Me ha sorprendido este vino chileno que me dio a probar un muy buen amigo anoche. De capa altísima como corresponde a un buen syrah y más de hemisferio sur, en nariz queda marcada la barrica francesa en forma de lavanda y tomillo sobre aromas de frutos negros muy maduras. Se muestra floral, complejo, con toques de madera dulce y tabaco. En boca su entrada es exquisita, de paso fresco, voluptuoso y sensual, mostrandose los taninos como una cariñosa caricia en el paladar. Su final largo, ligeramente amargo y con recuerdos marcados de cacao. Glicérico y muy sabroso. Creo que ronda los 30€ en España.

He probado otras tres o cuatro añadas de este vino y siempre ha resultado un valor seguro, sin exceso de crianza ni de madurez. Esta vez ha sido un poco más "obvio" si cabe, con la crianza que se percibe de gran calidad pero un poco prominente aún entre tonos de vainilla, granos de café y chocolate de leche, que dejan un poco en la retaguardia a la fruta del vino (ciruelas negras y blueberry). En boca es de buen volumen, amplia frutosidad, de estructura decente y recorrido que no pierde interés. Se bebe muy bien y acompañó de lujo a los cortes con menos grasa de un rodizio brasileño en Fogo de Chao https://www.verema.com/valoracion/572279-si-dios-fuese-brasileiro-comeria-carnes-aqui. Pero en esta añada le falta algo de la garra que ha mostrado en otras cosechas, donde desplegaba un estilo más "ródano" pero mantenía su carácter chileno. Espero que sea reflejo de la añanda, y no un cambio de estilo. De todos modos, lo volvería a comprar y a recomendar.