Restaurante Atrio en Cáceres
Restaurante Atrio
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
125,75 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
175 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.2
Comida COMIDA
8.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Perdiz al modo de Alcántara
Paté, encurtidos y plátano macho
Porco Tonato
Bollo de tinta con calamar y guiso de oreja
Lionesa con panceta ahumada y orégano
Crujiente de tapioca, emulsión de salmón y cochifrito
Opiniones de Atrio
OPINIONES
49

Estamos en enero cuando la dehesa da los frutos, esas bellotas que hacen feliz al cerdo ibérico, "el cochinito" como dice el chef Toño Pérez. De ahí el menú "Tiempos de Montanera" que degustamos en varios actos y pases.

Previamente a la cena, visitamos la impresionante Bodega con vinos de Borgoña, Burdeos, Ribera de Duero, Rioja,... hasta llegar a la "Capilla Sixtina" del Sauternes con todas las añadas del Chateaux d'Yquem. ¡Espectacular! No se pueden hacer fotos desde el famoso robo de 1'6 millones de euros en botellas de vino.

1) Snacks 

* Aceituna negra cacereña, lino y amaranto.

* Patata con queso de Los Iberos y eneldo.

* Lionesa con panceta ahumada y orégano. Un bocado exquisito.

2) Cuando nuestro cochinito se va a la playa...

* Ventresca de atún en manteca colorá. Potente sabor de la manteca colorá que respetaba el sabor de la ventresca.

* Crujiente de tapioca, emulsión de salmón y cochifrito. Una delicadeza de plato con forma de "mariposa" realizada con la piel del cochinito.

* Gilda de loncheja ibérica, manzana y anguila ahumada. Versión del mítico pincho vasco, con mucho sabor de la anguila y la loncha ibérica, suavizada con la manzana.

3) El cochinito de merienda en la Dehesa...

* Jamón, mahonesa y tomate. Plato de cuchara con la sopa de tomate de la ribera del Guadiana.

* Salchichón, emulsión de pimienta y crujiente de trigo. Rica empanadilla crujiente de chorizo ibérico.

* Paté, encurtidos y plátano macho. Sobre una base de plátano macho un fino paté ibérico con la frescura que le daba los encurtidos.

* Lomo doblado. Lomo adobado con pimentón de La Vera que se mantiene en tinajas con manteca y se sirve sobre torta de pan candeal crujiente. Un plato excepcional con todo el sabor del cerdo ibérico.

* Empanadilla de taro, manteca y comino. Sopa densa de tomate convertida en "finger food" envuelta en taro (tubérculo asiático) con manteca de cerdo, pimentón y comino.

* Porco tonato, con alcaparras fritas y pimienta negra. Versión ibérica del plato italiano Vitello Tonnato elaborado con ternera.

* Bollo de tinta con calamar y guiso de oreja. Pan al vapor con el guiso del calamar en su tinta y su interior con oreja de cerdo ibérico y calamar a la plancha muy fino. Un plato excepcional con la textura melosa y cartilaginosa, pegándose los labios a cada bocado y conservando el sabor del calamar.

* Torreznos, vieiras con cítricos y suero de cebolletas. Buen contraste de texturas y sabores.

4) Caviar y cochino

* Flan de papada y caviar. Impresionante la papada melosa elaborada durante más de 70 h., hasta adquirir la consistencia del flan, a la que se añade el glaseado del fondo del cochino muy reducido con soja y una cucharada de caviar iraní que le aporta el punto salino Brutal plato !!! 

* Bogavante en un glaseado reducido de ibérico, curry verde y poleo. El sabor del bogavante estaba apagado por el curry, una especie que no me agrada pues suele enmascarar muchos platos.

* Careta de cerdo, cigala y jugo de cremoso de ave. Un plato clásico de Toño Pérez que no puede faltar.

* Perdiz al modo de Alcántara. Plato típico de Alcántara con chocolate y reducción de vino oloroso. Una preciosidad estética y de sabor. Un plato que fue introducido en Francia por los soldados de Napoléon, donde triunfó pero es de Alcántara (Cáceres).

5) El cochinito goloso

* Jamón y queso, bizcocho de té macho y membrillo. Postres típicos extremeños con la presencia del producto ibérico.

* Chocolate ibérico con café y jamón rancio. El chocolate dulce contrasta con el punto amargo del café.

* La cereza que no es cereza. Buen trampantojo con una falsa cereza con su habito de chocolate.

* Golosinas y que viene el coco.

Estando en Cáceres nos dejamos aconsejar para tomar un vino extremeño que en este caso fue Marqués de Valdueza, D. O. Ribera del Guadiana.

Tras la cena estuvimos hablando con el chef Toño Pérez que muy amablemente nos enseñó algunos de los cuadros de pintura de su colección, entre ellos algunos de Antonio Saura, como "la puta de Cáceres", no sin antes felicitarle por su reciente tercera estrella Michelin.

El precio del menú 235 €, aparte las bebidas. Algunos podrán decir que es caro, cuando una entrada de fútbol o de toros pueden ser más caras, y mientras unos disfrutan viendo a once tíos pegando patadas a un balón o viendo sangrar a un toro indefenso, otros disfrutamos del placer de una alta gastronomía.

Gracias a todo el equipo de ATRIO de Cáceres por una noche inolvidable, y en especial a Toño Pérez.

  • Perdiz al modo de Alcántara

    Perdiz al modo de Alcántara

  • Paté, encurtidos y plátano macho

    Paté, encurtidos y plátano macho

  • Porco Tonato

    Porco Tonato

  • Bollo de tinta con calamar y guiso de oreja

    Bollo de tinta con calamar y guiso de oreja

  • Lionesa con panceta ahumada y orégano

    Lionesa con panceta ahumada y orégano

  • Crujiente de tapioca, emulsión de salmón y cochifrito

    Crujiente de tapioca, emulsión de salmón y cochifrito

Era una ocasión muy especial. Buscábamos algo igual de especial. Y Atrio estuvo a la altura.

Es un excelente restaurante, en todos sus aspectos, pero también es cierto que en estos niveles, uno tendría que salir levitando y completamente emocionado. Y no fue el caso, no me dejó alucinando. No experimenté lo que algunos habéis contado aquí de vuestras experiencias en Diverxo o El Celler, por poner 2 comparables.

El servicio impecable, no puede ser de otra forma, funciona como un reloj. La atmosfera me sorprendió (a mejor) respecto a lo que me esperaba. Era una cena y el ambiente está muy logrado, en contraste con el medieval casco histórico de Cáceres en el que se ubica, con una iluminación indirecta muy neoyorkina, que te hace estar muy cómodo. Estuvimos muy a gusto, en una de las mesas que dan a los ventanales del patio central.

Tienen 2 menús degustación, el de clásicos de la casa y uno de últimas creaciones, a 139 € y 149 € respectivamente. Optamos por este último, con muchos más contrastes de sabor, que cuenta con 10 pases:

*Ravioli en sopa de manzana verde relleno de arenque y nabo

*Patata revolcona con su piel crujiente

*Bloody Mary con berberechos y granizado de tomate

*Ostra a la parrilla con salsa de vermú blanco

*Otra frita con frutos rojos y kimchi

*Ceviche de corvina con semiesfera de la fruta de la pasión

*Salmonete con pesto de avellanas y salsa de calvados

*Carabinero

*Tartar de solomillo con sorbete de mostaza

*Solomillo asado con costra crujiente de hierbas

De los postres ni me acuerdo.

Todo muy bueno, aunque ninguno me dejó flipando. Destacaría el salmonete y la ostra con salsa de vermú por producto y el ravioli y el bloody mary por sus contrastes de sabores. Me pareció muy original la presentación del ceviche de corvina (en un cuenco hecho de hielo).

Y llegamos al vino. Carta de vinos apabullante. También los precios, pero por si sola justifica la visita sobradamente. Ofrecen también opciones de maridaje, pero como tienen la carta colgada en Internet (400 páginas), ya venía con las ideas muy claras.

Para la primera parte del menú optamos por un riesling seco: Freundstück Riesling Grosses Gewächs 2007 de BASSERMANN-JORDAN (80 €). Fue perfecto.

Para la segunda parte queríamos algún tinto especial (en el sentido de que fuese algo diferente a lo que suelo beber), de corte sedoso, aterciopelado, de trago largo y que ya tuviese su tiempo en botella. Los riojas con años se iban para arriba de los 100 €, pero en Ribera había algunas opciones y al ver que tenían el “Alenza” 1995, 1996 y 1999 a 90 €, aposté por ello, un vino de Alejandro Fernández de los 90 no podía fallar. Por algún motivo el sumiller no debió verlo claro y me intento redirigir a un Borgoña, pero los que quería pagar (menos de 100) los he probado casi todos. Le hice contrapropuesta con el Mauro VS de 2000 o el de 2001, pero los tenían agotados, y también un Burdeos (de los pocos que tiene con un precio de 2 dígitos) Château Haut-Bergey 1999, pero me dijo que la añada que tenían era mucho más joven. Entonces el sumiller me propuso un Enate reserva especial de los 90, pero no lo vi claro, así que al final volvimos al plan inicial. Yo iba con la intención del 95 (por las críticas que había leído en Verema), pero al preguntarle, me dijo solo me podía decirme del 99, que lo había abierto hace poco y que salió muy rico. En esto ya no quise ser más cabezón y escogimos el 99. Me gustó mucho, era lo que estaba buscando, un Gran Reserva de Ribera del Duero con un estilo clásico, que ya no se suele encontrar. El vino todavía con recorrido por delante, tenía que haberme ajustado al plan inicial y haber pillado el 95.

El servicio del vino fue perfecto.

Al terminar los cafés, nos invitaron a ver la bodega. Aquí sí que flipé. El paraíso en la tierra para cualquiera de los que andamos por aquí.

En definitiva, la experiencia fue muy positiva, aunque al final que te cobre por los extras, hace que la cuenta suba algo más. Con 2 copas de Quinta Apolonia al empezar (17 €), servicio de mesa (12 €)y los 2 cafés (12 €) fue en total 509 €, un poco subida, yo situaría su valor razonable en 100 euros menos. En todo caso, es un sitio que merece la pena conocer, al menos por una vez. Fue la velada especial que buscábamos.

Estuvimos a la altura de lo que esperábamos,tanto en el hotel-la relaciones públicas es un encanto- como en el restaurante.Claro que hay alguna sombrita,como un poco de arrogancia en cierto personal del servicio;que está todo lo que tiene que estar en la bodega,pero a precios intocables.Amabilidad a raudales y José Polo al frente,aunque en vaqueros y deportivas,contrastando con el empaque de los camareros.
Optamos por el menú de siempre,pues era la primera vez allí
Como hago casi siempre me limitaré al enunciado de lo que comimos,absteniéndome de poner juicios o valoraciones;que no me corresponde, y lo dejo para otras opiniones más profesionales.
--ZANAHORIA,con empanado de anémona marina e hinojo.
--MILHOJAS de boquerón con vinagreta de avellana.
--GAMBAS marinadas,ensalada de brote y crema agria
--LONCHEJA IBÉRICA con calamar en broche de tinta
--ARROZ MELOSO con setas y papel de manitas.
--ORTIGUILLA caviar HUEVO caviar.
--CARETA de cerdo ibérico,cigala y jugo cremoso de ave.
--MERLUZA,maíz y meloso de cerdo ibérico.
--CABRITO asado al tomillo,patatas al tenedor y deshuesado.
--TORTA DEL CASAR en contraste con membrillo y aceite especiada
--TOCINILLO con helado de yogur, tierra de cacao
--LA CEREZA que no es cereza
--Golosinas
Como vinos 2 copas de Argüeso Amontillado Viejo,Krypta gran reserva 2007;Payva Cayetana blanca 2012 y Carabal 2008.
Nos enseñaron la cocina y como no,la bodega-sacristía incluida-.Toño,más callado que Polo,pero cálido también.
Caceres se merece un hotel así,aunque el Parador,que està al lado también està muy bien; y por supuesto un Restaurante como Atrio.Merece el viaje.

Un local en una ubicación extraordinaria, en el centro histórico de una ciudad monumental y preciosa; un espacio bonito bien decorado, elegante, precioso.
La bodega, una de las mejores que he conocido; en sí es un espectáculo; ¡y los vinos! estan casi todos, añada tras añada; una pasada. Solo la capilla de los Chateaux d´Yquem es algo que merece un peregrinaje.
La carta planteada hacia la opción de dos menús: clásico (129€) y actual (139€).
La cocina y el servicio en sala, simplemente perfecto.
¿Dónde está el problema? Es como una pareja de baile perfecta pero que no trasmite más que pasos académicos realizados con la perfección técnica, pero que no transmiten.

Cuatro para comer en la última comida del año. Pocas mesas ocupadas, aunque a la cena estaba todo reservado (nos anunciaron). Elegimos el menú clásico por ser la primera visita mientras degustábamos un agua con gas, una cerveza y una manzanilla junto a un detalle de la casa (macarrones) de remolacha con crema de apio, queso y caviar.

La carta (enciclopedia) de vinos impresiona con sus más de 400 páginas... para tener como libro de consulta de vinos. Ante tal situación pedimos recomendación al somelier y optamos por vinos locales. Empezamos por un buen chardonnay, Alunado 2014 con perfecto servicio.

Entrantes:
. cuchara de zanahoria y anémona marina con zumo de zanahoria y naranja: muy curioso y bien realizado.
. capuchino de hígado de pato con boletus, crujiente de maíz y aire de queso parmesano: una presentación algo fría pero bien de sabores.
. gambas marinadas, ensalada de brotes y salsa agria con caviar: preciosa presentación pero algo flojo de sabor y textura
. presa ibérica y calamar en brioche de tinta: un mar y montaña original

Llegados a este `punto se acaba el blanco y optamos pasar a un tinto, también de ámbito local: Carabal Cávea 2009 que a pesar de ser ya una cosecha de tiempo pasado, se mantenía muy agradable.

Principales:
. arroz meloso con boletus, crujiente de manitas de cerdo y trufa: en un punto casi meloso, con buen sabor y extraordinario el crujiente.
. careta de cerdo, crujiente de cigala y jugoso cremosos de huevo: de nuvo mar y montana y de nuevo crujientes, todos perfectos y bien integrados.
. merluza adobada con almendras tiernas, coliflor y emulsión de ajoblanco y nabo con crujiente de vieras: de nuevo ejecución perfecta, buen crujiente, buen punto del pescado...
. pluma ibérica asada con melocotón, crujiente de maiz dulce: con un fondo de salsa de carnes extraordinario, buenas texturas.

Postres:
. torta del Casar en dos texturas (líquido y sopa más helado y sólido), dulce de membrillo y aceite especiado con pan de pasas y orejones: un buen postre sin entrar en tereno de dulces.
Un comensal pide cambiar (porque el queso del Casar no entra en sus planes) y de forma muy gustosa traen una sopa de fresas con helado de coco y chocolate blanco: superó al anterior por su frescura, presentación y esa acidez cítrica que permite el cambio y el inicio de los postres
. tocinillo y helado de yogurt y tierra de cacao, con aire de coco con un barquillo de caramelo: de nuevo texturas varias y sabores bien combinados y presentados
. la cereza que no era cereza: con su falso rabito y hueso hecho de chocolate: muy agradable trampantojo de cereza.

Unos cafés y unos petits fours:
. trufas de chocolate
. macarrones de lima
. gominolas de frambuesas
. madalenas
. buñuelos de crema

Al salir nos regalaron una cajita con 3 macarrones y unos caramelos

Cosas que no me gustaron: 4 cafés a 6€ cada uno. Dos aguas servidas en jarra a 6€ cada una. Agua con gas y cerveza por 18€ y 9€ de la manzanilla. Alunado 40 € y Carabal 50€. Servicio de pan (blanco o de olivas) a 6€ por persona. Mal sabor de boca final.

No pudimos más que asomarnos a la cocina donde ya estaban preparandose la cena de los cocineros.
Algunas fotos de mis acompañantes: http://katablok.blogspot.com.es/2016/01/atrio-monument-de-caceres.html

Restaurante al que queríamos ir desde hace años y que no habíamos podido. Situado en el casco antiguo de Caceres, es también hotel aunque no se nota al entrar, dada la calidez de la recepción . Mesas muy bien vestidas y con suficiente separación entre ellas.
Una vez acomodados se acerca a tomar nota el propietario y cocinero, que se presenta a sí mismo como el cocinillas del local. Dudamos entre el menú del año y el histórico y ante la duda nos ofrece hacernos un arreglo elegido por el para que también probemos algún plato histórico. La carta de vinos es tan extensa que hubiéramos necesitado toda la tarde para elegir. Pedimos un vino de la zona y nos sirvieron un tinto Carabal que fue muy bien con todo el menú. Empezamos con los aperitivos espectaculares y enseguida con los entrantes:
Ravioli de zanahoria y jengibre con manzana verde.
Guisantes en textura. Tremendos
Tartar de gambas con crema agria y caviar,con un aceite que al probarlo se nos saltaron las lágrimas.
Tosta de boquerones.
Luego lo que llamaba ostra canalla con frutos rojos
Luego un carabinero con tres servicios,la cola con presa, una crema del mismo carabinero y la cabeza para dar cuenta de ella , como sí estuvieras en tu casa.
Luego una lubina espectacular.
Y ya con las carnes de retinto primero un tartar y luego cocinado con brocoli espectaculares ambos.
Los postres increíbles , tocinillos de cielo con helado de yogur y luego una falsa cereza con sus huesos, y los petits fours. Sorprendente.
Todo esto con un servicio impecable pero cercano a la vez, qué te hace estar relajado y disfrutar de cada plato.
Al despedirnos le dijimos que dieran las gracias al cocinillas, nos pasaron a la cocina para que se las diéramos personalmente lo cual hicimos. Y gracias a eso después de hablar con el cocinero hizo que nos enseñarán la que dicen es una de las mejores bodegas de España, gran colofón a una visita soñada.

Huelga decir que estábamos muy ilusionados al visitar por primera vez al biestrellado cacereño. El local es precioso, elegante sin ser agobiante. La cristalería bonita, pero la vajilla y la cubertería muy pasadas de moda y, realmente, en el segundo caso, muy feas. El servicio, aunque atento y profesional, muestra una arrogancia y frialdad mas propio de restaurantes de otras épocas que de nuestros dias, menos encotillados.
El aperitivo fue un salmorejo con una crema de queso, bueno sin mas, pero que apetecía en un día tórrido de agosto. Siguió una especie de ensalada de zanahoria, ortiguilla e hinojo, algo subida de vinagre, nada especial, la verdad.
Mas interesante resultaron los guisantes falsos (de wasabi), con cochinito crujiente y crema de guisantes. Muy cremosos y agradables al paladar. El Bloody Mary con helado de cebolletas no nos dejó mucha huella, poco matiz una sopa de tomate.
Las ostras se nos sirvieron en dos combinaciones: una con infusión de melisa, que dejaba intacto el buen producto y otra, muy interesante, frita con papel de frutos rojos y kimchi.
Siguiendo con el mundo marino, una cigala verde con pan de algas y tierra de aceite, no llegaba a emocionar, mientras que el carabinero dió mas juego, servido de tres maneras: la cabeza para chuparla, una especie capucchino servido en taza y, especialmente, su carne con maiz y meloso de cerdo ibérico, que me pareció atrevido a la par que elegante y sabroso.
El pescado fué un rape con cítricos, mil y una noches (?) y pan de cominos, bien tratado, pero quizás sin demasiada presencia, ya que los otros sabores eliminaban el ya de por si sabor delicado del rape.
En el apartado carne, se nos sirvió un solomillo de retinto en dos pases: en tártar con helado de mostaza, muy vulgar y asado con costra crujiente de hierba, bien hecho pero al que no le encontramos demasiado sentido.
El famoso binomio de torta del Casar con membrillo y aceite especiado, estaba bien, pero resulta difícil considerarlo un gran postre, como tampoco nos lo pareció una piña tratada en tres texturas (piña colada, helado, con platano). Terminamos con un trampantojo, una cereza que no es cereza, buena pero no extraordinaria.
Unos buenos entretenimientos acompañaron a los cafés.
El sommelier nos recomendó un vino extremeño, un "Pagos de Maribel" del 2013 de garnacha blanca, de producción limitada a 180 botellas, que nos gustó mucho francamente y que maridó perfectamente con todos los platos.
En conjunto, Atrio no cumplió las expectativas que teniamos. En primer lugar, el restaurante nos pareció poco apegado a la tierra que lo acoge, excepto por algunos detalles. De la misma manera, abusan un tanto de ciertas texturas (los helados salados me encantan, pero no hace falta ponerlos en casi todos los platos) y sabores, como por ejemplo la mostaza de Dijon, que aparecía en tres de ellos. Por otro lado, aunque parece una cuestión menor, el pan que nos sirvieron era de una calidad francamente mediocre y, además, cobrado de una forma excesiva, como casi todos los complementos (aguas, cafés, copa de bienvenida...). En definitiva, creo que han de comenzar a replantear hacia donde va el restaurante, el menú de este año nos ha parecido mal pensado y falto de ideas novedosas.

Hola, soy un cliente de Atrio y creo que, desde mi punto de vista y san lugar a dudas, el cambio a la Plaza de San Mateo y el nuevo restaurante merecen la tercera estrella. El nivel gastronómico es altísimo y además nunca falla, los platos siempre están bien elaborados manteniéndola esencia del primer día y añadiendo cosas nuevas. Del vino que decir, aloque nos gusta el vino Atrio es uno de los paraísos, los precios son altos pero el estado de conservación del vino y el manejo de los sumilleres justifican, en parte, el precio.
He visto en algún comentario comparaciones con Casa Marcial en Arriondas, desde mi punto de dista están a años luz, conozco restaurantes como Arce, o la Tasquita de enfrente en Madrid que merecerían mucho más una estrella que Casa Marcial, donde se come bien, pero sin más.

Que todo es mejorable, seguro, pero creo que Atrio es uno de los grandes restaurantes de España, estoy de acuerdo en quela Terraza del Casino es muy bueno también.

Saliudos

Tengo que decir que no ha sido lo que me esperaba. El caso es que prometía porque el servicio muy atento nos preguntó si era la primera vez que ibamos (aunque qué sentido tiene que te pregunten eso, ¿de encuesta interna para saber quien repite?, sería útil si luego se ofrecieran a enseñarte la afamada bodega), también preguntaron si algún ingrediente no nos gustaba pero no sirvió de nada porque una persona comentó que no le gustaban mucho las setas y por ejemplo en el plato de la vieira un camarero echó salsa de setas alrededor. Otra cosa que no me gustó es que interrumpían constantemente la conversación, que si el aperitivo de los macarons nos lo teníamos que comer que sino se quedaba "gomoso", que si se planta un señor vestido de calle para preguntarnos qué tal (luego resultó ser el dueño). Yo con que venga el chef a preguntarme me sobra y me basta. Tampoco queda bien que vayan tachando los platos que vamos comiendo delante tuyo, mejor que lo hagan en la cocina o de memoria que tampoco hay tantas mesas.
En cuanto a los platos no encontré cosas sublimes y para rematar el vino que nos seleccionaron fue uno malísimo extremeño que faltó poco para ser de pitarra. Un consejo no os dejeis aconsejar. De nada sirve tener una guía extensa de vinos si tienen morralla. Leyendo otros comentarios quise pedir un vino de la bodega Matador. Resultó que esos no los descorchan para copas (que aprendan de la tienda Lavinia). Pedí un Aalto y me dijo el "sumiller" que eso lo podría encontrar en cualquier sitio que mejor un vino extremeño, de haberlo sabido le hubiera dicho que el suyo se puede encontrar en cualquier supermercado de Cáceres.
El ravioli es un sinsentido, según lo veía me acordaba de los episodios de Hell Kitchen donde Gordon Ramsey corrige esos defectos de otros chefs.
He visto ya en varios restaurantes que abusan de una materia prima que predomina en la carta, por ejemplo, en el restaurante La botica son los piñones, en El cenador de Amós de la remolacha, aquí del boletus. Era prácticamente imposible evitarlo, ¿cuánto dura la temporada de setas en Cáceres?.
Soy de Madrid y he visto sonoros cierres de grandes restaurantes con mejor planteamiento que éste.
En definitiva mucho continente y poco contenido.

Tal como digo en el título, Atrio está llamado a ser uno de los restaurantes top de nuestro país.
Por ubicación (ese casco antiguo de Cáceres...), sala, diseño, personal, bodega, etc, es un futurible 3 estrellas de libro.
Ahora bien para optar a ser un 3 estrellas hay que ofrecer algo único, emocionante y exclusivo y en mi humilde opinión la cocina de Atrio no llega a ese nivel (incluso se queda bastante por debajo de otros 2 estrellas como Casa Marcial en Asturias y la Terraza del Casino de Madrid).
En cualquier caso, paso a relatar la comida que disfrutamos mi mujer, un amigo y yo este pasado viernes.
Aprovechando un fin de semana por Extremadura (vaya tierra!!!), nos acercamos al siempre incomparable Cáceres a visitar el remodelado Atrio en su nueva ubicación en la plaza de San Mateo. El local es muy elegante de diseño moderno pero nada estridente. Nos recibieron afablemente y nos acomodaron en una mesa junto al ventanal que da al patio.
Tras un vistazo a la carta nos decidimos por el menú degustación. Tomamos 4 entrantes, 2 pescados, una carne y 2 postres. Ahí va mi opinión de cada uno de ellos:
Entrante 1: Milhoja de anchoa, buena sin más.
Entrante 2: capuchino de foie, muy original, presentado como un café, con su espuma y la crema de foie en su fondo, muy sueva y elegante. Muy bueno.
Entrante 3: Gamba marinada sobre ajoblanco y caviar. Un plato muy bien presentado que auguraba más de lo que fue. Para mi gusto el ajoblanco anulaba el sabor de la gamba y el caviar (realmente unas bolitas de pasta) no aportaba sabor al conjunto. Bueno.
Entrante 4: Cigala con crujiente de ibéricos y caldo de ave. Lástima que el calfdo de ave no aporte intensidad porque la cigala y el crujiente están divinos, muy bueno aunque pudiera ser un plato excelente.
Pescado 1: Lomos de melva (creo recordar que era ese pescado o uno similar) en escabeche. Bueno.
Pescado 2: Merluza con salsa de puerros. Buen pescado y normal presentación. Bueno
He de aclarar que no hemos sido capaces de recordar muy bien estos 2 platos de pescado, especialmente las salsas que los acompañaban.
Carne: Pluma de ibérico con foie, reducción de px y crema de berros.Lo de la crema de berros era sensacional, aunque el px y el foie, aunque muy buenos están un poco vistos. En cualquier caso ese corte de carne sabe excepcional simplemente marcado en la plancha. Muy bueno.
Postre 1: Torta del casar con helado de torta del casar y crema de membrillo. Realmente impresionante el intenso sabor de la torta acompañado del helado. Para mí uno de los mejores quesos del mundo. Excelente.
Postre 2: Tocino de cielo con helado de yogur y tierra de cacao. De nuevo sublime el contraste y equilibrio de este postre. Excelente.

Como veis los platos que estuvieron a mejor nivel fueron los postres, lástima la cigala y la gamba, a un paso de ser platos excelentes.

Terminamos con cafés y petit fours (gominolas de frutos rojos y limón que ya habíamos visto en otro 2 estrellas de Madrid, magdalenas y trufas de chocolate, etc).

El servico del vino muy bueno, con una carta verdaderamente enciclopédica (no visitamos la bodega). Tomamos un Bassangus de la Rinera del Guadina excelente. Gran vino a un precio (fuera del restaurante) muy bueno (no más de 15 €).

Destacar la ambilidad de Toño el cocinero que salió varias veces a preguntarnos y conversar distendidamente. Muy buen detalle que hace más amable la visita.

Al final 150 pax teniendo en cuenta que al precio del menú (109 € hay que sunmar las cervezas del aperitivo a un increible precio de 6 € los cafés a 5 y el servicio a 6). Nuna entederé estas cosas generalizadas en este tipo de restaurantes estrellados.

En definitiva, una grata comida y una sensación de que, afinando algunos platos la cocina pueda estar a la altura del resto. Como reflexión, me gustaría ver algún guiño más a la cocina de Extremadura.

Ha merecido la espera. Ahora están donde tienen que estar. El nuevo local es fantástico y del entorno poco más se puede decir. La ciudad monumental de Cáceres es increible y la plaza de San Mateo una maravilla.

El restaurante es todo luz. Grandes espacios con suficiente separación entre mesas donde domina el blanco y la madera salpicado con verdaderas obras de arte en sus paredes.

Qué decir de Toño y José? cercanos, amables, explicando, contando, interesándose, no se cansan... hemos tenido la suerte de ir tres veces, como si nos conocieran de toda la vida. Nos enseñaron el restaurante, cocina incluida.

El servicio de sala es impecable, perfecto. Lo mismo se podría decir del somellier, nos pusimos en sus manos puesto que la carta es un libro que necesita estudio. Le dijimos gustos y bolsillo y se puso manos a la obra. Andre Clouet y Marangés 2008. Un pequeño pero, ningún vino baja de 40 €.

La comida sigue estando, como mínimo, al mismo nivel de anteriores visitas que es decir mucho. Muchísimo. Nos decidimos por el degustación.

dos aperitivos, tres primeros, pescado, carne, binomio torta del casar, quesos y postre.

para los cafés, el despliegue de petits fours y dulces al que nos tenían acostumbrados. Qué buñuelos¡¡¡¡¡

Terminamos con un gt invitación de la casa.

Para terminar visita a la Bodega. Imprescindible para un amante del vino. Verticales de Yquem, Vega Sicilia.... El diseño es una aténtica pasada.

Al salir nos dieron la carta de vinos, creo que ahora lo hacen con todo el mundo.

Gran homenaje. Con ganas de volver pronto, no tuvimos ocasión de hospedarnos en el hotel y eso que Carmina (relaciones públicas) nos tentó. Ya tenemos excusa.

Gracias a todos por la experiencia.

No es barato pero hay que conocerlo. No recuerdo el precio.

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