Garnacha | Garnacha de viñas viejas de 60 a 80 años. Todo un referente en España porque fue uno de los vinos que con Las Rocas de San Alejandro abrió las puertas de EEUU. Un tinto joven, “educado y callado”. Fresco cuando habla y siempre con un buen comportamiento, que agradará a todos. Una Garnacha que asombrará si lo situamos en copeo. | Disfrutar hasta 2021 | 89 puntos Guía Akatavino

Nuevamente, regreso a Aragón. Con estas Garnachas de Baltasar Gracian.
Un vino que sigue siendo alegre, fresco, jovial. Unas Garnachas que ofrecen mucho por bastante poco.
La nariz es de lo más atractivo del conjunto. Balsámicos de regaliz rojo que vuelan entre la fruta roja (arándanos, fresas...), caramelos de frutas del bosque; especias (pìmientas) y notas de monte verde.
La boca mantiene una buena acidez frutal (fruta roja fresca). Resabios especiados en el paladar (ciertos recuerdos de la crianza). Caramelos (todo se relaciona con la nariz de manera automática) y algunos ahumados que será lo único que recuerden, junto a las especias, a la crianza en el roble. Desde luego la preferencia de la fruta es evidente. Y se agradece, y se consigue. Postgusto amargoso a fruta roja y trazas ahumadas en retro-nasal.

Un vino que busca lo que consigue: el disfrute de la variedad y el enseñarnos los matices que ofrecen esas tierras aragonesas.
Un gusto de vino...

¡Qué ricas están estas garnachas viejas aragonesas!
Cereza de capa media con el ribete violáceo. Limpio y brillante. Lágrima abundante, densa y coloreada.
Nariz intensa rica en matices. Fruta roja madura, lavanda, yogur de frutas del bosque, vainilla, regaliz, plátano.
Boca explosiva con mucha fruta, guindas en licor y un toque de pimienta, sabroso, con muy buena acidez, taninos integrados, untuoso, cálido, aterciopelado, sedoso y un final larguísimo.
Una joyita.

Color rojo picota, de buena capa, con reflejos amoratados y una lágrima brillante tintada y densa.

En nariz es intenso, con aromas a confitura de fruta roja y negra, con especias persistentes, cremosas. Al abrirse se vuelve más goloso, con unos tostados más presentes. Muy mineral.

El paso por boca es sabroso, amplio con presencia frutal y toques minerales. Los tostados están en segundo lugar,con un final aterciopelado, con un retronasal bastante persistente.

Sorprende su calidad/precio.... Estupendo!!!!

Desde este cambio de etiqueta y color, que no lo volvía a probar...Incluso debo decir que no me acordaba que me gustara tanto. Por lo menos eso es lo que me ha sucedido ahora.

Cereza oscuro intenso de capa media. Lágrima fina y transparente en el cristal de la copa.
La nariz reúne muchas bondades para resultar atractiva. Aúna intensidad, cierta contundencia y sobretodo resulta atractivamente compleja: Notas de frutas rojas (ciruelas, guindas...), entremezcladas con toques de regaliz, ramalazos verdes de monte bajo. Especias y cáscara de plátano (curiosa esta última...). No se percibe muchas señas o notas de la madera en esta fase.
En boca entra fresco, con un toque amargoso que le da nervio. Regresa a la boca la fruta roja y, aunque para esos 10 meses de unión con el roble se agradeciera más estructura y definición, resulta muy divertido de beber y nos regala un final de buena persistencia.
Me quedo con esa nariz tan atractiva.
Me quedo con el gusto de haberme reencontrado con este vino.
Me quedo con estas garnachas de Aragón.