De color rubí rojizo de capa media-baja, muy claro, límpido. Brillante, luminoso, sin asomo de precipitados. Reflejos rubíes y anaranjados. Ribete mínimo, casi sin diferencia respecto al menisco.

Más fino y discreto que elegante, con un primerísimo apunte terroso y mineral zigzagueante a trufa y alquitrán, al que se suma un ramillete de notas de pimientas en mortero. Emerge con fuerza un deje licorizado a fruta roja, clavo, caramelo de cola, que nos recuerda ese estilo vigoroso de los Viña Real de los 50´s. Evoluciona sin prisas, sacando aún si cabe más materia mineral: tierra húmeda, regaliz en palo... Poderoso, apabullante.

En boca parece plenamente integrado, aunque no está falto potencia. De una tersura impropia para su edad, sin arrugas, y mucha definición: como los grandes vinos de Rioja. Íntegro, acariciante, con taninos maduros pero presentes, bruñidos con calma por los años, y un final persistente, especiado. Este Lagunilla sí que merece lucir en su etiqueta el nombre de su familia, a diferencia de los vinos actuales. Excelente muestra del trabajo desplegado por la bodega para plantarle cara a los grandes de Rioja. Quizás le falta el plus de añada que muestra el otro gran Lagunilla, el del 73, pero no se le puede objetar nada.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/09/lagunilla-1970-gran-reserva.html

Un tiempo después volvemos a encontrarnos con una botella de este vino y las sensaciones son iguales que la anterior, un Rioja fino impecable, en perfecto estado y con cuerda para rato, como las sensaciones han sido parecidas no repetiremos nota de cata, simplemente comentar que se elaboró con un 85% de tempranillo y un 15% de garnacha. Crianza de 18 meses en depósitos y 8 años en barrica de roble. Se embotella en 1979 y sale a la venta en 1981.

Es un vino de gran prestigio en su época en la que su precio era incluso superior a muchas de las grandes referencias, la pena es que ahora el prestigio de la bodega ha desaparecido. Una pena. Y un gran vino.

Gran clásico, empezando por su etiqueta. Rubí de capa media-baja, muy brillante, con reflejos aún rojizos, muy entero.

Nariz muy elegante, con muchos tonos especiados, diferente a los vinos catados anteriormente, pimienta, notas húmedas y terrosas, que se imponen a ciertos tonos frutales de fondo.

Boca muy placentera, muy fino, taninos sedosos, acidez bien integrada, ligeros tonos de barniz, caja de puros y regaliz, con un final largo ligeramente amargoso.

Pasó un poco desapercibido en general, pero es un gran vino, quizá el exponente más fiel del clasicismo y finura riojanos

Enlace al post con la cata completa:
https://www.verema.com/foros/foro-vino/temas/1183237-cata-historica-rioja-parte-i

Rojo cereza, ribetes ligeramente atejados, capa media.

En nariz es medianamente intenso, profundo y expresivo desde un primer momento. Nos ofrece todo lo que esperamos de un gran rioja clásico con predominancia de unos elegantes aromas terciarios. Queda una fruta roja licorosa, unos toques especiados de pimienta negra y nuez moscada, maderas nobles, marroquinería, humedades. Misterioso y encantador por su equilibrio de registros.

En boca es un vino totalmente pulido y en perfecto estado de consumo. Limpio y ligero, con esa acidez intrínseca a estos gloriosos clásicos inmortales. De paso encantador y final largo y persistente, en el que nos vuelven esos toques especiados y terciarios. Taninos sedosos y perfectamente integrados en un conjunto cargado de redondez.

Cada vez que tengo la ocasión de probar un clásico riojano anterior a los 80 en una botella perfectamente conservada como ha sido el caso, me confirmo en que hay muy pocos vinos tintos que sean capaces de envejecer con esta elegancia y sobriedad. Este Lagunilla de austera presentación, es un ejemplo de ello: 39 años después es una joya que disfrutamos como se mereció. Gracias Rafa por el detalle.