Rojo picota con trazas negras y ribete aún rosáceo. Capa media-alta. Limpio y brillante.
La laca de uñas es el aroma más predominante en un primer momento. Decantamos y al poco rato comienzan a desfilar una variedad de fragancias francamente interesantes; rosas, moras, pimiento rojo y verde, mermelada de fresa, mina de lápiz, silla de montar, (esta descripción la he leído de la cata de Daniel P. Whitaker de la añada 2006 y creo que es de lo más acertada) sangre, balsámicos, chocolate con leche y piedras.
Boca estructurada y hecha, con una gran acidez pero con un paso atercioplelado. ¿Hemisferio Norte?, ¿Hemisferio Sur?, ¡qué más da!. Tanino noble. Alcohol todavía presente, reflejo de que el vino tiene una gran vida por delante. Sabores equilibrados entre la fruta, la madera y los balsámicos con un fondo mineral y recuerdos terciarios.
Final largo y con un gran bouquet.
Un vinazo que ha comenzado cerrado pero que después ha crecido y crecido. La nariz es un tiro y en boca en cata ciega le echaríamos cuatro o cinco años como mucho. Tiene cuerda para rato. Un referente de los tintos chilenos.
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