Cata Prioratos: el resumen de un gran día

Aviso previo: lo que viene detrás es largo de leer. Animo no obstante a los interesados, que el evento mereció la pena.

1- Los preparativos

Hablando un día del tema de los prioratos, algunos compañeros -y amigos- del Foro comentamos la posibilidad de hacer algún día una jornada sobre los mismos. Terrassa fue el lugar elegido y bajo la batuta de @pepecano y en el entorno de unas magníficas instalaciones (Gracias David) varios de los que por aquí nos movemos tuvinos la ocasión de celebrar esa cata de vinos de un DOC maravillosa. Comenzamos por la imagen inicial:

2) El aperitivo inicial: Arts Collecta Gran Reserva 2014

Como suele ser normal, y para limpiar las papilas, comenzamos por un excelente cava en formato magnum. Fino y con una cierta complejidad. Buen cuerpo, muchas frescura y un leve toque cremoso con algo más de temperatura que me encantó.

3) Los primeros tintos: comparación de Dofis 2012-2013-2014 y Clos Mogador 2012

Con buen criterio, se decidió ir abriendo algunos de los tintos, sirviéndolos en las copas respectivas, a fin de que los mismos se fueran expresando. Los elegidos fueron los arriba indicados, los cuales presentaban, en conjunto, un color extraído, siendo un poco más degradado el tono del Dofi 2012. De izquierda a Derecha, el Mogador y los Dofis ordenados de más antiguo a menos antiguo.

De los Dofi, el mejor valorado, creo por unanimidad, fue 2012. Lo que debe ser un priorato como Dios manda. Magnífica fruta, nariz de ensueño con un toque de violetas que me encantó, balsámico y mineral. Perfectamente integrado y disfrutable. El primero que me acabé. Me recordó a los antiguos Dofis, los que me gustaban. En una  línea similar, el 2013, algo más cerrado y, por tanto, más necesitado de aire, pero con un excelente cuerpo y unos registros similares al anterior, a los que se añadía, a mi juicio, unas curiosas notas de anís. Frente a los anteriores, el 2014 se notaba algo distinto, más floral y menos intenso (a pesar de ser de dos años menos que el primero). Seguramente eso es debido al cambio de registro que este vino ha experimentado desde entonces, dando un giro hacia otro estilo que, particularmente, me gusta menos que el anterior y que lo aleja de los que, yo al menos, he considerado como vinos prioratinos.

Mención aparte esta el Mogador 12. Salió con una nariz muy sucia, de cuadra y humedad, que en principio identifiqué con corcho. Me equivoqué, acertando PepeCano en que había que darle tiempo. Sí, pero casi 3 horas largas tardó el condenado en limpiarse. La boca fue otro cantar, con su excelente cuerpo, su entramado siempre complejo, todo rodeado de equilibrio. Todo en su sitio. Excelente. Superior a mi juicio a los tres dofis.

4) Los siguientes blancos: el refresco.

Íbamos por los primeros platos de la comida cuando Pepe sugirió que el pan de cristal con tomate y buen jamón casaría perfectamente con uno de los blancos de la cata: el Nelin 2016.

De  primeras hubo una cierta preocupación porque el corcho estaba mojado hasta el final. Falsa alarma. En mi opinión, el mejor blanco de la cata y el 2º/3º del conjunto de la misma. Un blanco brutal. Dorado claro, ligero toque oxidativo (jerezeando), hidrocarburos por todos los lados, goloso con algo de temperatura. El compañero/amigo que tenía al lado lo definió como "una locura". Un blanco que siempre tiene que dejarse reposar 4 años. Extraordinario.

Seguimos con los blancos dando tiempo a que se terminaran de abrir los tintos antes citados -que ya habíamos medio catado- y pasamos a continuación al Mas Alta La Galera 2019. Otro vino muy destacado que jugó con el factor en contra de que fue detrás del anterior. Me pareció muy rico, de gran frescura y con una cierta complejidad, en un buen matrimonio entre la garnacha blanca y el toque de Chenin Blanc. Buen cuerpo y acidez. Rico. Por ultimo, terminamos con el Carenes (no recuerdo añada), un vino interesante que reproduce la unión típica de los blancos del priorato, acompañando a la garnacha blanca el macabeo. No tomé notas del mismo porque ya andábamos sirviendo lo que iba a ser la siguiente tanda de tintos y había que tener cuidado por lo que se avecinaba.

5) La última tanda de tintos:

Íbamos entrando en el final de la cata (y de la comida) y aún quedaba tela por cortar, comenzando por el que, con toda seguridad, era el más esperado de los vinos: L'Ermita 1999. Andaba yo con preocupación porque, si bien sabía, por experiencia propia, de las excelencia del 95 y del 98, del 99 no tenía buenas referencias ajenas. Afortunadamente, los temores se desvanecieron nada más acercar la nariz a la copa. Un colorazo juvenil acompañaba a un repertorio de aromas increíble, difícil de describir en su conjunto y en el que hasta ese aroma de resina habitual en los prioratos enamoraba. La boca, aún con cuerpo, pura seda. Otro ejemplo de que los prioratos -los de clase- envejecen de fábula. Un vino embutido en un smoking. El mejor de la cata para -creo recordar- la inmensa mayoría, si no la totalidad, de los presentes.

Los dos últimos tintos: Clos Martinet 2017 y Clos Dominic Vinyes Altes 2017

Ambos tintos sufrieron el mismo contratiempo que los blancos con el Nelin: la comparación. Vienes de un vino de ensueño y cualquier cosa que venga detrás parece poca cosa. Al contrario, son dos muy buenos vinos que, como consecuencia de la añada, mostraban una importante corpulencia, un punto alcohólico y una leve astringencia. Algo más de botellas les vendrá sin duda bien. A título particular, y al menos en este momento, me gustó más el Dominic con una RCP superior al Martinet, al cual siempre le encuentro -serán cosas mías- un ligero toque de manzana (asidrado, si se le puede llamar así) que no me acaba de cuadrar.

6) El final de la jornada: Martinet Especial Dulce

Para finalizar quedaba una de esas rarezas enológicas que adquieres de cuando en cuando, esos vinos que ya no se hacen. En la actualidad se elabora, como me indicó Pepe, el Martinet Ranci/Dolç, a un precio ciertamente interesante. El vino era amable para sus 15%, muy goloso y apropiado para el postre. Qué pena que el tiempo se me echara encima para volver, en el mismo día, a mi casa y no pudiera disfrutar tranquilamente de una segunda copa, así como de la conversación posterior a la cata. Afortunadamente, me queda una botella más que, por lo que pude comprobar, no requiere de urgencia alguna.

Conclusión final:

Si el amigo forero ha tenido la paciencia de leer hasta aquí podrá imaginar que los asistentes a la cata éramos todo felicidad. Basta dejar la foto final que lo indica, resumen de todo lo anterior y en el que las botellas aparecen -sí- sobre un piano, en el cual uno de dichos asistentes se arrancó por teclas, mostrando sus virtudes en este punto.

Como se dice habitualmente, un día más en la oficina. Esperemos que vengan más como este.