La última botella que compré en la desaparecida Vinacoteca de la Calle Valencia en Barcelona. Y es una botella, que aunque joven todavía y no ser de una añada muy buena, es para disfrutar, como casi todo lo que hace Benjamín Romeo. Color rojo cereza picota. En nariz aromas tostados de la barrica, toques especiados, hierbas del monte y notas minerales. En boca, después de dejarlo oxigenar un rato, entra de maravilla, cierta astringencia, pero, en este caso, agradable y muy buen recorrido, fruta madura, taninos presentes, muy buena acidez, elegante y con un largo final largo. Un disfrute.