En el 2010, cuando empecé en Verema, no había probado ni un generoso. Recuerdo

En el 2010, cuando empecé en Verema, no había probado ni un generoso.

Recuerdo que, a finales de ese año, probé mis primeros generosos: La Bota nº 15 de Fino Marcharnudo Alto y La Bota nº 16 de Manzanilla del Equipo Navazos. Dos pepinazos (antes y, aún el que conserve alguna botella, ahora).

Recuerdo que la nariz me encantó pero que la boca me dejó patidifuso dada su extremada sequedad (que, entonces, no tenía ni idea de cómo describir). La nariz sí, la boca no me iba demasiado. Aunque recuerdo que, durante la cena en que probé esos vinos, me fui acostumbrando y, acompañado de platos adecuados, me fueron gustando más tanto el fino como la manzanilla.

Pero sí, implican cierta curva de "aprendizaje" sensorial que el resto de vinos que llamaríamos "normales", no requieren tanto.

Los generosos tienen una ventaja enorme frente al resto de vinos:

- La RCP suele ser excepcional (incluso en los caros, las sensaciones que ofrecen no las transmite ningún tinto, blanco o espumoso de similar nivel de precios). Esos caros generosos son vinos de gran clase mundial.

- Aguantan abiertos semanas, meses (o incluso años en el caso de Amontillados, Palos Cortados, Olorosos y Pedro Ximénez).

- Las botellas duran más que en otras tipologías de vinos, pues no son vinos de trago largo, sino que con menos cantidad ofrecen las mismas o más sensaciones que un vino tranquilo normal.

- Generosos, desde los muy secos, a los dulces, siempre hay uno adecuado para armonizar cualquier plato.

- Cuando un plato es complicado de maridar con blancos y tintos, es que necesitas un generoso. Ejemplos así hay: alcachofas, endibias, espárragos, verduras amargas, escabeches, vinagretas, etc. Donde un tinto o un blanco no va, donde parece que no hay un vino que armonice, ahí tendrás un generoso que te permitirá maridar dicho plato.

Sólo tienen tres pequeñas desventajas:

- No son conocidos por la gran mayoría de aficionados (neófitos y no tan neófitos).

- Suelen ser, de inicio, algo complicados y difíciles sensorialmente: tienen una cierta curva de "aprendizaje" que hace que, de entrada, no suelen gustar mucho a los profanos, sobre todo en el caso de los secos (manzanillas, finos, amontillados, palos cortados y olorosos). Recordemos que los generosos secos son los vinos más secos del mundo, y el que no tengan prácticamente nada de azúcar residual a mucha gente, le cuesta en boca (pues somos de la "Generación de la Coca-Cola" y parece que siempre estamos esperando un cierto toque dulzón en boca para que una bebida nos agrade).

- Mayor nivel de alcohol que la media de los tintos y blancos: en cualquier fino o manzanilla partimos de 15%, si el fino es algo viejo o la manzanilla algo pasada podemos irnos a 15.5-16-16.5%, un amontillado parte de 17% hacia arriba (puede llegar a 20-22%), un palo cortado ídem (17-18% como poco) y los Olorosos pues estamos igual. En los dulces, también hablamos de 17-18% como poco.

Este último aspecto implica que no pueden ser nunca vinos de trago largo, son vinos que con buchitos y sorbitos ya son muy sápidos y envolventes, con 2 copas máximo tienes una comida cubierta y, por tanto, requieren cierto nivel de "formación" y cuidado al beberlos (diferente de otros vinos más "normales" que sí pueden ser más de trago largo y admitir beber con algo menos de cuidado en las cantidades ingeridas).

Saludos