Tras haber probado una gran cantidad de excelentes vinos y precedido por un seductor Le Pin 1995 aparece en la mesa este mítico vino. Destaca su inmenso perfume, elegante y muy complejo, crece en la copa con los minutos de oxigenación. Es imposible describir todos sus matices y sólo apetece olerlo. En boca es rico, aunque no muy carnoso ni opulento y deja un postgusto de elegancia muy fina. Lástima que cueste casi 300 euros y no pueda recatarlo con la tranquilidad y concentración que exigía. Calificación meramente orientativa del placer aportado.
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