Local sin cambios en su estructura y funcionamiento, manteniendo el tema de menús ya conocido. El servicio de sala aguantó bien el difícil envite de nuestra propuesta: comer un grupo amplio en un tiempo record, menos de 90 minutos. Al menos llegamos con todo decidido previamente: entrantes, vinos, etc.
Comida exprés por trabajo, de grupo amplio (inicialmente 20) con horario más que estricto, lo que condicionó el desarrollo de la comida, más cuando se añadieron en el último momento algunos comensales que alargaron la mesa central casi hasta bloquear el paso. Bien resuelto.
Comenzamos con cervezas y refrescos de entrada mientras conocen el local y vamos llegando. Servidos al centro los entrantes, y creo que nos perdimos el aperitivo de cortesía inicial:
. anchoa del Cantábrico con tomate valenciano: tosta de pan, buen tomate y una anchoa de buen tamaño y sabor
. taco de panceta: un entrante intenso, sabroso, que llena por volumen y contundencia. Un éxito.
. mollete de vaca vieja: a modo de mini hamburguesa en un pan, casi, pan bao. Muy bueno.
De principal teniamos por encargo una paella valenciana ya que desde el inicio buscamos una comida de lo que se hace en casa propia, los domingos. El arroz perfecto de punto, abundante verdura sin exceso de cocción, bien de carne que estaba algo seca de textura pero bien de sabor, sabor de leña y ligeramente ahumada, con un poco de exceso de romero (aunque ésto gustó a más de uno). Un éxito, empañado por nuestra culpa al añadir comensales no previstos.
Con rápida cintura lo solucionamos, mientras comíamos el arroz, se hicieron 5 chuletones a la brasa que se trincharon y se sirvieron al centro. Como siempre carne de primer nivel, perfecto punto de fuego, sabrosa. Nos sirvió para que probaran la gente de fuera no solo una paella valenciana de perfecta elaboración, sino la carne a la brasa, emblema de la casa.
De postre un mix con helado de chocolate, bizcocho y fresas en un buen conjunto de texturas, sabores y temperaturas en las que el punto cítrico de la fresa quitó peso al dulce. Muy adecuado.
Para bebe,r aparte de agua con y sin gas, disfrutamos de vinos valencianos. En vino blanco lo elegido fueron botellas de magnum de Nodus chardonnay y en tinto un sorprendente y muy agradable garnacha Rocha Candeal que acompañó perfectamente a la carne. Rematamos con un cava también valenciano que no recuerdo, porque junto a los cafés, entramos en una vorágine de salidas continuadas en función de la prisa de cada uno.
El objetivo de una buena paella valenciana con amigos de fuera, se cumplió perfectamente.
Lugar con encanto, en una zona que parece una isla entre nuevos edificios y unifamiliares y sin embargo conserva cierto aire "de pueblo".
La atención excelente desde el primer momento, mesas amplias con buena separación, buena vajilla, cubertería y copas Spilegau.
Nos decantamos por el Menú de pescado a la brasa que incluye aperitivo, tres entrantes y pescado a la brasa, además de prepostre y postre.
La carta de vinos es interesante y con referencias originales que combinan con otras más tradicionales y necesarias por el tipo de producto. Nos decantamos por el Albariño de Albamar que en su añada 2017 es un portento de acidez y frescura que refresca casi cualquier plato a pesar de su ligereza.
Para la espera una buena manzanilla con unas virutas de jamón ibérico cortado a mano en el momento, lo cual siempre se agradece.
Una crema ligera de aperitivo dio paso al primer entrante, un atún rojo marinado con aguacate. Ligero, fresco, buena textura y sabor.
El segundo entrante coca de verduras con mojama, apetitoso y en su sencillez un grato bocado lleno de matices y coronado con buena mojama.
El tercer entrante, panceta de cerdo negro confitado a la brasa. Contundente, sabrosa e incluso excesiva diría como entrante pero bueno, más vale que sobre.
De principal el tradicional Rodaballo marca de la casa, tienen el punto cogido a esta elaboración "a la brasa" y el pescado resulta excelente, lleno de sabor, con matices de la brasa y manteniendo jugosidad. Muy bueno.
El prepostre era un ligero bocado que me gustó pero no recuerdo su nombre y el postre una buena combinación de chocolates en distintas elaboraciones bien acompañada por un buen oporto. También buen café.
Muy destacable la actitud y trato de todo el personal, incluido Pablo Chirivella, siempre atentos ante cualquier demanda y con esa sensación de equilibrio entre paz, cuidado y atención al cliente que tanto aprecio.
Muy buena experiencia desde luego.
Han habido mejoras en cocina con la incorporación de nuevos pescados según mercado, tales como Rey, Gallo San Pedro etc. También novedades en sala con un buen encargo de la misma, una muy destacada mejora de la bodega, no solo en la parte física de conservación, sino que ahora la carta va en tablet y una gran ampliación de vinos disponibles.
Hay que recordar que tiene un menú de dos entrantes (variables según temporada) y arroz más postre por 29€, su clásico de 3 entrantes y brasa de pescado (rodaballo y corvina) con postre por 39€; el degustación de 4 entrantes y pescado y carne a la brasa con postre por 54€. Fuera de menús tiene las nuevas opciones de pescados, ostras, tuetano, marisco y otras carnes a la brasa. Difícil que algo no te acople de precio y de longitud del menú.
También la sala está cada vez más marcadas las zonas: antigua cocina, reservado, salón... Hay mucha gente trabajando en sala y cocina porque el local sigue llenando. Todo ello redunda en un servicio diligente y mejor formado, con buen ritmo desde cocina, aunque incapaz de poder dar servicio completo de copas en cada mesa pues tampoco es su guerra. Por contra se agradece el contacto del chef Pablo Chirivella con las mesas.
En la parte líquida y tras las cervezas iniciales, coca cola y agua con gas, añadimos en la comida un par de aguas sin gas Magma y una botella de un vino blanco mallorquín siempre interesante: Quíbia 2017 muy apropiado para los entrantes y aguantó en las brasas.
Cinco para comer al menú clásico de brasa. Los entrantes fueron todos individuales:
. ensalada de pimiento rojo asado a la brasa con ventresca de atún: cumple bien ese pimiento a tiras bien asado y aliñado con una ventresca más que correcta. Bien para verano.
. escorpa frita: de tamaño pequeño. frita entera, muy sabrosa, nada aceitosa. Hay que pelarse con las espinas pero muy interesante y novedoso.
. canelon de carne de cerdo con espinacas y acelgas: nada estaba bien ni la textura del canelón ni las verduras de por sí poco sabrosas, menos hervidas y menos sin un buen aderezo.
Los principales tomamos de forma compartida:
. 3 x rodaballo: un pescado que no falla. Perfecto de punto de brasa, bien de sabor y textura
. 2 x corvina: más intenso de sabor y con todas las virtudes del anterior. Muy recomendable.
Postres:
. 2 x piña con espuma de coco y helado de yogurt: una mezcla de sabores texturas y temperaturas muy bien lograda.
. 3 x fruta de temporada: cerezas: pues como son ahora tan preciosas, para pintar un bodegón, pero faltas de intensidad, bien de maduras y ración algo corta.
Unos buenos cafés finales. Habrá que volver en otra ocasión para probar esos nuevos pescados salvajes aunque el hecho de que dependa del mercado siempre te crea incertidumbre previa o despago posterior.
De nuevo acuerdo para celebrar la comida (antes fue cena) navideña. Amplio grupo (23) lo que dificulta la colocación pero tras combinación puzzle de las anteriors reservas conseguimos ubicarnos, algo apretados pero todos juntos en una mesa sin fin.
Unas pocas cervezas a la llegada, agua Cabreiroa, un magnífico pan que notó en falta algo de aceite y más con el horario tan tardío; alguna coca-cola y los vinos que se incluyen en el menú de grupo: Nodus chardonnay en magnum y Finca la Emperatriz crianza 2013 en tinto que cumplieron expectativas con buen nivel.
Para comer y todo compartido al centro y en buenas raciones:
. tomate con ventresca y piparras con brotes de soja: buena materia prima y buena combinación.
. alcachofas con jamón: estamos en temporada y se agradece, bine hechas, jugosas; el jamón en crudo.
. buñuelo de bacalao: perfecto de elaboración, con su detalle de alioli; un poco más de tamaño sería perfecto.
. rodaballo a la brasa: como siempre, buena pieza, perfecto de brasa, jugoso por dentro, tostada la piel.. Un clásico que no falla.
. chuleta de vaca vieja: perfecta de brasa, poco hecha, buena calidad de la carne; otro clásico siempre en perfecto punto.
. postre individual: complicada mezcla de tierra de chocolate, helado y no recuerdo qué más. No gustó en general.
Buenos cafés finales y paciencia para despedir a los comensales de un local a rebosar.
Maravillosa alqueria donde tuve la
suerte de comer una paella y unas brasas
extraordinarias. El rodaballo impresionante y la carne con un trato exquisito. Bebimos generosos de Baron y un Malleolus fantástico.
Volveria a casa de Pablo y su equipo sin pensarlo
La vez pasada no me di cuenta de la reforma interior del local con la incorporación de la bodega bien visible desde el interior y que es de destacar como ha crecido en referencias manteniendo la presencia de muchos vinos interesantes de corte actual.
Además ampiación lateral del comedor con nuevo espacio y nuevas mesas. También se nota mucha más gente en la sala, gente más experimentada en la profesión pero que anduvo algo desbordada en el dia de ayer al igual que la cocina que tiene la ventaja del menú y el inconveniente de que todos los pedidos acaban en el mismo punto: las brasas.
Local lleno no, lo siguiente. Sobre la mesa un buen pan con buena miga. Cinco para comer con 3 debutantes.
Los entrantes:
. ensaladilla rusa con pulpo. Se nota poco el pulpo, buena ensaladilla, bien presentada con rodajas de rábanos que aportan más color que sabor; tostas para apoyar.
. buñuelo de bacalao con alioli sobre una base de tomate sofrito: bien hecho y sabroso; el tomate tiene cuerpo para ser algo más que actor secundario.
. quinoa con blanquet y sardina: un dia me pondré un bocata. Muy recomendable. Diferentes texturas, contraste de sabores con sardina, blanquet, grano de quinoa para formar un conjunto de hidrato de carbono, proteina y grasa; menú completo.
Los principales:
. dos de rodaballo: perfecto de jugosidad y sabor y una presencia que deslumbra.
. dos de corvina: quizás la mejor probada; cada vez más asentado como la principal opción de pescado. Tostada en los bordes, jugosa en el centro, buena calidad. Lo mejor.
. dos de chuleta de vaca: salió tarde y casi cruda por lo que parece que su pedido se había perdido o muy retrasado; seguramente la petición de que no sirvieran todo a la vez en la mesa para comerlo todo caliente, conllevó más retraso entre platos de lo deseable.
Postre:
. chocolate, fresa y helado de chocolate: quizás de los mejores postres (nunca había sido un fuerte del menú). Buen contraste de acidez y dulzor, buenas texturas.
Para beber: aparte de aguas con y sin gas, costó elegir en el ipad por las referencias interesantes.
. blanco: Remírez de Ganuza 2015: un blanco de Rioja con barrica de nuevo cuño que ganará con el tiempo.
. tinto: Sentada sobre la bestia 2015: buen coupage, algo necesitado de reposo en botella, pero gustoso
. cafés finales para revitalizarse y volver al encuentro Verema que aún hay mucha faena para la tarde.
Al salir el comentario habitual: esos pescados a la brasa son un espectáculo.
Un local que ofrece una especialización en brasas pero que no deja atrás las opciones de arroz y entrantes varios.
Mantiene como referencia unos entrantes y luego arroz o brasa en versión pescados o carne y a ello vamos en un comedor repleto de clientes y con muchas novedades en el servicio de sala, con gente muy profesional.
La carta de vinos (tablet) ha ganado en variedad manteniendo buena diversidad y referencias novedosas.
Siete para comer con ganas de probar y enseñar a los debutantes. Mientras van llegando los comensales: manzanilla Micaela muy marcada, manzanilla pasada Xixarito muy salina, unas cervezas, agua sin gas Cabreiroa y hasta cocacola. Un plato de buen jamón hace más llevadera la espera.
Servicio de buen pan y una degustación de un buen aceite del que no supimos nada.
Los entrantes y el postre vienen marcados por el día y solo hay que elegir la opción de segundo:
Parte creativa: los entrantes:
. taco de atún rojo con aguacate: buen atún crudo bien aliñado y acompañado de un aguacate en su punto de maduro
. quinoa con blanquet y sardina ahumada: blanquet desmigado como para comerse un bocadillo
. berenjena con curry y parmesano: diferentes texturas y sabores que forman conjutno muy agradable
El vino elegido para estos platos fue Viña Tondonia 2003, un blanco riojano con buen envejecimiento.
Parte de producto: las brasas:
. un extra sobre lo previsto: 2 x patas de pulpo: bien cocido, tierno, jugoso, perfecto de brasa; buena ración.
. 3 x rodaballo: siempre es el plato espectacular y el más clásico y seguro
. 2 x ventresca: complicado siempre en el buen punto de sal (conservante) y que nos tocó con extra de sal; fue de lo único que sobró en el plato, aunque poco.
. 2 x chuletón de vaca vieja: se sirvió a la vez que el pescado y se acabó antes; debíamos haber pedido que se sirviera al final, La carne magnífica y en buen punto de brasas.
Como había habido discusión entre los pescados a elegir, Pablo nos sorprende con añadir:
. 2 x corvina: menos aparente pero de lo mejor en pescado a la brasa que se puede comer hoy en la ciudad.
El vino elegido fue El Cordero y las Vírgenes 2013 que me pareció demasiado cerrado aún y que más tiempo en botella lo debe redondear más.
Postre y cafés:
. tarta de fresas con helado de vainilla y chocolate blanco: flojo en la presentación y mejor en el sabor.
. unos buenos cafés variados: solo, descafeinado, cortado, del tiempo...
Lo acompañamos con unas copas de dulces: Don PX y Victoria (nº 2 de Jorge Ordoñez).
Como siempre, cerramos local ya preparado para el servicio de cena; nos vamos, no sin antes reconocer y saludar a la madre de Pablo, y recordar cuando el local era una tienda de ropa de primer nivel.
Restaurante referente especializado en Valencia de obligado conocimiento.
Tavella estaba en el listado de los recomendables desde hacía bastante tiempo y a él acudí nada más se presentó la ocasión. Ésta vino en forma de quedada con amigos de la capital. Alguien expuso su deseo de elegir un sitio “de producto” y, como los demás no se manifestaron al respecto, prevaleció su criterio y reservamos en este restaurante. Cinco comensales. Día 27, tras todo el cúmulo de comidas y cenas familiares, de empresa… Martes noche. El restaurante está apartado de cualquier zona de ocio y tránsito. A pesar de ello, la sala presenta una buena ocupación. Buen indicio.
El salón, o los saloncetes del restaurante, mejor dicho, están decorados cuidadosamente al más puro estilo clásico y tradicional, dotando al local de cierta pomposidad y elegancia. Recuerda en cierto modo a los restaurantes de las películas clásicas, frecuentados por la clase alta de la sociedad.
No decantamos por el menú intermedio (36,00 €) y tomamos:
- Plato de jamón ibérico: Pedido fuera del menú, mientras esperamos al resto de comensales. 22 €. Correcto.
- Ensalada de ventresca de atún: Base de tomate, ventresca laminada y colofón con unas guindillas nada picantes y unos alcaparrones, ambos encurtidos. Correcta.
- Alcachofas con foie: El foie se presenta cuasi pulverizado en el fondo del plato y desparece rápidamente al fundirse por el calor que desprenden las alcachofas. El hígado se usa con moderación y prácticamente no transfiere sabor en el resultado final del plato. Tal vez habría que ponerle un poco más. Buen vegetal y buena cocción.
- Panceta a la brasa con mayonesa de chipotle sobre una crema de judías verdes: el único plato que se aparta ligeramente del repertorio puramente tradicional. Para mí, con acierto pues esa mayonesa estaba deliciosa y casaba muy bien con la carne. La panceta en un punto sublime de untuosidad y cocción.
- Como segundos pedimos una corvina a la brasa que compartimos entre todos y dos chuletas a la brasa con cuarenta y dos días de maduración que también situamos al centro de la mesa. El pescado destacaba por su frescura y calibre. No debería de ser así, pero por aquí uno valora mucho poder tomar pescados salvajes en un restaurante. Quizás le sobró un poco de brasa pues algunas partes más finas quedaron un pelín resecas. La carne de calidad excepcional se sirvió tal como dijimos: una al punto y otra poco hecha. Indiscutiblemente mejor la segunda que conservaba un precioso color y un sabor impresionante.
- No recuerdo exactamente la composición del postre que incluía el menú. Me parece que era una especie de tarta de pera con yogur. Pasó sin pena ni gloria.
Tomamos agua, una botella de Fusco (ese vino del que tanto había oído hablar), cafés y algún que otro refresco. La carta de vinos se presenta en una pequeña tableta electrónica y muestra un buen número de referencias. Hay donde elegir.
En definitiva, un lugar para no fallar y donde se puede disfrutar a la vez de una ambiente tranquilo y sosegado y de una cocina rica y sin florituras de ningún tipo.
Animados por la gratas experiencias leídas en este foro, decidimos no esperar mas y animarmos a conocer la cocina de Tavella. Llegamos al restaurante donde un coqueto jardín nos da la bienvenida. Nada mas entrar a un lado la cocina y al otro el salón. Preciosa casa de decoración ecléctica donde predominan los toques tradicionales. Nos llevaron a la antigua cocina y nos sentaron a los tres al lado de una bonita puerta de cristal, situados en una espacio luminoso pese a la plomiza luz de un día que amenazaba lluvia. Nos sentimos francamente cómodos divisando el jardín de la entrada. Servicio atento y profesional, con verdaderas ganas de agradar. Nos explicaron las opciones de menú: de arroz, de brasa de carne o pescado y el de carne y pescado. Fuimos decididos a probar el rodaballo a la brasa y por este nos decantamos.
Tras una buena copa de Manzanilla Pasada Xiratito, pasamos a los entrantes, que ese día fueron: tomate, ventresca y piparra ( materia prima de calidad), buñuelos de bacalao (buen punto de fritura y sabor equilibrado) y tapa de carrillera (muy melosa y delicada). Destacar también la cuidada presentación de los platos, muestra del amor con el que se preparan.
Y llegó un imponente rodaballo a la brasa. Impresionante. Enorme. Atentamente el camarero procedió a terminar de trocearlo y nos sirvieron tres salsas para acompañarlo. Una de tomate e hinojo, otra levemente picante con ajo y una tártara, mi prefererida. Para nuestro pequeño, un buen plato de paella. Le encantó.
Para acompañar el pescado a la brasa, pensamos que le iría bien un vino volcánico... y para nuestra alegría nos topamos con una carta con buenas y cuidadas referencias entre las que encontramos " La Solana", de Suertes del Marqués. Acertamos con el maridaje.
El rodaballo nos pareció francamente delicioso, con una piel tostada en su punto, y carne tierna. Disfrutamos de cada bocado.
Tarta de fresas al estilo de Tavella y una copa de orujo blanco.
Se acercó a saludarnos Pablo Chirivella. Un pareció una persona amable, discreta y con carisma. Es muy de agradecer este tipo de detalles. Le felicitamos por la cocina, por el ambiente y su servicio.
Para volver y recomendar.
(Muchas gracias Joan por tus acertados comentarios y a Javi y Mara por propiciarlos)
Tras haber deambulado todo el día por el bonito centro histórico de Valencia, visitando sus varios y notables monumentos y solo permitiéndonos un alto en el camino al mediodía para tomar unas tapitas delante del mercado central, nos dirigimos a eso de las 18h a nuestro hotel, para desalterarnos y esperar a que fuesen las 20h de esta segunda noche valenciana, en la que teníamos cita en el hall del hotel con nuestros anfitriones de la noche, Mara (Mara Funés) y Javi (Javi Valencia), una pareja estupenda, que vinieron a buscarnos para hacernos descubrir Tavella, un restaurante que tenia muchas ganas de conocer, tras haber leído los comentarios en Verema.
Llegamos al restaurante a eso de las 20h30, poco antes de que cayese una monumental tormenta, donde estaba esperándonos en la puerta el chef Pablo Chirivella para saludarnos efusivamente y mostrarnos su restaurante, una verdadera joya, uno de esos lugares en los que inmediatamente te sientes bien, como en tu propia casa...
La descripción del restaurante, que por cierto como novedad ahora posee una bonita bodega visible desde el exterior de una de las salas y que Pablo Chirivella nos hizo visitar, ya ha sido hecha por numerosos comentaristas, por lo que me ceñiré únicamente al comedor en el que nos ubicaron, la antigua cocina de la casa, un encanto, decorada como debía de estarlo en su época activa y desde la que divisábamos el patio y el sanctasanctórum.
A nuestro alrededor solo había otra mesa y una mas en una salita al fondo. Las mesas están bien vestidas, bien separadas las unas de las otras, con buenos manteles, buena vajilla y cubertería y buenas copas. El servicio de sala es bueno y profesional, aunque me pareció un poco seco, teniendo en cuenta la simpatía desbordante del chef. El servicio del vino es muy bueno.
No puedo añadir nada mas sobre el Chef, que ya no sepáis, por lo que solo recordaré que desde las raíces profundas de su tierra nos transmite una cocina tradicional llena de matices de todas sus experiencias culinarias a través del mundo y nos transmite a través de las brasas la mejor esencia de unos productos cualitativamente excepcionales.
Tras anunciarnos los diferentes menús optamos por el menú degustación compuesto por cuatro entrantes, pescado, carne y postre .
Mientras, esperábamos los entrantes y para celebrar nuestro encuentro, tomamos una copa de Manzanilla Pasada en Rama Xixarito DO Manzanilla-Sanlucar de Barrameda de Bodegas Barón, de crianza biológica "bajo velo de flor" envejecida durante 8 años en botas de roble americano, variedad de uva, 100% palomino fino. Nos encantó.
Como primer entrante, nos sirvieron :
Melón, sandia y sardina ahumada con encurtidos Muy refrescante, riquísimo, el contraste inesperado de la sardina con el melón y la sandia, un dulce-salado mar y huerta.
Siguió
Pimiento y berenjena con bacalao Un buenísimo pisto con una buena dosis de bacalao acompañado de su piel crujiente, que le daba una nota divertida. Puro producto.
continuamos con
Pulpo a la brasa con patata y algas Presentado bajo una campana de vidrio, que al destaparla inundaba las papilas y tras haberte llevado un primer bocado a la boca su sapidez embriagaba los sentidos . Pulpo y cremoso de patata excelentes.
y terminamos los entrantes con :
Figatell de Blanc i negre con perona y chipotle Muy rico, es la primera vez que probaba un figatell, y me recordó a una buena morcilla bien condimentada. Hasta ese día, solo conocía el figatelli, salchicha típica de la isla de Córcega, hecha a base de hígado y carne de cerdo (que pienso que son también los ingredientes clásicos del figatell), que puede comerse fresca, a la brasa, o seca como embutido.
Para acompañar los entrantes, nuestros anfitriones, seleccionaron un vino blanco canario con crianza Suertes del Marqués Trenzado 2013 DO Valle de la Orotava (Tenerife) Bodega Suertes del Marqués (Sagroanorte), variedades de uva , sobre todo Listan blanco, Pedro Ximénez, y pequeños porcentajes de autoctonas, que pueden variar, de Albillo Criollo, Gual, Marmajuelo, Malvasía... Criado con sus propias lías durante un período de ocho meses en barricas de roble francés. Nos encantó.
Y la fiesta continua,
Como pescado,
Tomamos un Rodaballo a la brasa de 2,5 kg acompañado, aparte, con tres salsas, que no recuerdo exactamente. Mamma Mia, que " bestiaza", que calidad, que producto, que braseado. Punto perfecto de cocción. Jamás habíamos comido un rodaballo tan grande y tan bien cocinado. Pienso que la foto publicada en el primer comentario está un poco movida, pero es que la fotógrafa tembló de emoción al verlo.
y como segundo pescado, regalo del chef,
Corvina a la brasa de 2,5 Kg Vaya buena sorpresa, el único problema es que tras haber devorado el rodaballo, la cosa se puso difícil, pero como la otra "bestiaza" estaba diciendo cómeme, no tuvimos mas remedio que, aunque con dificultad, hacerle caso. Aunque parezca increíble, a los dos nos gustó mas que el rodaballo, "plaisir des dieux" . Perfecta en todo, la mejor corvina a la brasa, que hemos comido hasta ahora.
y llegó la carne,
Chuleta de vaca vieja de León de 40 días de maduración No conozco el peso, pero debería rondar el mismo nivel que los pescados. Carne de una gran sapidez, y maravillosamente braseada. Excelente. Fue una verdadera pena no poder acabárnosla en su totalidad.
Nuestros amigos, escogieron para acompañar estos tres platos, un Viña Tondonia Reserva 2003 DO Rioja Bodegas Lopez de Heredia, cepajes Viura (90%) y malvasia (10%), envejecido en barricas durante 6 años. Nos gustó mucho y acompañó perfectamente todas las brasas. A MC su aroma le recordó el incienso de una catedral.
Como postre nos trajeron :
Tarta de queso acompañado de un excelente helado de vainilla. Muy buena. La foto puede verse en el primer comentario
La tomamos con una botella de Gorka Izaguirre Txacoli 2015 DO Bizkaiko Txakolina Bodega Gorka Izaguirre, cepajes Ondarrabi Zuri, Ondarrabi Zuri Zerratia, madurado con sus propias lias durante tres meses. Muy bueno.
Dejo a Mara y Javi, grandes conocedores de vinos, si lo creen oportuno, la posibilidad de dar mas detalles enológicos, sobre los vinos consumidos, todos en mi modesta opinión, fueron de una gran calidad.
Finalizamos con dos buenos cafés, no recuerdo lo que tomaron Mara Y Javi.
La cuenta ascendió a 73,25 €/persona. Excelente RCP y excelente velada gastronómica y humana. Descubrimos por un parte, un "gran" restaurante en su género, con un excepcional producto local de temporada, y una cocina tradicional llena de matices como ya la he definido anteriormente al principio de mi comentario y con un dominio total de las brasas, y por otra parte, una excelente pareja de amigos, que se volcaron con nosotros para hacer que nuestra estancia desde ya antes de nuestra cita hasta el momento en que nos dejaron en el hotel, casi cinco horas después, fuese perfecta.
Tuvimos la ocasión de conversar unos momentos con Pablo Chirivella cuando vino a recibirnos y cuando vino a despedirnos y me pareció un hombre encantador, sencillo y con mucho carisma. Pienso francamente que puede convertirse en un restaurante referencia en su género en Valencia, si ya no lo es. Muy recomendable. Sin ninguna duda volveremos. Intentaremos hacer un hueco para visitarle cada vez que tengamos la oportunidad de volver a Valencia.
En conclusión:Una experiencia unica, tanto gastronómica como humana.
Chuleta de vaca vieja de León de 40 días de maduración
Corvina a la brasa de 2,5 Kg
Figatell de Blanc i negre con perona y chipotle
Pulpo a la brasa con patata y algas
Pimiento y berenjena con bacalao
Melón, sandia y sardina ahumada con encurtidos
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