Restaurante Las Rejas (RESTAURANTE CERRADO) en Las Pedroñeras
Restaurante Las Rejas (RESTAURANTE CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

Añadir vino por copa

Precio desde:
80,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos noche, lunes y segunda quincena de junio.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
99 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.2
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
6.7
RCP CALIDAD-PRECIO
8.0
Sopa de ajo morado de las Pedroñeras
Perdiz escocesa
Ajoarriero ahumado, Huevas de arenque y Jugo de perejil
Tartar de atún
Anguila ahumada con verduras encurtidas y salsa de yogur
Huevos de codorniz con trufa
Opiniones de Las Rejas (RESTAURANTE CERRADO)
OPINIONES
52

Estaba planificando una visita al restaurante cuando leo esto en su página web:
https://lasrejas.es/

El restaurante Las Rejas ha cerrado sus puertas definitivamente.
Agradecemos la confianza a tantísimos clientes y amigos que nos han honrado con su visita a lo largo de 35 años

 

Una pena, pues he disfrutado varias veces de este irrepetible restaurante.

Volvíamos de Segovia de reencontrarnos con nuestros amigos de la peña gastronómica Los Restauranteros y Las Pedroñeras nos pillaba en un buen punto del camino. Estuvimos informándonos sobre si seguía abierto el restaurante Las Rejas y todo hacía indicar que sí. Llamamos y, efectivamente, nos atendieron y pudimos realizar la reserva. Este restaurante ha sido durante años un lugar de peregrinación para los amantes de la buena mesa y su cocinero, Manolo de la Osa, siempre ha contado con la admiración y el reconocimiento entre los clientes y los compañeros del gremio por su valentía y buen hacer que le han permitido mantener un restaurante de tal nivel en el lugar donde está.

Hace unos meses, Manolo se fue a Madrid para dirigir el restaurante Adunia y todo indica que la iniciativa no ha dado los frutos esperados. Manolo se volvió para al pueblo, donde se intuye que realmente es feliz y ha reabierto la casa de comidas en la que ha pasado gran parte de su vida. Comento esta circunstancia porque resultó ser un elemento determinante en la experiencia que vivimos allí. Desconozco la fecha de la reapertura pero parece ser que fue esa misma semana o muy poco antes. Ello repercutió negativamente en nuestra visita. La comida realmente no se resintió pero sufrimos un servicio lento y desordenado, unas esperas excesivas y una sensación de nerviosismo en la sala que ciertamente no nos hizo sentirnos cómodos.

Ante un salón asombrosamente lleno, Víctor, el jefe de sala de siempre, se afanó por atendernos de la mejor manera, como exige cualquier cliente que visita un restaurante estrellado. Admirable su esfuerzo y aplomo, pero con una sala repleta, un servicio escaso y un montón de detalles por pulir, se hubiesen necesitado tres Víctors para sacar aquello adelante. Las cartas no estaban hechas (nos mostraron un par de folios), en el menú que degustamos se introdujeron algunos cambios que no aparecían en el menú escrito, no hay carta de vinos, escasas referencias que nos cantaba el bueno de Víctor de cabeza y que, luego, resultaban no estar… Un desaguisado. En mi humilde opinión se precipitó la reapertura. Para estar abiertos, hay que estar al cien por cien. Es necesario sentarse, abastecerse, coordinar el equipo, dar unas directrices… Creo que todo ello no se había dado.

Pero vayamos a lo comido. Como suele ser habitual, elegimos el menú degustación que se ofrece al precio de 80,00 €. Estuvo compuesto de:

- Ajoarriero con huevas de arenque: Aunque en formato mini, podría suponer un ejemplo clarísimo de aquello que entendemos como un plato redondo, aunque se tratase de un miniplato en este caso. Pequeño cuenco de porcelana con un ajoarriero que destila elegancia en cuanto a su sabor y textura y un contrapunto acertadísimo con la salinidad de las huevas. Buen comienzo.

- Croqueta de cocido: Clasicismo al poder. Perfecta ejecución y magnífica la concentración de sabor.

- Trufa de queso: Otro bocado de nivel. Una verdadera bomba de sabor el queso utilizado para moldear la trufa y revestimiento de altura con el polvo de trufa negra. Para tomar alguno más.

- Atascaburras: Se “nos canta” el plato como el tradicional atascaburras y así resulta ser. No se trata de una emulsión, ni una crema. Majado y poco trabajado y con la intensidad sápida como el que se hace en los hogares manchegos. Bonito el pequeño corneto de galleta en el que viene servido.

- Gazpacho de cerezas con berberechos: No nos convenció a ninguno de los tres. Si antes hablaba de un plato redondo, éste podía escenificar aquello que no lo es. El gazpacho iba por un lado y los berberechos (excepcionales en cuanto a calibre y cocción, prácticamente nula) por el otro. No.

- Ostra, azafrán, calabaza, curri y cítricos: Recuperamos nivel con este plato. Nuevamente sorprende el calibre del molusco que se combina con una emulsión del resto de ingredientes que acompaña bien a la ostra, sin enmascarar en demasía el sabor característico de ésta.

- Foie gras entre taninos de tempranillo: Simplicidad. Un buen foie micuit, con alguna veta sin extraer, todo sea dicho. Los matices que pueda darle el vino resultan prácticamente imperceptibles.

- Sopa de ajo fría: Plato emblemático de Manolo de la Osa que no pude degustar en mi anterior visita ya que estuve hace años en el mes de febrero y el plato no estaba incluido en el menú. Elaboración que calificaría como genialidad, uno de esos platos que llegan a consagrar a un cocinero o cocinera y que bien merecen un desplazamiento a su restaurante. No voy a ser descriptivo pues hay poco que contar y casi todo va en el enunciado. Vayan, prueben y me cuentan.

- Merluza y jugo de pimientos: Plato que podría haber triunfado pero que no me gustó por el uso “indiscriminado” de las algas (lechuga de mar, me parece). El fondo del plato lo cubre una salsa correcta de pimientos rojos, a modo de pisto tamizado y, sobre ésta, un buen filete del pescado con punto de cocción excelente. El problema es la especie de papillote que lo envuelve, pero con excesivas capas, dándole varias vueltas. Su sabor resulta extremadamente intenso y, además, hasta se hace difícil de masticar. Error.

- Pichón asado, ajos tiernos y setas: Muy rico. ¿Clásico? Sí, pero, ¿por qué renunciar a lo clásico cuando está rico? Porción poco habitual en restaurantes de este nivel (muslo y contramuslo, casi medio pichón) pero con un punto de cocción magistral y un fondo reducido de intensidad notable.

- Quesos: Fueron dos, ricos, fuertes, como a mí me gustan, pero demasiado similares entre ellos.

- Yogur, melón y piña: Tres texturas: crema en el fondo, fruta natural en dados y granizado. Muy rico, refrescante y agradable.

No hay mucho más que decir. Hubo grandísimos detalles, como dejarnos a precio de ganga los vinos que degustamos. Bravo por ello, pero no consiguieron enmascarar los errores de peso que se cometieron. Quiero creer que nada está perdido, que todo es subsanable y que, a corto plazo, el servicio y la bodega volverán a estar al nivelo de cocina y a lo que se espera de un cocinero y un restaurante que lo han sido todo en el panorama gastronómico de Castilla La Mancha. Indico sólo el precio del menú y dejo por puntuar el servicio del vino. Para puntuar la RCP me baso únicamente en las percepciones del menú degustación.

Tras haber comido un par de veces en la taberna gastronomita, donde tienen un interesante menú por 35 € con la bebida incluida, y salir bastantes satisfechos, nos aventuramos a visitar el restaurante, donde iba con unas expectativas muy altas, y al contrario de lo que me suele pasar en estos casos, salí encantado de la experiencia vivida. Visita a medio día en fin de semana.
Local amplio, con gran separación entre mesas, sala muy agradable. Nos acomodan amablemente y nos decantamos por el menú degustación, en mi caso con maridaje de vinos.
En primer lugar llegan los aperitivos, compuestos por mantequilla de ajo, y unas trufas de queso y setas, muy ricas.
Los platos fueron:
Pate de caza con trufa. Muy rico
Tomates cherry con pate de aceituna y sopa de queso con romero. Muy bueno, me encantó este plato.
Foie con taninos de vino tinto. Muy bueno
Ostra a la brasa con setas y jugo de perdiz. Me gustó mucho.
Ajoarriero con setas.
Sopa de ajo caliente. Plato con mucho sabor, riquísimo.
Bacalao con judiones.
Cordero con una salsa de yogurt.

Los postres, en primer lugar Melón, helado de yogurt y granizado de piña, muy bueno y muy refrescante postre, y para terminar gelatina de café, con helado de avellana y espuma de chocolate blanco, buenísimo. Y para rematar petit fours y café.

Los vinos fueron:
- Blanco de tempranillo de pago del Vicario
- Al sol del Patio (que acompaño el plato de foie)
- Vallegarcia Viognier.
- Manuel de la Osa 2008 (Con el cordero)
- Moscatel Finca Antigua.

Todos vinos manchegos, que acompañaron perfectamente el menú, y que fueron rellenando tantas veces como fue necesario.

En definitiva, tres horas de comida en las que disfrute como un enano, destacar el atento servicio, rápido y eficaz, explicando todos los platos y vinos a la perfección. Complicado destacar algún plato sobre los demás, ya que todos me gustaron bastante, destacando para mi gusto personal, los tomates con queso, la sopa de ajo y el bacalao, además de los postres.

Tiempo deseando ir a este restaurante, y la espera ha merecido la pena sin lugar ha dudas. Consciente de que la perfección no existe, le voy a puntuar con un 10, ya que considero que tanto la comida como la relación calidad precio son para ello. La carta de vinos no es tan amplia como alguna que veo que comentáis en restaurantes de esta categoría, pero el servicio fue de 10 por parte de Victor.

Con esto no intento justificar mi puntuación, sino intentar describir la sensación general que me llevé y que a veces no es fácil plasmar con palabras. Le doy una puntuación perfecta porque me rompió una serie de prejuicios a los que nos acercamos a este tipo de cocina por primera vez. En primer lugar porque cuando suelo ir con expectativas muy altas, no suelo salir muy convencido, y en este caso se quedaron cortas. En segundo lugar por la longitud del menú, larguísimo, de los que cuesta terminarse, rompiendo el estereotipo de los que achacan quedarse con hambre en este tipo de restaurantes, y en ultimo lugar porque mi mujer, más reacia que yo en principio, salio encantada y ya estamos pensando en el próximo destino gastronomito (solo por eso mereció la visita ;)

Por ultimo destacar lo que a mi parecer fue una excelente relación calidad precio para lo comido y bebido, tanto en calidad como en cantidad, ya que el precio final incluido el IVA, fue de 82,5 €, habiendo consumido vino solo uno de los comensales.

En definitiva, sitio a recomendar, y que a mi juicio bien merece una visita.

Llevamos tiempo consultando la web y hemos decidido colaborar activamente dispuestos a no volver a consultar más páginas como tripadvisor o similares sin ningún valor objetivo,donde unas croquetas congeladas de bar superan a grandes cocineros. En fin.
Para ello tenemos una lista de restaurantes que hemos visitado en los últimos años, algunos ya hace algunos años, para ponernos al día en críticas y continuar a partir de ahora. Hemos puntuado a todos antes de empezar para crear un baremo y sobre ese baremo serán nuestras puntuaciones. Seguramente hay restaurantes que hayan cambiado, desaparecido o de los cuales tenemos un recuerdo menor, por lo que pedimos disculpas.

Las Rejas, el primer restaurante que vamos a comentar, lo hemos visitado en dos ocasiones, una en otoño y una en verano. Es un restaurante de cocina con mayúsculas, se aprecia el sabor y el trabajo en cada plato, si bien la mejor temporada para ir es el otoño cuando se abastecen de caza y setas.
Platos que nos dejaron huella, la sopa fría de ajo, por supuesto, que confirmó las expectativas, la ostra en escabeche de perdiz o la ostra con calabaza y azafrán. El servicio es muy bueno, aunque la sala no es demasiado agradable.

Esperada visita a Las Pedroñeras para degustar una de las cocinas más reconocidas y recomendadas de La Mancha de la mano de Manuel de la Osa.

El local recuerda en su exterior cualquier mesón de cualquier pueblo de España, es más, por error nos aventuramos en la más moderno y adyacente Taberna de Manuel de la Osa, con más tiempo hubiera estado bien tomar una cerveza en el nuevo local.

El interior del restaurante no tiene nada que ver con la idea inicial, la sala principal del restaurante es muy acogedora, y su estilo rustico me atrevería a decir muy moderno.

En primer lugar destacar el trato, trabajo, profesionalidad e interés mostrado en todo momento por el Sumiller Víctor Moreno, que dirigió con maestría todos los actos que se fueron desarrollando en la sala. Su labor fue el origen y una de las causas de la magnífica velada.

Para acompañar el menú degustación Víctor se decantó por el vino ecológico MANUEL DE LA OSA 2008, si bien, ya nos anticipó distintos maridajes para determinadas propuestas (invitación de la casa).

Como aperitivos no tuvimos la suerte de probar la visión de Manuel del morteruelo, a cambio probamos “anchoa con ralladura de parmesano bañado por gazpacho de ciruela” (curioso) y “tostada de foie con crema de queso sobre sopa de ¿queso y foie?” Tras el buen comienzo, aparecen los reconocidos ajos de Las Pedroñeras que nos fueron presentados potenciando (o anulando según se mire) el sabor de la mantequilla.

Los entrantes fueron:

Impresionante (por tamaño) “navaja con escabeche de perdiz”, muy buena pero no será el mejor plato del día.

La inmensa y magnifica “ostra en una magnifica salsa fría verde de ¿…?” (sólo recuerdo que tenía tomate, pero no el del sabor principal).

Unos interesantes “tacos de atún en salsa de ceviche”

Espectacular “sopa de queso con tomatitos cherry”, me fascinó, por suerte a mi acompañante no le gusta el queso (¿?), tome dos platos.

El siguiente propuesta es la reconocida y archi famosa “sopa fría de ajo”. Increíble reunión de sabores (caldo de cocido, yema de huevo, morcilla, jamón, pan tostado,…. y ajo por supuesto).

El siguiente plato me encantó: “anguila sobre gelatina de jamón” acompañado por pure de patata.

Victor sirvió un vino dulce de FINCA SANDOVAL, que acompañaba a la perfección con el “foie a los taninos de vino tinto y cereza”.

La siguiente propuesta es el magnífico “ajoarriero”, excelente composición de mil y un sabores en los que destacan los ajos morados de la localidad, que posteriormente pudimos ver por toda la provincia. Víctor nos sorprendió con una copa de PF (¿2009?) de Bodegas y Viñedos Ponce, un 100% bobal de Manuchuela con un sabor sorprendentemente fresco.

Arroyados por todas las propuestas nos enfrentamos a los platos principales: “bacalao” y una magnifico “cordero acompañado con trocitos de melón”.

Cerrar con los postres no fue sencillo (a pesar de no haber cenado la noche anterior y desayunar únicamente unas sardinillas en Mota del Cuervo antes de entrar en Las Pedroñeras), los platos fueron: un helado y una crema-helado de café sobre capa de queso.

Me hubiera gustado decantarme por los platos más interesantes, pero debido al alto nivel de todas las propuestas me es imposible hacerlo.

Conclusión: La distancia de Cuenca al centro o al levante hace de LAS REJAS un imprescindible, y agradecido por los buenos comentarios de la red y de amistades, hago extensible los mismos: merece la pena acercarse a LAS REJAS.

Madrid da la oportunidad de hacer un rápido ida y vuelta, y poder en apenas cien minutos plantarte en Las Pedroñeras para entrar por primera vez en Las Rejas, y ponerse en las manos de Manolo de la Osa.
A modo de resumen podríamos decir que la cocina de Manolo de la Osa es de indudable identidad manchega, una cocina de raíces, totalmente identitaria. Manolo se reviste de lo que le rodea y revisa la cocina de su región empujándola hacia entornos de elegancia, adaptando platos tan comunes como el ajoarriero, la sopa de ajo y los galianos. Cocina de subsistencia, que sencillamente ha sido elevada a otro nivel, convirtiéndola en puro placer.

De origen conquense, nacido en un pueblo cercano, Las Mesas, de pequeño vio cocinar a su madre, sus tías, su abuela en el Bar Manolo. Comenzó a meterse en este ajetreo, y luego estudió en Cuenca para volver al entorno más rural. Ahora su restaurante está próximo a cumplir treinta años, y luce una estrella Michelin desde el año 1994.
Manolo es muy un cocinero peculiar, alejado en gran parte del circo gastronómico, feliz en su entorno rural. Es fiel a su tierra, con cierto perfil quijotesco. Manolo ha comentado que él nunca acaba sus platos, que siempre están evolucionando. Creo, y me atrevo con esta afirmación, que Manolo le gusta mucho estar cerca del fuego en la cocina, manchándose, improvisando, preparando sus platos en función de lo que la despensa manchega y la estación le aporte. En una entrevista, le escuchaba como hablaba del ajo, de su magia, de su sutileza, de su capacidad de armonizar, decía que se debía utilizar muy poca cantidad, y mucha calidad. EN muchos platos, le servía de perfume; decía que a los ajos había que domarlos.

Pero pasemos a describir la manduca, que para eso estamos aquí. Comenzamos con dos aperitivos por una parte el higo con foie y por otra el parfait de perdiz con pasas, especias , trufa y naranja. El primero sin romper el sabor del foie, manteniendo el higo por encima, sin alcanzar la velocidad para despegar. El segundo una delicia sabrosa, un auténtico diez, para no parar, y ponerte hasta las trancas.

El primer entrante es una ostra con crema de azafrán, y chupito de calabaza. Cuando Manolo era joven, el establecimiento de su familia daba bodas. Aquellas celebraciones, provocaban preparar ingredientes de origen no manchego como los calamares, las gambas, y las ostras. El molusco es de gran tamaño, pero la combinación no me acaba de convencer, el azafrán le aporta bastante amargor y es difícil de compensar el conjunto. Agradable la sensación de la crema de calabaza para hacer desaparecer ese amargor; y por el contraste de temperatura ya que se presenta caliente.

Seguimos con una piñonada presentada como cremoso de piñones, ajoblanco y gelatina de amaretto. Aromas de bosque, conjunto ligero, fresco, con el ajoblanco controlado en potencia. Es la primera combinación donde aparece Manolo como domador de ajos.

Se continúa con un ajorriero ahumado que se presenta con una porción de ajo negro. Para llegar al ajo negro, se parte de un ajo y se deja fermentar en barricas con soja, y miel. Sabor a regaliz, agradable. El ajoarriero viene acompañado de rebozuelos, trompetas de la muerte, conteniendo huevo, patata y bacalao. El pescado con cierta gelatina aporta una densidad al plato que le da consistencia. Otro bocado para recordar que parte de la gastronomía más popular, de esa gastronomía de subsistencia de los arrieros, encargados del trasiego y por ende de la conservación de los alimentos.

Este menú es largo, y no tan estrecho, hay que ser fajador, venir preparado de verdad, un auténtico tragaldabas profesional. Homenaje al queso manchego con un gratinado de queso con tomates, anchoas, y aceitunas. Frenamos.

Que mejor para volver a acelerar que Foie con taninos de vino tinto, acompañado de uva y frambuesa, y maridado con un vino dulce de Finca Sandoval, proyecto vinícola de Victor de la Serna, conocido periodista y gastrónomo. Generoso trozo de foie; en la foto podéis ver como los extremos están oscuros, lo cual es provocado por el tratamiento que se ha hecho del hígado con el vino. Resulta de textura menos grasa, como si esos taninos redujeran la potencia del foie, dotándole de una mayor suavidad.

Y llega uno de los platos estrella, la sopa fría de ajo morado. Una innovación radical del año 1997 que Manolo creó para la Feria Internacional del Ajo. Un tórrido verano le empujó a que los manchegos también pudieran tomar su sopa de ajo en cualquier estación. Transformar algo que se tomaba para calentarse, en un nuevo plato cuyo objetivo sería lo contrario, refrescarse. Se trata de un huevo de gallina de corral a baja temperatura, junto con un caldo clarificado, una gelatina de ajo hecha con el colágeno de la carne, y como “toppings” setas, germinados y jamón crujiente. La memorizaremos.

Y tenía que llegar el momento del mar y tierra de este menú, morros de ibérico con navaja y setas. En este plato, aparece otro sabor adicional de una hierba que a mi modo de degustar preponderaba sobre el resto; un sabor tremendamente ácido, cuyo fin igual solo era perfumar el plato, pero que alguna forma se había extralimitado. Buscando formas de hojas, y comparando con las fotos, puede que se trate de hoja de pino, pero no estoy seguro.
Se rememora de nuevo la gastronomía popular con su versión de los galianos, también conocidos como gazpachos manchegos. Aquí la torta es sustituida por la pasta fresca, realizando unos raviolis de carne sobre un caldo de setas y acompañado de espinacas. Revisiones populares revisadas y consolidadas.

Después de toda esta sucesión de entrantes y platos apegados a la tierra, y muy lejanos del mar, llega el bacalao con caldo de caza picante. El pescado de los arrieros, del trasiego, de la máxima conservación. Acompañado de trozitos de perdiz, anguila ahumada, zanahoria y pepino como encurtidos. Bacalao con toque manchego representado por ese caldo de caza.

Llevamos unos cuantos asaltos, nos han dado pero bien, y la verdad es que hemos hincado el diente como auténticos profesionales. Fondos, guisos, cocina de antaño hoy, platos consistentes. Pero seguimos con la paloma con guiso de trigo, nos pareció que se presentó algo dura bajo un guiso de maíz.

Finalmente los dos postres primero, moscatel, frutos rojos y espuma de pino, este último nos apreció que le aportaba una elevada acidez y compota de melón, helado limón y granizado de piña, muy refrescante y adecuado en base a lo ingerido.

Sala tremendamente acogedora, rústica, con una distancia entre mesas casi impensable en la actualidad. Parece un gran salón de una casa solariega, sillas grandes, bancos para compartir, en definitiva un lujo. Sin solicitar un maridaje con una copa por plato, se ha comentado al maitre que nos pusiera diferentes vinos que aguantarán tres, cuatro bocados. Y así ha sido con: Cava Elizabeth Raventós, Vallegarcía Viogner 2010, el vino dulce de Finca Sandoval para el foie, y un Manolo de la Osa 2006.

Propuesta tremendamente local, cocina regional revisada que alcanza alto niveles de elegancia. El menú nos ha parecido un viaje por esa cocina manchega, un camino donde ciertas composiciones destacan bastante por encima de otras. Nos han gustado especialmente el parfait de perdiz, el ajorriero ahumado, la sopa de ajo fría y el foie a los taninos de vino tinto. Menos destacables la ostra, la paloma, y los morros con navajas.

Un desplazamiento desde Madrid de cien minutos para luego estar disfrutando casi tres horas. Necesario para conocer la cocina manchega versionada desde la perspectiva de la alta cocina.
Posteriormente hemos estado hablando un rato con Manolo, de cocineros, de restaurantes, de tendencias. Nos ha contado anécdotas de una cena que recientemente había dado con Dani García para los Casacas Rojas, y de otra que dio en Tragabuches (1º restaurante del cocinero malagueño) con Pierre Gagnaire. El francés se presentó, dijo que sacarán todo lo que había en las cámaras, y cocinó, mezclando los productos que había, sin nada premeditado, desde la más pura improvisación, pero con el conocimiento. Tuvimos la impresión que Manolo empatiza con este tipo perfiles, cocinero que asume su profesión desde el riesgo de cocinar lo que tiene, de variar sus recetas, introduciendo lo que el campo, y el mercado le aporta.

Ya sabeis, para las fotos y para disfrutar leyendo de gastronomía...
http://www.complicidadgastronomica.es/2012/11/las-rejas-donde-se-doman-los-ajos/

Tuvimos que buscar una excusa para poder acercarnos y un fin de semana por tierras quijotescas fue perfecto.

Enorme mérito el de Manuel de la Osa y todo el equipo en sacar adelante esta propuesta en un sitio como este.

Coincidimos allí con uno bloguero de renombre que supongo no tardará en colgar su opinión y lo explicará mucho mejor que yo, más que nada porque le vi con la cámara y no nos dieron una hoja con el menú que tomamos.

Menú largo y ancho, cuesta llegar al final y es de lo que da para comida y cena. Creo recordar 7/8 entrantes más pescado y carne. Dos postres. Amén de un par de aperitivos y los petit fours. Todos los platos a muy buen nivel, si bien el cierre con Paloma no nos gustó mucho, tampoco encontramos el punto a un plato de mar y montaña, Morros de ibérico con navaja. Tal vez el hecho de estar hasta arriba influyera en esta percepción. Muy buena sopa de ajo en su versión fría, el foie con taninos de tinto, la ostra, la piñonada o unos tomates con manchego. Excelente la merluza, gran producto.

Sala sobria pero acogedora con muy buena separación entre mesas. Carta de vinos extensa si bien con pocas referencias de champagne. Tomamos un Bruno Paillard reserva privada blanc de blancs a 60 €.

Muy buen servicio y buenos tiempos. Manuel asomaba la nariz de vez en cuando a ver como funcionaba todo. Y lo hacía muy bien.

Intentaremos visitar en alguna otra ocasión, merece la pena.

Precio del menú sin IVA.

-Todo muy bueno y muy esquisito, sin lugar a duda de la merecidisima estrella michelin.
-Destacar: Destacar las cocochas con trufa negra, para mi el mejor plato.

-No me gusto el servicio, pienso que cualquier restaurante que el precio de menu sobrepase los 100€ la atencion debe de ser de matricula de honor y este no la tiene asi que sintiendolo mucho yo le daria un 8 .

Años queriendo ir , y después de haber probado el Ars Natura de Cuenca pudimos cumplir nuestro deseo. Ubicado en un pueblo que no dice mucho el sitio cumple con creces las expectativas.
Elegimos el menú degustación con maridaje de vinos , el cual intento describir:
- Dos aperitivos muy de la tierra : morteruelo y ahumado de ajo arriero, acompañado con champagne , no recuerdo exactamente el nombre
- Siete entrantes, de los que destacaría , la ostra con escabeche de perdiz, impresionante, un foie al vino con uvas y la tradicional sopa fria de ajo. Los otros , gambas con salsa de ostra y granizado de piña, tomates cherry con queso manchego gratinado, piñonada ( plato muy contundente) y arroz meloso con caza y setas. Maridados con el champagne, un vino dulce de jumilla, un PX y un Louro, todos acertadísimos. Se intercalaron según el plato con muy buen criterio , para continuar con el Louro.
- Pescado , un lomo de salmonete al hinojo. Tremendo en cuanto a tamaño, textura y preparación.
- Costilla de cordero , con una muselina de ajo y patata, maridada con un tinto de Manuel de la Ossa, el más flojo.
-Dos postres ,petit fours y cafés.
Y para mi, y para terminar , pedí al sumiller, Victor, un gin tónic, sin concretar nada. Y aqui es dónde se confirmó que se trata de un gran profesional, que está convencido de lo que hace, y para sorpresa de mi mujer, que al oirlo llegar, pensaba vendría con un carro de ginebras, llegó , con la botella de fifty pounds y tónica fentiman's, teniendo claro que el acierto iba a ser pleno , como así fué. Más aún cuando terminó siendo invitación de la casa.
Restaurante en el que desde la atención a la llegada , llegamos desde Valencia media hora antes de la reserva y sin ningún problema, con una atención exquisita, hasta ver a Manuel de la Ossa pendiente de todo lo que ocurre en la sala, merece el viaje para degustarlo. Como ya se sabe es un gran defensor del producto de su tierra hay que saber que el ajo va a ser partícipe en muchos de los platos.
Resturante con fama más que merecida.

Visitamos de nuevo Pedroñeras tras tiempo sin hacerlo. De nuevo un espectáculo, cocina de raza, directamente ligada con el suelo que pisamos, con la técnica al sevicio del producto, y el producto al servicio del paladar, complicaciones donde es necesario, naturalidad donde se merece. Pocos tratan el producto de interior con tanta sabiduría. Perfecto como siempre.

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