Restaurante Dukala en Valencia
Restaurante Dukala
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
20,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
25 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.7
Comida COMIDA
7.9
Precio medio entorno ENTORNO
6.1
RCP CALIDAD-PRECIO
8.3
pastel de pollo
flan de queso
cuscús
Opiniones de Dukala
OPINIONES
37

Buen restaurante marroquí. El servicio es bueno y muy profesional.  La comida es excelente. Las raciones son generosas y bien elaboradas.  Platos clasicos para este tipo de cocina, pero que son por los que voy.  Croquetas, briouats, la espectacular pastela y el tajin de cordero con ciruelas impecable. 

Perfecto el servicio y atención.
Calidad de productis y buenisima elaboración.
Sensaciones que te traladan al Marroc.
Carta de vinos aceptable.
Buen precio.
Muy recomendable.

Comida de negocios, uno de esos días donde te apetece dejar atrás tanto los arroces como la postvanguardia ....
Nos sumergimos en el clásico marroquí valenciano y estas fueron mis impresiones.

Temperatura perfecta.
Sonoridad , horrible.
Servicio de sala , honesto y confortable.
Local triste , pero con una distribución impecable , ha distribuido las mesas un genio en servicio de sala , es curioso que esto fuera lo que más me impresionó.

Sin ser un experto en cocina marroquí , tengo que decir que creo que este local funciona más por su relación calidad precio que por su ejecución culinaria.

Realmente no recuerdo nada que me impresionara , tal vez destacaría la téxtura del cordero , pero esperaba más.
Faltó chispa,me dió de impresión de estar un local que no quieren arriesgarse y apuestan por tipo de comida arabe occidental , que no acaba de encajar.
Por cierto , el tema postres para olvidar ....eso de que la repostería del norte de África tiene encanto .... parece que no lo han entendido .
En definitiva .... Recomiendo ir una vez al año .... O cada dos.

He vuelto a este estupendo restaurante marroquí que ya había visitado hace algún tiempo y me ha resultado todo tan agradable como recordaba. Tomamos bastela de pollo, cuscus de verduras y tajine de ternera. Mientras esperábamos los platos que pedimos, nos ofrecieron por cortesía de la casa hummus de garbanzos con pan tostado. Todos los platos nos parecieron riquísimos, en especial la bastela de pollo. De postre probamos el flan de queso de cabra y todo esto lo regamos con un vino blanco de Somontano de uva Gewurztraminer "Pirineos" que nos gustó bastante . También tomamos infusiones. La verdad es que el servicio fue estupendo y el restaurante estaba lleno como siempre. Es un lugar muy recomendable.. Volveré pronto.

Le tenía yo ganas a este restaurante. Me había hablado siempre muy bien de él y me atrae la cocina marroquí, pero a mi pareja… no tanto.

Así que aproveché que el día de San Vicente -festivo en Valencia capital- tenía fiesta yo sólo, pues el resto de mi familia o estaba trabajando o en el cole… ¡Esta es la mía!

Para allá que fui yo solito a disfrutar de esa simpática gastronomía con la que no me encontraba desde mi viaje a Marrakech hace unos meses.

El local está en una bocacalle humilde de una calle troncal de Valencia (Paseo de la Pechina). Parece mentira lo que cambia el panorama en un puñado de metros.

Casi me paso la puerta, pues la entrada es discretísima, tanto que no hay cartel alguno. Miento: hay uno que pone “Seguros Mutuos contra Incendios”.

Accedes a él y pareces entrar en un pequeño riad. Un recogido distribuidor da paso al restaurante, que está inmerso en una cautivadora atmósfera étnica: paredes y techos encalados adornados por coloridas alfombras que hacen de cuadros y de cubierta. Toquecillo gracioso con unas grandes bombillas desnudas que cuelgan ondulantes del techo con el cable a la vista hasta llegar casi a la altura de la cabeza.

Pocos recursos bien tratados, como el equipamiento. Sin lujos ni especiales comodidades.

Me acomodaron en una mesita al fondo, muy a gusto, y me tomé un blanquito mientras leía la carta y me deleitaba con la acertada música ambiente. Con el vinito me sacaron unas deliciosas aceitunas encurtidas.

La carta es muy cortita y está copada por referencias marroquíes como era de esperar. Ahí estaban todas las más conocidas. Elegí de ellas el segundo, pues el primero era fuera de carta, unas lentejas que habían hecho ese día.

Hummus de garbanzos.
Lentejas moras con langostinos.
Kefta.
Canutillo de fruta y frutos secos.
Bombón de trufa y jengibre.

Muy bien: el hummus, que sacaron cortesía de la casa, estaba suave, bañado en buen aceite crudo; las lentejas, si bien eran correctas sin más de calidad de género, estaban cocinadas a las mil maravillas, con una profusión de especias morunas entre las que destacaba alguna tipo hierbabuena, y un toque dulce que se veía aumentado por el dulzor natural de la zanahora; el kefta lo elegí frente al quetban porque al tratarse de carne picada se empapa mejor de las especias, que me pirran; y de postres dos medias raciones, el tradicional canutillo de pasta filo frita y rellena de dulces y un bombón que estaba soberbio, con esa pareja de baile tan fina que hacen el chocolate y el jengibre.

Me sorprendió para mal que, dentro de una carta escueta de vinos, no hubiera lugar para algún espumoso, con lo bien que cohabitan con las especias, y para bien que tuviera vinos por copas (aunque no lo pone en la carta). Así tome tres copitas: un Angosto 2012, un Viñas del Vero Merlot-Cabernet 2011 y un Olivastro 2009, una acertada bobal.

El servicio encantador, dos tipos implicados, tanto que me jugaría dinero a que tienen parte de la propiedad.

Volveré, me gusta Marruecos y su gastronomía, por lo que la resultante no puede ser otra: me gusta Dukala.

He ido varias veces, y a mi parecer es un buen restaurante, buena cocina marroquí y un trato impecable. Te hacen sentirte a gusto siempre. La última vez que fui, el restaurante estaba lleno, excepto una mesa para cuatro personas. Llegó una pareja sin reserva con un bebé y les dieron la mesa. Eso no pasa en casi ningún sitio. En ese sentido, los propietarios hacen la diferencia con la mayoría de los sitios. Lo primordial es que el comensal esté a gusto.

Visitamos el restaurante tras mucho tiempo deseando ir a probar las excelencias de este local. Para empezar pedimos de entrante empanadillas de queso y olivas con dos cremas, de aceitunas negras y verdes bien ricas. También pedimos para compartir un tartar de atún, el cual estaba muy bueno. Bien macerado y codimentado. Un acierto. El plato principal fue un cous-cous de pollo con el cuarto trasero del pollo en su justo punto y muy tierno, abundante cebolla pochada y frutos secos. Realmente estaba muy bueno y todo el plato en el punto justo de cocción.
De postre, pastelitos marroquís (no nos gustaron) y flan casero de queso de cabra que nos pareció algo flojo porque para nuestro gusto le faltaba algo de fuerza y quizás cambiar la miel por alguna mermelada de sabor más potente.
De beber, cervezas valencianas muy buenas, Au Yeah se llaman. Las recomiendo por si vais.
Pedimos café y nos invitaron.

Me gusto mucho conecer este local, si bien no soy muy experto en la cocina marroqui la verdad es que me gusto mucho la propuesta de este restaurante que ante todo me parecia bastante autentica.
El local me parecio sencillo y muy agradable, el trato igual, nos atendieron con cariño y amabilidad.
Comimos un pisto de berengena, muy suave y delicado, si bien no soy amante de esta verdura, esta vez la coccion del pisto y la mezcla de las especias me gusto bastante.
Croquetas de raz-al-hanout y pollo, muy, muy buenas, bien fritas y nada aceitosas.
Dos platos al centro para compartir:
Langostinos con una especie de sofrito marroqui acompañados de arroz blanco. Bueno, y los langostinos en su punto, para mi le faltaba algo de picante pero bueno yo soy amante del picante.
Brocheta de cordero tipo pincho moruno con taboule y verduritas, con carne muy sabrosa y todo en su ponto de coccion.
Me gusto mucho que todos los plato tuvieran los puntos de coccion acertados, productos que aun siendo humildes consiguen hacerlos grandes.
De postre flan de queso de cabra con miel, CASERO!!! Sencillo y bueno
Trufas de chocolate y gengibre, no me acabaron de gustar mucho, le faltaba sabor a gengibre y les sobraban azucar,demasiado dulce para acabar la comida. Pero es una opinion muy personal, a mi los dulces me gustan poco dulces.
De beber un vina de la tierra de castilla, Dehesa de Lunas, ( si no recuerdo mal), afrutado, paso ligero y tanino muy redondeado, me gusto para acompañar esta comida.
Infusion, cafe y copa de pacharan.
Muy buena comida, honesta y franca.
Volveremos a probar el cous-cous.

Segunda visita en su nueva ubicación. Ya en la primera, llamaba la atención tanto la fidelidad a la cocina marroquí auténtica como la poco occidentalización de los platos, ambas características muy de agradecer. Siguiendo esta tendencia y con un cocinero autóctono, además de las ganas de agradar en cocina y en sala, el resultado no defrauda.
La carta presenta entrantes y principales, así como postres. Pedimos una ensalada Fez, con bacalao desmigado y pimiento asado, estupendamente aliñada y con un exquisito aceite de oliva. El segundo entrante fueron unas empanadillas de queso y olivas, de buena ejecución y con dos detalles de tapenade: de aceitunas negras y verdes. El principal, cous-cous de pollo, la sémola al punto de cocción, un cuarto trasero de pollo, abundante cebolla pochada, muy suave, y frutos secos que le conferían al conjunto un punto dulce. En otra ocasión pediremos picante para darle más fuerza.
Dos tipos de pan y té a la menta, que lamentablemente sirven azucarado.
Carta de vinos con opciones interesantes: nos arriesgamos con uno marroquí y acertamos, Volubilia '07, afrancesado y servido a temperatura y en copas correctas.
Espacio compuesto por una única sala, con decoración magrebí al uso, paredes encaladas, mantelería de tela y ambiente más que agradable. Si es buena la cocina, mejor aún la atención (o atenciones) de Juan: amable, servicial, cercano, profesional. De los que te hacen sentir bien a gusto en una cena o comida, ni más ni menos. Así lo reflejo en el entorno.
En mi opinión, el mejor marroquí de Valencia. Y que dure.

Para mi, Dukala es casi mi restaurante perfecto. No lo es quizás porque la marroquí no es mi cocina favorita. Todo lo demás lo encuentro encantador. Dos propietarios, uno en la cocina y otro en sala que se desviven porque todo salga perfecto. La comida siempre es buena, siempre tiene el sabor y la gracia de lo casero, de lo artesano. Los tiempos de espera son correctísimos. En sala no se me ocurre nadie mejor que Juan para atenderme, por su calidez, por su humanidad, por su oficio. Dukala es un lugar especial y, conociendo a Noredine y a Juan, siempre lo será. Enhorabuena y gracias a los dos, vuestro éxito es más que merecido.

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