Restaurante Riff en Valencia
Restaurante Riff
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir vino por copa

Precio desde:
27,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Mes de agosto
Nota de cata PRECIO MEDIO:
73 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.4
Comida COMIDA
7.7
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Aurelio_Gómez-Miranda_Restaurante_RiFF_Anguila_a_la_brasa
Aurelio_Gómez-Miranda_Restaurante_RiFF_Fresitas_del_bosque_con_café_y_almendra_salada
Aurelio_Gómez-Miranda_Restaurante_RiFF_Arroz_meloso_de_remolacha_y_champiñones_Bernd_Knöller
Ice cream with rose water jelly and lychees
Smoked potato mash with squid
Karrywurst
callos de bacalao
oricios al natural
verduras frescas de cocido
bullabesa de conejo
Curry de calamar con citricos
ajoblanco con cigala y tocino
Orejones , müsli , tomillo y flor de azahar .
Dorada salvaje .
Fideuá melosa .
Piña colada
Arroz ligero verde con marzuelos y bacalao
Tartita de sardina marinada
Helado de mandarina
Arroz con boletus
Morcilla con puré de patata
Opiniones de Riff
OPINIONES
91

Visita después de tiempo, cuando iniciaba la crisis. El local mantiene la misma decoración con aspecto de elegancia que se ha comentado, buena separación de mesas incluso con cortinas semitransparentes que aislan bien, aunque hoy no hacía mucha falta pues solo había dos mesas (total 7 comensales). Buen y profesional servicio en sala de 3 personas, supongo que era Paqui quien estaba al frente, pero no me atreví a preguntar porque no fué fácil establecer una básica relación que siempre hace más amable y menos rígido el contacto y disfrutar en mayor medida de la cena y los conocimientos y recomendaciones de los profesionales. Ambiente demasiado tenso con lectura del plato y dificultad para saber más del mismo; Bern no estaba. En la cocina se veía gente, con lo que eramos menos clientes que profesionales.

La carta de comidas es un desplegable que ofrece la opción de dos menús ambos con arroz que, para la cena no suele ser plato fácil de elegir. Menus a 59 y 89€ con posible maridaje de vinos por 28€. También Menu expres a medio dia de 3 platos y postre por 30€.
Tanto arroz en cena, casi te obliga a descartar los menús e irte a la página (única) en que están las opciones de platos a la carta.

En los entrantes: ostra, ensalada de primavera, ceviche valenciano, esparragos y colmenillas, tartar de setas con anguila, guisantes de río (huevas); asi que si no te gustan las setas tienes solo 4 opciones. Salvo la ostra (12€), con un precio entre 19-26€.
De principal: arroz brut, arroz meloso, rape, bonito, cerdo ibérico y cordero asado. Para cenar, descartas arroces y tienes 2 de pescado y 2 de carne. Todos entre 25-33€.
Nos decidimos por dos platos cada uno de los 5 comensales, y quedamos gratamente sorprendidos porque sin saberlo o leerlo, habían unos entrantes añadidos a la elección. Menos mal que somos de buen comer.

La carta de vinos merece un comentario aparte ya que es, en realidad, un libro de importante grosor, y por tanto con muchas referencias de vinos de todas las DO españolas y bastantes extranjeras, preferentemente, como cabía esperar, alemanas y austríacas. Nos decidimos por una garnacha blanca Trossos Sants 2011, muy Montsant, muy bien servido de temperatura, cata y servicio en mesa. Seguimos con un tinto que me sorprendió en el salon Peñin de este año, un tinto de Cigales, César Príncipe que está en su punto y que, ya que fuí el único carnívoro, preferí no cargar con un tinto más pesado. Tampoco invitaba yo, por lo que mejor no estirar demasiado. Los precios entre 2 y 3 veces su coste. Creo que a día de hoy está fuera de realidad, y aunque rehacer semejante carta de vinos es difícil, al menos debería de "ofertarse" con la renovación del menú, algunos vinos a precio más adecuado o plantearse un ipad que permite rápidas actualizaciones.

Aperitivos: aceitunas secas negras de Segorbe buenas; espectacular a la vista, crujiente de algas y arroz y otro crujiente en lámina de patatas para mojar en salsa de pimiento de piquillo; ambos de sabores correctos.
Entrantes: coca valenciana de sardina marinada: bien presentada y sabrosa. Soda de tomate valenciano al que se le ha quitado el color rojo servido en copa de cava (me recordó el cava probado en La Salita). Panceta ibérica con hierbas del bosque y lima servido sobre un tenedor, para mí uno de los mejores entrantes. Mojama casera ya bien descrita en anteriores comentarios y que estaba muy sabrosa. Crema de setas con ajos tiernos muy rica que yo hubiera servido primero para entonar el estómago con una entrada caliente. Quisquillas buenas, algo deslabazadas de la salsa acompañante. Por obsequio de la casa, una ostra del Delta del Ebro salteada al curry de buen tamaño y jugosa, aunque el curry, que no estaba en exceso, tiró para atrás a más de una.
Primeros platos (los que habiamos elegido nosotros): 2 de tartar de setas con anguilas en buena ración, buenas las setas y mejor las anguilas. Uno de espárragos con colmenillas y frutos secos (pipas..): plato dicifil de acertar ya que las colmenillas eran grandes cortadas horizontalemente, algo insípidas (como muchas setas) si no van entremezcladas o bien salseadas y en este plato cada ingrediente va por su lado. Guisantes (huevas) de río con cigala es, sin embargo, un plato más difícil de conjuntar y aquí sí se logró. Para mí el mejor fué el ceviche valenciano ya que la maceración está hecha con cítricos y decorado con flores por encima y bien laminado y macerado con una especia de pinza como cubierto que permite comerlo perfectamente.
Principales. fueron de nuevo de tartar con anguilas y otro de esparragos con colmenillas (evidentemente para diferentes comensales). Dos de bonito con especias, bien presentado aunque el color que le queda al bonito untado de especias no es lo mejor, pero bueno de sabor y en su punto. Uno de cerdo (solomillo) ibérico de Guijuelo con cebollas y ajo en buena ración y presentación, la carne algo más seca de lo deseable con un punto de plancha (no pude elegir) un poco en exceso.
Hubo solo un atrevido al postre y menos mal porque la reción también es importante, mousse de chocolate al punto de sal y con frutos secos: contundente y sin florituras. No faltó mi punto dulce final, esta vez con una malvasía de Lanzarote, de El Grifo, por supuesto, tres añadas (56-70-97) muy recomendable.
Algún cortado que, por cortesía de la casa se acompañó de 4 (¿eramos5?) madalenas de chocolate y un frasquito de frutos secos(cacaos) garrapiñados que te los comerías todos sin darte cuenta.

La sensación final es que todo (cocina, comedor, materia prima, vino, servicio...) está en un nivel muy alto (estrella Michelin) pero transmite poco al cliente; el precio de vinos está aún en época de bonanzas; pero, sobre todo, si no es momento de arroz, vas fuera de menú y fuera de menú, no hay mucha opciones en carta (lo contrario que en vinos).
Los comentarios (pocos últimamente) de verema, fuera de la cuina oberta, son de luces y sombras. Parece que, salvo en ocasiones, el tren está ya en marcha y todo va por inercia.

Hoy he comido en este restaurante. No es la primera vez (y no será la última) y la verdad es que me ha encantado.
Hemos tomado un menú que han establecido para fallas compuesto de muchas y variadas picadas (muy buenas y diferentes entre sí), destacaría la morcilla, la sopa castellana y el ceviche. No es que las otras no hayan sido buenas, simplemente que estas me han gustado más.
De plato principal una paella valenciana al estilo Riff. La verdad es que no se parece en nada a la de toda la vida, aunque lleva los mismos ingredientes. Sinceramente, aunque me ha sorprendido y al principio no me acababa de gustar, ha acabado gustándome mucho.
Todo esto maridado con vinos y cavas de la tierra. Esto es lo que menos me ha gustado y creo que puede mejorarse.
La verdad es que es de agradecer que este restaurante apueste siempre por la imaginación y el riesgo, lo que es peligroso pero muy gratificante.
Comer aquí siempre es una buena experiencia.
Del precio no puedo hablar pues me han invitado, pero no es barato, pero lo bueno nunca suele serlo.

Para el pleno disfrute (en segun que restaurntes) es necesario estar preparado, saber que se cuece en cada cocina, entender la filosofía de la casa...yo llevaba bastante tiempo queriendo probar este local del que mucha gente de confianza me había hablado muy bien, aunque no todo lo escrito sea positivo. Casualmente Bernd a sacado un libro (anima mediterránea) donde pone al desnudo su cocina, no es de recetas, mas bien de tecnicas o maneras de elaborar los productos, ademas de un gran trabajo fotografico por Xavi.
Tras empaparme del libro (debo decir que para mi es uno de los mejores que he leído en tiempos) ya estaba preparado para pasar a la siguiente fase...degustar los platos, saborearlos y descomponerlos, apreciar las tecnicas, los tiempos de cocción...
Justo cuando termino el libro me llega por Facebook esta propuesta:

anguila a la brasa
,soda de tomate
,ceviche de tres diferentes pescados
,pescados fritos
,sopa de ajo con huevo al estilo de la abuela de Inma
buñuelos de bacalao
,patatas bravas
,sopa de berros,
Roulada de salmón (receta de Jörg Müller, Sylt),Kebbeh
,Ensalada tahine al sesamo
,Arroz palestino de cordero y coliflortodococinado por Abdo Musheny
terminamos conla original tarta de la selva negra

Y todo esto acompañado por musica en directo Mattieu al chelo y Ricardo a la guitarra flamenca, la fiesta empezo a las 13:30 y termino a las 18:30.

Lo más original de esta comida es que fue auto servicio. Los platos se organizaron por rondas y cada ronda entrabas en la cocina y te servias de cada plato mientras observabas el ritmo de trabajo en una gran cocina con el comedor a tope, aromas, risas, nervios, todo en directo, incluso te servias tu mismo del sifón.

El chef invitado fue Abdo Mushen, autor de la primera receta del libro.

Para acompañar esta fiesta comenzamos con un fino de Lustau (jarana) y una copa de blanc de noir, un Pinot noir sorprendente, mientras llegaban todos los comnsales podias entrar en la cocina, charlar con Xavi o con Bernd...
Luego pasamos a una botella de Riesling Steinrech 11 Spatese.
Para acompañar la tarta me puse en manos de paquita y me sirvió un dulce de Riesling Heiner fantástico. Luego suplique una infusion digestiva cargada y como la comida era informal me cambie de mesa para charlar con otros amigos que se habían apuntdo al evento.

Es dificil puntuar la experiencia, preparar este tipo de eventos es muy complicado y puntur el servicio cuando basicamente lo haces tú... bueno, me pondre bien jeje
Felicidades a todo el equipo, fue un placer!!!

Pocas veces un restaurante me ha sorprendido tanto. La experiencia muy recomendable. Peros solo dos, una carta tan breve que uno parece que va a una celebración de otro con un menú cerrado, y de otro, quizás un error mío, estaba empeñado en cenar con Champagne rosado y la oferta casi nula, y mi elección un desastre. Decía sorprendido, tu pides 2 o 4 platos y aparte te ponen !!5!! Entrantes, y dos postres. Todos excepcionales, y otras sorpresas como la soda con sabor de tomate, una cazuelita con setas, pera y un embutido que llevaba un toque de cebolla buenísimo, un boquerón extraordinario, una hueva curada con pimentón y mahonesa de almendras,..... Y los platos, una sepia celestial, un arroz que llaman brut con unas texturas que te vuelven a sorprender, lo imaginas seco y al meter el tenedor un caldo buenísimo, aun me pregunto como no se mezclan. El cordero a 62 grados durante 36 horas, lo malo es que era lo ultimo y ya no podíamos casi, pero lo suficiente para apreciar ese manjar. El primer plato no recuerdo su nombre era un pescado crudo perfectamente preparado. Se me olvidaba uno de los platos mas sorprendentes, hígado de salmonetes con una salsita deliciosa. Los 2 postres extraordinarios, melocotón de Calanda con agua de rosas, otro momento celestial y el otro, helado de calabaza, que aunque su sabor no iba demasiado a mis gustos reconozco su excelencia. Las tres camareras, muy amables y profesionales, y el jefe de cocina, extranjero, no lo podía negar, era quien hacia la comanda. La sumiller también se ocupaba del servicio a las mesas. La amabilidad es su calificativo. El precio muy ajustado. Solo que el Champagne hizo subir mucho la cuenta, y encima no esta bueno, El local memorable, pero agradable. Muy recomendable

No sé cuántas veces ya he estado en el Riff a lo largo de los últimos 10 años de su existencia, tanto con mi familia como por compromisos profesionales (al menos 40 sin contar los tiempos del Ángel Azul), y siempre me parece un privilegio poder disfrutar de las delicias de Bernd y del ambiente y el servicio de este restaurante.

Hoy estuve con un cliente y comimos el rabicol con cigalitas (espectacular) y la cazuela de gambas con verduras (excelente). Nos gustó el detalle de Bernd de partir el plato principal, dado que no os pudimos decidir. Primero nos sirvió medio plato de rape, sabrosísimo, y luego el cordero cocido 36 horas con tomates de sabor. Lo pido cada segunda vez que voy yes una apuesta segura.

Todo ello regado por un buen vino blanco bien aconsejado por Paquita y servido a la temperatura perfecta.

Como comentario final, el cual es subjetivo como cualquier otro, ya es hora de que a Bernd le den la segunda estrella!!! He comido en todos y cada uno de los demás restaurantes con estrellas de Valencia, y el Riff para mí está claramente un punto por encima del resto.

Primer domingo de CO, mesa para 6, acudimos puntualmente y nos sientan. Empezamos genial, porque ibámos con una persona de casi 90 años, que tras comentarle a Paquita (creo que se llama así) que no le gustaban los arroces melosos a la mujer, nos comentó que saldría Bernd a ver que podía recomendarnos. Siendo conscientes que al tratarse de un menú cerrado y que en cocina no dispondrían de muchos productos más, y más siendo Domingo al medio día, no confíaba... pero Bernd nos sorprende con un plato ideado con unas sardinas que tenía en la cocina y que elaboró de excelente forma; muy buen detalle.

No pasaré a comentar el menú, que está excelentemente comentado en algún post anterior, pero destacar el nivelazo de sala y la perfecta adaptación por parte del Riff a un menú como CO. Personalmente conmigo acertaron mucho con la elección de los platos.Una vez más demostrando un excelente conocimiento del producto, por ejemplo con los tomates, sencillos pero exquisitos tomates de mucha calidad del Perelló y sin duda escogiendo uno de los productos mas sencillos elaborados en la carnieceria "La herrerita" de Viver, desechado por muchos y Bernd buscándole hueco en la elaboración del arroz.

En sala siempre atentos a todo, reposición de pan y rellenados de aguas o vinos.

Buen café para terminar.

Muy pero muy bien!!!

Curiosa y satisfactoria experiencia en el restaurante Riff anoche para cenar, dónde entré con bajas expectativas que a principio parecía que iban a cumplirse y que con el paso del tiempo iba mejorando hasta terminar la velada muy contentos ambos.

Llegamos puntualmente para la reserva y nos abre la puerta una camarera que (sin ánimos de ofender) a principio por su forma de hablar y andar nos dio la sensación de estar, y repito siento decirlo, colocada. Y hablando de colocar nos hubiera gustado que nos colocara en otra mesa mejor situada, estando casi toda la sala vacía cuando llegamos (luego casi se llenó). En ese punto el contraste con el trato recibido por ejemplo en La Salita no podría ser mas obvio.

Dicho todo eso, las "mesas malas" no lo son tanto, ya que los baños están muy alejados del comedor, y hay muy buena separación entre ellas. Mesas mas amplias que lo normal, sillas comodas, toda la decoración en tonos de blanco y beige. Se oía perfectamente los ruidos de la cocina mezclandose con la música de fondo. No está mal la sala pero no me impresionó mucho la verdad, por la falta de decoración y calidez, aunque en comodidad está muy bien. Por ese último aspecto diría que el ambiente es "muy bueno".

Superado la impresión inicial de la camarera que nos atendió principalmente, nos dimos cuenta que no, es así, y nos ofreció un trato y servicio muy correcto aunque a veces, como en la explicación de los platos, algo breve y frio. Las otras camareras muy simpaticas y correctas, con mención especial para la somellier, atenta y amable a mas no poder.

El menú de cena de la Cuina Oberta fue:

Aperitivos de olivas secas, zanahoria ecologica (de su jardín entendí) con una salsa hecha de la misma zanahora, pan de romero y crujiente de arroz y algas. Todo decente/bueno, nada que nos pareció excelente ni destacable. 6/10

Sopa fría de algas y ostras. Porción pequeña, la ostra con todo el sabor que esperas que tengas, y la sopa buena. No es un plato que pediría yo, pero sorprendente y curioso. 8/10

Espaghetis con hierbas, cebolla tierna, mojama. Delicioso, un toque exotico, me pareció un plato sencillo pero muy acertado. 9/10

Esparrago blanco con una espuma y salsa creo que de mozarrella. De nuevo delicioso, el sabor ligeramente amargo del esparrago combinó de maravilla con el salado de la espuma/puré. 9/10

Acelgas con arroz y güeña. Arroz perfecto en su punto, sabor muy curioso, parece que la güeña es un embutido de requena, no lo había oido antes, muy sorprendente. 9.5/10

Postre: fresas con barrita de chocolate. Copita que tenia flores de sauca y un tipo de crema de yogur. Cada vez mas veo sitios que emplean las flores, saben a flores...aun no he decidido si me gusta o no. La crema muy buena. La barrita, mas que barrita parecía un tipo de fudge brownie americano, estupendo, y las fresas excepcionales. De nuevo, sencillo pero admirable. 9/10

Tomamos una media botella de vino alemán, cuyo nombre no recuerdo, el servicio de vino de muy alto nivel, no esperaba menos, y un vino dulce español con el postre (Xarab) que me recordó con su regusto a ciertos tawnies de 10 años.

Reflexiones...ingredientes en general muy sencillos, supongo que para hacer un menú que entrara en los precios de la cuina oberta (principalmente un menú de verduras y poco mas), pero platos creativos y innovadores, ejecutados de manera superlativo. Me gustó, y mucho. Ojeando las cartas de vinos/licores vi algunas referencias a muy buen precio, y otros todo el contrario. Hay que tomar el tiempo para elegir.

Fui para ver si con un menú de la cuina oberta me impresionaría lo suficiente como para volver en otro momento y probar un menú completo (y lo que conlleva economicamente hablando). Pues sí, volveré, porque estamos sin duda ante uno de los mejores experiencias gastronómicas de la ciudad.

El menú que ofrecían en lo de Cuina Oberta me pareció de risa. Era un menú propio de un bar cutre de menú de mediodía de 7 €. Nos cobraron el pan 18 €, 3 € por cabeza por 2 rodajas de pan. Yo creía que con el menú entraba siempre el pan. Nos cobraron hasta el agua sin embotellar.

Los entrantes no eran propios de la categoría que se le presume al restaurante. Unos trozos de tomates que lo hace mi abuela en cualquier ensalada y un trozo de mojama que lo único que tiene de especial, es que te lo cortan delante de ti. Lo único bueno el arroz, que tampoco era nada del otro mundo.
Yo pensaba que con el menú de cuina oberta lo que pretendían era que la gente quedara contenta y así volviera cualquier otro día. Pues con nosotros desde luego que no lo consiguieron. Todo lo contrario.

Aprovechando la Valencia Cuina Oberta Week decidimos probar el menú de mediodía de Riff.
- Crujiente de arroz bomba y algas. Pequeño snack salado para abrir boca. 
- Aceitunas secas de Segorbe, acompañadas de zanahorias enteras y en crudo y crema de la misma zanahoria. Las aceitunas espectaculares, se deshacían en boca con intenso sabor. Las zanahorias tremendamente tiernas a la par que crujientes. La crema de textura y sabor suave, ligera para empezar.
- Mojama casera con almendras. La camarera se acercó con su carrito de servicio donde llevaba todo lo necesario para preparar el plato. Mientras nos explicaba que consistía en mojama de atún curada con pimentón durante tres semanas, cortaba un lámina de 1/2 cm. de grosor. En un plato alargado puso una primera capa de mahonesa, elaborada únicamente a base agua y almendra, muy curioso! Sobre la mahonesa la mojama, un poco de cebollita tierna con unas gotas de crema de vinagre balsámico y un poco de aceite de oliva. Perfecta combinación de sabores. La mojama muy tierna, de las que se deshacen con solo intentar trocearla. La mahonesa, con una textura cremosa, increíble de conseguir solo con dos ingredientes y con un intenso sabor a almendra que dominaba el plato. La cebollita, dando ese puntillo entre picante y ácido.
- Ensalada de tomates del Perelló. Tomate troceado a modo de grandes tacos, acompañado de brotes verdes y bañado con un aliño que llevaba aceite de oliva, sal y virutas de aceituna negra. El tomate estaba buenísimo, nada que ver con lo que nos venden como "tomate" hoy en día.
- Arroz meloso con espinacas y güeña. En mi opinión, ración bastante generosa de un arroz con una apariencia y sabor muy casero. Como bien explica el compañero Jose Ruiz, la güeña cubriendo el arroz facilitaba probarla con cada cucharada. Perfecto punto de cocción. Exquisito!
- Selva negra. Postre alemán que consistía en base de crema de pera con mistela (o eso es lo que nos pareció), bizcocho esponjoso de chocolate, cubierto de ralladura de chocolate con granizado de cereza. Correcto, pero sin pasarse.
El postre iba acompañado de un vasito con espuma templada de Flores de saúco con pétalo incluido. Agradable sabor dulce y a cítricos.
Nos sirvieron pan en dos ocasiones: la primera se trataba de un pan casero de aceite y romero, de corteza dura crujiente y miga esponjosa, la segunda pan con pipas y otras semillas, con corteza más blanda. Aceite de oliva muy rico al centro para servirte a discreción con los panes. Ambos estaban muy buenos, ofrecidos, sin especificar en menú si entra o no, y lógicamente cobrado, a 3 euros cada servicio. Como siempre, y en todo caso, opinable. 
Nos trajeron una carta de vinos a modo de enorme libro gordo, que solo hojeamos por curiosidad, ya que para beber tomamos cerveza. Mi marido Alhambra (3,75€) yo Altura de Vuelo (4€), ambas bien frías y servidas en su correspondiente vaso.
No creo necesario reincidir en la descripción del local perfectamente comentado por el compañero.
Mantelería, cristalería y demás... todo correcto.
El servicio atento y profesional, pero tal vez un poco serios, poco sonrientes, y si que es cierto que apenas se extendian en la presentación de los platos.
Bernd H. Knöller se paseaba de vez en cuando por el local, comentando algo mesa por mesa. 
Creo que VCO era una buena ocasión para conocer este restaurante que de normal tiene precios más elevados. 

Destaca su gran puerta de acceso, en hierro oxidado, tras un largo pasillo, en el que nos encontramos a mano izquierda con una vitrina que contiene unos originales alambres a modo de figuras humanas, accedemos a la sala, la cual a pesar de ser interior y sin luz natural (yo diría que es un patio de luces techado), resulta luminosa. La decoración es moderna del tipo minimalista, donde predomina el color blanco, tan sólo contrastado por la tarima de madera oscura del suelo. No creo que pueda albergar a más de cincuenta comensales. Dispone de un sistema de railes con cortinas livianas del tipo visillo para conformar ambientes separados.

La cocina que elabora el cocinero y propietario del restaurante, Bernd H. Knöller, podría ser catalogada como cocina fusión entre los tipos mercado-mediterránea y creativa. Elaboran ellos mismos distintos tipos de pan. La cubertería y vajilla buenas. El servicio en sala, es atento, dispuesto y profesional, aunque en alguna ocasión fallaron al no saber explicar convincentemente determinadas cuestiones a requerimiento de algún comensal.

La carta de vinos es amplia y variada, con especial énfasis en el apartado de espumosos y sobretodo de blancos alemanes (supongo que como homenaje al origen del propietario). El vino se sirve a temperatura correcta y se sigue el formalismo adecuado en el servicio del mismo. Paquita Pozo, la sumiller, desempeña eficazmente su cometido en la sala. La cristalería buena, de la marca Riedel. El gran problema es el sobrecargo en el precio del vino, de media yo diría que multiplica el precio del de tienda por algo más de dos y en algunas referencias más económicas, resulta indecente, hasta del 3.50 del precio de tienda, penalizaré un tanto mi nota en este apartado debido a esta cuestión.

Nuestra experiencia fue para comer, aprovechando la iniciativa de “Valencia Cuina Oberta” que consistió en:
Aperitivo:
• Crujiente de arroz bomba y algas. Muy bueno.
• Aceitunas secas de Segorbe, nunca las había probado antes, me parecieron originales.
• Zanahorias cultivadas por ellos mismos con unas semillas antigüas, me parecieron bien de sabor, aunque algo verdes.

Entrantes:
• Mojama casera con salsa de almendras. La materia prima sublime, la curación muy buena, así como el punto de sal, en cambio la salsa un tanto insípida.
• Ensalada de tomates valencianos del Perelló, con algunos brotes frescos de hojas y aderezados con una sal de aceitunas negras. Sencillo, pero resultón, muy bueno el tomate.

Principal:
• Arroz meloso con espinacas y güeña. La güeña es un embutido elaborado con derivados del cerdo, propio de la zona de Requena. El embutido estaba cortado muy fino, a modo de carpaccio, y dispuesto como capa superior, de modo que cada cucharada contenía su porción de arroz y güeña. El arroz en su punto y la combinación con el embutido muy conseguida. La ración de tamaño generosa.

Postre:
• Tarta Selva Negra, más que deconstruida, se presentó con los ingredientes que constituyen esta típica tarta alemana, por separado. Estaba bueno, pero no me acabo de convencer la presentación del plato.
• Espuma de flores de saúco, bien sin más.
• Financier, acompaño el café.

En conjunto la comida me gustó mucho, me parece una cocina basada en el buen y cercano producto con la que se elabora, realizada con imaginación, con un toque creativo. En varias ocasiones Bernd se acercó a saludar a la mesa, a preguntarnos como iba todo e incluso nos explicó algunos detalles del arroz con güeña. Siempre es de agradecer este tipo de atenciones.

Acompañamos este menú con unas cervezas variadas al principio: Cruz Campo Gran Reserva, Alhambra reserva, A.K. Damm, Altura de Vuelo, etc. Empezamos con un sencillo, pero siempre efectista Ruppertsberger 2009 del Dr. Burklin Wolf y pasamos al tinto con un Graciano 2008 de Heretat de Taverners, un Martinet Bru 2007 y un Baltasar Gracian Viñas Viejas del 2008.

La factura final ascendió a 397,10 euros (éramos nueve). El menú de “Cuina Oberta”, son 20 euros, a los que hay que añadir el servicio de distintos tipos de pan casero (3 euros por comensal), el agua mineral ecológica (1,9 euros por comensal), las cervezas, los vinos y los cafés (a tres euros cada uno).

Mi impresión es muy buena, podría serlo todavía mejor si en el sobrecargo del precio de los vinos fueran más comedidos.

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