El vino sabe diferente dependiendo de la altitud

Te mantendré informado, pero todavía tengo que decidir con qué tipo de vino hago el experimento ¿Qué me aconsejas?

Jaja, ese es un debate que daría pie a muchas páginas. Pero por resumirlo, sulfuroso sí y en su justa medida. El equilibrio es la mejor de las virtudes y en un vino igualmente. Y si hay alguna duda prefiero sulfuroso de más a de menos. El sulfuroso de más se integra con el tiempo, sin embargo un vino oxidado ya no tiene remedio…

Si cierras una botella de agua en Denia (0 msnm) y la abres en Alcoy (500 msnm) y "sale gas" del cambio de presión, está claro que una de vino sufrirá cambios y mejor dejarla reposar, eso sí, no tengo tan claro que una vez estabilizada cambie organolepticamente.

Interesante tema

Yo siempre bebo vino en el tren y en el avion sobre todo si vas por el extranjero (cias. aereas extranjeras) porque es la unica alternativa que me gusta, aunque hay lo que hay.

Bien es cierto que en el avion tengo la sensación de que "todo" lo probado me gusta poco incluso si lo habia probado en casa, me ha parecido peor. Siempre habia pensado que era problema de las botellas minis que se dan con la comida y no de la altitud similada en cabina.

Por contra he bebido en Andorra y en estaciones de ski (1500-3000) he bebido vinos que conocía y no me han parecido peores que en casa.

No sé que opinar.

Sí, a mí no es algo que me quite el sueño, la verdad ;-)

Uf, ni idea. Quizás uno con un tinto buen grado alcohólico?

Mejor si hay foreros bolivianos, porque tienen ciudades que casi tocan el cielo.

Tema interesante... creo que la altura sí influye.

Hay que dejar claro que la cantidad de oxígeno es la misma, en porcentaje dentro del aire, tanto a nivel del mar, a 1000 metros de altitud como en el monte Everest (8848 metros de altitud). La composición del aire y el porcentaje de oxígeno en el mismo es siempre igual, sí, pero con una salvedad... La presión atmosférica que sí cambia según la altitud.

Al nivel del mar estamos en 1 atm (atmosféra de presión máxima). La masa de aire sobre nosotros es máxima y la fuerza que nuestros pulmones requieren para absorber el aire a través de la tráquea es mínima.

Si nos vamos al otro "extremo": a 8848 metros de altitud, Monte Everest, hablamos de 0.33 atm (la tercera parte de presión, un 33% del máximo). En esas circunstancias entra muy poco aire en nuestros pulmones y la cantidad de oxígeno que respiramos es mucho menor (lo que lleva indefectiblemente a hipoxia por altura).

En la cabina de un avión, por cuestiones físicas y técnicas, no es posible presurizar al nivel del mar (1 atm), ya que la diferencia de presión respecto a una altura máxima de 10-12-13 mil metros sería brutal... En este caso, lo que se hace, es que se suele presurizar internamente al equivalente de presión de una altura de, como máximo y en las peores circunstancias, 2500 metros de altitud. A esta altura, la presión se reduce a 0.695 atm aproximadamente (el 69.5% de la presión atmosférica maxima). Normalmente, las personas sanas y sin problemas no empiezan a notar de verdad los efectos de la bajada de presión hasta más allá de esos 2500 metros de altitud (personas con determinadas dolencias, por ejemplo que hayan padecido neumotórax, pueden tener prohibido volar).

En circunstancias ordinarias la presión en la cabina de vuelo es un poco más alta y suele rondar el equivalente a unos 1800-2000 metros de altitud (0.75 atm aproximadamente).

Todo este entramado físico influye en bastantes aspectos:

- Indefectiblemente en nosotros como individuos, en la capacidad de nuestros sentidos, en nuestro cerebro (menor cantidad de oxígeno disponible) y, por ende, en las percepciones del vino que tomamos.

- En la cantidad de esfuerzo físico que podemos hacer (menor a mayor altura).

- Influye, entre otras cosas, en algo tan alejado de lo anterior como la potencia que un motor de combustión interna atmosférico (de coche) es capaz de desarrollar (menor a mayor altura).

Todo en función de la altura sobre el nivel del mar y, por ende, de la presión atmosférica que soportamos.

El vino en teoría debe tener una presión interna X dentro de la botella en función de su tipología (si es tranquilo, frizzante, espumoso, etc). Si es tranquilo, la diferencia de presión respecto a la presión de fuera, va a ser siempre menor que en un vino que tenga gas carbónico (y más aún si es espumoso donde hablamos de más de 4 atm de presión). El problema es que, con la altura, al cambiar la presión externa a la botella, la diferencia entre dicha presión interior y la externa se agranda (la cuál es siempre mayor todavía en el caso de vinos espumosos)... y éso sí puede influir transitoriamente en la organoléptica del vino. Además, también se somete a éste a diferencias de temperatura grandes si la botella fuera en la bodega de carga del avión (que suele estar bastante fría pues cada 1000 metros de altitud la temperatura cae en torno a 5ºC respecto al nivel del mar y, aunque la bodega nunca está tan fría como la temperatura exterior de un avión a 10.000 metros de altura, está fría en cualquier caso).

Dentro de cabina tienes dos factores importantes que son enemigos de la cata de vinos:

- Mayor diferencia de presión que a nivel del mar: tus sentidos y capacidad para sentir no es máxima porque la cantidad de oxígeno que respiras tampoco lo es.

- Si a éso unes formatos "mini" (con, generalmente mayor y peor evolución respecto a formatos estándar)...

Pues por eso, creo yo, te gusta bastante poco el vino de los aviones respecto a tomar lo mismo en tierra y en formatos de mayor tamaño :)

Sobre las estaciones de esquí, tienes a tu favor que seguramente las botellas catadas:

1. No eran formatos "mini" (punto positivo).

2. El vino no había sufridos constantes cambios de presión (el de los aviones sí, pues cuando traen el vino éste tiene una presión externa generalmente diferente a cuando te lo sirven en pleno vuelo). Otro punto si cabe tanto o más importante a favor de la estación de esquí.

Saludos

En Cuzco (Perú, 3600m), en Quito (Ecuador, 2800m), en La Paz (Bolivia, 4000m),...

En todos esos lugares hay menor presión (y peores condiciones teóricas para la cata) que en la cabina de un avión, por tanto serían un ejemplo perfecto si hubiera foreros peruanos, ecuatorianos o bolivianos que nos pudieran instruir al respecto.

Sólo hay un matiz: las personas que viven de forma estable en esas ciudades, están habituadas a ello. Es decir, viven allí y su cuerpo se termina adaptando a vivir a menor presión atmosférica. En un vuelo o en un cambio de presión más o menos repentino, los individuos de Alicante capital (3 metros sobre el nivel del mar, por ejemplo), se someten a un cambio de presión (subida a 1800-2000 metros) que sí puede influir más en su cambio de percepciones.

Si no se está aclimatado a las alturas, también se reducirá la capacidad para probablemente percibir aromas (con la cabeza un poco "embotada" no está uno en las mejores condiciones)... hay tantos factores que es posible que ciertos compuestos aromáticos volatilicen mejor, pero quizás el catador no los perciba como se espera, o perciba cierto desequilibrio (es decir, todos los vinos parecerán, a priori, más alcohólicos y quizás un poco desequilibrados).

Saludos

Hola a todos,
de manera tangencial... creo que alguna vez he comentado en el foro que el día que hay tormenta no me molesto en abrir vino. Los vinos ni me saben ni me huelen a ná, sean naturales, artificiales o medio pensionistas.

Saludos,

Jose

Para aprender, leer y escuchar.

Gracias por todos los datos.

un saludo

La Paz está a sólo 3.640 m, tienes El Alto (4.150 m) y Potosí (4.090 m). Fuera de grandes ciudades, tienes La Rinconada (Perú) a 5.099 m. Cuzco está a 3.399 m.

Buena argumentación, sí señor!