España aportó a Francia - bajo la influencia de Luis XIV - la guitarra, el chocolate y el fondillón. El chocolate, lo encontramos en este vino sin par : su olor y su sabor se mezclan con matices de cacao en polvo, de ciruelas cocidas, de higos pasificados y con otros - más ajenos a nuestro paladar francés - notas de frutos secos ligeramente salados, de almendras garrapiñadas y de hierbas amargas. ¿ Y la guitarra ? ¡ A ello voy ! : el fondillón nos transforma en guitarra, cuando nos toca la cuerda sensible y nos convierte a la hispanidad. ( PVP : 25 € )

Color caoba con ribetes amarillentos, capa baja, limpio y brillante y algo fluído.

Buena intensidad aunque se presenta de manera tímida presenta una nariz diferente, domina las notas de la madera, con algo de fruta negra madura o sobremadura, es algo cálido en nariz pese a estar frío, y leve avellana. Fondo tostado y raro aunque no es desagradable, pero si raro ,tabaco de puro.

boca suave, seria, algo cálida, no es abocado en la entrada sino seco, vino con recuerdos de fruto seco y longitud media, tiene buena acidez con recuerdos algo amargos y tostados.

"No se puén contimparaaaar
un charco con una fuenteee
sale el sol, se seca el charcoooo
y la fuenteee, premaneceee"

Así reza la jotica.

Iba a tirar al contenedor esta botella consumida hace meses con mis queridísimos amigos cántabros sin colgar valoración, pero he metido la nariz en la botella... ¡huele que alimenta!

Qué aroma, para atraparlo de algún modo y... no sé.

Así que me he decidido a rendirle un pequeño tributo con esta valoración, en la que no voy a decir más que lo dicho de este maravilloso fondillón a caballo entre un tinto dulce y un fondillón radical: que "premanece".

Y eso, es mucho decir.

Capa media, brillante, ámbar mieloso, lágrima densa, intensidad en nariz alta, aromas a uvas pasas, licor, tabaco, balsámicos, ahumados, acidez marcada. Muy concentrado equilibrado y largo.

A la vista se presenta con color caoba con matices variados y una lagrima densa, ancha y lenta.

En la nariz se presenta con una buena intensidad, complejo y elegante a la vez, con notas de solera y orejones.

Al paso por la boca, se muestra con mucho volumen, con frescor, fruta madura dulce y con salinidad.

En vez de cata yo lo llamaría, gratos recuerdos.

Gracias amigo Aurelio. Mil gracias.

Es de un rico aroma,fino e intenso, aumentado gracias a una punta algo punzante. Surgen unas elegantes notas rancias, madera noble y especiada, piel de naranja, orejones. Hay madurez y hay frescura en un agradable fondo seco de avellanas tostadas. Conforme lo mueves en la copa surgen unas leves y gratas notas de lacas, de barniz, entre mezcladas con el hollejo macerado, retiene recuerdos de la fruta negra. Al paso del tiempo me descubre un aroma de pan de higo, de dátil maduro, hay un fondo ocre, algarroba seca, arpillera, monte bajo.

La entrada en la boca es suave y delicada, deja al paso un agradable recuerdo de dulzor, el vino entra y crece, se hace potente, balsámico y cálido, tenemos todo lo apreciado en nariz, con jugosidad, ensalivas. Deja para el final (si existe) un rico punto dulce que se balancea con un rico toque seco, para volverte loco.

Un vino, el fondillon, que no tiene elemento comparador y eso es ya mucho y lo convierte en obra de arte única.

Es como sumergirte en una barrica con años de envejecimiento de vino consiguiendo un producto en el que predomina la madera sobre las sensaciones de uva, con cierto punto de acidez pero con gran complejidad.

Una obra de arte, compleja, que no siempre gustará porque es intenso, diferente, con mucha evolución y madera que inunda todo y puede que su virtud sea su defecto para otros.
Un color precioso, una nariz compleja y una boca particular le hace ser un vino de amores y odios extremos.

Nunca deja indiferente.

Catado junto a sus hermanos del 50 y 60, le ponen en su sitio.

https://www.verema.com/vinos/105753-salvador-poveda-fondillon-gran-reserva-1950-1950

https://www.verema.com/vinos/105754-salvador-poveda-fondillon-gran-reserva-1960

La nariz es franca y clara, hay café balsámico, la madera es tostada, notas de arpillera, se insinúan las lacas y los barnices, surgen unos gratos tostados, tiene carga aromática, si bien en comparación con los anteriores muestra un perfil más fresco y menos complejo, lógico por otro lado, pero marca un ligero cambio de rumbo.

La entrada en la boca de inicio es fresca, muy grata, tanto el dulzor como el punto seco, hacen acto de presencia al unisono, marca la madera y el grato alcohol. Hay frescura combinada con las notas de crianza y las notas oxidativas, indica lo que va a ser. El toque rancio pasa un poco de largo, no se fija y se aprecia más el dulzor, con un leve recuerdo de azúcar quemado, que se transforma hacia el amargo.

En la copa es muy fragante, es de una gran intensidad, profundo, balsámico, reconciliador, amable. Hay maderas finas, ceras, ebanistería, junto con dátiles, higos secos, pasas, lacas finas, algo punzantes, puro brío,notas rancias, surge el alcohol, con equilibrio, con elegancia.

La entrada en la boca es amable, un dulzor de libro, un fino alcohol de libro, unos ricos tostados, cremosas notas de pastelería, frutos secos, avellana y nuez. Todo ello con volumen y acidez equilibrada, es gustoso, con un agradable amargo, un vino completo, caudalias envolventes, tiene para dar y vender.
En el final (si existe) queda en la boca un grato tanino, que impresiona, su potencia, grato estar, y viveza, sin duda te hace siervo de la Monastrell.