Del vino, las moras y la tortura del lenguaje

49 respuestas
    #1
    MCamblor

    Del vino, las moras y la tortura del lenguaje

    Hará como dos semanas que terminé de leerme un excelente librito sobre el amor al vino. Se trata de The Accidental Connoisseur: An Irreverent Journey Through the Wine World, de Lawrence Osborne. Digo “Excelente” con ciertas reservas, porque el libro contiene un número imposible de ignorar de errores que no debieran habérsel pasado nunca a un equipo editorial y de verificación de datos que se respete. Hay nombres de vinos tasajeados, atribuciones incorrectas de textos y hechos a autores… En fin, un librito con problemas, pero cuyo espíritu, inquietudes e ideas lo hacen, a mi ver, muy valioso.

    Pues el Sr. Osborne dedica un capítulo del libro a la evolución del lenguaje utilizado por los aficionados al vino para hablar o escribir de éste. Resulta muy interesante ver como la terminología ha cambiado del siglo XVIII al presente, asumiendo ciertas actitudes de la cultura en general.

    Del siglo XVIII a principios del XX, se hablaba, nos cuenta Osborne, de los grandes vinos en términos de clase, casta, género e interacciones humanas. Así, un vino que me agradase podía ser “pulido”, con “excelente crianza”, “noble”, “aristocrático”, “distinguido”, etc. Podía tal vino ser “masculino” o “femenino”, dependiendo de su potencia y escala. También, en un plan más lúdico-erótico, podía hablar de un vino “seductor”, “coqueto”, “electrizante”, “acariciante”, etc.

    Si el vino me disgustaba, podía recurrir a términos como “vulgar”, “ordinario”, “carente de gracias esenciales”, o algo por el estilo. En fin, como lo pone Osborne, los vinos se comportaban como humanos, con todo el cuestionable lastre de sexo, clase y casta.

    No es que se haya abandonado ese tipo de lenguaje en el entrno actual del vino. Yo soy uno que no me canso de exaltar la “nobleza”, “finura”, “elegancia” y “casta” de un gran vino, o de lamentar la “vulgaridad”, “ridiculez”, “grosería” o “desfachatez” de otro.

    Desde la década de 1960 ha ocurrido algo muy peculiar con el lenguaje que utilizamos para referirnos a los vinos que bebemos. Osborne lo llama un intento de “democratización” y “corrección política” del léxico, que pretende eliminar palabras y frases clasistas y/o sexistas. Así, leemos a cada rato notas de cata que desglosan un vino en términos de componentes percibidos por el degustador organolépticamente, pero que se mantienen alejados de cualquier antropomorfización del vino en cuestión. Se hacen listas de nombres de frutas, flores, minerales y otras sustancias, pero no se “personaliza” el vino (hace unos meses leía yo a Hugo Jonson en Decanter, protestando porque tanta nota de cata parece una lista de compras en el supermercado).

    (Continúa)

    #2
    MCamblor
    en respuesta a MCamblor

    Re: Del vino, las moras y la tortura del lenguaje

    Ver mensaje de MCamblor

    Osborne resume los esfuerzos de académicos como la Dra. Ann Noble, de la Universidad de California en Davis por “tecnificar” y “sistematizar” el lenguje del vino. La Dra. Noble inventó una “rueda de aromas” que definía las virtudes y defectos de un vino en términos de olores específicos. Así, “el propósito inicial de la rueda aromática del vino es facilitar la comunicación sobre los sabores el vino, creando una terminología estándar. Los requerimientos para las palabras incorporadas a la rueda eran sencillamente que dichos términos fuesen específicos y analíticos y no hedónicos o producto de una respuesta prejuiciado o integrada”.

    Democratización, sistematización, tecnificación… Difícil discutir con tales metas. Pero quienes rutinariamente escribimos sobre vino confrontamos una cierta insatisfacción ante la perspectiva de describir los aromas de “mora” o “frambuesa negra” en un Château Ausone, porque sabemos que esos mismos descriptores deben servir para un garnachito de $5 de la cooperativa X en Diosabedonde. ¿Somos inherentemente clasistas, que no podemos admitir que hay aromas de “mora” en ambos vinos? Pues no. Lo que pasa es que describir la experiencia de cada vino como la suma de un número de componentes vegetales, minerales, bacteriológicos, etc. nos deja insatisfechos, faltos de algo que pueda transmitir a otro lo que de verdad sentimos al probar un buen o mal vino.

    Encontramos hoy día que las publicaciones más populares sobre vino, las que enseñan a los neófitos y—para bien o mal—moldean las opiniones de los iniciados, utilizan variaciones del sistema de la Dra. Noble. Claro, algunos incorporan términos del orden de los de antaño, humanizando de formas sublimes o ridículas los vinos que describen. Pero la base del lenguaje descriptivo actual para el vino es constante: La lista de compras en el supermercado… Fresas, moras, bayas, banano, albaricoques, flores blancas, litchis, vainilla, canela, cacao, tabaco, lo que sea… Puede que la lista de ingredientes nos haga la boca agua o nos repugne. ¿Pero qué, en realidad, nos dice de un vino?

    Me he encontrado en los últimos días con un par de quejas sobre artículos de vino y crónicas de cata, donde se habla de que “todos los vinos parecen lo mismo”, o de que “las listas de descriptores utilizados no se corresponden con los juicios y ‘puntuaciones’ adjudicados a los vinos por este o aquel panel de cata. Tras esta larga introducción, lo que quiero es abrir a discusión el tema de la suficiencia o insuficiencia del lenguaje actual para comunicar nuestra experiencia del vino y su mundo. ¿Qué podemos hacer para mejorar el lenguaje que utilizamos, para entendernos mejor? A ver, consideren y díganme ustedes…

    M.

    #3
    Labalandrane
    en respuesta a MCamblor

    No es desafortunada la reflexion...

    Ver mensaje de MCamblor

    Cierto es que cada vez describimos en los mismos terminos un vino, especialmente si estos tienen poca vida(que si frutillos rojos, que si violetas...en fin, nada que no nos suene a todos).
    A medida que los vinos envejecen nos permitimos acompañar al elenco de frutas de colores y flores variadas las ";osadas"; notas de cueros, almizcle, azafran, clavo....etc..) y con eso nos quedamos tranquilos y quien lee las notas de cata las entiende perfectamente.
    Sin embargo siempre me pregunto, cuando en lugar de una nota frutal/floral/etc concreta me viene a la mente un ..recuerdo, ...un momento vivido, .....una sensación y en base a ese sentir quiero describir el vino, si quien me lea la nota comprenderá lo que yo he notado tomando ese caldo y, sobre todo, si esa persona podra sentir lo mismo que yo...o algo parecido.
    Saliendonos de la ";lista de la compra"; que mencionas nos adentramos en el mundo de los adjetivos, de la subjetividad y mucho me temo que podemos personalizar tanto las notas con descriptores tan personales y subjetivos que nadie que nos lea podra entender(incluso si cata ese mismo vino) que habremos querido expresar con los terminos empleados.
    Enumerar los descriptores frutales o florales supone el usa de terminos inequivocos y tiene mucha menor carga subjetiva. Quizas debamos dejar para nuestras notas internas(sin publicar) todo ese elenco de sensaciones que nos transmite un determinado vino y solamente transmitir a los demas lo que todos puedan entender facilmente. A final el aroma de moras(o de piña...o de heno....) es inconfundible a nadie le confunde.
    Buen fin de semana.Me largo a casa a cenar con un Châto9.
    Salut

    #4
    Laureano_Serres
    en respuesta a MCamblor

    La experiencia...

    Ver mensaje de MCamblor

    Incluso las disertaciones sobre el lenguaje de los descriptores del vino puede que se queden cortas, que no sean más que meros acotamientos de las infinitas posibilidades en la descripción de un vino. Incluso puede que tampoco las descripciones más o menos originales tengan una correcta cabida, qué significan unos zapatos de tacón alto??.

    Pero creo que realmente no está en ello el problema. Una descripción es siempre una descripción, y una experiencia es una experiencia. Nos puede satisfacer la foto de un paisaje, o lo realmente importante es la experiencia de ese paisaje.

    Yo no le daría más vueltas, Manuel, simplemente experimentaría con los vinos, y lo que realmente vale es la experiencia, es aquello que creo que té pasa a menudo …miras un vino, miras su ficha de cata y …te lo compras???, pues siempre NO. Bufff, es que estoy de un quemaillo con las fichas de cata …que no veas, y sin embargo la EXPERIENCIA, es insustituible.

    Ahora bien, a la hora de la transmisión a los demás de la impresión de la expresión de un vino, pues claro que el quedarse con las moras y el palote de fresa, con el cacao y el café, metido en el cuero del tabaco. O con la elegancia, la sutilidad, el señorío, la delicadeza femenina de un macho cabrío cabalgando encima de una hembra …STOP.

    Son extremos, me quedo con la SINCERIDAD (es el nombre de una Bar que hay en Maella o Caspe-Aragón). Con la sencillez, con el contacto directo, con la expresión del corazón, de la médula. Y es en esas notas de cata sinceras en las que ‘;casualmente’; encuentro más verdad.

    Bueno, vaya rollete, pero realmente es que no bebo otra cosa que vino en las comidas, ahora mismo, y claro!!, voy a desayunar a un bar y bebo vino de la casa, o de ‘;rioja’;, y JODER qué vinos, a veces consiste en una mezcla tal de ‘;cosas’; que creo que voy a pasarme a la COCA (cola). En fin, que ya creo que te acabo de dar una nota de cata conjunta!!!.

    Salut.

    #5
    Norje
    en respuesta a MCamblor

    Re: Del vino, las moras y la tortura del lenguaje

    Ver mensaje de MCamblor

    Cereza picota de capa alta y borde morado. Aromas de ciruela y mora madura, fresa, violetas, regaliz, tostados. Amplio, algo tánico y ligeramente bajo de acidez, un pelín dulzón en boca, goloso y muy persistente. Retronasal de regaliz y fruta fresca muy agrdable. Muy rico 5 euros 7,5/10

    Cereza picota de capa alta y borde morado. Aromas de ciruela y mora madura, fresa, violetas, regaliz, tostados. Amplio, algo tánico y ligeramente bajo de acidez, un pelín dulzón en boca, goloso y muy persistente. Retronasal de regaliz y fruta fresca muy agrdable. Muy rico 15 euros 8,25/10

    Cereza picota de capa alta y borde morado. Aromas de ciruela y mora madura, fresa, violetas, regaliz, tostados. Amplio, algo tánico y ligeramente bajo de acidez, un pelín dulzón en boca, goloso y muy persistente. Retronasal de regaliz y fruta fresca muy agrdable. Muy rico 25 euros 8,75/10

    Este tema de verdad me interesa, sin embargo no sé qué sugerir ¿abrir un espacio en verema en el que volcar acuñaciones propias (lo insinué en mi primer mensaje al foro hace medio año)? Claro que quizá acabaríamos en Babel...

    Puede resultar muy ilustrativo comparar una percepción de un vino con una pintura, un actor, una actriz, un músico, una canción?

    En el fondo solo querríamos dar a beber al lector del mismo vino que nos está gustando.

    Seguiré con gusto la pista a este hilo, a ver dónde paramos... o ir reabriendo el debate a cada poco.

    jesus norje, P^B

    #6
    BenjaminBerjon
    en respuesta a Norje

    Re: Del vino, las moras y la tortura del lenguaje

    Ver mensaje de Norje

    Laureano y Norje tienen mucha razón. Por un lado lo que cuenta son las experiencias y por el otro personalizar las notas de cata puede ser un buen ejercicio para quienes tengan alma de poetas, auque cabría reflexionar por qué la poesía es universal, siendo la descripción de experiencias personalísimas. Por mi parte creo que Norje le ha dado al clavo hay fichas que se parecen tanto unas de otras, que a mi ya me dieron ganas de dejar de escribir tantas y hacerlo cuando realmente ese vino en paricular me despierte ese lado poético que por cierto me falta materia.

    Saludos

    #7
    MCamblor
    en respuesta a Labalandrane

    La subjetividad...

    Ver mensaje de Labalandrane

    La subjetividad está en todo, Laba, igual en esas ";listas de compras"; que en un trozo de poesía ";hedónica"; (para darle rueda a la palabrita de la Dra. Noble que cita Osborne) sobre ese Château Laúltimavaina 1929 que nos dejó privados al recordarnos el perfume de las axilas de aquel gran amor que perdimos...

    No necesariamente son las ";frutillas rojas"; de Fulano las mismas que visualiza Mengano, ni mucho menos las de Zutano. Y el pobre Perencejo, que allá en alguna ciudad remota, no tienen ni la más mínima idea de que algo más que una manzana de las importadas de Gringolandia puede ser una ";frutilla roja...";; igual, si a uno le dices ";cuero,"; piensa en un guante de béisbol. Otro piensa en las divinas sillas de montar que venden Hermès. Otro se va más lejos y piensa en una chaqueta rockera con un leve vaho a porro. Y otro más allá piensa en la vaca entera.

    Mi interés va mucho más lejos que meramente tratar de urdir una nueva modalidad lingüística. Quiero indagar sobre como hemos llegado a aceptar este léxico tan fallido e insuficiente que hoy nos ocupa.

    M.

    #8
    MCamblor
    en respuesta a Laureano_Serres

    Re: La experiencia...

    Ver mensaje de Laureano_Serres

    Fíjate en lo que le digo a Labalandrane, Laureano. Mis dudas no son necesariamente sobre la insuficiencia del lenguaje (cualquier lenguaje) para comunicar nuestra experiencia personal. Más bien quiero ir a como hemos llegado a aceptar y asumir un tipo de discurso casi sin cuestionarlo, sólo para darnos de narices a veces con lo inadecuado que resulta, por más ";técnico,"; ";objetivo"; o ";democrático"; que queramos llamarlo.

    M.

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