(no sé si es Reserva Especial. La etiqueta daba cuenta de su edad)

Cuando abro una botella con algunos años me muevo entre el miedo y la esperanza. Miedo a que su estado esté lejos de permitir el disfrute. Esperanza de que se encuentre en buen estado. Esta vez la esperanza vence al miedo.
Empieza con un olor que no por esperado te da menos alegría. Cuero, flores secas, caja de puros... Llega el momento de beberlo y llega, entonces, el momento en que piensas ¡Vaya!, aquí sí acusa los años. Lo encuentras un poco hueco y dejas la copa para pensar en otras cosas, mientras cocinas. Y pasan los minutos sin volver a la copa y de repente te das cuenta de que han pasado todos esos minutos y persiste su sabor y su textura. Una textura sedosa que ha ido arropando una deliciosa acidez en la que se enmarcan las guindas en licor, café y los olores que antes sentías. ¡¡ Más !!

Nariz muy clásica, toque de humedad, madera vieja, flores secas...En boca hay viveza, acidez, cierta tanicidad presente, agradable postgusto, liquidamos la botella sin darnos cuenta, con unas anchoas abiertas y fritas. Las cuevas, a veces, funcionan.