Este Albina del 42 circula entre los aficionados a los viejos riojanos como una de las grandes botellas históricas de la zona.
Color rubí de cierta intensidad para su edad, con reflejos cobrizos y un ribete ligeramente anaranjado, muy ligeramente velado.
Nariz “otoñal”: hojarasca, setas, tierra húmeda, más delicada que intensa, pero con profundidad. Aparece una segunda ola de aromas finamente reducidos, cerezas, castañas, tabaco, mina de lápiz, finas especias y cuero.
Boca redonda, aterciopelada, con los taninos pulidos y esa acidez viva que refresca y levanta el conjunto, pleno de notas especiadas, fruta roja confitada, trufa, notas terrosas. Muy elegante, aguanta el tipo y no se viene abajo. Final sabroso, finamente amargoso, que deja un regusto a tabaco y especias.
Un grande que, llegando a los 75 años, sigue bien vivo. Otro estilo diferente al enorme Ygay del 42, que es una bestia indómita. Lo bonito en estos casos es poder comparar.
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