Es malo beber estos vinos porque uno puede llegar a pensar que el resto de vinos del mundo son así. Y no. Es cómo conocer a una mujer extraordinariamente guapa pero que luego te abandone. Quedará siempre en el recuerdo de tu mente y evidentemente las comparaciones son odiosas. Pasando a la mera descripción, que hacerlo de estos vinos parece un asunto excesivamente superficial, pero al tema:

Rojo de capa media.

Al principio aromas a canela nítidos que hacen pensar en rioja clásico, pero posteriormente se van a fruta roja, nítida. Más tarde aparecen especias más picantes.

Amplio en boca, con tanino aun presente y un fondo de madera que aun se nota un poquito pero no agrede, para nada.

Gran vino. De clase mundial que dicen algunos. Gracias Iñaki.

Poco mas que añadir a lo que dice Iñaki. El vino dejaba de forma muy clara su procedencia. Y no es que sea yo un experto en Bonnes Mares. Esas flores, esa tierra, esas cerezas, al rato ganaba mas complejidad, salía la trufa y ciertas especias, algo de tabaco... En boca estaba magnífico. Con garra pero amable, con sumo equilibrio, la acidez y la tanicidad se hacían notar en su justa medida para que nada sobresaliese. Sin duda aguantará mas tiempo en botella, pero ahora mismo proporciona gran placer, parece que tienen razón los que anuncian que los 2000 se estan bebiendo muy bien. El final es largo, recordando esas notas terrosas y esa cereza. Muy bueno. Pero que muy bueno. Le porngo unos 29576 puntos en mi escala.

Bueno, olía a tierra, a canela, a ciruelas, a trufas, a violetas…En boca se presenta aún muy joven, profundo, largo. Tremendamente seductor. Un Grand Cru de Chambolle-Musigny soberbio, joven, pero soberbio. Tenía en mente el 2001 y éste me pareció menos frágil y quizá algo menos elegante pero con una profundidad superior. Lo saqué a ciegas y enseguida se centró el asunto…es decir, el vino era la pureza de lo que tenía que ser. No apto para catas de prepotencia ni comentarios de pluma fácil. Claro, igual éstos con este vino si nos ven hablar y comentar nos mandan callar porque no se concentran. Catadores absurdos. En resumen, un Pinot Noir “de libro” como diría alguno. Un vino para meter la nariz, la boca, hablarlo con los de alrededor, reir, emocionarte y volver a lo que es un magnífico Pinot Noir en estado puro.