El pan nuestro de cada día
Incluir productos de harina integral en nuestra alimentación, ya sean panes o pastas, es una de las recomendaciones dietéticas más en boga desde hace más de una década, de ahí que el consumo de este tipo de productos se dispare año tras año.
En el mercado podemos encontrar una gran variedad de productos de este tipo, desde panes integrales, multicereales o germinados, hasta los elaborados a partir de harinas de grano completo. Pero… ¿son todos igual de sanos? ¿En qué se parecen? ¿Cuáles son los más recomendables y por qué?
Muchos de los panes que nos parecen integrales, o incluso nos venden como tales, realmente no lo son. Se trata de elaboraciones a partir de harina blanca refinada a la que se le añade un porcentaje de salvado, en torno al 1%, para darle aspecto de integral.
Un pan de trigo integral es el que se elabora a partir de harina de trigo integral, aunque generalmente estos panes se consiguen mezclando harina blanca, salvado y germen en las mismas proporciones que están en el grano. A esta mezcla sí se la considera como integral.
Por otro lado, el pan multicereal tiene poco que ver con esto, ya que se trata de un preparado que está elaborado con semillas de diferentes cereales, pero esto no garantiza necesariamente que los panes sean integrales, ya que pueden ser harinas refinadas procedentes de varios tipos de cereal o incluso pueden mezclarse harinas blancas e integrales.
el más natural es el de grano completo; un grano de trigo tiene tres partes: endospermo, el salvado y el germen. El endospermo, que es lo que mucha gente conoce como grano, es el que contiene los carbohidratos; el salvado es la parte que protege al endospermo y la que contiene la fibra; y por último el germen que contiene vitaminas del grupo B y minerales