Estamos con este Priorat al que le teníamos ganitas la verdad. Abrimos la botella y la dejamos respirar por espacio de dos horas antes de proceder con su valoración a 16°C.

VISUAL: De color rojo rubí de capa media-alta, con el ribete amplio y luminoso, en tonos cereza. Lágrima fina, escasa y ligeramente tintada (90).

OLFATIVA: Lo primero que nos llama la atención son sus apuntes especiados de pimienta negra y clavo así como unos frescos herbáceos de montebajo mediterráneo, a tomillo y orégano. Agitamos un poco y aparece la fruta en forma de guindas en licor junto con unas notas balsámicas de regaliz y al final más fruta, "garnacheando" si se me permite el palabro, en este caso acompotada (mermelada de frambuesa). De fondo encontramos unos sutiles vestigios de la madera en forma de duelas envinadas. De intensidad media y rico en su complejidad  (89).

GUSTATIVA: Aquí se muestra como un buen Priorat, con un punch interesante. Carnosito, con cuerpo, de gran amplitud y con sus taninos a medio pulir lo cual le proporciona un paso por boca ligeramente astringente y licoroso. Los aromas retronasales son de carácter mineral pizarroso (licorella) y el post-gusto resulta frutoso y balsámico con notas acompotadas y de regaliz de palo. Al rato la crianza en barrica se hace notar aportando recuerdos de ebanistería fina y de nuevo a duelas envinadas. Nos da una persistencia de tres minutos y 10 segundos de gran disfrute. Un priorat "suave" en comparación con otros paisanos suyos, pero manteniendo una gran estructura y de cuerpo medio. En plena fase ascendente por lo que le auguro su clímax en unos 5 añitos. Nos ha gustado la verdad (90). 

La RCP es muy buena pues cuesta algo menos de 15 euros, un precio ajustado en comparación con la mayoría de los vinos de su misma denominación.

MARIDAJE: El primer día lo abrimos con nuestro habitual surtido de embutidos ibéricos de los lunes. Otro día acompañó un delicioso pollo al ajillo y nos lo terminamos con unos callos con chorizo de campeonato. Destacaremos el maridaje del primer día pues la frutosidad, la mineralidad y corpulencia de nuestro Priorat, fueron el contrapunto perfecto para lidiar con la alta intensidad de los sabores cárnicos y grasos de nuestro platazo de queso, jamón y embutidos ibéricos. Una armonía exquisita que nos proporcionó un disfrute descomunal amigos.

Salud-os!!