Restaurante Akelare en San Sebastián
Restaurante Akelare
País:
España
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir vino por copa

Precio desde:
104,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos noche, lunes (excepto festivos o víspera), febrero y primera quincena de octubre.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
199 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.3
Comida COMIDA
8.8
Precio medio entorno ENTORNO
9.3
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Salmonete
Ensalada de Bogavante
"Galletas de chocolate"
Nueces, limón y canela en equilibrio.
GT en plato.
Leche y uva,queso y vino en evolucion
Aquí tenéis el cochinillo
Estos son los aperitivos
VISTA DE LA PARTE EXTERIOR DESDE MI SITUACIÓN
Leche y uva, queso y vino en evolución paralela
Xangurro frio y caliente en ensalada
Falso risotto de verduras. Yema remolacha
Opiniones de Akelare
OPINIONES
39

Cuando uno reserva en un restaurante galardonado con tres estrellas Michelín, tras las dificultades que supone reservar y el precio que se va a pagar, las expectativas son altísimas. Quizás ese fuera el problema.

El local me parece bonito. El lugar mirando al acantilado espectacular. Quizás la única pega la corta separación entre mesas, podiamos haber conversado sin problema con los comensales de al lado.

La atención desde la recepción y el número de personas que la realizan me pareció adecuada. Buen ritmo en el servicio, sin pausas excesivas y también sin agobios.

Presentan tres posibles menús a elegir. Siendo la primera vez que vamos nos decidimos por el menú de los grandes clásicos, y quizás aún siendo platos de muy alto nivel y sin duda muy ricos y bien elaborados, creo que quedan por debajo de lo esperado. Por un lado en creaciones poco elaboradas para lo que esperaba, como por ejemplo una ensalada de bogavante tan elegante y correcta como poco imaginativa. Por otro eché en falta un par de elaboraciones en el menú, que se nos hizo algo corto (no ya en cantidad de comida, que no acabas con hambre, aunque tampoco saciado en exceso, sino en variedad en los platos).

Dentro de los platos, a mi parecer lo más imaginativo fueran una simulación de galletas de chocolate, que realmente eran una base de pan de maiz y el "chocolate" sustituido por morcilla. Y un canelón con trufa blanca y parmesano muy bien presentado y con sabor global muy bueno. Por debajo del nivel creo que estaban el salmonete (punto de cocción impecable, pero con presentación algo anticuada, incluyendo sus famosos espirales rellenos) y las carnes (mismo problema).

 

El servicio del vino me gustó mucho. Buena relación con el sumiller (Carlos Muro), atendiendo bien las indicaciones del cliente y ofreciendo cosas adecuadas a lo que solicitábamos. Pedimos un Champagne para comenzar (Chartogne-Tallet Orizeaux 2009), y posteriormente servicio por copas de dos tintos y algunos dulces. Disfrutamos mucho con el maridaje.

La sensación global es que hemos comido estupendamente y pasado un muy buen rato, pero personalmente me cuesta justificar las tres estrellas Michelín en este restaurante, a mi parecer con platos con elaboraciones impecables pero más discretas de lo esperado. Y el número de elaboraciones también se me quedó corto.

 

Quizás si hubiese solicitado alguno de los otros dos menús que ofrecen hubiera cambiado mi percepción respecto a la discreta elaboración de los platos, aunque no sé si volveré para comprobarlo (me faltan muchos que visitar). 

  • Salmonete

    Salmonete

  • Ensalada de Bogavante

    Ensalada de Bogavante

  • "Galletas de chocolate"

    "Galletas de chocolate"

Subijana lo ha sido todo en la gastronomía vasca y su reflejo,Akelare, también. No se entendería la gastronomía actual sin él y sus comienzos creativos y rupturistas. Pero claro, la alta cocina vasca se ha desarrollado mucho, son otros tiempos, gente joven, con nuevas ideas, a veces asentadas en la de los maestros, pero mucho más vigorosa y vibrante. Encontré en la comida del jueves un Akelare , más clásico , asentado, elegante, perfeccionista en las presentaciones , pero también un punto por debajo de otros grandes de la zona que no citaré. Además, dices: "es un tres estrellas, el top".., pero el Top , ya no es y ahí surge cierta decepción. Me pasó algo parecido en Ruscadella. Aún así, sigue siendo un grande. La sala magnífica con un gustillo decadente exquisito , unas vistas inigualables. Buen servicio, aunque a veces no entiendo muy bien lo que dicen al hablar de cada plato. Nos permitieron un menú degustación a cada uno, el clásico, Aranori y Bekarki, un privilegio que este restaurante permite. La cocina en general es excelente, los puntos de cocción perfectos, las salsas en su punto justo de equilibrio con sus componentes. Algunos platos deslumbran. Las hojas y el foie bajo la lluvia resulta ingenioso y sorprendente, alcanza quizás el nivel creativo más alto, pero el calamar rissoto, el mero Umami y el foie con muchísima salpimienta brillan por su perfecta ejecución. Algunos fuegos artificiales como la gamba en fuego de orujo( alguno d éstos, yo siempre he conocido en Akelare), varias cosas bien hechas pero intranscendentes y una decepción en relación a lo comentado al inicio: El Gin Tonic en el plato, hoy día ampliamente superado y que quizás debería actualizarse.
Los vinos bien servidos,con la justita implicación de los sumilleres, buena carta, cara , ya se sabe, pero con muchas referencias. Un definitiva, un grande imprescindible pero también superado. Eché de menos la antigua vajilla

... la decepción es inesperada. Porqué así, es como hemos salido de este clásico de la cocina.

Lo primero, las instalaciones. Que viejo se ve el establecimiento. Con esas vistas al mar, que mas te fijas en como de "abandonado" esta todo lo que rodea al comedor.

Otra cosa que no gustó, la separación entre mesas. No tiene un comedor tan amplio como Azurmendi, pero nos dió la sensación de estar apretujados.

¿La comida? Si, esto tambien falló. Elegimos el menú "Clásicos" por aquello de que no vas a venir muy amenudo (nosotros no volvemos) y ya que tal pués pruebas platos que lo encumbraron. Hicimos un cambio en los postres, cambiando la tarta de manzana por un cupcake (nos preguntaron tres veces si queriamos cambiarlo... deben tener tarta de manzana como para 17 bodas).

Ni un solo plato de los que consta el menú transmitió esa sensación que te recorre el cuerpo cuando estas en un sitio de estos. Esa sensación de sorpresa e incredulidad a lo inesperado. Lo mejor de la comida, el salmonete y creerme, no tenía ni gota de misterio.

Añadiré, que pedimos los menús sin sal o la menor sal posible y se les fue un poco la mano con el salero.

¿Los postres? Pues mira, una gelatina de Gin Tonic que con los cafes de La Solana te lo ponen y es mejor que esta. El del cupcake sin nombre.

¿Para beber? Ví que tenían Le Cloisere y no me lo pensé mucho, en Azurmendi nos acompañó perfectamente. Aquí, aparte de estar 20€ más caro no nos supo igual. Diré, aunque el tio nos atendió perfectamente, hubo momentos en los que con las copas vacias no nos la rellenaron hasta pasado un tiempo excesivo.

Dos cafes, a 3,30 cada uno, acompañados de 4 petit fors (como se escriba) fue sin duda lo mejor de la comida.

Tenía en un pedestal a Subijana, pero le mando al calabozo directamente. Igual que a Mugaritz. Decepción y de las gordas. Lo hablamos ayer, si nos apetece darnos un homenaje de estos buenos, vamos a Azurmendi y salimos rotos de felicidad.

Así no.

Todo llega y todo pasa pero hay días que se quedan grabados para siempre y hoy desde luego ha sido uno de ellos.
No voy a describir el restaurante, está más que suficientemente descrito. Las vistas impresionantes y el local precioso.
Ya está dicho también que permiten elegir dos menús diferentes por mesa y ahora la cosa se ha complicado un poco puesto que han añadido un tercer menú en su oferta por lo que leyendo los comentarios de Isaac compruebo que los otros menús han sufrido algún cambio y no son exactamente los mismos.
Del servicio, de la mantelería, el coperío, del servicio del vino, poco que decir, sin más, simple y llanamente perfecto.
Una carta de vinos que para alguien como yo es casi un idioma imposible de entender pero para eso tienen un estupendo sumiller.
Comenzamos con el aperitivo Jardín marino estupendamente descrito por Isaac en su comentario del menú Aranori. Coincido plenamente con él en destacar sin duda el mejillón con cáscara, impresionante.
Menú Aranori:
Gambas con Vainas al Fuego de Orujo,
Carpaccio de Pasta, Piquillo e Ibérico con Setas y Parmesano Foie Fresco a la sartén con "Escamas de Sal y Pimienta en Grano"
Rodaballo con su “Falsa Kokotxa”
De la mar el mero y muchas cosas más
Cochinillo Asado con “Bolao”•de Tomate y Emulsión de Ibérico
Xaxu con Helado Espumoso de Coco
Otra tarta de Manzana
Todos los platos a excepción del cochinillo están magistralmente descritos ya por Isaac así que no me alargo pues coincido casi plenamente con su opinión. En cuanto al cochinillo en sí, decir que aunque estaba riquísimo y la piel crujiente, a mi gusto, la carne me hubiese gustado un poquito más jugosa, menos hecha.
Yo elijo el menú denominado Los clásicos del Akelarre:
Huevo con caviar sobre puré de Coliflor y mantequilla de Cebollino Un conjunto con un sabor muy conseguido, puro producto.
Ensalada de Bogavante al Vinagre de Sidra buen producto de nuevo, el aliño sabrosísimo , buen conjunto, sin duda alguna.
Arroz con Caracoles y Karrakelas en film de Tomate y Albahaca
En cuanto a sabor, ha sido para mi uno de los platos estrella de la comida, los caracoles tienes que saber que lo son para darte cuenta, la textura de carne-carne, el punto de arroz perfecto, un plato diez.
Salmonete Integral con “Fusili” de Salsas
Trinchado de Buey, Pastel de Rabo, “Patatas y Pimientos”
No me repito con estos dos platos que nuevamente están estupendament descritos anteiormente.
Gin-Tonic en plato pues sin más, lo que ofrecen, tal cual, un estupendo GT pero puesto en un plato, exactamente lo que es, todos los sabores están en él. Magistral.
Nueces, Limón y Canela en crujiente Equilibrio presentado en tres especies de canutillos rellenos. Uno de los mejores postres que he probado yo jamás. Exacto el título, un perfecto equilibrio.
Estupenda oferta de panes variados que realmente no se hacen demasiado necesarios pero que al final terminas por comerte de lo ricos que están.
Para acompañar estos manjares nos hemos decantado por un
Riesling Rudesheim 2008 de entrada potentísimo aroma que se va "amansando" a medida que se airea. En la más que modesta opinión de un ignorante catador de vinos, quizás sea éste un vino que debe abrirse con tiempo para disfrutar de él en su justa medida, o tal vez sea una enorme tontería que acabo de exponer. Como la comida es larga, a medida que pasa el tiempo me va gustando más y más. Es un vino, un señor vino que igual es "demasiado" para mi.
Carta de cafés con un montón de referencias pero yo les pido que me pongan un cortao rico y eso es lo que hacen, acompañado por unos riquísimos dulces. Destaco un bombón relleno de los que me hubiese comido un par de docenas.
Para rematar este homenaje, me sacan, al pedir yo un vino dulce, una copa de Kracher 2009 ha sido un flechazo instantáneo, la madre que le parió, rico es poco decir, aco-jonantemente rico, una de las cosas más ricas que he bebido yo en toda mi vida. Media hora me ha costado terminarme la copa pero es que no quería hacerlo. Ciruelas, orejones, fruta tropical, miel y además una acidez increible. De diez, sin duda.
Pedro Subijana ha pasado mesa por mesa, por todas ellas con una naturalidad y simpatía dignas de elogio, gracias maestro por hacernos disfrutar así.
En el precio por persona están incluidas todas las bebidas;
2 copas de cava 14e. el Riesling 43, la copa de dulce 9 y el café 3.

  • Nueces, limón y canela en equilibrio.

    Nueces, limón y canela en equilibrio.

  • GT en plato.

    GT en plato.

Erase una vez 4 hidalgos laredanos nos enbarcamos en la aventura de surcar los mares gastronomicos donostiarras,concretamente la fortaleza de Pedro Subijana..."Akelarre",bien es cierto que ivamos precavidos y expectantes....pero como pensabamos,salimos gratamente sorprendidos.
Elegimos acertadamente los dos menus degustacion en mesa de 4,para compartir todo,incluida la comida.
Destacar algun plato seria minisvalorar los demas y no seria justo,por lo tanto decir que es altamente recomendable la visita por varios motivos,la comida es un arte y si ella la realiza un equipo como el de Akelarre con la supervision del Maestro Subijana mas aun.
La eleccion del vino acertadisima,seguimos las recomendaciones del sumiller,a cada plato....su maridaje perfecto.
La atencion del personal,extraordinaria.... nosotros ayudamos a ello,disfrutamos e hicimos el trabajo agradable al personal.....en definitiva, una extraordinaria excursion al templo gastronomico de Pedro Subijana.
Volveremos ¡¡¡

Bueno, poco que añadir, visitamos akelare un día de niebla que nos hizo sumergirnos en un ambiente espectacular con las vistas al mar.
Pedimos el menú degustación y nos encantó.

Que comentar que no se haya comentado ya? El agradable salón con ese ventanal mirando al Cantábrico no puede ser mejor espacio para una comida placentera.

Elegimos esta vez el menú Bekarki, del que destacaría la navaja, el rodaballo y la presentación del bacalao.

Algo por debajo de la media el cochinillo, que si bien estaba estupendo de sabor le faltaba ese crujiente en la piel para estar perfecto.

El servicio de sala es el que se espera en un local de estas características, aunque puede que sobrase el "si no le explicamos algún plato lo pueden ver en la hoja que les dejo", hay que decir también que nos explicaron todos los platos.

Servicio de vino, lo mismo, una carta para perder la cabeza, aunque los precios te hacen poner los pies en el suelo y no liarte mucho.

Algún aprieto, por desconocimiento, tuvo el sumiller a la hora de explicar la elaboración de la sidra de hielo que le preguntaban en la mesa de al lado, puede que les pidamos que lo sepan todo??

Una gozada de restaurante para pasar un buen rato disfrutando en la mesa.

Como decíamos en el anterior post, gracias a que Akelarre permite solicitar dos menús diferentes por mesa, al final se prueba un buen número de platos. Las raciones son lo suficientemente grandes para poder ser compartidas, al menos a base de bocados.

EL restaurante cuenta con un amplio aparcamiento. Fue un día de mucho calor en el norte, la temperatura en Donostia superando los 30ºC. Recepción perfecta, por un lateral del edificio. Te acompañan a la mesa reservada, habíamos dicho con anterioridad que fuera una de primera fila del comedor, para que las vistas fueran inmejorables; y así fue.

Y ahí en ese momentos te encuentras “el mar, el cielo y tú” (título canción instrumental Enrique Bunbury en su último disco “Licenciado Cantinas”). Además el aperitivo es el mismo para los dos menús denominándose jardín de mar. Momento y lugar, el cúando y el dónde, el jardín del mar frente a la mar y solo contigo.

Este segundo menú que vamos a describir se denomina Bekarki (rúcula en Euskera). El planteamiento, las raíces son muy similares al primero, dar una vuelta de tuerca a productos y platos tradicionales para que su presentación en la mesa sorprenda al comensal. Surge el espíritu joven de Akelarre. Se plantea cierto juego. Se quiere que haya sorpresa.

Comenzamos con el Xangurro en esencia sobre blini de su coral y gurullos. Parte de la pinza totalmente limpia marcada en plancha, y con el coral que refuerza su sabor. Aún así me pareció de gran sutileza en sabor, muy suave, menos marino de lo esperado. En cambio muy elegante. Viene acompañado de una pasta denominada gurullos que simulan fielmente granos de arroz, junto con ciertos toques florales que como hemos comentado le aportan unas notas al plato de sabores no contundentes, sino livianos, tranquilos, florales.

El segundo entrante es un mar y tierra concretamente la navaja con pata de ternera. Se presenta en forma rectangular para ir cortando y probando los tres elementos, ya que viene aderezada de una seta coliflor. Contrastes en las texturas, en los sabores.

A continuación el Foie fresco a la sartén con “Escamas de Sal y Pimienta en Grano”. El conjunto se acaba en la mesa con gran cantidad de sal y pimienta, en demasía. Pero es parte del atrezzo, lo salado es dulce (azúcar) y la negra un arroz venere inflado. El foie de primerísima, auténticamente de barrera, ninguno por delante. Crujiente en el comienzo, bien marcado con fuego fuerte, y por dentro en su punto. Se presenta con una reducción de un vino dulce (siento no haberlo apuntado) que provocaba un conjunto espectacular. Clasicismo con toques de comedia.

Pasamos al pescado, con el Rodaballo con su “kokotxa”. Como sabemos, el rodaballo al ser un pescado plano no tiene cococha. Esta se ha realizado con un caldo del propio rodaballo, el kuzu (tubérculo) que se utiliza como espesante. La kokotxa posteriormente se pinta. El todo viene acompañado de un pil-pil del propio pez, y de su piel en formato crujiente. Plato de diferentes texturas, pero todas ellas de una elevada densidad. Contundencia cantábrica.

Como segundo pescado se presenta la “Caja de bacalao “desalao” con virutas”. Matrícula de honor en todo: sabor, presentación, detalles. Apariencias que no lo son, realidades fantásticas. El bacalao se presenta en ese tipo de caja que almacenaba bacalao salado, se sirven las virutas comestibles (Cebolla la menos) en un plato que contiene agua de tomate y los callos del propio pez. Bacalao fresco, tomate, sus callos, cebolla. Diferentes tactos en la boca, sabor liviano, suave, se percibe esa agua de tomate. La fuerza del bacalao domesticada después de haber sido confitado. Un conjunto que recordaremos.

De carne se eligió el Trinchado de Buey, Pastel de Rabo “Patatas y Pimientos” . Chuletón de buey que viene acompañado de su jugo. Chips de pimientos del piquillo, sin palabras. Chips de patata y remolacha. Todos de un color parecido para no saber en un primer instante que te llevas a la boca. Se acompaña de un pastel tiramisú en forma compuesto de bizcocho, de foie y rabo de buey. Versión de la alta cocina de un clásico de los asadores vascos como es el chuletón con patatas y pimientos.

Giramos de un plato salado por antonomasia, al acto dulce. Éste comienza con “Leche y Uva; queso y vino en evolución paralela”. Postre muy interesante, reflexivo. Refleja las secuencias de la uva y la leche, sus transformaciones, sus pasos desde el origen a la vejez. Es un queso más vino de elevada complejidad. Se compone de: Parra, leche de oveja cuajada y nuez; Requesón con cebollino y uvas; Idiazábal semi-curado con membrillo y polvo de vino; Uva de Torta del Casar al Pedro Ximénez-Brandy y helado de queso Gorgonzola. Un conjunto no excesivamente dulce, un puente hacia el siguiente postre.

Como colofón y está más que a la altura, el “Fresón en Capas con Nata”. Se presenta en una vajilla similar al primer recuerdo que nos viene las fresas con nata a la forma de Jordi Roca. Dos grandes homenajeando a un postre clásico. Esta versión de Subijana nos parece de gran estética; forma de fresa que da lugar cuando se abre a una crema liquida, en su punto de temperatura de fresas con nata. Viene acompañada de unas semillas de albahaca que aportan frescor y algo de contraste para rebajar el sabor dulce.

Este segundo menú, aunque se denomine “rúcula” nos ha parecido todavía más vasco. Xangurro, foie, rodaballo, bacalao, buey, queso y vino. Todo el País Vasco en Igueldo. Un homenaje al mar y a la tierra. Como decíamos al principio Subijana está juguetón con la sal y pimienta del foie, con la kokotxa, sobre todo con la caja de bacalao, con el fresón.

A nuestro paladar, han destacado: el foie por su salsa de vino que provocaba un acertadísimo maridaje; la caja de bacalao por su presentación y ese fondo de agua de tomate con callos; fresón por esa estética moderna que nos vuelve a llevar a sabores clásicos.

Como siempre para ver fotos, http://www.complicidadgastronomica.es/2012/08/akelarre-ejemplo-de-nueva-cocina-vasca/

Primera visita a Akelarre en Igueldo (San Sebastián), donde se agrupan en muy pocos kilómetros, tres de los cinco triestrellados que hay en nuestro país. Vamos desde Santander, hemos salido como siempre con el tiempo justo, lo cual me aporta cierta tensión que debo gestionar, y que de alguna forma busco como compensarla.

Previo a la entrada, ya uno se puede imaginar el entorno en el que está sumergido el restaurante, y cuando nos asignan la mesa esas expectativas se ven complacidas. El mar cantábrico en versión infinita simplemente adornado con algunos barcos de vela, y un ferry que aparecería a mitad de menú. Simplemente dos referencias cromáticas en azul, el del mar y el del cielo. La mar y el cielo, más emparejadas que nunca en un horizonte que no se imagina. Mi tensión de repente está balanceada, reducida. La mar que me evoca tantos recuerdos paternos, delante de mí. Casi solos ellas y yo.

Venía con una idea bastante preconcebida que era probar los dos menús, el Aranori y el Berkaki. Es una opción que posibilita Pedro, y que se recomienda aprovechar para probar el máximo número de platos posible.

Como primer capítulo de este doble “post”, describiré el menú Aranori (endrinas en Euskera). De todas formas el aperitivo es común, y se trata del Jardín marino. Conformado por:

- Arena de gambas.
- Hoja de ostra con burbujas de txakoli. Previamente probada en Annua, aquí adereza con txakolí rosado. Sigue sorprendiendo.
- Mejillón con cáscara.
- Esponjas de erizos. En concreto era más una roca que una esponja (solo estético), me faltó el sabor fuerte a mar del erizo.
- Piedras de playa con chalota y maíz.
- Coral de alga codium. Tempura con sabor a percebe.
Estética japonesa, sabores marinos, muy cromático. Se come con los ojos. Destaco fundamentalmente el mejillón con cáscara, una especie de tigre muy sutil.

El menú consiste en tres entrantes, dos pescados, una carne a elegir y dos postres. Ocho platos más los aperitivos. El primero de los entrantes son las Gambas con Vainas al Fuego de Orujo. Gambas blancas de Huelva que se cocinan delante del cliente al fuego con piedras volcánicas y orujo blanco. Las gambas se recogen con unas pinzas y se depositan en un plato junto con tierra de gamba y unos rulos de Borraja. Agradable showcooking que mantiene la atención del comensal. Si hablamos del plato en sí, me pareció algo básico, es decir no dejan de ser tres gambas blancas de Huelva. Lo encontramos alejado del tratamiento de la gamba roja de Pálamos que hace Joan Roca. Empezamos con un pequeño titubeo.

Seguimos en el mar, y llega el turno de un plato famoso de Subijana, los Moluscos en la Red del Pescador. Percebes, berberechos, ostra, mejillones, todos abiertos al fuego del carbón. Vienen acompañados de una crema de arroz y borraja, atrapados en una red hecha con pan de gambas. Huele, sabe a mar. Sabores conocidos, presentación innovadora. Esta dualidad va a ser una constante en la expresión de Akelarre. Si fuera Angel León, el chef del mar le enviaría a Pedro un poquito de Plancton para que lo sustituyera en lugar de la borraja. Imagino que el mar nos saldría por las orejas.

Acabamos el acto de los entrantes con una Carpaccio de Pasta, Piquillo e Ibérico con Setas al Parmesano. Plato que recuerda en lo estético al famoso carpaccio vegetal de Mugaritz. En este caso la sandía ha sido sustituida por una pasta realizada con pimiento del piquillo y que ha sido hervida en un caldo ibérico. La idea es simular un fiambre con esa pasta. Esta me pareció poco sápida. EL sabor del plato venía fundamentalmente marcado por las setas: trufa negra y setas de temporada, además del parmesano y la rúcula. Hemos bajado en esta montaña rusa de picos y valles.

Y pasamos a los pescados, que últimamente son los platos que más disfruto. Y llega ella, la Merluza en “Hábito” de Rape y Alubias de Mejillón. Y aquí me quito el sombrero que no llevo y le plantó un diez como a Nadia Comaneci como si fuera un jurado. El hábito es una piel seca de rape que hace como de rebozado y tiene una textura de arroz inflado. El bocado es crujiente con principios de sabor a rape para acabar en una merluza de primerísima fila. Por otra parte, las falsas alubias con mejillón y arroz. La base del plato es un fondo de alubias rojas con sus trozos de piparras. Tradición modernista, el nuevo País Vasco. Sabores conocidos combinados espectacularmente. Tres productos muy vascos: merluza, rape, alubias de Tolosa en un solo plato. Se disfruta mucho.

A continuación, nuestro pescado fetiche, puede que sea el más utilizado en menús degustación de toda España. Salmonete Integral con Fusili de Salsas. El salmonete llega a la plancha y sobre la piel un praliné de sus cabezas y espinas. A ambos lados del salmonete aparece un poco de su hígado encebollado. Viene acompañado de fusilis de diferentes salsas que dan al plato mucha intensidad cromática. Salsas como perejil, soja y ajoblanco. Aun siendo integral, el sabor era suave, prevaleciendo sápidamente el filete de salmonete y no sus aderezos. Delicioso. Sin superar al rey del salmonete, el Príncipe de Prendes.

Como carne elegimos el Pichón asado con un toque de Mole y Cacao. Pechugas del ave en su punto de jugosidad junto con un canutillo de sus menudillos que aporta un poco de contundencia al plato. Toques dulces y salados en esa combinación mole, cacao, pichón. Gran cierre a los actos salados. La montaña rusa, ya no es rusa ni montaña y circulamos por todo lo alto.

La parte dulce comienza con el “Xaxu” con helado espumoso de Coco. Se trata de un producto tradicional de la confitería Tolosarra visto desde la perspectiva de Akelarre. Huevo y almendra para golosos que se compensa con un helado esponjoso, y espumoso de coco que parecen grandes esponjas blancas. Estética y tradición.

Cerramos con “Otra Tarta de Manzana”. Hojaldre bien tostado con crema de manzana y praliné de hojaldre; y unpapel comestible con el nombre de Akelarre que en realidad es una lámina de manzana y chocolate. Gran final que marca lo que creemos que Pedro Subijana quiere transmitir.

Una cocina que se identifica como cocina del Norte, del cantábrico, cocina vasca. Cocina de productos reconocidos, tradicionales que vienen aderezos con otros que provocan mayor sorpresa, un gran nivel estético.

Por otra parte, podemos detectar que los platos tienen volumen, se ocupa el espacio con las redes de los moluscos, el hábito del rape, el pichón en vertical, el helado espumoso de coco. Nos encontramos ante una cocina artística pero tradicional.

En el apartado vinícola, hemos pedido que nos hicieran un pequeño maridaje para tomar entre cuatro y cinco copas de vino. Los elegidos han sido: 1) Quinta do Buble (Godello). 2) Ossian 2009. 3) Pago la Jara 2008 4) Noble One 2006 (vino dulce australiano). Los que más me han gustado el primero y el último.

Grandes fotos en: http://www.complicidadgastronomica.es/2012/08/akelarre-la-tradicion-esteticamente-moderna-de-pedro-subijana/

En este segundo capítulo del RESTAURANTE AKELARRE vamos a centrar el prólogo en su inmenso cocinero PEDRO SUBIJANA. Gracias a la estupenda idea (que personalmente, nos parece acertadísima y ójala se extendiese a la mayoría de restaurantes de España) de poder pedir cada comensal un Menú Degustación diferente y así poder probar el máximo de creaciones posibles, vamos a poder también a ver aquí el otro Menú Degustación que hemos podido degustar en Akelarre, el MENÚ ARANORI ( aranori = ENDRINA en euskera ) tras el pasado Menú Bekarki que vimos hace solo unos días. Por suepuesto, en el mismo e inolvidable escenario que vimos en el post anterior...

Una experiencia gastronómica inolvidable, uno de esos templos culinarios que pienso que merece la pena visitar al menos una vez en la vida, por lo enriquecedor de sus platos, de sus sabores, de pasar 3 horas en sorpresa continua, disfrutando de una gastronomía llena de sabores que inundan el paladar y recordarás por siempre, de un festival de contrastes de texturas, temperaturas, sabores y productos excepcional. Os dejo más cosas, fotos y nuestra vivencia en el blog:

http://la-cocina-creativa.blogspot.com.es/2012/07/restaurante-akelarre-parte-ii.html

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