De color rubí rojizo de capa media-baja, muy claro, abierto, límpido, brillante. Apenas hay un asomo de precipitados en la base de la botella. Reflejos ambarinos y marronosos. Ribete amplio, atejado.
Aromas francos, limpio, algo inexpresivo a lo largo de la primera media hora tras abrirlo aunque sin incidencia de tufos ni un exceso de reductivos. Va tomando carrerilla, ganando en intensidad y amplitud, mostrando unas finas capas de especiados (pimienta negra, nuez moscada, clavo) superpuestas en maderas añejas, laurel, cacao tostado, tripas de habano, granos de café. De carácter sobrio, pausado, sin excesos. Tiene el sello de los viejos Berberana (tan complicado de encontrar en los vinos actuales): equilibrio, tersura, firmeza, quietud. Se parece tanto al GR del 58 que sería difícil diferenciarlos.
En boca es donde mejor se expresa. Fresco, ágil, con poca concentración, cristalino, de paso ligero, extremadamente fácil de beber y no por ello es un vino simplón. Posee una acidez muy adecuada, una baja sensación alcohólica, unos taninos bruñidos, brillantes, y un equilibrio extraordinario. Es todo lo contrario a los vinos poderosos que se elaboran en la actualidad. Parece que el paso tiempo no le afecta en lo más mínimo. Acompañó de la mejor manera una merluza a la riojana cerca de Sajazarra.
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/01/berberana-1959-gran-reserva.html
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