Restaurante con dos salas, una más formal y otra para tapear. Al reservar al estar casi lleno, según me dijeron, no sabia a cual iría, al final nos tocó la del restaurante. Optamos por el menú degustación (35€) que acompañamos con 4 vinos por copas (3€ cada uno) a elección de Guillaume, el sumiller y jefe de sala, que presenta y explica cada uno de ellos. La carta de vinos tiene una selección interesante aunque no muy amplia pero dado que hay muy pocos sitios en Valencia que ofrezcan maridajes con vinos a precios razonables había que aprovechar.
Empezamos con un blanco muy interesante, el Chateau Palvié 2006 (Gaillac) para acompañar una conserva casera de esgarraet (muy conseguida), un envoltino de foie mi-cuit de pato con calabacin y un taco de panceta confitado, crema y brotes de cebolla.
Posteriormente probamos otro blanco, Edetaria 2005 (Terra Alta), para acompañar la croqueta de hongos (muy sabrosa) y el marmitako de atún (quizás un puntito salado, tal y como se comenta en otro comentario).
Seguimos con un blanco con crianza Finca Viladellops 2007 (Penedes) para tomar la merluza de pincho en salsa verde (el mejor plato de la noche). Finalmente tomamos el tinto Bon Homme 2008 (DO Valencia) con un rissoto de queso Parmesano y cecina de vaca de León y el solomillo de buey al estilo Shi-Shuan (el plato que menos me convenció).
En general el servicio de mesa era bastante ágil y Guillaume solía estar atento a los cambios de plato. Pero a estas alturas de la velada nos encontramos con que salían los platos de postre y nosotros seguíamos con el vino tinto de 14% Así nos tuvimos que tomar el Coulant de chocolate y el cremoso de queso y mermelada de tomate con un vino que no maridaba para nada. Creo que en este cambio a los postres es importante preguntar a las mesas si se desea un vino acorde, con independencia de que quede vino o no en las copas.
Finalmente pedí un Gin Tonic (6€), correcto, servido sin preguntar si tenía alguna preferencia por alguna marca.
En definitiva, un restaurante con una propuesta de menús maridados con vinos por copas muy interesante aunque a veces el tener que estar pendiente de tantas mesas con vinos a servir puede provocar retrasos con copas vacías o, lo que es peor, olvidos a la hora de proponer algún vino dulce como ocurrió en nuestro caso. En cualquier caso, se aprecia pasión por el vino y una oferta gastronómica con una buena relación calidad-precio todo lo cual invita a volver.
Tras las valoraciones anteriores huelga explicar las peculiaridades de este restaurante que te pueden gustar más o menos pero que le imprimen personalidad.
No lo conocía y lo tenía pendiente y desde luego me gustó. Cenamos un grupo de ocho amigos en la zona de catas, más informal, en una amplia mesa , sólo tiene dos, tranquilos y muy cómodos que reforzó la naturalidad y corrección del Guillermo y del resto del equipo, agradable y atento a pesar de lo pesados que somos los grupos.
Tomamos el menú de mercado, bien seleccionado y presentado, algún pequeño fallo como el marmitako, demasiado salado. Maridamos con tres vinos, bien elegidos novedosos sobre todo un tinto de la Ampurdá, con un buen servicio en copas a temperatura y ritmo.
Los postres bien, sobre todo el fondant de chocolate y helado.
Cerramos con un refrescante y original gin-tonic, lo recomendamos sin duda y a buen precio: 6€.
Por poner algún pero: algunos fallos de ritmo entre plato y plato y puntualmente con el rellenado de la copas.
Pero quisiera junto a todo lo comentado, destacar el entorno, el trato, el ambiente, el tipo de clientes que hacen que estés realmente a gusto.
Sin duda muy recomendable.
PD: A por cierto para los amantes del cava: no dejéis de probar ''Barranco oscuro'' un cava de las Alpujarras muy recomendable.
No voy a hablar de lo que comimos porque veo descripciones perfectas mas abajo, resaltar que todo estaba en un punto perfecto de coccion, respetando los sabores, las texturas y con una presentacion bonita, al tiempo que atractiva. Solo por resaltar un plato que me sorprendio en su simplicidad aparente y tan dificili de conseguir...las croquetas de pollo..., deliciosas con un sabor que yo describiria a la antigua, compleja y profunda. El maridaje con los vinos fue impecable donde Gillaume nos hizo descubrir vinos y variedades, tanto nacionales como extranjeras realmente singulares con personalidad y con fantastica relacion calidad precio.
Lo mas remarcable fue la fantastica atencion por parte de Guillaume que nos hizo sentir en casa y nos regalo con su pasion por este maravilloso mundo del vino. Un equilibrio perfecto entre pasion, calidad y servicio en una incomparable compañia.
Un lugar donde repetir una y otra vez sin duda ninguna. Felicidades Guillaume.
Tras haber visto las valoraciones de la gente en Verema, me decidí acercarme a este restaurante y ver que tal era.
La primera sensación fue buena, correcta decoración, buena separación entre mesas y música de fondo agradable.
El servicio fue más que correcto, siendo bastante rápidos y atentos.
En cuanto a las opciones de menú me parecieron bien, si más cabe no vi la posibilidad de salirse de las preparaciones que tenian en la carta.
Nos decantamos por el menú de mercado, eligiendo tres entrantes, un plato entrante individual y luego uno principal, los entrantes fueron buenos (croquetas de pollo y la tortilla de patatas encapsulada) y mas que bueno el tsukume de sepia.
Después tomamos sopa de pescado donostiarra (muy buen sabor aunque algo escasa) y para finalizar tomamos bacalao confitado en salmorejo caliente y carré de cordero al horno con pimentón de vera que aunque muy buenos los dos, raciones algo cortas para mi gusto.
El postre fue un coulant de chocolate caliente y una tarta de almendras, siendo los dos exquisitos.
En cuanto al vino, decicidimos probar el maridaje de 3 vinos (uno blanco y dos tintos) a un buen precio 9€/pax. En concreto y si bien recuerdo eran (mustiguillo, mestizaje y otro francés que no recuerdo bien).
El servicio del vino óptimo cambaindo de copa cada vez con una pequeña explicación del sumiller en cada vino.
Buena RCP y recomendable. Para las personas muy comedoras algo corto el menú.
El restaurante dispone de mesitas en el exterior, pero debido al calor preferimos entrar en el local, que más o menos se divide un una zona con mesas al uso y otra parte con mesas corridas creo que destinada a las actividades de cata que realizan. El local es luminoso, y denota una sensación de cuidado.
Durante toda la cena fuimos debidamente atendidos, en primer lugar por el que creo que es el dueño del local. La carta de vinos cumple con creces, haciendo especial hincapié en vinos franceses. Tomamos un Borsao reserva 2001 (19 euros). El servicio del vino es correcto en todo momento. Servido a la temperatura adecuada y rellenando las copas en el momento correcto. El coperío es Schott.
En cuanto a la cena, disponen de varios menús, con la posibilidad de maridarlos. Nosotros nos decidimos por el menú de mercado de 25 euros, con tres entrantes (croqueta de jamón, tartar de atún, -que para mi gusto tendría que haber estado un poco más frío-, y foie con velo de manzana). Como entrante tallarines de sepia (no entiendo muy bien lo de las palomitas en este plato, creo que no le va nada), y como plato principal, solomillo. El menú se completó con un coulant de chocolate. Es un menú bien realizado, equilibrado y en el que destaca tanto la presentación como elaboración de los platos.
No tomamos café. Local al que no había ido todavía y creo que es bastante recomendable.
Descubrimos una carta de tapas original con boquerones grandes marinados 1 euro la ración, esparrago blanco natural de navarra( que gran producto)2,50 la ración, croquetas de jamón liquidas y crujientes a la vez, 1 la unidad.la camarera nos recomendó servirnos una chuleta de vaca de 1 kilo, puesto que eramos cuatro era suficiente para compartir, nos salió por 30 euros el kilo, estaba muy sabrosa y tierna. Todo ello acompañado de buen vino tinto. En total nos salió unos 15 euros por barba. buena opción si quieres salir de tapeo con una buena relación calidad precio, un gran acierto.
Aunque era miércoles no fuimos a la zona de pinchos, donde además había una cata y mucha gente, sino a la zona de restaurante, más amplia, íntima y tranquila (aunque se oía gente de la otra sala no era desagradable y la música, muy apropiada, evitaba cualquier molestia).
Nos decantamos no por el menú largo sino por el de mercado (25€), con tres entradas, un primero y un segundo. Destaca el cuidado de la cocina y la presentación con platos curiosos y bien ejecutados, como la manita de cerdo deshuesada o los huevos pochos. El pescado por el que me decidí, merluza de pincho, muy buena y muy bien acompañada.
Todo esto lo "mojamos" con maridaje, que aunque iniciamos con los tres básicos, ampliamos a cuatro, dado que la persona encargada nos dijo que no había problema, que después conforme fuéramos necesitando se iba poniendo. Buenas decisiones del somellier, aunque creo que algún fallo en las copas, pues en el tercero puso primero las copas y luego me preguntó si prefería un tinto o un blanco (mas perinet), siendo indiferente una u otra.
Buenos postres.
El personal muy agradable y profesional y el local muy apetecible, con una RCP muy buena.
Tomamos el menú largo (9 platos, 35 eur) maridado con 4 copas de vino (12 eur). La verdad es que es una buena opción para probar la cocina de Entrevins pues aunque las raciones son pequeñas al final acabas lleno. Destacar de los entrantes el langostino con espuma de caipiriña y el fresón con chicharro en vinagre. De los platos más fuertes el foie con berenjena y caramelo y el bacalao (creo que con reducción de Pil-Pil).
Para mi gusto lo más flojo fue el postre pues era una pequeña degustación (tres cucharadas) donde faltaba algo con más contundencia.
En cuanto a los cuatro vinos, 2 blancos y 2 tintos. Servidos a temperatura correcta y copas de calidad. Destacar un blanco seco francés (chardonnay crianza en barrica, siento no recordar el nombre) y (para mi) el descubrimiento en el tinto Reserva Labor de Almadeque 2002. Un vino con buena acidez y paso por boca muy agradable (aunque ya está para beber y no guardar mucho más tiempo).
Para terminar un buen armagnac y un caol ila servidos con mesura europea. Buenos cafés donde se echa de menos algún detalle (unos simples bombones sería suficientes)
Resumiendo disfrutas de la comida y en especial del vino
Encontramos este local por casualidad paseando por el barrio dándonos cuenta que un montón de restaurantes habían abierto. Fuimos el miércoles noche, el comedor estaba lleno, (un buen auguro)Empezamos la cena con un pincho de pulpo salteado bañado en un cocktail de zumo de tomate preparado, un ravioli de foie de pato con kikos, unos boquerones como hacía tiempo no habíamos comido, compartimos un plato de sepia y un huevo con patata trufada y de plato principal un bacalao al pil-pil extraordinario. dejamos al camarero seleccionarnos 3 vinos, todos muy buenos y originales. salimos muy contentos de esta grata cena por 69 € entre los dos.
Habíamos recibido un folleto en nuestro buzón de este restaurante promocionando los pinchos. Nos juntamos cuatro amigas el miércoles noche de fútbol y fuimos a cenar de tapeo. La carta estaba apuntada en una gran pizarra, todo parecía muy apetecible, con precios muy económicos. La camarera nos comenta que podíamos elegir cualquier pintxo para acompañar la primera copa (que detalle!), nos decantamos por el bloody pulpo, servido en copa cocktail con un zumo de tomate preparado y una pata de pulpo braseada, sabroso y original! Total que comimos dos tapas más y dos medias raciones, destacando un milhojas de delicias de Elche con una rodaja de naranja CRUJIENTE, tomamos una caña y dos copas de vino de Mallorca seco super original y super bueno. En total pagamos entre todas 44 €.
Volveremos el sábado con nuestras parejas para probar el resto de la carta, ya que nos quedamos con las ganas de probarlo todo!
Por fín un pincho bueno y barato.
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