Azurmendi, tres estrellas Michelín y sus becarios en condiciones de casi esclavitud
Si ya colgué este artículo sobre las condiciones de los becarios de Ángel León, hoy volvemos con las condiciones de los becarios de los restaurantes multiestrellados.
Esta vez el reportaje se intitula
"El sótano donde Azurmendi (tres estrellas Michelin) hacina a sus becarios"
En este caso la cosa parece hasta peor:
Un semisótano. Tres habitaciones, cada una con seis literas alineadas y unas taquillas altas y estrechas para guardar los enseres. 12 personas en 20m² con una única ventana justo a ras de suelo. Humedad y calor, bolsas de comida y ropa por los suelos y bajo la cama. Una cocina y un baño compartido para 36 personas. Colas de una hora para preparar la cena y asearse tras 17 horas de trabajo casi ininterrumpido y no remunerado. Dos lavadoras y dos secadoras de las cuales solo funciona la mitad.
La única diferencia que percibo respecto a los esclavos de la antigüedad es que estos lo son por decisión propia y pueden escapar cuando lo deseen, pero a un precio, pagar por su libertad:
solo aguantan porque su escuela les ha pagado una beca para venir desde otro país y si abandonan tienen que devolver el dinero.
Tendrán un buen currículum, pero parece que a veces sus trabajos no son estrictamente culinarios:
"El primer día empecé a las 7.45 de la mañana y terminé a la 1.30 de la madrugada. Dos descansos de 20 minutos para comer y cenar. Me pasé el día entero fregando campanas y limpiando cacharros. A los cuatro días estaba destrozado"
" Tras 12 horas de servicio, a las 20h, me decían que saliera a hacer compost. Me ponía las botas y venga a enterrar cabezas de pescado, que eso olía a rayos. Y yo pensando: pero si no soy jardinero".
Algún afortunado sí que toca fogones y no sólo para limpiarlos:
"Me pasaba el día removiendo salsas, todas con una base simple de mayonesa, y abriendo y escalando ostras. No aprendí nada, pero era un afortunado porque muchos otros se dedicaban a limpiar la cocina.
Soy flexicarnívoro y a la comida vegana la llamo guarnición