Esta claro que este pedazo de vino ha ganado mucho con la garnacha y la Syrah sin lugar a dudas.
Sus 6000 botellas rubies, con aromas de fruta negra como ciruelas, moras. El autentico terroir no filtrado, la miel del campo que se continua en boca, con sabor a rosas, zanahoria, granadas. Así es la garnacha.

Picota granate de buena capa con destellos violáceos.
Nariz de buena intensidad, bien definida, franca y atractiva, con notas de fruta negra, recuerdos florales (flores silvestres), algún matiz balsámico y un fondo ligeramente tostado.
En boca entra bien, y siendo un vino de una zona cálida sorprenden por la finura del paso, cuerpo medio, taninos vivos, dulces, muy pulidos y bien integrados, bastante buena acidez y buen recorrido.
Muy bien definido.

Rojo picota, ribetes rojizos, capa alta.
Aromas de cierta intensidad, con unos toques de reducción iniciales que no desagradan y que se van disipando con el aire. Destacan los recuerdos florales, de fruta negra licorosa, unos ligeros especiados y tostados, regalices, ahumados y unos mínimos toques animales muy curiosos.
En boca es un vino potente y estructurado, con una acidez correcta, un paso firme y con cuerpo y un final con cierta amplitud que deja recuerdos de frutas negras y especiados. Tanino un poco presente, no muy agresivo, pero que debería redondearse con más estancia en botella. Persistencia media.
Un vino con personalidad, sabroso, con perspectivas de evolución, que no enamora pero que sí resulta original, digamos que no es uno más de muchos. Buen trabajo de vinificación y mezcla. Interesante.