Lástima de botella que tras la prueba de hace unos meses en la que apuntaba que debía seguir bien, pues esta botella no fué como sus hermanas lo que viene a confirmar que el vino es un ser vivo y cada botella ha seguido su camino especial.

Con buena presencia en fase visual. La presencia de aromas algo fuertes de acidez hacian oresagiar que en boca iba a estar algo acético que se confirmó.

Ojo pues, que una golondrina no hace verano, pero está a punto de llegar.

Color rojo cereza, menisco violáceo, limpio, brillante, capa media. En nariz aromas de intensidad correcta a frutas rojas y negras muy maduras, leves toques de vainilla, especias y balsámicos. En boca tiene cuerpo medio, goloso, buen equilibrio acidez, fruta y taninos. Persistencia media.

U vino que no esperaba estar tanto tiempo en botella pero que seguía en buena forma.

Botella bordelesa, etiqueta muy artística, contraetiqueta con información de vinificación.
Color rojo cereza oscuro, menisco malva.
Nariz de buena intensidad, con predominio de al vainilla y las especias.
En boca muy buen buqué, está redondo, de trago fácil y sabroso, buen posgusto.
Un caldo conseguido, todoterreno y que gustó mucho en una cena de grupo que celebré hace poco, tanto a personas que entienden mucho de vinos como a otras noveles completamente.

Color rojo cereza picota, con matices violáceos. En náriz aromas intensos de compotas de frutas rojas y negras muy maduras. Fondos balsámicos especiados (canela, regaliz). En boca es potente, goloso, estructurado con unos taninos finos. Tiene un final de boca fresco con un ligero matiz amargo que le confiere elegancia.