Demasiado tiempo después y tras un encuentro Verema en el que recordamos cosas del pasado, saltó la alarma de "que sabes de.." y te das cuenta que ha pasado el tiempo y muchas cosas, incluida pandemia, desde la última visita. Tocaba poner fin, así que llamada y visita, lo que no fue fácil porque estaba lleno con doble turno, pero hicieron hueco.
El local no ha cambiado en su estructura y funcionamiento, sigue siendo el menú del día (ese si que cambia cada día) bien trabajado por Alfonso con lo que hay en el mercado dejándote dos opciones de entrante primero y segundo más el postre y café, también incluye una bebida; hoy había además del pan:
. aperitivo: alcachofas al vapor y carbonara de langostinos una combinación difícil de imaginar pero con una sutileza de sabor y textura difícil de conseguir; rematan unos chips de verduras. Se nota que hay cocina detrás de cada plato.
. arroz en fesols y naps: con un fondo de caldo (morcilla incluida) y un perfecto punto de melosidad en el arroz y muchos, muchos tropezones de los que destaco la oreja por su punto de cocción. Sobresaliente.
. bonito con tomate confitado: sobre un lecho de abundante tomate confitado que está para mojar pan como si no hubiera mañana, un buen lomo de bonito fresco magnífico de punto de elaboración (hecho pero terso). Muy bien.
. torrija con sopa de caramelo y chocolate: nada de siropes, buen chocolate y una torrija sin pasarse de fuego ni de textura blanda; todo sabor. Muy bien.
. un buen cremaet: bien preparado.
Completó la fiesta la parte líquida a la completa elección de Alfonso y me puso un par de copas de Clos Lojen 2023, un increíble tinto de una garnacha fresca de Bodegas Ponce en Manchuela (me apunto a cualquier vino de esta bodega capaz de hacer buenos vinos de 8€ y de más de 100€). Con el postre no podía faltar un vino dulce Bacalhoa 2003 moscatel roxo 10 años superior y como siempre sorprendente además de muy bueno.
El entrar en el segundo turno me permitió poder hablar un buen rato con Alfonso acabando ese vino roxo y recordando nuestras primeras visitas del grupo 3 x 4 (3 comensales y 4 menús). Junto a Mari Carmen siguen en gran forma y se les ve felices; y eso lo trasmiten a los clientes que lo disfrutamos. Es el 5º restaurante con más menciones en Verema de toda la ciudad siendo un pequeño local de barrio; por algo será.
El menú creo que ahora está en 15€, lo demás fueron extras que merecieron, como siempre, la pena.
entrante
arroz
pescado 1
pescado 2
postre
vino dulce
De nuevo regreso a los orígenes de Torrefiel a su local de toda la vida, sin renunciar a todas sus esencias y sus planteaminetos de menú de día laborable y los menús de degustación para las noches de viernes y sábado.
Algo llamativo del día es que más de la mitad de los comensales eran mujeres, incluyendo la parte del servicio en sala, que por cierto con eficiencia máxima. Se mantiene una buena vajilla que acompaña a unas cuidadas presentaciones de todos los platos.
El menú del día contiene un buen servicio de pan servido en caja que parece más un regalo que una panera; también vino a elegir en mi caso tinto un fácil S´M de Requena para cumplir. Hoy había:
. aperitivo de la casa como bienvenida: una crema de boniato, calabaza y castaña servida en un pequeño tarro de cristal propio de las mermeladas caseras. Bien de sabor y perfecta textura y como siempre. original presentación.
. un primero a elegir que suele incluir una opción de arroz o como en este caso, una fideuá de fideo medio perfecto de cocción, muy buena base de sabor y de tropezones, con ajustada presencia de aceite.
. un segundo en el que siempre suele estar el emblema de la casa: el gadhus, perdón, el bacalao, siempre perfecto de textura, punto de sal, punto de fuego que de tan bueno siempre se queda corto de cantidad aunque la ración sea buena; viene apoyado en unas verduras perfectas de cocción aunque demasiada presencia de aceite en la base (sin afectar al pescado) que produce más rechazo que invitación a mojar pan.
. postre: el brownie sabes que te va a gustar, pero siempre hay una tentación novedosa que se me hace irresistible. En este caso fue una mousse de coco sobre una salsa de frutos rojos y rematada por un arándano. Bien de sabor con ese punto cítrico que refresca.
Para terminar un buen café y sólo un pero (sonoridad aparte): no poder saludar a Alfonso que libraba este día. Habrá que volver y rematar la comida con una de sus maravillas de dulces portugueses.
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Hace unos días estuvimos el sábado para comer. Normalmente ibamos por la noche, pero decidimos probar el menú de mediodía, que incluye aperitivo, primero, segundo, postre, bebida y café. Todo por 18,50 €/persona.
EL restaurante lleno y eso que estabamos en el turno de las 15:30 h. El aperitivo fue una mini hamburguesa, muy buena. De primero, paella y de segundo, solomillo para uno y bacalao para el otro. De postre, brownie con helado y tiramisú. Todo a gran nivel, como siempre. Las bebidas fueron agua y copa de vino tinto (incluido en menú). Para acabar, infusiones.
Como curiosidad, salió Alfonso a saludarnos pero salió de la !!cocina!!. Si, desde hace unos meses, se le fue un cocinero y se ha tenido que poner él manos a la obra, porque según sus palabras, no encontraba el perfil adecuado. Pues visto lo visto, que siga en cocina.
Nos encontramos ante un clásico del buen comer, con unos precios fuera de los común.
Aperitivo: croqueta de bacalao con tinta de calamar. Olé!
Primero: arroz caldoso de cigalas. Riquísimo...con "material",y con la verdura en su punto.
Segundo: corvina, con espinacas. En su punto, y ración generosa.
Postre: brownie con helado de vainilla.
Alfonso me indicó, con mucho acierto- cómo no!- un albariño, muy rico.
Amabilidad y "saber hacer", definen a este reputado local.
Hasta pronto!!!
Me encantan las islas. Aunque sea continental de nacimiento, mi espíritu es decididamente insular. Esos diminutos lugares tienen algo mágico, son como pequeños mundos independientes que se erigen orgullosos frente a la inmensidad del mar en su contra. En las islas la evolución de las cosas es diferente y la naturaleza nos enseña que siempre hay otros caminos para hacer las mismas cosas. El problema de las islas es que no suele ser fácil llegar a ellas, pero si lo fuera quizá perderían su encanto.
Hace un par de sábados nos decidimos a visitar este local porque según afirman numerosas opiniones se trata de una de esas excepciones frente a la inmensidad gastronómica circundante. Al llegar, ni el exterior del local ni el entorno te anticipan que estés frente una isla, de hecho tienes la sensación de seguir estando en un barrio normal con gente normal, pero como durante el camino venía distraído probablemente no debí darme cuenta de que habíamos cruzado algún puente. Nada más cruzar el umbral de acceso aparecen mis primeras sospechas al ver en el expositor de vinos un Vega Sicilia Único del 2000 ¡collons, en mi barrio no se ven estas cosas!
Tras acomodarnos en nuestra mesa aproveché para pedir la carta de vinos, aun a sabiendas de que acabaría pidiendo consejo a Alfonso, pero me apetecía ejercer de voyeur unos minutos. Cada vez disfruto más de este pequeño placer terrenal. Carta extensa, con numerosas referencias tanto nacionales como internacionales, estas últimas centradas sobre todo en Portugal y Francia. Por aquello de la focalización, me llamó poderosamente la atención un As Sortes a 38€. Seguidamente nos explican el menú disponible el sábado a mediodía que consiste en un aperitivo, un primero, un segundo y postre, con una bebida y pan e IVA incluido por 18€. No recuerdo si incluye el café, aunque posteriormente no lo cobraron.
Al momento sale Alfonso disculpándose porque los sábados a mediodía está en la cocina y no puede atender las mesas. ¡por favor, faltaría más! Brevemente le comentamos que necesitaremos de su consejo para elegir el vino y que la petición será un blanco, seco, mineral. Alfonso activa el modo Jedi e indica a una empleada que vaya a por cierta botella. Instantes más tarde aparece con un ejemplar de Raúl Pérez, Valtuille, Godello 2014, que me hizo olvidar el As Sortes completamente hasta el momento de suscribir estas líneas. A partir de ese momento ya no tuve ninguna duda de que, efectivamente, estábamos en una isla.
El aperitivo consistió en unas lentejas cocinadas con foie, que cumplieron bien. Para los primeros platos se podía elegir entre paella valenciana con pato, que fue referida como buena y un destacable gazpacho marinero que llevaba unos higaditos de rape (creo) celestiales. Para los segundos platos, dos personas optaron por el solomillo de cerdo ibérico con chips de zanahoria (muy bueno) y las otras dos optamos por el bacalao a la vizcaína, que estuvo excelente. Finalmente en los postres apostamos por pedir variado y probar un poco de todo: brazo de galleta y chocolate, torrija con salsa de chufas, brownie con helado y tarta de calabaza. Todos estuvieron a buen nivel, pero lo mejor fue sin duda el excelente generoso portugués con el que nos obsequió Alfonso durante una breve fuga de sus obligaciones culinarias: Villa Oeiras, DO Carcavelos. Intentar definir los vinos me llevaría irremediablemente al fracaso, así que me limitaré a recomendaros que si tenéis ocasión los probéis, porque no os arrepentiréis. Terminamos con unos cafés variados y con la sensación de haber pasado un rato inmejorable, además de haber descubierto un par de vinos. Me perdí la primera parte del futbol y no me importó ni lo más mínimo.
Según palabras del propio Alfonso al final de la comida, en Malkebien tratan de hacer solamente cocina de barrio, pero sincera y bien hecha. Creo que uno de los grandes logros de Malkebien ha sido convertir en extraordinario aquello que debería ser normal, pero que por desgracia no lo es habitualmente. Por supuesto que es importante disponer de un buen producto bien tratado, pero esa implicación que tiene Alfonso con los clientes no se ve habitualmente y provoca nada más salir el deseo de volver. Sumadle una devoción poco común por el vino y una RCP explosiva y ya podemos convertir cualquier comida o cena aparentemente normal en un acontecimiento singular. Mientras salía pensaba, ¿por qué en todos los sitios no te cuidan así? Es curioso que de los muchos detalles que pueden tener contigo en un restaurante, uno de los más apreciados por el cliente y al mismo tiempo más baratos para el hostelero sea esa calidad en el trato personal y, sin embargo, no abunda en absoluto. Supongo que será, porque cuando es forzado no se valora igual.
Así que ya sabéis si os apetece visitar una isla, en Torrefiel hay una y, para todos aquellos que tengáis reparos en subir al barco o al avión no hay problema porque ya es maravilloso viajar hasta Malkebien caminando, en bicicleta o autostop, porque el puente ya está hecho desde hace tiempo.
Muito obrigado Alfonso.
Hace más o menos 18 meses, visite Gadhus (Rocafort), ese día un buen grupo de amigos me presentaron a Alfonso, me pareció una persona cercana, amigable, sensata, con muchas tablas debido a sus años de experiencia. Le volví a visitar cuando se trasladó a la galería, Pero yo tenia ganas de visitar a Alfonso en zona de confort, así que ayer me fui a visitarlo!
Me gustó mucho, por eso quería escribir lo antes posible. Desde que entramos, Alfonso nos recibió y nos trató con mucho cariño durante toda la comida al igual que el resto del equipo.
Él estaba ojo avizor, supervisando cocina y sala, (Salón completo y doblando mesas), Los camareros despidiéndose de los clientes por su nombre, eso quiere decir que no son de una sola visita, si no que son clientes habituales.
El menú que tomamos estaba compuesto de:
Aperitivo: Crema de calabaza, con un toque de aceite de oliva increíble.
DETALLE DE LA CASA: croqueta de garrofo fresco, sobre una crema de calabacín y curry, la terreta siempre presente....
Primero:
Arroz meloso de marisco, la sepia con una cocción perfecta, con un fondo casero y ligero.
Musaka con chips de Yuca, la presentación me gusto y de sabor muy rica.
Segundos:
solomillo de pato con patatas y salsa de quesos Dijeron que muy bueno.
Bacalao sobre escalibada, si voy a ver Alfonso tengo que pedir balacao, lo siento!
Postres:
Tarta de queso, sobre una masa de galletas
Tiramisú de Moca, otro de mis vicios el café
Por 11€, me parece insuperable el menú, pero sobre todo las ganas de esforzarse, en presentación, vajilla y servicio. Hubo cambio de cubiertos en cada plato.
Lo que más me gusto de esta visita,fue ver a Alfonso feliz, se le veía mucho más respaldado por ese comedor lleno de clientes habituales. Que dan la calidez, para seguir haciendo las cosas con ganas e ilusión.
Bebimos agua
Volveré!!
Tiramisú
bacalao
musaka
croquetas
arroz
crema de calabaza
Acudimos por la noche y elegimos el menú degustación (25,50 €), compuesto por 4 entrantes, 2 principales y postre.
Todo el menú a gran nivel, destacando los platos principales: bacalao y costilla ibérica. Uno de los postres, torrija de vainilla con sopa de chufas, excelente.
Gran servicio, con explicación de los platos.
El precio es sin vinos, ya que bebimos agua.
El grupo 3 x 4 ha desaparecido al desaparecer uno de sus componentes, coincidiendo con la desaparición de Gadhus. Aquel que nos hizo conocer Malkebien y de ahí a Gadhus Rocafort y Gadhus Valencia. Ironías del destino.
El ave Fénix resurgió de sus cenizas, y hay que volver al orígen para seguir creciendo. Como el vino que produce Alfonso y que se sirve en su local de siempre, que rezuma juventud, sin complejidades pero bien hecho, suave y agradable, que deberá ganar en intensidad y profundidad en otros planes de futuro.
Retorno al menú de barrio, con cocina más básica pero manteniendo unas buenas presentaciones y una excelente relacion calidad / precio.
Local lleno, con mesas que repiten turno. Manteles plastificados resultones, copas, vajilla, cubiertos.. apropiados al planteamiento del local. Servicio en sala eficiente.
Menú cantado y elección a bote pronto casi sin tiempo de pensar. . Dos primeros a elegir: paella valenciana y piadillas. Me quedo con el arroz que resultó bueno, suelto, bien de verduras, con carne (todo pechuga), que el calentón final dejaron al conjunto algo seco.
. De segundo a elegir entre filetes de ternera y filetes de salmonete que estaban rebozados y fritos con buena compañía de verduras. Cumplió.
. Postres varios a elegir y referidos como caseros (así se veían al pasar) y me quedé con el browni. Correcto y bien presentado.
. Un buen café final
Todo por 11€ y con el añadido de la casa de una crema de calabaza y castaña suave, fina, tamizada que entona y prepara para la comida.
Servicio de vino en la mesa, bien servido y que dejó la botella con confianza.
Valoración exprés, sólo para recordar a los que vienen de fuera este fin de semana que es una magnifica elección para ir a comer a mediodia.
Estuve comiendo ayer, como siempre a todos lados a los que voy ultimamente, llegado de paracaidista y sin avisar.
Nos agenciaron una mesa robada entre turnos y reservas, y nos regalaron una crema de calabaza, untuosa, suave delicada, muy diferente a las que suelo tomar yo, mas especiadas, ésta era más plana, pero no menos buena por eso.
Primer plato a elegir paella de calamar y gambas o musaka (de cerdo).
Paella en su punto justo de cocción, buena de sabor pero para mi gusto un poco subida de pimiento verde.
Segundo Bacalao a la Vizcaina o Costilla de cerdo al horno.
Y 4 o 5 postres a elegir, nosotros tomamos Tiramisu y brownie.
Cafes/infusiones
Agua y Cerveza
Todo 10.50€/persona
Otro dia me extiendo en los comentarios y subo fotos.
Buscando un lugar para comer de menú,un colega me recomendó la visita a este restaurante, ahora hermano pequeño pero germen del Gadhus, y allá que nos fuimos a probar. El local no es muy amplio, pero está muy bien aprovechado y no se hace pequeño; las paredes están decoradas con fotografías en blanco y negro, y las mesas cubiertas de unos manteles en verde y negro que ponen el contrapunto de color. El comedor lleno, y sobre todo de currelas, buena señal.
Comida de menú para 3: Nos ponen de aperitivo un minihojaldre coronado con una brandada de bacalao. De primero arroz al horno, no lo probé pero su aspecto era fantástico, y dos crépes rellenas de langostinos y setas con salsa de marisco sabrosísimas.
De segundo solomillo de cerdo en salsa de queso, muy bueno, y bacalao con crema de hinojo, un chip de plátano macho y una salsa de setas y pasas, el pescado quizás algo seco, pero la salsa no me pegaba con el conjunto.
De postre pera macerada, con nata y tierra de galleta sobre una lasca de pizarra (este era el recipiente y no se comía, lo demás sí).
Para beber nos pusieron una copa de vino de la casa, un tinto manchego con sabor a tabla, muy de moda últimamente por desgracia. Le pedimos la carta de vinos, un buen tocho en bonito papel reciclado con muchas referencias que no bajaban de 16€ (algo caro para un bar de menús me parece), y finalmente le decimos que nos aconseje un vino portugués: monte de peceguiña con 5 variedades de uva que no estaba mal(18€).
En suma una comida muy elaborada para un menú de 10'50€; sólo abren noches de viernes y sábados.
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