Tremendo pinot noir, de color granate de capa media alta y una natiz intensa y seductora, con gran profundidad, en la que dominan las notas de violetas, frescas y ajadas, sobre unos finos toques especiados, algo de fruta roja fresca y cacao en polvo. En boca tiene buen ataque, pasa fluido, con un tanino fínísimo, fresco, largo y pese a su ligereza con sensación de estructura. Un Borgoña para enamorarse de la pinot noir... con algo más de estructura de lo esperado..

Estoy con EuSaenz en que este tinto es sobre todo Mortet, mucho Mortet. Con esa capa alta y profunda, su aire más maduro tanto en nariz como en boca, su deliciosa sensualidad.
Los tintos de Mortet siempre me han parecido muy personales y, sin embargo, al mismo tiempo borgoñones a más no poder. No sé si será porque la variedad tira mucho y siempre es capaz de dejar su huella o porque el elaborador siempre se las ingenió de maravilla para jugar con las dos barajas: la suya y la de la Borgoña más suculenta.
En cualquier caso este tinto es el perfecto ejemplo de un estilo y la fidelidad a un origen. De terroir no hablaré porque últimamente he decidido que no tengo ni idea de lo que eso significa, o, al menos, ya no sé muy bien como dar con él cuando nos las vemos a solas la copa y yo. Puede que aquí alla terroir o no. Puede que por Marsannay tampoco haya mucho que pillar en ese aspecto. Qué más da. Lo único que sé es que este tinto tenía todo lo que podía esperar de su elaborador: personalidad, madurez, amabilidad, profundidad; y mucho de lo que podía esperar de un gran Borgoña: ese aire apetitoso, esa sutileza comestible, ese no dejarse cazar nunca del todo, ni en aromas, ni en sabores, esa obra maestra de saber seducir desde la chita callando, ese estar encantado de que uno caiga en sus redes sin remedio.
Más o menos todo eso me sucedió a mí. Y algunas otras cosas más que, por pudor, prefiero callar.

Rojo picota de ribetes amoratados y capa media. Más capa y color que lo habitual en Borgoña.
Nariz intensa y plena que necesita de aire y trabajo en copa para abrirse. Cuando se abre se expresa con una deliciosa fruta roja, profunda y definida, unos marcados tonos especiados sobre todo pimienta negra y siempre con un carácter netamente mineral. Se advierten también ahumados, finos tostados y algún toque animal. Complejo, expresivo, fino y fantástico.
En boca resulta redondo y equilibrado por su buena acidez, la excelente integración tánica y el final lago y persistente que deja recuerdos frutales y especiados. Pese a su juventud, el vino se muestra pleno y redondo aunque tendrá un buen recorrido en botella. Fantástico trabajo de madera y de viñedo. Muy bueno.
Denis Mortet fue un grande de la Borgoña y este vino no es más que una muestra de su gran trabajo. Este vino es más Mortet que Marsannay y por tanto su estilo es moderno, pero ante todo es un Borgoña con todas las de la ley. Un fantástico vino. Precio 36 euros, caro pero adecuado para su calidad. Para repetir.