La cantidad de familias aromáticas que posee este Champagne es casi increíble. Todas ellas cubiertas de color piel de cebolla se alternan entre sí jugando con nuestros sentidos: el almíbar, las fresas, frambuesas, mieles, el cabello de cabello de ángel, la papaya, el mango, la vainilla, la manzana caramelizada e incluso un vago recuerdo a piel llegan nítidas y francas a nuestros sentidos. Cordero, ¿cómo no?, al cordero le va el Champagne.

Aromas no tan francos, bastante maduro el abanico frutal, con algun tostado o ahumado de vegetal; pieles de naranja secas o albaricoques. Con cierto extracto y cierta cantidad de azucares residuales...No creo sea una cosa de botella. La fruta tipo baya, algo de grosella o arandano blanco quizás, pero bastante plomizo el vino espumoso este.

Rosado pálido piel de cebolla, de burbuja pequeña, rápida y uniforme.
En nariz es un espectáculo de expresión frutal. Al principio se muestra vinoso, sobrio y serio, pero al rato en copa comienza una sinfonía de frambuesas, grosellas y cassis deliciosa, aderezada con toques de cacao, chocolate y un fondo mineral de gran elegancia. Recuerdos anisados. Apetitoso.

En boca es una caricia, con un equilibrio asombroso. Sabroso, complejo, vínico y estructurado. Acidez punzante, carácter envolvente y cremosidad placentera. El final es eterno y deja un recuerdo de esa golosa fruta roja. Le dejaría un tiempo en botella, pero ahora mismo es irresistible.

Jolín que maravilla de vino. Qué pasada de Champagne. Es un Borgoña Grand Cru con burbujas y uno de los más grandes rosados que se pueden encontrar. Aguantaría desde una noche de placer con la botella y la mejor compañía, hasta un chuletón de buey. Su versatilidad y su sensualidad son sublimes. Son 110 euros y eso es ya mucho dinero, pero estos son de los pocos vinos por los que pagaría semejantes cantidades. Maravilloso.