Dorado limpio y brillante.
En nariz es intenso, limpio, se expresa con franqueza. Notas de frutas blancas maduras, toques de fruta tropical, piel cítrica, un cierto fondo mineral, recuerdos balsámicos, anisados, hinojo. Con más aire aparecen unos extraños efluvios herbáceos. Nariz fresca pero carente de tipicidad de la zona, de personalidad.
En boca es fresco, tiene acidez, de paso compacto pero un tanto carente de fuerza mineral, de profundidad, de pegada. Vino sin defectos, muy académico pero que no muestra lo que esperamos de todo un Perrières. Buena persistencia y final de fruta amarga.
Joseph Drouhin es uno de los más prestigiosos negociants borgoñones y en especial sus tintos figuran entre los mejores, sin embargo este Perrières nos ha decepcionado por su falta de personalidad y estilo, algo que se hacía especialmente patente en cata ciega. No está mal, pero resulta prescindible. Unos 50 euros.