Restaurante Solana en Ampuero
Restaurante Solana
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
48,80 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos noche y lunes
Nota de cata PRECIO MEDIO:
79 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.9
Comida COMIDA
8.7
Precio medio entorno ENTORNO
8.8
RCP CALIDAD-PRECIO
8.8
La mejor croqueta del mundo 2017
Pincho de tortilla de patatas
Caviar de Ampuero
Pochas frescas "Virgenes" y guindillas
Chuletón de vaca vieja "selección" de 1,500 Kg a la brasa
Patatas fritas caseras
El restaurante
Vista desde nuestra mesa
Aperitivo : filipinos de foie
La mejor croqueta del mundo
Almejas finas de ria a la sartén
Caviar de Ampuero.
Ventresca Solana
Emulsion de aguacate, gazpacho de tomate verde,anchoa marinada
Bocadillo vegetal de codorniz
Bocarte en bosque marino
Buñuelo de bacalao
La mejor croqueta del mundo 2017
Crema caramelizada de foie con gel de avellana
El limonuco de novales
Pecho de vaca lacado
Salmonete de roca con meuniere de sus cabezas y gambas
Magano en texturas y crujiente de su tinta
Huevo a baja temperatura, crujiente con duxelle de setas y trufa de verano
Bonito del Cantábrico, gazpacho de tomate verde, jalapeños y encurtidos
Tiramisu en paisaje
Tostada de pan Brioche con helado de lima
Steak Tartare de solomillo añejo
Ensalada de queso burrata, tomate, albahaca fresca y anguila
Royal de foie
Tartar de salmón rojo de Alaska
Salpicón “de la huerta"
Vinos de postre: Sidra Neige e Inniskillin
Emulsión de guisante con vieira a la parrilla
Espárragos frescos de La Rioja al natural
Lomo de chicharro glaseado con guiso de guisantes y plancton de percebe
Pochas con almejas y cococha
Salpicón de la huerta
Lubina "a la sal" con holandesa, patata y berberecho
Setas de pradería confitadas con carabinero y huevo
Alcachofas frescas a la plancha
Chocolate, aceite, sal y tostadas de pan
Salmonete con salsa de sus propias espinas
Papada, cola de cigala y cama de alcachofa
Filete ventresca Atun Toro al aroma manzana
Cazuelita de pochas frescas
Carpaccio de venado foie y vinagreta de Oporto
Huevo frito de corral
Merluza al pil pil
Refresco de tomate con naranja en Coca Cola mini y croqueta de bacalao
Pochas
Lubina a la sal
Anchoa con helado pimiento piquillo
Ventresca de bonito
Ajo blanco con espárrago y cola de cigala.
Aperitivos
Cordero lechal asado y terminado frito en tempura
Presa iberica,vieira semidulce en doce horas y mini verduritas
Anchoa con helado de pimiento del piquillo
Tartar
Merluza
Buscando violetas
tartar atún
Croqueta y foie
Salmonete con jugo de sus espinas y pure de sus higados
Cocido montañés deconstruido
Opiniones de Solana
OPINIONES
77

Tras pasar dos días en Santander y por sus alrededores, y ya de regreso al aeropuerto de Bilbao para tomar nuestro vuelo de vuelta a casa, decidimos hacer parada en el camino en este restaurante del que tanto y tan bueno había podido leer gracias a esa fuente inagotable de información que supone la red. Llegar a Ampuero y al santuario de la Bien Aparecida es encontrarse con la imagen más popular de Cantabria, esa estampa con la que se ha dado a conocer al mundo y, lo confieso ante ustedes, aquella que despierta cierta envidia entre quienes vivimos en tierras lejanas, con una orografía y un clima tan diferente. Sana envidia, eso sí.

El restaurante está situado estratégicamente junto a este lugar de peregrinación y, desde allí, podemos contemplar bellos paisajes y unas vistas maravillosas. La postal soñada, el mejor escaparate: los valles, las cumbres nevadas, los inmensos pastos, el ganado descansando en ellos… todo lo que de bucólico y atractivo puede ofrecernos esta tierra. Aunque de modo meramente testimonial, sin esta última estación en tan bonito lugar, nuestro peregrinaje gastronómico por Cantabria hubiese quedado algo falto de uno de los valores más poderosos de los que puede presumir esta Comunidad: el disfrute de la naturaleza y de sus paisajes.

La irrupción de Nacho Solana en las cocinas de este restaurante y de su hermana Inma en la sala, supone la llegada a él de la tercera generación de esta familia que siempre se ha dedicado a la hostelería. De hecho, el imponente edificio en el que se ubica el restaurante está dividido en dos establecimientos con accesos independientes el uno del otro: el restaurante de siempre, el de la familia, y el otro con un perfil mucho más gastronómico en el que oficia este joven cocinero reconocido ya con el prestigioso galardón de la estrella Michelín desde el año 2011.

La sala del restaurante gastronómico es amplia y diáfana. Nada en ella es ostentoso o excesivamente llamativo, más bien al contrario. El pavimento o el revestimiento en la techumbre y en las paredes se han realizado con materiales comunes y nada resulta presuntuoso. Pero una seña de identidad marca y define el carácter de esta sala. Me refiero a esos grandes ventanales que permiten la entrada de abundante luz natural y, al mismo tiempo, el gozo que supone poder comer contemplando tan maravillosas vistas: el pequeño valle que se abre a los pies del restaurante, las reses pastando o trasladándose lentamente de uno a otro lado, la masa forestal, ese verde que parece invadir cada rincón de esta tierra… Si uno tiene la suerte de sentarse junto a una de esas ventanas, cosa que sí nos sucedió a nosotros, consigue disfrutar de la comida doblemente con ese plus de relajación y calma que supone hacerlo contemplando estas excelentes vistas.

Cocina de producto

Aunque colocar etiquetas siempre supone un ejercicio arriesgado y poco aconsejable, tal vez esa y no otra sea la mejor con la que se podía tildar la propuesta gastronómica de esta casa. Nacho, como cocinero del siglo XXI que es, conoce y aplica algunas de las técnicas culinarias que han irrumpido con fuerza en las dos últimas décadas. Pero, tras ellas, es inevitable descubrir una propuesta apegada a la tierra, al producto que ésta nos ofrece y a la tradición culinaria propia de Cantabria, su región.

Nacho no se deja llevar por la vorágine globalizadora que invade nuestra sociedad, también en lo gastronómico, y rehúye del uso de ingredientes y condimentos exóticos, provenientes de lejanos continentes. Su despensa es el mar Cantábrico, la huerta y el pasto. El centollo, la merluza, las hortalizas, los tubérculos y el bestiario de granja son los protagonistas en sus platos, unas veces como ingrediente principal, otras como acompañante o secundario. El menú que disfrutamos parece una sucesión de pequeños homenajes a cada uno de esos regalos que nos ofrece cotidianamente la naturaleza y que, en manos de un gran cocinero, pueden encumbrase a la categoría de verdaderas joyas gastronómicas.

Menú ad-hoc

- Tomate pasificado, crema de quesos, nueces y albahaca: El primer plato llega a la mesa y uno piensa que se trata de una recreación de aquello que reza el enunciado o, incluso, de un trampantojo (aquello que finalmente vamos a degustar no tiene nada que ver con lo que esperamos). No es así. Se trata realmente de un tomate cuyo aspecto y textura quedan a medio camino entre el vegetal fresco o tierno y el tomate totalmente deshidratado o desecado que se prepara aquí en el Mediterráneo. Con ello, se consigue un sabor bastante más concentrado que el que nos dan los tomates frescos y una textura ligera, mucho más agradable que en aquellos otros que han quedado totalmente pasificados. En contra de lo esperado, en la crema que encontramos en la base predominan muchísimo más los toques herbáceos de la albahaca que la intensidad sápida del queso. Un buen comienzo.

- Croqueta de jamón que le robamos a mi madre: Simpleza y austeridad en la presentación pero cierta carga emotiva en el plato y, de algún modo, sones de homenaje a la cocina tradicional, la que se lleva haciendo en esta casa desde hace décadas. Textura perfecta y sabor redondo, sin llegar a apabullar. A modo de snack.

- Ostra a la plancha, crema de maíz dulce y cilantro: El paso del molusco por la plancha es realmente breve y su textura apenas difiere de la ostra cruda. Tampoco se alcanza una temperatura elevada al servirla. Más bien se trata de una ostra atemperada. Siempre supone un reto para el cocinero y una sorpresa para el comensal ver con qué se acompaña una ostra, encontrar ese punto óptimo en el que protagonista y secundario se complementan sin neutralizar el uno al otro. La ostra de Solana sale airosa del envite y tanto el dulzor del maíz como esos matices tan peculiares que siempre nos da el cilantro casan a la perfección con el carácter metálico de la ostra convirtiéndola en un bocado armonioso y, al mismo tiempo, repleto de personalidad.

- Alcachofa natural a la plancha: O como disfrutar al máximo de lo simple y ordinario. Lo intento pero no consigo recordar haber degustado en un restaurante gastronómico una alcachofa tan desnuda y desprovista de acompañantes como ésta. El plato lo configura el vegetal, que se presenta de forma totalmente aplanada, y ningún otro elemento. Ello, sin embargo, no supone ni un solo óbice para deleitarse al máximo nivel del mismo. Original esa técnica del “planchado” y perfecta la cocción de la alcachofa. Bocado que perdurará en la memoria.

- Centollo en copa a los aromas: El antagonismo de su predecesor. Presentación espectacular y cierto aire barroco en la misma. La carnaza del centollo y la crema que lo acompaña se presentan en la propia cáscara del crustáceo, a modo de fuente o sopera. El plato se corona ante el comensal con un poco de caviar belga. Para la gente del Mediterráneo, tan poco acostumbrados a disfrutar de este marisco, nos supone un auténtico lujo probar y deleitarse con la elegancia del mismo. Uno de esos platos de los que nos gustaría poder repetir.

- Guisantes de lágrima del Maresme: Nuevamente cambio de sentido. Regresamos a la cocina de producto, a la materia prima seleccionada, casi exclusivista, a aquella que deslumbra por sí sola, sometida a los mínimos aunque acertados procesos. A parte de la legumbre, solo encontramos un pequeño dim sum de calamar y, como coronación, un aire de guisantes que dota de vistosidad al plato. Como ocurría en la alcachofa, se puede llegar a la fibra más sensible del comensal con productos aparentemente cotidianos.

- Huevo crujiente, chirivía, setas y trufa negra: Original la presentación de este huevo. Se precisan ciertas habilidades técnicas para su elaboración. Simplificando mucho, se trata de un huevo a baja temperatura con una costra crujiente o rebozado que lo envuelve. El plato se espolvorea generosamente con trufa negra rallada. Setas, huevo y túber melanosporum suelen complementarse a la perfección. Y justamente en una casa en la que tan bien se cocina no iba a ser donde apareciese la excepción.

- Barbada de merluza con pilpil de hierbas del litoral: Me habían avisado por activa y por pasiva de la maestría de Nacho a la hora de trabajar el producto venido del mar. Estas barbadas, o cocochas, supusieron el primer ejemplo de ello. Tamaño considerable, cocción sublime y acierto en la crema o salsa que ejerce de base del plato. Todo unido para conseguir un plato redondo y de muy alto nivel.

- Espárragos en texturas: Crema de espárragos, puntas de espárrago blanco y espárragos verdes son los elementos que encontramos en el plato. Siento redundar en lo mismo pero, de nuevo, se consigue el disfrute total con platos sencillos, con la huerta como despensa y simple y llanamente cuidando la selección del producto y sometiéndolo a la técnica de cocción pertinente.

- Panceta, falsa trufa de caza, colmenillas: Último pase de aquello que podríamos calificar como “entrantes” pero ciertamente un plato que podría pasar a la perfección como principal o plato de carne. La sutileza de los platos vegetales que hemos disfrutado anteriormente se deja al margen ante la contundencia de éste. Quizá aquello que podría sonar como lo más potente del mismo, la panceta, es realmente lo menos denso o pesado si se compara con esa recreación de la trufa, elaborada con paté de caza, o con el fondo cárnico del plato. Uno come y sabe al instante que está pecando, que este plato, en cierto modo, es una provocación a las dietas hipocalóricas y adelgazantes. Por un día hay que permitirse el desliz.

- Rodaballo autóctono con pilpil de sus jugos y aire de perejil: Como comentaba con el centollo, el rodaballo tampoco es producto del que se pueda gozar fácilmente en la zona este de la península. Cuando uno oye o lee tal enunciado se pone en guardia y se predispone para el disfrute máximo del mismo. Y, afortunadamente, en las tierras del norte tal regocijo se produce una vez más. Cocción excelsa, en el punto óptimo y bonita presentación del plato. Para comer rodaballo hay que venirse al Norte.

- Steack tartar de solomillo añejo: Otra de los mitos que circulan sobre esta casa es la excelencia que se consigue en la elaboración del tartar de carne. Preparado ante el comensal con infinidad de ingredientes (algunos realmente novedosos para mí, como el vodka), se parte de una carne de calidad suprema y troceada en daditos de dimensiones anheladas según mi gusto. Me explico. Personalmente, disfruto muchísimo más con este tamaño en las porciones, ese que nos obliga a tener que masticar un poco, que con esas otras carnes trituradas en exceso cuyo resultado final se asemeja más a un paté que a un tartar. Se llega a la conclusión que el mito es fundamentado. El mejor steack tartar que he probado.

- Pichón en dos cocciones fideos udón, puré de apionabo: La pechuga se somete a una breve cocción en plancha mientras que el muslo se prepara en una especie de estofado. La presencia de los udón y el puré es meramente testimonial, a modo de ligazón y con la finalidad de facilitar la ingesta. Personalmente me quedo con la pechuga y con el fondo concentrado que se hace servir para salsear el plato.

- Tarro roto de yogur con fresas, su compota y helado de galletas: La recreación del tarro está hecha con chocolate blanco moldeado y, aparte de vistosidad, dota al plato del dulzor necesario para contrarrestar los toques ácidos de la fresa. Destacable la delicadeza y volatilidad del helado que ayuda y mucho a que este plato no se convierta en algo demasiado pesado teniendo en cuenta la gran cantidad de degustaciones con las que nos han agasajado.

- Tiramisú en paisaje: Por encima del resultado en boca de este último postre, destaca su presentación y vistosidad. Como se aprecia en la fotografía se trata de la recreación de un árbol en miniatura la cual me trae recuerdos de esos maestros pasteleros que ofrecen sus virguerías en los escaparates de las pastelerías de una gran ciudad. Gustativamente el postre es correcto sin aportar grandes emociones. Tampoco cabe exigirlas tras tantos platos magníficos con los cuales sí hemos disfrutado.

Acompañamos esta memorable comida con dos botellas de vino. En primer lugar disfrutamos del cava Recaredo Brut Nature y después tomamos una botella de Pouilly-Fume de Ladoucette 2012 (Sauvignon Blanc – Loira). Con el steack tartar pedimos unas copas de palo cortado La bota nº 52. El servicio del vino fue correcto: temperatura adecuada, rellenado de copas siempre que quedaban vacías, etc. Según comentó José, uno de quienes compartimos mesa ese día, la carta de vinos ofrece más referencias que en su anterior visita y los precios son razonables respecto a otros restaurantes galardonados con la estrella Michelín.

Tras degustar un menú tan completo y delicioso, estuvimos conversando brevemente con Nacho Solana. De ese pequeño contacto, me atrevo a extraer la conclusión que estamos hablando de una persona muy humilde, trabajadora y apasionada totalmente por su labor. Comparte con Inma, que fue quien dirigió al personal de sala, un carácter afable y cercano, muy respetuoso con nosotros pero, al mismo tiempo, próximo, cuasi familiar. Debemos agradecerles la confección de este menú tan largo prácticamente hecho ex profeso para nosotros y algún que otro detalle admirable que tuvieron para con nosotros. Tras el festín que acabamos de disfrutar dejamos atrás en nuestro coche los bellos paisajes que nos han acompañado durante la comida con la esperanza de volver algún día a este maravilloso lugar.

Post ilustrado con fotografías en: http://www.vinowine.es/restaurantes/solana-cuando-la-despensa-es-cantabria.html

Hacia mas de un año que mi familia no disfrutaba de una velada en Solana y se notaban las ganas, día lluvioso y aun así, no hay manera que no venga mogollon de gente de Vizcaya, para Cantabria, que pesados.

Como siempre da gusto llegar a la altura del restaurante y ver las vistas que tienes en frente, como tengo por costumbre me tomo un tinto albiker en la barra del bar, mi preferido de los jóvenes maceración carbónica, además siempre me gusta ver el meneo de cocina, luego sales del bar y a cuatro pasos entras en el restaurante.

Bien descrito el local, solo diré que da gusto poder comer en frente de los grandes ventanales que te permiten seguir viendo un precioso paisaje.

Ya teníamos el menú decidido por Nacho y por supuesto nos pareció muy bien.

Empezamos con un tomate pasificado, utilizando la misma técnica que una uva pasa, debajo una sopa de quesos, nueces y albahaca , potente tomate con todo el sabor concentrado, perfecta conjunción con la sopa de quesos que mitigaba con su sabor graso la acidez estupenda del tomate pasificado .

Croqueta casera de jamón que le robamos a mi madre, cada vez que veo este o parecido enunciado, ya se que se trata de una croqueta cremosa, con rico sabor y crujiente por fuera, no falla, las madres son las reinas del tema croqueta, hasta aquí acompañamos esta viandas con una manzanilla del grupo navazos, La bota.

Ostra a la plancha , muy acertadamente acompañada de una crema de maíz dulce y cilantro , la textura al estar pasada por la plancha , no era tan gelatinosa , cosa que nos gusta , la crema de maíz dulce contrarrestaba la salinidad de la ostra y el cilantro me encanta .

Copa de centollo del cantábrico, sobre una crema de hinojo, el rico centollo cocido y desmigado y un poco de caviar beluga, que le aporta salinidad, estos dos platos los acompañe con un cava raventos i blanc; L’hereu, cuando digo acompañe , aclaro que opte por el maridaje .

Huevo crujiente, puré de chirivia, setas y trufa negra fresca, huevo a baja temperatura, rebozado y frito, dándole una superficie crujiente, luego un puré de chirivia y setas y cubierto de trufa negra, un plato mas a muy buen nivel y con mucho sabor.

Barbada de merluza al ajo arriero, así se llama a las kokotxas, Nacho, borda literalmente cualquier pescado que toca, siempre les aporta un sabor perfecto, por su manera de tratarlos, a la hora de las elaboraciones y a la hora de acompañarlos, siempre con un aporte de sabor, que realza aun mas el plato, por eso para mi, es el chef del pescado.

Revuelto de perrechicos???...y bimi, esas interrogantes en el enunciado se deben a que se trata de una cuajada de perrechicos, en textura y forma y te aconsejan cerrar los ojos, para que paladees el revuelto, ya que físicamente no es tal y el bimi es una de esas nuevas verduras, súper buenas para la salud, que valen una pasta y que sobre todo comen fuera de aquí, esta en concreto es como brócoli con tallo.

Panceta mechada, lengua de vaca y trufa de caza, panceta casera a baja temperatura, mantequilla pura, acompañada con un jugo de carne y seta lengua de vaca con mucho sabor y como trampantojo, en forma de trufa higado y/o carne de caza, ya sabéis que no soy mucho de este producto, pero utilizado como contraste a la grasa de la panceta, me parece uno mas, de los muchos aciertos del menú.

Para acompañar estos cuatro platos un rosado prieto picudo, Gurdos de bodegas Gondonzello, que esta muy cerca de donde veraneo, así que aunque no soy de rosados, este acompaño muy bien a estos platos, y en verano cogere algo para los calores.

Seguimos, que pareciese que con tanta carne y pescado se acabase el salado, pues para nada, salmonete de roca, meunie’re de sus cabezas y gambas, como ya he comentado los pescados son la ostia, puntos de cocción perfectos y acompañamientos como la meuniere que todavía acentúan mas el sabor de los pescados.

Albondiga, enorme, por cierto, de verdel en salsa verde, muy suave, rica.

Para estos dos platos un tinto de toro, Primero de Fariña, me encantan los jóvenes de maceración carbónica, y acompañaron muy bien al pescado.

Para , ahora si , acabar lo salado , rabo de toro estofado y lacado con puré de tupinambo , crujiente de yuca , deshuesado y cilíndricamente montado , parecía un pastel de chocolate , de lo bien montado que estaba , sabor y textura agradable.

Lo acompañe de Abadal selección 2005, me dieron opciones en rioja y ribera, pero preferí optar por esta del Pla de Bages, se notaba que la añada, quizás este un poco trasnochada, ya van por el 2009, pero como la variedad de uvas, tampoco es la típica, me resulto entre curios y confuso.

El primer postre, muy original, tarro de yogurt con fresas, su compota y helado de galleta , con la forma del tarro de la lechera , pero hecho con chocolate blanco , compota de fresas , espuma de yogurt , fresas y helado de galleta , muy buen principio dulce , contraste ácidos y dulces y bonita presentación.

Tiramisu en paisaje, este es mejor que lo veáis, otra estupenda presentación, y los componentes del postre, dentro de una cubierta de chocolate con forma de árbol sin hojas, Ana se pidió una tostada de pan brioche caramelizada , helado de lima y crujiente de fruta , también a muy buen nivel .

Los postres fueron con don Px 2012 de Toro Albala, unos petit fours de nivel, un gintonic de Siderit, la ginebra de la tierra a 8,5€y una manzanilla para Ana , 3,5€.

Para Uxue un buen plato de alubias rojas de Liendo, guisadas al natural por 12€, un buen plato de rabas y croquetas, muy buenas, 15€ y un postre que no me cobraron.

Maridaje 40€ , teniendo en cuenta que Ana se tomo una copa de cava , que yo me bebí casi la botella de rosada entera y la de Fariña , casi , casi , no tengo ningún pero al contrario , aunque los vinos centrales , el rosado y el fariña , no eran de precio alto , casi me bebí ambas botellas y del resto de vinos del maridaje , mas de una copa , por lo tanto , excelente .

Los menús 68€, todo esto siempre iva incluido, por lo tanto soberbio y además mas de un aperitivo invitación de la casa.

Y dicho esto y dejando grabado a fuego que se portaron con nosotros espectacular, en todos los sentidos , lo siento , pero aunque parezca mezquino , que lo es , lo del pan , no puedo con ello y mas teniendo en cuenta que antes no lo hacían , no solo es que te cobren por el pan , por cierto muy rico , que hasta hay , se hace en muchos sitios y va por zonas , es que al parecer , si repetías te iban cobrando mas , de hay que el surtido de pan valga 2€ por persona y a mi me cobrasen , 12€ , que conste que comí mucho pan , pero repito , aunque no varia ni un ápice mi percepción de la extraordinaria relación calidad precio de esta casa , me parecía tan mal , comentarlo , como omitirlo , yo prefiero que me cobren mas el menú degustación , pero igual es una rareza mía , quizás por la falta de costumbre en mi zona de este apartado , espero que Nacho no se enfade , pero , después de la alucinante velada , yo que suele ser muy claro , me dio vergüenza comentárselo , la misma que tenia que tener para no comentarlo a toro pasado , mea culpa .

Decir que el estar un tiempo largo sin visitar Solana, nos a servido para ver una evolución impresionante en la técnica de Nacho, unido al magnifico producto, al increíble lugar y como trata con los pescados, solo me queda pensar que este hombre y su equipo con el tiempo, dará muchas alegrías a la gastronomía Cantabra.

... Hacerte querer volver y volver!!

Este sitio, como el Kate, son de esos que aunque vayas un millón de veces siempre piensas "hay que volver mañana". Es nuestro restaurante favorito, tanto a Mila como a mí nos encanta visitar esta casa. Tanto por el trato, de 20, como por la comida, sin calificativo ya!

Llegamos al sitio, frío domingo, lluvioso. Que más da, vamos a disfrutar y no hay sitio como este para nosotros. Aquí siempre salimos con una sonrisa de oreja a oreja!

Ojeamos la carta, igual había alguna novedad, pero se mantiene fiel. Han modificado algo la iluminación del establecimiento en este mes que han tenido cerrado. Hay cuatro detalles nuevos, decoración en las mesas, etc. Las vistas, no defraudan!

Teníamos muy claro una de las entradas. Después de no pedir unas almejas de 10 en el Kate, aquí íbamos a sacar la espina. El otro entrante, le íbamos a pedir. Sabíamos que había ostras.

Comenzamos con los aperitivos:

- Tomate deshidratado, como una uva pasa, sobre una crema.... Nos lo pusieron en nuestra anterior visita. No me hace especial gracia, pero esta muy conseguido y rico!

- La croqueta. En nuestra próxima visita tenemos claro que comeremos huevos con patatas. De paso, pediremos una fuente de estas croquetas porque madre de dios....

- Pulpo laminado sobre patata cocida. Flipas, excelente!

Comenzamos con los entrantes.

- Almejas a la sartén. Buen tamaño, estupenda ración, aceite riquísimo... Aquí ya nos quedamos sin pan. Estupendas!

- Ostras. Hablando con Inma la comentamos lo de las ostras. Queríamos una docena si florituras. Nos comenta que la ostra es para plancha y que probemos como las prepara Ignacio. Van sobre una salsa de maíz y algo más que no recuerdo. Para nada mata al sabor del plato estrella. De 10!!! Nos comimos media docena.

En este punto, nos sacan por cortesía de Ignacio un plato nuevo del menú. Consiste en un bollo de pan chino con chicharro marinado. Ya podían ir aprendiendo en los restaurantes chinos de este plato!!, madre mía que bueno!

De segundos.

- Mila, rabo de toro deshuesado. De chuparse los dedos. tenia un pinta increíble,

- Por mi parte, solomillo muy poco hecho. Esto señores, si es un solomillo.

En los postres, ya bastante llenos pero qué narices... Se viene a disfrutar y ya será la cena más ligera!! Mila pidió el helado de queso con frutos rojos, rico rico, y por mi parte tarta de queso. Pregunté si hacían la deconstruida, pero de momento no la vuelven a poner en la carta. Una pena porque era una pasada. Eso sí, la ración inmensa y muy buena!

Después de, cafés. Terribles. Para finalizar, petit fours. Un brownie, que te pasas de bueno, una magdalena, exquisita, y la gomina la de Gin Tonic que te limpia el paladar que da gusto!!

De beber.... Aquí no hay duda. Aunque haya más referencias esta Billecart Salmón que es nuestro favorito. Nos comentaron que si conocíamos alguno interesante lo dijésemos, están mirando para ampliar la oferta.

En definitiva, un placer visitar esta casa. Ya estamos contando días para nuestra próxima visita!!

Y volver a disfrutar otra vez!

Tenemos visitas a nuestras espaldas, pero es que cada visita que pasa nos roban un pedacito más de nuestro paladar. Esta vez éramos cuatro comensales. Mesa redonda, amplia, cómoda, todo a mano, tenía pinta de no defraudar el día!

Nada más sentarnos, aparece Nacho y nos saluda. Comenta alguna cosilla, intercambio de opiniones y a trabajar que se dijo. El restaurante, lleno. El buen hacer tiene esta recompensa, trabajo trabajo y más trabajo.

Inma, hermana de Nacho, nos da las cartas y nos indica que hay y no de la carta (productos de temporada). Ojeamos y decidimos darnos un homenaje de los buenos.

Como entrantes, Tartar de salmón y el Royal de foie. Lo del Tartar de salmón, como el Steak Tartar, es de otra galaxia en este restaurante. Él Royal de foie como siempre, excelente! Cada uno cogimos media ración.

Ya de segundos:

Mila, paletilla de cordero. Pintaba, buena buena buena. Da gusto comer así!

Las otras dos comensales se decantaron por el cochinillo. No dejaron ni rastro por el plato.

Por mi parte, había lomos de bonito encebollado y aquí si lo tienen lo pido. Me encanta este plato. Bordado!

De postres. Mila escogió la tostada de pan brioche (espectacular es poco!), una tarta de manzana y dos tartas de queso que como bien sabemos es excelente.

Los petit fours con dos cafés, más licores varios dieron por finiquitado semejante festín. Dicho festín comenzó con unos aperitivos en forma de croqueta (comería fuentes de ellas)¡ tómate deshidratado y pan de gamba con changurro.

En esta ocasión hubo un tipo de pan nuevo. Pan de pasas, que te pasas de lo bueno que estaba.

De beber... Dos botellas Billecart. Lo sé, tanto para Mila como para mí es nuestra perdición, bendito el día que lo probamos en este mismo establecimiento!

¿Volveremos? Creo que es el restaurante que más nos gusta del mundo. Es como una segunda casa! Tanto trato, como comido hacen que sea imposible no salir flotando de felicidad del mismo!

Mira que tengo visitas a mis espaldas en este establecimiento y jamás me había atrevido con el menú. Sabíamos de su tamaño apocalíptico (Mila si lo había comido) y por ir casi siempre a la hora de cenar no nos la jugábamos. Esta vez, lo teníamos claro. Sabíamos que íbamos a comer y que íbamos a beber!

Tras una charla amistosa y decidiendo algún cambio (los menús los adaptas como quieras) empezamos el homenaje.

Tres aperitivos

1- Royal de foie, boletos y crema de garbanzos. Como empezaba el festín!
2- Boca bit de gamba con bacalao. Curioso entrante!
3- Croqueta de la madre. Esa besamel es de otra galaxia!

Empezamos con los entrantes

1- Tartar de salmón rojo de Alaska. Mira que nunca lo habíamos pedido, no roza la exquisitez del Steak Tartar pero esta realmente bueno!
2- Papada de Pío negro con cígala. Este plato lo habíamos probado y en su día me encanto. Este día también.
3- Guiso de pochas frescas. El plato que menos encandila, pero buenas están!

Continuamos con los pescados.

1- Rape asado. Perfecto.
2- Bacalao al ajoarriero. Nunca lo había probado de esta manera, no es que me fascine este pescado pero hay que reconocer que estaba muy bueno!
3- Salmonete a baja temperatura. Para mí, este producto Nacho lo clava.

Si, habéis leído bien. Tres platos de pescado y ahora llegaban las carnes. Pues no, después del bacalao preguntamos y dijimos que nos quitasen la carne, venían otros dos platos. Nos comentaron de poner un plato al centro y compartir pero ni de bromas, queríamos disfrutar del postre e íbamos ya algo tocados!

Postres

1- Huevo de corral. Lo probamos en su día, personalmente está bueno pero yo me decanto por otras cosillas!
2- Tiramisu en paisaje. Odio el Tiramisu, pero digo alto y claro que este lo comería todos los días!

Después de todo esto, nos comimos la trufa con el café.

Repetimos de pan. Aprendí a disfrutar en Diverxo de los menús sin pan, pero es que llegué con un hombre inhumano y no pude resistirme al pan recién traído.

¿Bebimos? Repetimos el de la última vez, Billecart-Salmon, una auténtica pasada lo bueno que está! También una botella de agua y una coca cola zero.

Fueron 68€ cada menú ( regalado ) y 85€ del champagne, más pan y esas bebidas.

¿Volver? Hasta el infinito, disfrutamos como niños cada vez que vamos!

  • Tiramisu en paisaje

    Tiramisu en paisaje

Me atrevería a decir que Solana es el restaurante estrellado cántabro con más público, aunque sea el más apartado geográficamente hablando. ¿Por qué? Fundamentalmente por su relación calidad precio y porque Ignacio Solana cocina para el pueblo, para la gente, para que todo el mundo lo entienda y lo disfrute. Cocina apegada al comensal, que le mira cara a cara.

Disfrutamos de un menú de producto que mira al mar. Antagónicamente, desde La Bien Aparecida (Patrona de Cantabria) con vistas a la montaña y al valle, la mar reluce a través de la sardina, el chicharro, el bonito, el rape, el salmonete y las cocochas de merluza. Todo un paseo por el Cantábrico. Si tuviera que destacar una sola cualidad de la cocina de Solana, sería la calidad y el punto que le aporta Ignacio al pescado.

Comenzamos con una serie de aperitivos. Primero un agradable tomate pasificado que se acompaña de crujiente de frambuesa. Le sigue una croqueta de jamón de esas que penden de un alambre y se finaliza con unos pimientos verdes fritos. Verdura que se merece una pausa y unas líneas. De temporada mínima, dos meses que van de mediados de Julio a mediados de Setiembre, se trata del pimiento choricero recogido en verde. Para su preparación se introduce ajos en su interior y se fríe en abundante aceite de forma rápida. El resultado es un pimiento de carne tersa y sabor profundo y elegante. Una excusa para visitar este restaurante todos los veranos que ellos denominan “caviar de Ampuero”.

A continuación el bao escabechado, localizándolo en el Cantábrico a través del chicharro (jurel). Con mucha jugosidad, destacando el escabeche por un equilibrio de sabrosura y elegancia. Sobra el hecho de pincelar el bao, haciéndolo demasiado callejero.

El ajoblanco con queso y sardinas es un encuentro entre el sur y el norte. La sopa andaluza al mezclarla con el queso se espesa perdiendo algo de ligereza. Agradable el punto amargo de la cebolla encurtida que es el nexo de unión entre la sardina y la “crema”. Bien resuelto.

El primer ejemplo del magistral punto de Ignacio otorga a los pescados son las cocochas al ajo arriero. Sencillo y placentero. Las glándulas están realizadas al vacío y mantienen todavía algún punto rojizo de su crudeza. En boca resultan excelsas tanto en sabor como en textura. Se acompañan de un suave y etéreo ajoarriero con el que Ignacio acaba rematando un gran plato.

Del arroz con carabinero, me quedo claramente con el crustáceo y un suave alioli. El cereal se liga con el extracto del marisco una vez hervido en lugar de hacerlo con un buen fondo, lo cual provoca que el arroz no haya absorbido toda la potencia yodada. Desajuste.

Pasaríamos a la ventresca de bonito, atemperada con una piedra de sal que se fusiona con yema de huevo (Raúl Aleixandre en la época de Ca Sento). Simplemente de 10. Grasa fundida entre las láminas del túnido. Bocado de excelente jugosidad y punto. Puro hedonismo. ¡Viva el bonito¡ . De esas elaboraciones por las que merece la pena volver siempre. La mejor ventresca del verano.

En esa misma línea de excelencia con el pescado, el rapo al ajo negro y tirabeques. El ajo impulsa hacia arriba el sabor elegante de este pescado de textura carnosa haciéndolo muy suculento. Producto en ración generosa. Los tirabeques aportan crujiente y refrescan ligeramente cada bocado. Sobresaliente.

Se nombra a Marcos Morán a la hora de presentar el salmonete con una meunière de sus cabezas. Al pescado tras su paso por la roner se le reconocen fácilmente cada una de las lascas en la boca, manteniendo además su sabor más puro. La salsa debido a su cantidad y a un profundo gusto a mantequilla desequilibra el resultado final pero afortunadamente esto es de fácil solución, cuidando las proporciones. Mejorable.

La única carne del menú es el pichón en dos cocciones con puré de sus higadillos y apionabo. Pechuga casi sangrante, mientras que el muslo perfectamente guisado. Profundidad y mucho gusto a través del puré de sus interiores. EL apionabo le aporta cierta terrosidad y un toque vegetal que equilibra. A partir de una influencia proveniente del plato de Paco Morales en Altrapo, se produce otro de gran nivel con un resultado distinto. Muy gustoso.

Como único postre, el tiramisú en paisaje. Algo desfasado en el tiempo esta tendencia paisajística. De sabor agradable, pero también complejo de degustar debido a la vajilla y a la dureza del “tronco”.

Solana es esa clase de restaurante que se recomienda a cualquiera y siempre se acierta. Ignacio mantiene los pies en el suelo para que los comensales sigan subiendo hasta la Bien Aparecida. Hasta aquí se viene, nadie pasa de paso. Se deben provocar buenas experiencias sin jeroglíficos para lo cual se necesita saber hacer, complicidad y cercanía. Se cocina desde el producto hacia sabores de fácil reconocimiento

La mano de Ignacio con los pescados sigue siendo de muy alto nivel. Para tener en cuenta y a seguir detenidamente, ya que convertirse en un potencial camino de especialización para mostrar el Cantábrico.

Para alimentar el recuerdo, los pimientos (ya estaban en la memoria a largo plazo), la ventresca de bonito, las cocochas y ese rape con ajo negro y tirabeques. Algunos desajustes en el arroz que acompaña el carabinero, el exceso de meunière con el salmonete y el postre no ocultan para nada una cena de nivel.

Solana: Desde la montaña, se mira al Cantábrico. Post completo en http://www.complicidadgastronomica.es/?p=5335

P.D: Unos días más tarde volveríamos pero esta vez el bar de sus padres con el que se comparte cocina. Pimientos de nuevo y una marmita de bonito a cuatro manos entre Ignacio y su madre Begoña Pérez. La cuchara del verano, un guiso marinero de recuerdos maternales. Gracias.

Poco que decir del local, tantas y tantas veces aquí descrito. En todo caso apuntar que el cambio de vajilla ha sido, cuando menos, acertado y sorprendente.
Recibimiento como siempre con una amabilidad extraordinaria. Nos sentamos en la amplia mesa y de primeras nos sacan su degustación de panes, a cual más rico y de los que hacemos un uso comedido pero excelente.
Para beber y por recomendación tras indagar en nuestros no tan parejos gustos, el sumiller nos ofrece un Albariño La Val fermentado en barrica 2011. Sorpresa con su color. Esperaba un tono más oscuro. Así mismo tampoco en nariz me impacta, no descubro demasiada fruta precisamente. Se percibe su crianza pero esperaba otra cosa en un vino que ya tiene unos años. Quizás no era mi noche. Marijo ha dicho que le ha encantado. Tal ha sido la cosa que hoy he roto una de mis tradiciones y he bebido…. “agua”. Eso sí, un agua especial, Agua Magma de Cabreiroá Mineral. Un agua mineral más de aguja que de gas, de origen magmático. Una burbuja muy fina que se percibe pero sin desagradar. Un agua que no ve la luz hasta que la botella es abierta. Envasada en botella de aluminio muy bonita, por cierto. Pues me ha resultado agradable y me ha permitido refrescarme.
Comenzamos con los aperitivos, todos ellos sabrosísimos, para comer con las manos y después chuparse los dedos.
Salmorejo, tartar de bonito, crispys de fresa.
Croqueta de jamón ibérico que le robamos a mi madre.
Boca-Bits de pan de gamba con brandada de bacalao.
“Boca-Asia!” (Chicharro escabechado en pan chino).

Pasamos ya al menú en concreto, en algunos sitios ya habríamos cenado.
Ajo blanco, anchoa marinada, crema de quesos, fruta y encurtido. Un plato fresco, muy apetecible. Sabores conocidos pero sorprendentes. De nuevo sorpresa en su presentación.
Kokotxa de merluza al ajoarriero. Sin duda alguna y teniendo en cuenta que todo va a un nivel altísimo, uno de los platos de la noche. Espectacular conjunto. Kokotxa perfecta. Producto puro y duro trabajado en su justa medida. Ese “ajoarriero”, fluido, esponjoso, distinto pero que hace del conjunto una maravilla. Un plato de diez? Dice Marijo que de 11.
“Caviar de Ampuero” (Pimientos verdes fritos). Yo soy más de comerlos enteros, más pequeños pero esto está de muerte. Pura carne verde.
Arroz con carabinero fresco. Otro de los “11” de la noche. El carabinero está simple y llanamente perfecto. Dice que los ha encontrado esta mañana y que ha “tenido” que comprarlos. El arroz, aunque nos comenta después que hubiese preferido un pelín más hecho, nos ha encantado.
Ventresca de bonito del Cantábrico a la piedra de sal “in-situ”. Llegamos a algo que ya conocía y que ha resultado quizás ya no uno, sino el plato de la cena. Esto huele a gloria. Los de la mesa de detrás lo han degustado antes y ya nos venía ese aroma a….. maravilla. De nuevo la perfección. Solo por probar esto puede uno acercarse hasta aquí.
Salmonete de roca con “meunière de sus cabezas y gambas”. Lo he comentado con Nacho, yo este plato lo sacaría antes de la ventresca. No por no merecer, sino porque es tan la perfección del bonito que es imposible que otra cosa pueda superarlo. Lo haría por pasar de un notable alto a un sobresaliente. Pero está estupendo.
Pichón de Araiz en dos cocciones, fideos uddon y apio-nabo. Como no hemos hablado de nada y queríamos dejarnos dar de comer, hemos llegado a un plato que no es nuestra pasión. Por esa textura de la caza que no terminamos de “entender” demasiado bien. Yo me quedo con ese muslo y ella con el resto. También estamos llegando a un nivel de poco apetito tal que ya es difícil meterle mano a nada. Seguro que para los amantes de esta comida esto es la gloria. No puedo poner pegar alguna.
Pasamos ya a los postres y el comienzo no puede ser mejor, una Macedonia de frutas tropicales, sopa de piña, helado de queso fresco “Las Garmillas” y espuma de coco. Fresquísimo plato que entra que da gusto. Rompedor cien por cien. Esto entra que da gusto. Bien, muy bien.
Tiramisú en paisaje. Curiosísima presentación. La fluidez y finura del tiramisú es de remarcar. Mi compi está ya más que repleta pero ahí sigue, como una campeona. Otro plato destacable.
Yo quiero comer un trozo de su tarta de queso horneada. Casi demasiada ración me ponen. Quería probarla y ya ni sitio tengo. Buena tarta de queso, quizás me gustaría un tanto más “fluida”. Muy rica..
Acompañada de un helado de guayaba al que no hago demasiado caso. Ya no tengo sitio ni para el agua. Pero el hecho de haber bebido poco vino me permite darme un antojo y me tomo un GT que me preparan “in.situ” y muy a mi gusto. Salimos a la terraza, hace fresco pero yo después del homenaje como que ni lo siento. Sale Nacho, ha pasado unos momentos complicados pero eso no se ha notado en cocina. Venga valiente, que tú puedes.
Siempre que he salido por esta puerta he sabido que iba a volver, eso es la mejor señal del nivel de satisfacción. Así que hasta otra.
Jugaremos un poco con las notas para encontrar el resultado buscado.
Para ver las fotos: http://gastiondo.blogspot.com.es/2015/08/restaurante-solana-ampuero-el-arte-de.html

Debido a mí incremento en el calendario anual, ya han caido los 31, anoche para celebrarlo fuimos Mila y un servidor a uno de nuestros sitios favoritos.

Me encanta como te tratan, como te miman y como te dan de comer en este establecimiento. De obligada visita en el panorama gastronómico de nuestra región!

Lleno casi absoluto, nada mal para un miercoles 19 de agosto y a la hora de cenar. La mitad del comedor optó por sú menú degustación y la otra mitad pidieron steak tartar... De menú poco.

Nosotros nos decantamos por lo siguiente, para compartir:

- Media docena de jibiones encebollados. Sublimes.

- Generosisima ración de almejas a la sartén. Excelentes.

De segundos:

- Mila, rodaballo. En la línea del restaurante, probe un cachito y estaba bien bueno.

- Por mi parte, lomos de bonito encebollados a la manera de Nacho. Siempre que vengo en verano y lo tienen, lo pido. Esuno de mís fetiches en este establecimiento.

De entrantes nos sirvieron un salmorejo con bonito realmente bueno y una croqueta de la madre; sin palabras esta última.

De postres...

- Helado de chocolate, estaba bien bueno.

- Tarta de queso horneada. En la carta de fuera todavía tienen la deconstruida para pedirla, pero en la carta de postres no se ve por ninguna parte. Excelente.

Dos cafes, junto a sus acompañantes culminarón la cena. No podiamos ya con esos acompañantes, bueno yo me comí unas magdalenas chiquitinas...

¿Para beber? No hubo agua, pero no recuerdo el nombre exacto de lo que bebimos. Solo puedo decir que nos encantó. Fue un champagne rosado, 85€, cuyo nombre era algo tipo rellinart o algo asi. Hay tres referencias en la carta de esa marca. Seguro que alguno de los eruditos que por aquí purulan me sacan la referencia!!!

Como siempre, VOLVEREMOS!!!

Este sabado, al Etxanobe de momento!

Solana pertenece a ese reducido tipo de restaurantes que puedes recomendar a casi todo el mundo y con el que casi siempre aciertas. Cocina clásica con algunos avances,cuidadas presentaciones y el sentido de la cocina bien hecha, cocina familiar, de familias en las que se cocina bien,claro.Una mesa para seis,con mantel de lino impoluto, frente a la ventana, con una elegante y discreta presentación, nos instalo en las buenas sensaciones. Buen servicio, amable,explicativo y adecuado a una mesa con cuatro niñas. Amplia carta de vinos, en una tablet que no me gusta nada ,un servicio correcto, aunque en apariencia, sin demasiados conocimientos. Facilidades para probar todo. Faltan varias propuestas de la carta, pero nos permiten elegir cuatro entrantes,seis segundos, cuatro postres, más aperitivos.. probamos todo. Cocina clásica, con algunos avances y desarrollos que denotan clase y conocimiento.Cocina bien hecha, raciones amplias, rodaballo,jibiones,rape, paletilla, cochinillo, solomillo, pochas,de todo y casi todo acertado.Algunas cosas me deslumbraron como la royal de Foie con canutillo de moderna y queso pasiego sobre crema de col, delicado,sutil,potente, un plato inolvidable que podría pasar a la historia.Como la tarta de manzana actualizada con el canutillo de crema, para repetir una y otra vez sin saturación. Clasicismo, buen producto, avances gastronómicos, comida abundante y precios moderados... Recomendable con buenas vistas

... al cielo otra vez!!!!

Nueva visita a este templo de la gastronomia en Cantabria. ¿El mejor? Tanto para Mila como para mí si no lo es, al menos es nuestro restaurante favorito. Además, al lado de casa. Son ya unas cuantas visitas y no podiamos dejar de lado volver antes de meternos en el verano cuando por trabajo será complicado poder escaparse.

Reserva realizada con tiempo, lleno absoluto. En estas fechas esperar menos es improbable. Quizás entre semana y para las cenas haya algún hueco, pero los fines de semana lo dudo bastante.

Comenzó el festín con tres aperitivos:

- Crema de esparragos. Fresca, sabrosa, buen esparrago (los ví en una mesa y quitaban el hipo), etc. Un muy buen comienzo.

- Croqueta de la casa. Mítica, excepcional.

- Tomate al estilo uva pasa. A Mila si que le gustó, a mi no me hizo especial gracia pero reconozco estaba bueno.

Una vez acabados los entrantes, pasamos a compartir lo siguiente;

- Porrusalda con callos de bacalao. Espectacular. Los callos, el pure de patata y el huevo a baja temperatura que lo remata!

- Almejas a la sartén. magnificas y generosisima ración.

De segundos:

Mila por su parte, cochinillo en tres texturas. Bueno no, lo siguiente.

Por mí parte, lomos de bonito encebollados. Siempre que vengo por la epoca de bonito lo pido, es sobresaliente. Con el punto clavado no, lo siguiente.

Había aún hueco para los postres, en realidad los hubiesemos pedido aún estando a explotar:

- Tarta de queso para mí. Terrible de buena!!!
- Tosta de brioche. La pidió Mila, te cagas de buena.

Dos cafes, como es costumbre, acabaron la comida. Nos invitaron a tomar un licorcillo, pero la declinamos. En la próxima ocasión ya os adelanto que la respuesta será afirmativa!!!

El pan como siempre, sobresaliente.

El servicio, impecable.

¿Para beber? Para beber.... no me fustigueis, pero no me acuerdo del nombre. Era un champagne, que comenzaba como por Bell.... pero no me digais más por que soy incapaz de recordarlo. De lo que sí me acuerdo es de lo bueno que estaba, a razón de 60€; también habia rosado a 85€.

No me cansaré de decirlo, pero si no has estado tu te lo pierdes. El mejor restaurante de Cantabria de largo.

¿Volveremos? Un millón de veces más!!!

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