Restaurante Tres Lunas (CERRADO) en Madrid
Restaurante Tres Lunas (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Zona:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
28,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos
Nota de cata PRECIO MEDIO:
42 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.4
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
6.8
RCP CALIDAD-PRECIO
7.4
Opiniones de Tres Lunas (CERRADO)
OPINIONES
22

Nueva incursión a Tres Lunas, esta vez para cenar, aunque solemos acudir alguna vez a tomar el aperitivo.

Sábado noche, restaurante lleno a rebosar, pero el ruido justo y la correcta separación de mesas hacen que no te agobies en absoluto.

Cenamos a base de raciones para compartir destacando los frescos y sabrosos berberechos en gazpachuelo de citronella, los siempre curiosos rollitos de pato en salsa de almendras, una deliciosa vieira con arroz, finalizando con una contundente coca de pollo de Las Landas, jugosa y de masa crujiente. Postres igualmente apetecibles, en especial un helado de vainilla de Tahití. Cocina destacable y sabrosa.

La carta de vinos no ha cambiado mucho, pero cierto es que tiene suficiente profundidad y mucha variedad, con vinos de las más importantes DO nacionales y algunos extranjeros de postín, con una interesante selección de champagnes. Disponen igualmente de una importante variedad en vinos de Jerez, ya que Pedro es un gran aficionado a estos, incluyendo selecciones de Navazos o el magnífico Oloroso Gobernador, vinos que podemos tomar por copas. Servicio del vino y mesas a la altura, cercano y cálido, es un lugar en que te sientes como en casa. Rematamos con esos magníficos mojitos que se marca Pedro, un monstruo de la coctelería.

Tres Lunas es un lugar más que recomendable en Madrid, con una serie de tapas variadas y vinos por copas para disfrutar tanto en barra como en mesa. Precios más que correctos para lo que recibimos, sobre los 35 euros por persona + vino.

...Una opción muy apetecible y original. Interesante local, pequeñito pero muy coqueto. Comimos en la planta de arriba en la mesa situada delante del armario que conserva los vinos.
Empezamos con un par de zumos de tomate muy bien elaborados y dos cervezas acompañadas de unas ricas olivas. Comida para cuatro: nos ofrecieron un 'chupito' de gazpacho de sandía, bien. Elegimos para compartir lo rollitos, buenos, la cecina con almendrás, muy rica, el secreto ibérico con patata revolcona, muy bien, y las croquetas de espinacas, también buenas. De segundos la sabrosa hamburguesa de cordero, dos deliciosas vieiras con arroz y un atún rojo exquisito. De postres probamos el brownie, bien, y un chocolate blanco con mango y frambuesa servido en vaso, interesante. Cuatro moscatel de Enrique Mendoza La Marina, de la parte de la casa. Unos cafés con hielo servidos en sorbete que personalmente me encantan.
La carta de vinos es interesante, con algunos caldos menos conocidos pero que merecen la pena. Esta vez tomamos Malpaso: no se si tenían algún problemilla con la temperatura del armario, porque estaba caliente, problema que solucionaron de inmediato con una cubitera: la preocupación por el vino se nota, pues hasta que el vino no alcanzó una temperatura óptima de consumo la camarera no sirvió más que un poquito en la copa, y en cuanto solucionó el problema sacó el vino de la cubietera.
Es un local agradable con una más que respetable propuesta culinaria.

Almuerzo para 5 personas. Solo nuestra mesa en el restaurante, una pena porque es un sitio que merece muchisimo la pena conocer. El recibimiento bien. Nos sentamos y pedimos dos finos, una sin alcohol y una coca cola mientras ojeabamos la carta. La carta es rara ya que solamente hay cosas para compartir y tapas individuales. Se trata de pedir y despues adecuan perfectamente lo que has pedido para el numero de comensales. Antes de comer, unas olivas manzanilla muy apetecibles, y una sopa de sandia muy buena.
Para compartir: Ortiguillas (deliciosas) con un sabor a mar muy excelente; Pulpo con espuma de patata, muy bueno el pulpo; y solomillo en tartar en cucurucho, con un aliño exquisito que le da un sabor muy bueno. Platos individuales (y son platos, no tapas como pone en la carta): carrillera de ternera, muy muy buena; 2 vieras con arroz, tambien muy bueno; hamburguesa de cordero; y sopa fria de erizo (olía a mar en toda la mesa, como si estuvieras comiendo al borde de la playa). Postres: maridaje de quesos, que estaban buenos, pero no son algo exquisito, una crema de cafe muy buena y un cafe. Dos PX HECHIZO invitacion de la casa y un oporto.
Espacio aparte para los vinos: carta bien elaborada aunque faltan algunas referencias que para mi son muy buenas en la misma linea (beryna, por ejemplo). Nos dejamos aconsejar por Pedro: Alter Enos blanco, en la linea de Ossian, aunque a mi me parece menor; Magallanes tinto, un vino en estado salvaje, muy bueno, tempranillo con una potencia que minora la calidad del vino. En general muy bien aconsejados.
El trato y el servicio es muy bueno, por encima de lo que aparenta el local. Algunos detalles son de gran restaurante. Por todo esto 200 euros.
Este tipo de restaurantes son de esos que sobrepasan las expectativas, muy buena relacion RCP. Espero que perdure en Madrid porque repetire seguro

Local atractivo, pequeño pero acogedor, de decoración moderna y cálida. Mesas cómodas, con una correcta separación. Ambiente joven y desenfadado.

La cocina es de temporada, basada en materia primas de buena calidad cocinadas con esmero e imaginación. Además de la carta hay una interesante oferta de raciones para barra y mesas. Destacables entre otros, el bacalao con costra y esa lasaña de rabo de vaca. Postres finos y sabrosos. Muy interesante.

Carta de vinos completa, variada, con vinos bastante bien seleccionados. Hay además una buena oferta de champagnes y blancos. Referencias nacionales en su mayoría, con alguna presencia extranjera. Precios bastante ajustados. Copas de buena calidad. Servicio joven y cercano, que hace perfectamente su trabajo.

Un local que poco a poco se va abriendo hueco en los restaurantes que dan importancia al vino y a su tratamiento y servicio. Recomendable tanto para comer en mesa como para tapear en barra, con una atractiva terraza para las noches veraniegas. Precios más que correctos para la calidad que recibimos. Volveremos, eso seguro.

Sitio agradable con mesas amplías aunque un poco juntas, manteles y cubertería adecuada. Compartimos unas croquetas (fue lo que menos nos gusto) adecuada temperatura y textura pero no se apreciaba el sabor a espinaca. A continuación lasaña de rabo de vaca, muy buena mantienen la gelatinosidad y potencia del plato, la coca de pollo sobre verduras asadas y ali oli de cítricos es muy fresca y lígera. Para finalizar compartimos un maridado de quesos nacionales bien combinados. Recomendable sin excesivas expectativas.

Nos había llamado la atencion varios comentarios de este restaurante y decidimos ir a conocerlo. Nos juntamos un grupo de ocho y fuimos llegando a la zona de chamberí poco a poco. El local me resutó atractivo, decoración de corte moderna, elegante. Empezamos tomando unas cervezas y unos vinos en la barra de la planta baja, y a continuación nos sentamos a cenar. Ya en la barra se notó que el champagne entraba dentro del plan A del establecimiento. Estuvimos en la mesa de la planta de abajo.

Le comentamos al sumiller que queríamos probar varios entrantes y nos preparó los platos para que pudiéramos repartirlos sin problemas. La carta es más bien corta, pero muy bien resuelta, cocina moderna llevada a cabo con sinceridad. Una parte de entrantes y otra que llaman 'tapas individuales'. Probamos la cecina, muy buena, el pulpo con espuma de patata, riquísimo, guacamole, y rollitos de pollo y unas buenísimas croquetas de espinacas.
En los segundos trajeron por error una ración de vieira, que el sumiller puso al centro de la mesa hasta que llegara las migas con butifarra negra... Gran decisión! Fue uno de los platos que más nos gustó. Muy correcta la coca de pollo, hamburguesa de cordero y la colosal lasaña de rabo de baca.

Carta de vinos interesante, diseñada alejándose de los tradicionales, con suficientes referencias para maridar la pitanza: unos cuantos champagnes, sugerencias del local, respeto a los blancos y a los rosados, y tintos que abarcan bastantes denominaciones. Precio de los vinos un pelín subido. Probamos un rosado Gran Feudo y 2 botellas de Mestizaje decantadas para abrir el vino y disfrutarlo plenamente. Buen servicio del vino y buenos detalles del sumiller.

Postres correctos, brownies de chocolate, quesos maridados... Nos pusieron una oporto de parte de la casa y dejaron la botella en la mesa, no se si porque comitieron algún error con la comanda o porque lo hacen así siempre.

El servicio es bueno, cercano y amable. Preocupación por atender bien y por hacer que la velada resulte atractiva. Desde luego en esta ciudad, donde en cualquier sitio te gastas una pasta, este restaurante es una opción muy atractiva, y como dice un comentario anterior, el sitio se recomienda solo.

Volveremos!

Hace unos 7 meses que habíamos estado, y nos gusto, pues a pesar de los golpes de la crisis, a nosotros personalmente nos ha vuelto a encantar.
El local es bonito y acogedor, barra abajo y pequeño comedor en la parte de arriba, suele aparcarse bastante bien por la zona y también hay varios parking públicos, su pequeña carta abarca un buen numero de especialidades bien resueltas, una primera parte para compartir y otra a la que llaman tapas, pero que son platos completos y generosos, a nosotros nos dio la opción de elegir medias raciones y probar mas cosas, memorable la coca de pollo, una delgada masa crujiente con berenjenas, calabacines, pimientos, tomates y cebolletas asadas y sobre ella laminas de pollo al .... (no recuerdo), distintos tipos de pan que sirven durante la comida, pequeñas raciones de postre, refrescante la piña a la brasa con leche de coco.
Pero donde destaca es en el apartado de los vinos, en esta ocasión éramos una pareja y uno no bebía vino, abrió una botella de champagne para una sola copa y al preguntar la señorita de la sala me comento que solo tenia riveras, riojas y un fontal por copas, pero en ese momento se acerco ¿..... (no recuerdo su nombre).....? y abrió una botella de caliza de marques de griñon, sirviendo una copa y dejando la botella en la mesa para su posterior servicio.
Un servicio bueno y atento, platos de gran calidad y a disfrutar plenamente del vino, tiene una amplia colección de ginebras que en esta ocasión no tomamos.
Un lugar agradable y para volver sin duda.
Por poner un pero, un poco largo la espera hasta los cafes.

Coqueto y cálido restaurante, decorado en blancos, ocres y tierras, distribuído en dos pequeñas plantas. En la inferior hay generosa barra de taberna vanguardista, donde tomar un vino y picar algo. La planta superior dispone de unas cuantas mesas que, aunque sin holguras, dejan espacio suficiente para cenar con agrado.
La carta de vinos, sin ser desmesurada, es amplia y está hecha con inteligencia y amor, combinando novedades con referencias más conocidas, siempre dentro de la mejor modernidad. Para el que no quiera líos, las recomendaciones del restaurante son estupendas. El servicio de vino correcto, aunque no excepcional.
La carta es creativa, original y muy funcional para estos tiempos que corren, al estar directamente dividida en dos bloques: los platos para compartir, y las "tapas" individuales, que funcionan perfectamente como plato principal. La cocina es moderna con raices tradicionales, y se apunta a la moda del "reinvento" de las recetas de toda la vida. Así, probamos unas patatas revolconas con pluma de iberico un poco a ras de suelo, o una brandada servida en copa de cóctel que gustó mas. Las vieras muy buenas, aunque los boletus que las acompañaban han debido de tener días mucho mejores. Los postres no nos emocionaron. Los creativos entrantes, para nosotros, lo más gozoso.
Como la experiencia está a un precio razonable para la zona (30+ vino), y el servicio es atentísimo, el sitio se recomienda solo.

Estamos de enhorabuena pues no hay muchos bares de vinos en Madrid. Elegante local de diseño moderno con buenas y originales tapas para comer. Buenos y variados panes para escoger.

La carta de vino bastante correcta, con demasiados tintos en mi opinión. Vinos novedosos y hasta 7 champagnes en carta más alguna sorpresa fuera de carta. Precios de normales a algo subidos, dependiendo de lo que se elija. Buenas copas y buen servicio.

Unos 30-40 euros sin vino.

Nos llevamos una grata sorpresa con este restaurante, situado en una zona céntrica de Madrid, su cocina es moderna y con personalidad. Comimos pulpo con espuma de patata, plato muy sugerente y a la vez ligero, original la ternera en tataki, y mas normalitas la brandada de bacalao y las vieiras con boletus. Todo ello regado con un buen vino de Toro, el Dehesa Gago 2006 de Telmo Rodriguez, redondo, con aromas a frutas rojas y regaliz. El Servicio fue correcto. Merece la pena repetir

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