Dentro de mi esquema lo catalogo como “;chapapote”;. Rolland, intentando aproximarse al gusto internacional, ha elaborado un vino sobremadurado, sobreextraído y muy frutal . En el paladar, la presencia del alcohol es tan intensa que llega desagradar. Un vino de impacto de los que ganan catas y no te acabas la botella en la comida
Púrpura casi negro, ribete cardenalicio. Nariz con finos aromas de café y especias así como acentos tostados y ahumados, que luego abren arándanos y zarzamoras. Amplio en boca, incialmente es muy especiado y picante, y después ofrece chocolate y vainilla y mermelada de zarzamora, todo envuelto en un buen tanino --algo granuloso quizá. Postgusto elegante, largo, sin endurecerse y con fruta negra y algún recuerdo de balsámicos. La impresión general es que los tostados predominan, pero puede evolucionar bien al menos por 2 o 3 años más.
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