Y tráeme a Lobezno, porque para abrir esta botella lo necesito!!!! Madre mía qué duro estaba ese tapón de rosca!!!!!!!!!!!! Tremendo. Tuve que tirar de un cascanueces para poder abrirlo, pero ahora entiendo por qué... Porque dentro se encontraba el auténtico elixir.

La nariz necesita de oxigenación, porque al principio es tímida, fresca, pero esquiva. Luego, cuando se disipa la niebla, surge la magia del Loira. Una extraordinaria frescura te invade la nariz, con cítricos campando a sus anchas, la mineralidad muy potente danzando entre la lluvia de fruta blanca, flores y suaves herbáceos. De repente, de fondo, como en toda buena película, sale un actor inesperado con aroma de fósforo de cerilla, acompañado de suaves polvos de tocador.

Si la nariz era espectacular, la boca es un escándalo, con esa mineralidad taaaaaaaan potente y esos cítricos y toques de fruta blanca comandando la entrada en la boca. Y la acidez abre fuego sobre nuestras papilas gustativas, afilada, pero placentera. Flores, herbáceos, esas notas de cerilla... todo está perfectamente ensamblado y tan joven, que da pena hasta beberlo... Bueno no, porque lo disfrutas como un enano.

Sé que este vino estará mejor dándole tiempo en botella, pero creo ue está mejor aún en mi barriguita :D