Amarillo dorado limpio y brillante. Después de airearlo un poquito se aprecian aromas complejos y madera. En boca es graso, rotundo, con buena acidez y muy elegante. El final largo, persistente. Buena integración de la madera.
Este vino recuerda a los vinos de borgoña. muy placentero.

Amarillo limón intenso con ribetes pajizos. Limpio y brillante.
Nariz bien cerrada y dominada por las sensaciones de crianza en madera. Procedemos a aireación, oxigenación, ventilación y sólo nos falta hechar el vino al aire y volverlo a recoger en la copa. Resultado: notas de mantequilla, un tímido cítrico, una punta de hinojo... y madera, mucha madera.
Afortunadamente en boca va bastante más allá y nos muestra un perfil graso, denso, de buena y abundante materia y fresca acidez que transmiten muy buenas sensaciones. Largo recorrido con, ahora si, bellas sensaciones frutales, herbáceas, ligeros especiados. Por supuesto, la madera también es muy evidente en este momento, pero, al menos, no lo tapa todo. Buena persistencia. Una segunda botella abierta nos ofrece el mismo comportamiento.

Dorado pálido limpio y brillante.
Aromas de media intensidad y cierta complejidad que ganan con la aireación en copa. Muestra notas de fruta blanca madura, vainillas, cítricos como piel de limón y recuerdos de frutos secos, sobre todo almendra amarga.
En boca es un vino amplio y muy estructurado con un paso firme y un cierto carácter graso bien compensado por una correcta acidez. El final es largo y persistente dejando recuerdos de fruta amarga. La madera está muy bien integrada en el vino.
Por su estructura acompaña muy bien en la mesa con aves y carnes blancas, en mi caso con un Roti de Pavo relleno de perretxicos y jamón ibérico.
Este vino de lujosa presentación y estrambótico nombre es un buen ejemplo de blanco con carácter, pero tiene el mismo problema que el resto de vinos de Benjamín Romeo: el precio. Cuesta casi 30 euros y eso es mucho para su calidad sobre todo si tenemos en cuenta los blancos que se hacen por “;ahí fuera”; (Alsacia, Loira, Alemania, Ródano). Bueno, pero caro.

Lo más interesante de este blanco riojano es la dificultad de dar con las palabras para describirlo. Es extraño, original, cargado de personalidad. Y muy bueno. Su perfumada nariz se abre con la fruta escarchada, la pera y el menbrillo, a los que no tardan en unirse las flores blancas y una percutante mineralidad que le dota aún de más empaque. En boca es graso, rotundo y sin embargo elegante, muy fresco gracias a una acidez plena y pujante. La madera ni se nota. Un ejemplar único en su estilo, que a ratos podría ser calificado de "borgoñón" y a otros de un "chateauneuf" blanco muy grande. Fascina y enamora.

El antiguo Gallocanta. Un vino especial, diferente; un gran tabajo. Color amarillo claro. Aroma potente, con gran expresión de fruta escarchada y dulce (pera). Es fresco pero potente con gran personalidad. Boca sedoso, corpulento, graso, exquisito sabor de fruta con toques amargosos e integrados de roble. Largo y placentero con retronasal con recuerdos anisados. Un placer muy escaso.