegan una partida con la explosión de sabores, resultando un empate. Pues es un todo.
Igual que en los snacks, es difícil destacar algo, pues todos son un compendio de sabor y frescura. Pero el crep de fresitas al vinagre, la tarta de manzana campari (¡¡¡que composición y texturas!!!), la empanadilla de sepia, lima, wasabi en nabo blanco o los piquillos son fieles exponentes de la propuesta de este año. Y qué decir de su magnífico y afamado cuba libre de foie.
En el apartado de platos tenemos en cabeza a, Tomate cocohuete margarita, su versión de Horchata y chufas y Corazón de vaca, seguidos a escasísima distancia del resto. Donde habría que destacar la original, atrevida y divertida visión de los Siete Servicios del Pichón.
Seguimos con los postres, que están a la altura de lo salado. Resultando un colofón perfecto a una gran comida.
El servicio en sala es de igual calidad que la cocina y desde que entras hasta que sales te encuentras rodeado de una atmosfera muy agradable. Con profesionalidad y cercanía sin agobios ni empalagos. Con un ritmo entre platos realmente magníficos. Así como el servicio del vino con 17 vinos que fueron servidos en la copa apropiada y a la temperatura perfecta.
Los vinos fueron: Champagne Laurent Perrier rosado, Tío Pepe en rama 2 palmas, Fino Especial La Panesa, Reflet d’Antan Bérèche et Fils,Malus Mama 2009, Fontanasanta 2010, Chateau Chalon 2004, Excepcional Harvest 2010, Nun Vinya Les Taus 2010, Beatum 2011, Riesling gran Cru Schlossberg Cuvee Catherine 2002 Dom Weinbach, Chambolle Musigny 2009 Dujac Pere et Fils, Quincha Corral 2006, Clos de L’obac 2001, Reserva Real Casta Diva, Ino Masia Serra.
Resumiendo, una magnifica comida para el recuerdo; y una propuesta de menú (como digo al principio del comentario) ligero, sabroso y fresco.
Ya hace tiempo que se dice de Quique que va a obtener la 3ª estrella Michelin. Mi opinión, como aprendiz de aficionado a este mundo, es que de este año no pasa.
Gracias a Quique Dacosta y a todo su equipo (Didier, José Antonio, Dominique…) por este día.
El precio es solo del menú

Difícil saber escribir esta crítica, ya que las sensaciones, aún unos días despues, son tan buenas que uno no sabe por donde empezar. Voy a empezar a emplear mi escala extendida para acompañar las puntuaciones y a lo mejor me ayuda a organizar mis pensamientos.

Menú Sabor del Mediterraneao con maridaje.

Servicio del vino: 10/10. Impresionante. No creo que vuelva a tener una experiencia igual en la vida, por ejecución, calidad, variedad, y cantidad. El somellier, una enciclopedia. Lástima que no te dejan un listado con los vinos. Recuerdo: un champán, una manzanilla, una sidra, 3 blancos, dos tintos, 2 vinos de postre. Y seguro que se me escapa alguno. Perdí la cuenta de las copas que tomamos. Todos seleccionados con criterio haciendo pareja perfecta con los platos. Cristalería de primer nivel, siempre acorde con el vino.

Calidad precio del vino: 10/10. El maridaje cuesta €85 pero por lo comentado anteriormente creo que es espectacular, rellenos continuos, repetimos varios sin necesidad de preguntar. Repito, no tengo adjetivos suficientes para calificarlo.

Ambiente: 9,5/10. Con algún grupo grande puede haber exceso de ruidos pero el local es todo lo que se espera de un bi-estrellado aspirando al tercero (y lo merece en mi humilde opinion). Decoración sencilla con mucho gusto, las diferentes zonas son espectaculares.

Comodidad: 10/10. Mesas enormes, sillas comodas, amplio espacio entre todas las mesas. Sin manteles, cosa comentada en algun que otra critica, le da un aire mas informal y choca un poco a principio pero no creo que desentone y la verdad es que el mobiliario se luce aun mas así. Baños espectaculares. Terraza maravillosa.

Servicio de sala: 9,5/10. No pongo un 10 porque un par de veces tuvimos que pedir que nos explicaran algun que otra cosa pero en línea con otros restaurantes de ese nivel que conozco.

Comida - Sabor y calidad 10/10. Supongo que dar un 11 sería hacer trampa. Han comentado en entradas anteriores muchísimos platos del menú. Diré que a nivel general fue la mejor experiencia gastronómica de mi vida. Hubo momentos de verdadero placer, y ningun plato que no me gustó. Me pareció un equilibrio perfecto entre novedad, creatividad, y el sabor de los platos. Destacaría tantas cosas que acabaría sin destacar ninguna.

El cocohuete, increíble. La gamba con su té. Las cocochas de jamón con el cubalibre de foie. Los "piquillos". Y por el amor de dios: el "corazón de vaca", que quedará conmigo para siempre.

Comida - Presentación y Cantidad. 10/10. Todo ejecutado a la perfección, presentaciones a veces muy curiosas, cantidad (el menu de los valientes lo llaman) para los que tienen/tenemos apetito.

Calidad/Precio comida: 10/10. Por lo comentado anteriormente. €150 por una experiencia que creo que voy a tardar algunos años en superar, si es que algun día lo supere, y muchos años mas en olvidar. Para todos los días/meses? No. Pero merece la pena pagar tanto para disfrutarlo? Sin duda alguna.

Calidad/Precio global - 10/10.

No tengo mucho mas que decir, solo que no entiendo los de la guía michelín. El precio que pongo incluye un aperitivo, café, y copa al final. Por cierto pude tener una charla bastante larga con el Sr. Dacosta, muy entrañable y como se nota que le encanta lo que hace.

Una experiencia inolvidable.

Mi primera visita a un bi-estrellado. Mucha expectación antes de la visita, años y años de escuchar opiniones y leer comentarios y noticias que le hacen a uno plantearse si merece la pena ir o no ir (vivimos a escasos quilómetros del restaurante). Al final, siguiendo nuestros impulsos más básicos y dejando de lado la razón, decidimos ir. Reserva por teléfono en tono muy cortés en la que nos aconsejan a los caballeros no llevar pantalón corto y nos preguntan por posibles alergias. Llegamos puntualmente (21.30 h.), nos reciben en la terraza y nos invitan a empezar la cena en ella. Mesa bajita con butacas y banco sin respaldo (no demasiado cómoda).

Se acerca el jefe de sala, Didier, y nos explica la propuesta de dos menús que hace el restaurante tal como explica el/la forero/a anterior. Conectamos bien con Didier desde el primer momento o, tal vez, conecta él con nosotros (supongo que con la mayoría de clientes), cosa que merece todo nuestro reconocimiento. Pedimos algún vermouth especial y llega el sumillier, José Antonio, con una botella de Primitivo Quiles que nos encanta desde el primer sorbo. Presentación espectacular del licor por parte de José Antonio con todo lujo de detalles, igual que cada uno de los vinos que tomaremos posteriormente en la cena. Didier, José Antonio, Giovanni, a quien conoceremos más tarde en la sala… se ajustan al perfectamente al perfil JASP y son uno de los principales valores del restaurante.

Acompañamos el vermouth con un primer pase de Snacks: Stick de queso ahumado y frito (muy sencillo), panceta adobada (pequeño bollo de sabor contundente), corteza de roble (no me gustó especialmente) y un consomé de Barricas de Ron Barceló. Destacaría por encima de todo el consomé. Estaba riquísimo y, si bien no apetecía mucho el tomar platos calientes, me encantó su sabor y su originalidad.

Segundo pase de Snacks, acompañado con una copa de Billecart Salmón Brut reserva: Grosella de mar, que se introduce al momento ante el comensal en un vaso con una especie de agua marina, mini endibia de naranja sanguina, raïm de pastor (encurtido típico de la Marina Alta), estrella mar y erizo de mar. La grosella no me gustó y la endibia tampoco aporta demasiado. Sin embargo la estrella de mar y especialmente el erizo me dejaron muy sorprendido por su presentación y su sabor. Se trata de unos snacks que simulan ambos “frutos” del mar y que se comen todo (incluso la simulación de la corteza del erizo).

Una vez alojados en el salón seguimos con la cena y el maridaje propuesto por José Antonio que después detallaré. Como se ha comentado, la mesa carece de mantel y el uso de cubiertos es mínimo: todos los snacks t tapas se comen con las manos. Vajilla y menaje de gran calidad, originalidad y belleza.

- Surtido de salazones que se prepara ante el comensal en una mesa auxiliar (Bonito, mújol, corvina y pulpo). Aún teniendo en cuenta que nos cuentan que los salazones se hacen en la casa, la preparación de este plato es nula: cortar y servir. Se acompaña con una hoja de pan de salvado de cereales (sabor intenso), cebolleta encurtida (riquísima) y higo deshidratado al final para limpiar el paladar.

Sección de tapas:

- María: Presentación y sabor espectacular para un plato de técnica: se trata de una especie de galleta crujiente que hay que tomar de un bocado (líquido en el interior) y que se inspira en el blodimeri. Se acompaña con unos brotes de cilantro (?). Nos gustó mucho.
- Rompepiedra: lomo de caballa marinado servido sobre una hoja de esta planta (autóctona según nos informan). El/la forero/a anterior explica a la perfección el plato. Lomo riquísimo que neutraliza el picante del brote vegetal. Se invita a probarlo sólo para comprobar dicho efecto. El lomo nos parece riquísimo.
- Nidos de golondrina: bonita presentación con dos pequeños nidos y su correspondiente huevo: apetitoso a la vista, textura sorprendente pero algo falto de sabor
- Tarta de manzana campari. Nueva presentación de gran vistosidad. Plato de cristal con la tartita y el granizado (escarchado) de campari. Si te gusta dicho licor, el plato te gustará. Si no, lo dudo.
- Papada pimentón: Otro bocado muy visual y de sabor muy recio. Correcto sin más.
- Piquillos: Plato de los que podríamos claificar de “con trampa”. Bajo la apariencia de pimientos se presentan unas porciones de sandia (lo tuvimos que adivinar con la ayuda de Giovani). Genial en todos los aspectos: vistosidad, sabor, efecto sorpresa…
- Cocotxas de jamón al pil pil: un puntazo. De los platos que más me gustó: con la ayuda de unos moldes de silicona se elaboran estos símiles de cococha pero con grasa de jamón. Doy fe que en cuanto a forma, color y textura “dan el pego”. Riquísimo el pil pil. Un diez.

Platos principales:

- Cubalibre de foie Gras: Un plato puede consagrar a un cocinero y, sin duda, éste lo ha hecho con QdC y, además, con merecimiento. Genial creación que persistirá por mucho tiempo en el recuerdo: presentación, texturas y, sobretodo, sabor.
- Bruma: Se trata de una composición de setas y brotes crudos (?) que se sirve sobre una bandeja “rociada” con nitrógeno (?) lo cual provoca una bruma que envuelve el plato. Más vistoso que sabroso.
- Gamba roja de Denia: dos gambas de tamaño considerable hervidas y servidas en papel de celofán rojo. Producto, producto! 10.
- Salmonete (en papillote): Persistía en mi recuerdo el salmonete de Maralba y, en cierto modo, éste me gustó menos. Estaba rico (faltaría más), pero no me entusiasmo. Cuestión de gustos.
- Arroz Sénia con trufa e hígado de pichón: excelso, sabroso, con un punto perfecto y una presentación diferente, simulando unas cenizas.

Postres:

- Campo de Cítricos: si mal no recuerdo, combinación de pedacitos de fruta, toques de helados, pequeños cúmulos de granizados...
- Leche: presentación nuevamente muy vistosa y sabor refrescante y muy bueno que ya no me atrevo a describir después de tantos y tantos platos (y copas).

Volvemos a la terraza para tomar unos riquísimos cafés con:

- Caja mágica: gran caja de madera que se sacude ante nosotros para, una vez abierta, degustar el macaron de chocolate y la nube de chocolate: espectacular.
- Árbol de chocolate: selección de petits fours muy ricos que cuelgan de las ramas de una estructura que simula un pequeño árbol.

Maridaje: Me resulta imposible de recordar e hice mal de no tomar notas. Jose Antonio nos sirvió y explicó un fino, un Recaredo Gran reserva (más de una copa), dos blancos (uno era Xarel•lo Pairal y el otro italiano), una sidra, una copa de finca el terrerazo, un vino dulce con el primer postre y un porto con el segundo. Se trataba de probar muchas cosas y doy fe que lo hicimos, que disfrutamos y que acertamos al elegir la opción de maridar.

Todo funcionó a la perfección: servicio, tempos, trato… Unos grandes profesionales con los que disfrutas cuando te sirven y viéndolos atender a las mesas colindantes (un total de 4, todas de dos personas). Saludamos a Quique Dacosta en la terraza en una pausa que hicimos para fumar. Se mostró cortés, cercano y agradecido por la visita.

¿Conclusión? Difícil de redactar, muy difícil, sobretodo por el temor a ser malinterpretado por algún lector. A la mayoría de la sociedad (o al menos la que yo conozco) gastarse 220 € en una cena le supone un gran esfuerzo económico y, por eso, considero que ha de pasar bastante tiempo hasta poder volver (quizá ésta sea la única vez). Hemos visitado restaurantes de una estrella y hemos pagado de 80 a 100 € y, más pronto o más tarde, volveremos. Pero hablar de más del doble hace que lo replantees. Muchos platos, muchos, merecen la pena. Unos pocos sorprenden por qué, aún tratándose del mejor producto que posiblemente exista en el mercado, carecen del componente creativo y de elaboración por el que yo y la mayoría de clientes EMHO visitamos a Quique Dacosta: el queso, los salzones, la gamba… Se va a descubrir la obra de un artista que muchos consideran genial (y el cubalibre de foie así lo demuestra) y, en cierto modo, estos platos de producto, desmerecen el menú. Espero no levantar controversia con esto. Es lo que pienso y debo decirlo. Prescindiendo de ellos tal vez se abarataría el menú, no sé, y nos resultaría un poco más asequible a determinado público que le apasiona la gastronomía. Puntuaré, a pesar de lo dicho, la comida como extraordinaria (10) atendiendo al significado que apela la palabra (fuera de lo ordinario) y la RCP como buena ya que se paga mucho y se recibe mucho a cambio. Se paga, podríamos decir, justamente lo que se debe.

Enhorabuena a todo el equipo de cocina y, por lo compartido, especialmente al de sala. La velada a vuestro lado perdurará siempre en la memoria.

En un edificio de estilo mediterráneo de Denia se encuentra Quique Dacosta Restaurante y allí fue nos dirigimos una noche de marzo para conocer la propuesta gastronómica de Quique Dacosta.

Un cocinero que se ha sabido crear a sí mismo, desde sus primeros comienzos en una pizzería hasta llegar a El Poblet donde entró como pinche y terminó convientiéndolo en suyo, en Quique Dacosta Restaurante. Al decir suyo no sólo hablamos de propiedad, hablamos suyo como el centro de su universo. Lugar donde encontramos a un cocinero cercano, sencillo, inquieto y con una capacidad de hacerte vivir una experiencia gastronómica sorprendente sin tener que recurrir a enmascarar sabores o presentarte platos complejos. Simplemente recurriendo a un buen producto del entorno y una aplicación de la técnica perfecta para hacer que algo complejo parezca simplemente sencillo al comensal. Es digno merecedor de todos los premios que ha ido consiguiendo y si las cosas son como debieran estamos seguros que no tardará en tener la tercera estrella Michelin.

Tras cruzar el bonito jardín minimalista se entra al restaurante dividido en varios ambientes, todos ellos con una decoración vanguardista con una clara influencia del estilo danés pero con pequeños guiños mediterráneos, se plasma mucho la personalidad del restaurante en la decoración.
Al fondo hay una sala donde pudimos disfrutar de la primera parte del menú, aunque bonita y perfecta para una sobremesa, la sensación es de ser algo incómoda para los aperitivos.
Después continuamos en la sala principal, donde ya pudimos sentirnos como en casa, gracias a la magnifica atención que nos brindaron tanto Quique, como Didier, Giovanni, José Antonio y el resto del equipo.

La propuesta gastronómica que ofrece Quique Dacosta consiste en dos menús:

"Universo local" es más corto y lo forman platos que hacen un recorrido por los más clásicos, tradicionales e históricos de la casa.

"El sabor del Mediterráneo", algo más largo e innovador, aunque sin dejar de lado algunos clásicos.

A pesar de haber hecho doblete, ya que por la mañana comimos en Maralba (Almansa) el menú largo, nos atrevimos con el segundo que como reza la letra pequeña es "El menú de los valientes".

MENÚ “EL SABOR DEL MEDITERRÁNEO”.

Menú de los Valientes.

1ºActo: Snacks. Jardín. Hacía demasiado frío como para tomarlo en el jardín así que directamente nos pasaron a la sala del fondo para disfrutar de este primer acto donde nos sirvieron una serie de snacks para comer con la mano.

El desfile de snacks comenzó con los Sticks de Queso ahumado y frito. Crujentes y algo dulces por fuera y tiernos por dentro, llegaron ligeramente templados a la mesa y se convirtieron en un goloso comienzo.

Panceta adobada. Este fue uno de los bocados que menos nos apasionó, para nuestro gusto demasiado bollo.

Consomé de Barricas de Ron Barceló Imperial. Espectacular, con sabor nítido.

Cortezas de Roble. Chips sorprendentes y con intenso aroma de madera.

Raïm de Pastor. Es una planta que se encuentra en la zona, se presenta encurtida y resulta muy curiosa como snack.

"Pulpo Seco" y "Calamares a la andaluza". Un trampantojo. Estos chips nos resultaron con un exceso de sabor a aceite.

Grosella de Mar al momento. Un plato efectista donde se hidrata el alga con un buen consomé.

Mini endivias a la naranja sanguina. Un snack fresco y limpio de sabor.

Cañaílla. Simplemente un bocado perfecto con un jugo memorable.

2ºActo: Mesa de Salazones. Ya en la mesa, comenzamos con el segundo acto que son los salazones, un aperitivo ancestral presente en la Comunidad Valenciana desde los tiempos de los griegos. Se presentan en una mesa y se cortan delante del comensal.

Salazones de bonito, maruca, mujol y pulpo, se toman en este orden de menor a mayor intensidad de sabor.

Papel de salvado de cereales. Fuerte sabor pero bueno.

Cebolletas frescas encurtidas. Para acompañar los salazones.

Higo. Llegados a este punto la boca está saciada de sabores intensos y el higo deshidratado presentado en una bolsita que también es comestible los matiza.

3ºActo: Tapas. En este tercer acto comenzamos con las tapas, pequeñas preparaciones divertidas donde aparecen trampantojos y elaboraciones características de la cocina de Quique Dacosta.

María. Es la interpretación del Bloody Mary, presentándolo como una rodaja fría de tomate que una vez en la boca es una explosión de sabor. Esta es una de las tapas que más nos quedan en el recuerdo. Grande, grande.

Rompepiedra. Otra tapa que sin duda no pasa desapercibida, se toma la hoja de rompepiedra con la ventresca de caballa marinada, al final de la hoja se come sólo el vegetal y en este momento es cuando se hace pleno su sabor a una mezcla de mostaza, wasabi y otros sabores picantes. Es curioso cómo la grasa de la caballa matiza totalmente ese sabor.

Nido de golondrina. Un trampantojo que de nuevo al tomarlo y romper en boca la llena de sabor.

Piquillos. Otro trampantojo de pepino y sandía. Llegados a este punto ya formas parte de juego de descubrir los sabores.

Tarta de manzana Campari. Merengue de manzana y granizado de Campari. Impresionante mezcla de sabores y texturas.

Papada Pimentón. Una tapa más clásica.

Cubalibre de Foie Gras con escarcha de limón y rúcula. Un clásico que nos encanta y nos pareció una pequeña golosina en el camino.

Cocochas de jamón al pil-pil. Sensacional. Ese pil-pil queda en el recuerdo gustativo.

4º Acto: Platos. A persar de seguir siendo pequeños bocados porque si no sería interminable este menú, el cuarto acto se diferencia básicamente del anterior por la aparición de cubiertos en la mesa, si bien los platos continúan en la misma línea que las tapas.

Debido a la cantidad de platos que comprende el menú los panes se sustituyen por grissini de semolina, trufa, sobrasada y parmesano. Un acierto.

Tomate. Llega a la mesa como en la foto de abajo pero bajo la capa granizada se encuentran otras texturas del tomate. En conjunto es refrescante.

Cocohuete-Margarita. Para repetir y repetir. Una intensa crema de cacahuete que se aligera con su interpretación del coctail margarita. Arriesgado pero acertado.

Horchata y Chufas. Las chufas son en realidad un bombón de foie y trufa con el que se saltan las lágrimas. Se presentan en una ligera crema con finísimas láminas de las mismas.

Uña de Tortuga. Gran presentación de un delicado aguacate en contraste con un sublime dashi que potenciaba su sabor.

Gamba Roja de Denia. Qué se puede decir de un producto que es perfecto cuando se cuece el tiempo justo en agua de mar.

Té de gambas amb bledas. Sabrosísimo y espumoso. Un consomé ligero de bledas con una espumosa capa de crema de gambas. Más que té lo hubiéramos llamado capuchino.

Anguila. Otro plato magnífico donde se presenta la anguila con una crema de fondo, coronada de su propia la piel emulando unos tallarines.

Ostra al Rocío. Una perfecta gillardeau con tobiko, verdura del desierto, esparrago de mar y granizado del agua de ostras. La combinación de todo se convertía en un auténtico placer en la boca.

Pistacho-edulis. Continuamos con otro plato de gran nivel que aunque de apariencia sencilla es una compleja presentación del pistacho en texturas con edulis laminado.

Corazón de vaca. Memorable, se come de un bocado ya que es líquido por dentro. Otro trampantojo de intenso sabor a carne.

Los Siete Servicios del Pichón:

Rostit de pichón.

Hígado de pichón, de nuevo con un magnifico consomé.

Coca de Dacsa. Un plato típico de la zona vuelve a aparecer como es esta torta de maiz.

Pechuga sobre germinados. Sublime. De los platos que se recuerdan en la memoria gustativa.

Consomé. Si el resto de consomés fueron nítidos, potentes, sabrosos, este no lo es menos. Magnífico.

Arroz de pichón, regaliz y naranja madura. Sin duda, repetiríamos este plato una y otra vez. A estas alturas del menú, y tras el día que llevábamos, era complicado seguir comiendo, sin embargo fue imposible dejarse ni un grano de lo bueno que estaba. La gula se apoderó de nosostros.

5º Acto: Postres. Valencia:

Chutney de Mango. Después de tal ingesta, viene fenomeal este ligero, refrescante y delicado postre.

Fartón. No es un fartón ni se moja en la horchata. Es una gran interpretación de este dulce valenciano.

Horchata. Una cremosa horchata que tal vez porque no nos apasione tanto este jugo, no lo disfrutamos como pudiera disfrutarlo alguien a quien sí le guste.

Pastisset de boniato. Supera cualquier versión de este pastel que se haya podido hacer.

Buñuelo de calabaza. Como los postres anteriores, el buñuelo es otro dulce típico de Valencia y de nuevo una espectacular interpretación.

Coctail de Arrope y tallaetes (Michael Jackson). De nuevo otra interpretación de un postre tipico de la zona como es el arrop i talletes, aunque nos lo presenta a modo de cóctel.

6º Acto: Con el último acto llegan los petit fours.

La Caja Mágica.

Macaron de chocolate, nube de chocolate y macaron de vainilla y ron. En este punto María se retiró, era imposible continuar. Angel continuó hasta el final.

Árbol de chocolate. Anillas choco blanco y negro, hojas de chocolate frambuesa y pompones.

En resumen, la experiencia gastronómica de la que disfrutamos en Quique Dacosta Restaurante es única, un auténtico lujo y disfrute. Seguro que volvemos en cuanto tengamos oportunidad.

Gran giro en el concepto general de este grandísimo restaurante, es difícil explicar con palabras la experiencia que es visitarlo y me causa un gran respeto, intentaré hacerlo lo mejor que pueda.
Menú Universo local (129,60 €) Maridaje (70,20 €)
Este menú se podría decir que consta de 2 partes diferenciadas, la primera es de una serie de Snacks que se toman en la terraza, y una segunda parte que se toma ya en el salón, que yo a la vez también la dividiría en una primera parte de Snacks o pequeños platitos y una segunda parte con los platos tradicionales.

En la Terraza

1º Snacks:
-Stick de queso ahumado, panceta adobada sobre un bollito de pan (presentados ambos en cajas de mimbre), corteza de roble (servido sobre una corteza de árbol) y un consomé de Barricas de Ron Barceló

2º Snacks:
-Grosella de mar (te la sirven en el momento introduciéndola en un vaso, de esta forma se hincha y el caldo a la vez coge el sabor y la sal de la “grosella”), mini endibia, raïm de pastor (servidos sobre unas piedras), estrella mar y erizo de mar.

En el comedor

-Surtido de Salazones (te lo preparan delante de ti, traen una mesa y un cocinero los corta y los sirve acompañados de un papel de salvado, cebolletas encurtidas e higo)
-Rompepiedra (caballa servida sobre una hoja y esta a su vez sobre una piedra)
-Agua de tomates secos (muy sencillo en apariencia, de sabor contundente a tomate, buenísimo)
-Cubalibre de foie Gras con escarcha de limón y rúcula (todo un clásico, espectacular)
-Bruma (en mi opinión el plato más espectacular en su presentación)
-Ostra al Rocío
-Gamba roja de Denia (te presentan una gran caja roja y eres tú el que tiene que coger las gambas, las cuales van envueltas en papel de celofán)
-Salmonete (en papillote)
-Arroz Sénia Cenizas (simplemente espectacular)

Postres:
-Campo de Cítricos
-Leche

-Caja mágica (con macaron de chocolate y nube de chocolate)
-Árbol de chocolate

El maridaje, simplemente espectacular, empezamos con una manzanilla, seguida de una copa de champagne, un blanco, un blanco dulce de manzana, para acompañar al cubalibre de foie , otro blanco, un tinto (El único que conocía, Maduresa), uno dulce para el postre, y para terminar un jerez. Cada vino perfectamente explicado por el sumiller, una pena que sea incapaz de recordar los nombres, debería haber pedido el listado de los vinos...
Sintetizando. Gran despliegue para lo que acaba siendo un gran espectáculo, donde vas a disfrutar y a dejarte mimar, eso es innegable. Ya no entro a valorar, (porque creo que sobre gustos es tontería discutir), el tema manteles si o manteles no, o si la cocina de hace unos años era mejor o peor, si la de ahora se parece mas a la del Bulli, etc. Quique Dacosta Restaurante es uno de los grandes restaurantes del mundo, y como es lógico no deja indiferente a nadie.

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