Viñátigo Marmajuelo no es el cada vez más predominante blanco ligero, fresco, casi transparente...
Se trata de un vino con cuerpo y color a la antigua usanza, pero con la sofisticación aromática, el justo grado de acidez y la untuosidad propias de un cuidado, profesional y moderno proceso enológico.
Es un vino sorprendente que marida muy bien con pescados y arroces, desde el redescubrimiento de una variedad tradicional canaria felizmente recuperada del olvido.
Ofrece una visual color amarillo dorado, con destellos verdosos, muy brillante y ágil en la copa.
Nariz cautelosa, con un recuerdo muy curioso a carne cruda, vegetal dulce, y con un poco de aire en copa aparecen las frutas blancas maduras, algo de mantequilla muy fina, y ligeras notas minerales que lo diferencian de otros vinos blancos corrientes. Boca con una conjunción muy cuidada entre varias sensaciones, dulce, ácido, y amargo juegan al unísono dando una boca bien diferente. Cremoso y con presencia de sus 13º de alcohol. Recuerdos en retro de mineral volcánico y algo especiado, jengibre y pimienta blanca. Largo final amargo tenue muy característico.
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