Confieso que cuando me senté ante el ordenador, para inscribirme al Encuentro

Confieso que cuando me senté ante el ordenador, para inscribirme al Encuentro Verema, tenía claro que catas quería elegir. Que ocurre, que llegue tarde y estaban ocupados. Me quedo en silencio y creo que no tarde ni dos segundos. Sin dudarlo elegí la cata de Quincha Corral. Y doy fe que acerté, ha sido toda una experiencia, en todos los sentidos.

Si la tomamos al pie de la letra en lo que a los vinos se refiere, ha conseguido ponerme en el sitio, que es la Bobal, que pretende y que puede conseguir. Y lo tengo claro, lo tenemos claro, porque todos los que asistimos a la cata salimos con la misma impresión.
Y si los vinos hablaron alto y claro, Toni Sarrión lo hizo de maravilla. Transmite como nadie, lo que encierra esta variedad y estos parajes. Su experiencia, sus comienzos en los que muy pocos apostaban por él y por crear un gran vino monovarietal de Bobal.

Y damos fe de que lo ha conseguido. Logro una cata fluida y llena de detalles, viajamos a cada uno de los años, nos situó en las circunstancias que envolvían al vino, el logro de vender su primera botella a un precio, impensable. El honor de ser elegido mejor vino y el sonrojo al tener que decir su precio, que aunque lo aumento al doble, todavía era “barato”.
Toni como sus vinos tiene un gran retrogusto, casi infinito.

Empezamos la cata:

Quincha Corral 2009:
En el inicio se muestra cerrado, hay concentración, suaves tostados, frutal, hay hollejo macerado, sensaciones ligueras a alcohol.
En boca, nos da un liguero dulzor junto a un tanino aún rugoso, terroso. Cuando se calienta en boca sale la fruta, muy madura, muy negra, concentrada, en jarabe. Aunque el tanino esta presente, no hace al vino áspero, no hace sino manifestar su juventud, su poderío. Hay una acidez fija que indica longitud y frescura.
Al tiempo en nariz se ha abierto, gana en elegancia y expresividad, salen violetas y caramelo de cerezas.

Quincha Corral 2007:
Muy aromático y expresivo, mucho más abierto que el 2009. Muestra madurez, fruta madura, alcohol integrado, cálido, casi fruta macerada. Da paso al roble cremoso, vainilla e incienso. Todo ello integrado, en profundo respeto, armonía, sinergia, un maestro en el equilibrio fruta-madera.
Boca dulce, redondo, amplio, cálido, tanino presente que empieza a redondearse. Hay fruta madura, negra, arándanos y grosellas, frescas. Largo y potente, con una gran persistencia.

Quincha Corral 2006:
Se muestra esquivo, es un vino complejo, concentrado, marca diferencias con los anteriores. Aquí sale la madera, un roble elegante e integrado, ganan los terciarios, precisa de tiempo y se lo concedo. No es que cambie de forma radical, pero nos da una vertiente más joven muy vivo.
En boca es un placer, tanino marcado, seco, potente, es un toro bravo, que pide y necesita tiempo. Pienso que se encuentra en esa fase en la que el vino se encierra, para resurgir como uno de los grandes. Hay fruta dulce, que no sobre madurada. Le seguiré la pista.

Quincha Corral 2005:
Es elegante en nariz, tonos tostados y especiados, leve aspecto mineral, a grafito y piedra seca. Dan paso a las frutas negras en confitura. El tanino es maduro. Roble integrado y fino.
Hay frutillas frescas, fresa y frambuesa, chispeantes.
En nariz es floral, salen rosas y agua de manantial, conserva la intensidad de sus hermanos, sale en boca el rasgo de fresillas silvestres, regaliz rojo.
Al tiempo de nuevo en boca esta redondo, es puro placer, tanino presente, con elegancia. Nos despide con café, tonos mentolados, persistente, muy maduro sin empalagar.

Quincha Corral 2004:
Se muestra tímido, que no esquivo. Marca la línea de la Bodega.
Hay notas de reducción, madurez bien entendida, fruta negra, notas de carbón y como no podía ser de otra forma, el roble en perfecta compañía, armónico, mentolado y con un regaliz medicinal que da gusto olerlo y olerlo y olerlo…
La entrada en boca es pulida, luego marca el tanino y pasa del dulce al seco, todavía fresco, marca licorosidad, es largo y placentero. Se encuentra entre el nuevo y viejo mundo, en la trayectoria de la bodega.

Quincha Corral 2003:
Diferente, aunque conserva la esencia de la bodega. Aromas concentrados, pimiento asado, complejo y elegante. Hollejo soleado y maduro, cálido, muy fragante. La Cabernet con solo u 10% se hace notar, mi impresión es que para bien.
En boca la entrada es sedosa, tanino redondo, salen hierbas de monte mediterráneo, fino alcohol, cueros, fruta negra. Es fresco y goloso, invita a beberlo. Complejidad bien entendida, licoroso, se despide con un toque seco elegante.
Quincha Corral 2001:
No marca tanto la diferencia como el anterior, pero guarda esa diferencia, se nota la inclusión del Tempranillo y del Cabernet. Tiene otra singularidad.
Aroma reductor, rasgos animales, mentol, eucalipto, sin caer en lo balsámico. Fruta muy negra, floral, eterno. Al tiempo sale el terroir. Es un vino (prácticamente todos) que necesita tiempo se hace corta la cata y no quiero perder ni un segundo de lo que Toni nos cuenta.
En boca es sedoso, dulce, tanino pulido. Hay turba, tofee, ese fino mentolado, se muestra fresco. Es placentero, elegante y persistente. Me llama la atención lo fresco que se muestra al final, es quizás el más Atlántico de todos.

Quincha Corral 2000:
Parece un infiltrado dentro de la cata. Es obligada su aireación, Toni de forma magistral y muy sincera, dice aquí no hay neumáticos, aquí tenemos un frenazo en toda regla. Sale y domina el sulfridico, dentro puedes sacar cueros, notas de evolución, que no hacen sino restarle elegancia.
En boca cambia, entra con dulzor, pero el tanino sale muy presente, tremendamente seco.
Morira de pie.

En fin toda una experiencia, un placer, vinos con alma. Como se destaco en la cata una sabia y elegante integración de la madera. Soberbia la Bobal, sola camina sin miedo, grande muy grande. Salud.

En plena cata.

A la espera.