Un Gewurztraminer de la bodega Trimbach de 1973: una curiosidad.
Nos encontramos con una media botella.
Nariz: Una nariz muy aromatica con notas a uva pura y litchi. Muy expresivo y abierto.
Boca: En boca es todo el contrario. El dulzor se ha trasformado en algo muy seco. Ha perdido casi todo el azucar y ese dulzor que caracteriza los Gewurztraminer.
Tiene una acidez mas que aceptable y una buena largeza en fin de boca.
Ligero y equilibrado es un vino que no tiene defectos mayores pero tampoco tiene esa alma y emocion que procuran algun vino antiguo. Es un vino de placer que no tiene mucho que cuentar.
Una buena experiencia de todas formas.
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