Otro de los buenos vinos de la zona que descubrí y que me gustó bastante. Una bodega que está a la sombra del Parador del Monasterio de Corias.

Cogido totalmente a ciegas, ya que su precio (sobre los 10€) lo permitía, acabé descubriendo un vino serio, bien elaborado, no tan gustoso como el Escolinas, pero con un carácter propio. Y era la fruta negra y roja la encargada de abrir fuego contra la pituitaria, una fruta madura, con un toque ácido, como el interior de la cáscara de una naranja. Luego surgen los balsámicos, con la menta y la regaliz en forma de juanola, las especias y ese toque mineral característico de la zona. Hay también un cacao suave.

La boca es de entrada fresca, pero con la fruta negra y unos suaves tostados mandando en el conjunto. La acidez, como en todos los tintos que he probado de esta zona, es muy buena, refrescante, acompañando a los balsámicos, ese suave toque cítrico, matorral y las especias picantes. Aquí no he encontrado rastro de lácteos. La entrada es ligera, con ciertadensidad y un postgusto largo, especiado y floral.

Un buen vino, que tiene un precio muy muy ajustado y que te da mucho placer.