Restaurante Vinícolas by Raul Aleixandre (CERRADO) en Valencia
Restaurante Vinícolas by Raul Aleixandre (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
33,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
61 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.9
Comida COMIDA
8.6
Precio medio entorno ENTORNO
8.7
RCP CALIDAD-PRECIO
8.6
Another vegetable starter
Frambuesa, mascarpone y galleta de cítricos
Denton
Salmonete en escabeche con chalotas
Crema caliente de tupinambur y trufa negra de invierno
Cigala en costra de sal
Sepionets con vinagreta de piñones
Ortiguilla de mar y buñuelo de bacalao
Anchoa en salazón sobre pimiento y berenjena asada
Aperitivos
Para acabar el vino.
En su punto
¡Qué arroz!
Sepionets.
El mejor aperitivo que conozco
Oro líquido
Higos caramelizados con reducción de cassis
Arroz plancha
Sepionets con vinagreta de piñones
Cigala en costra de sal
Bacalao Rebozado con su Tripa
Taco de Bonito Marinado con Soja y Jengibre
Arroz Seco Marinero
Anchoa
Opiniones de Vinícolas by Raul Aleixandre (CERRADO)
OPINIONES
34

Durante el encuentro de Verema se convierte en una buena opción por su cercanía al evento; si además hace un buen dia de invierno que nos permitió estar en la zona de la terraza.
Cuatro para comer y Raúl nos plantea una opción fuera del menú y de la carta, a "un precio especial" que no conocimos hasta el final. Aceptamos el envite.

Buenas opciones de pan (centeno, de orejones y nueces) con un gran aceite que disfrutamos mientras llegaban los platos.
Para beber elegímos Lapola 2011, seguimos con Finca Calvestra 2013 y acabamos con Santa Rosa ya que tiró la terretea. En el postre disfrutamos de un buen Tokaj 5 puttonios.

Entrantes servidos de forma indivisual:
. ostra Guillardeu con manzana: buenas piezas, jugosas, salinas y buen contraste con la manzana verde. Un bocado (grande) de mar.
. anchoas con salazon, berenjena asada y aceite de argan y queso fresco. De nuevo un contraste, esta vez de sal y queso sin sal.
. una gamba roja p.p. Buen tamaño, jugosas, carnosas que incluso siendo todos de la zona reconocimos la buena calidad extra.
. mousse de bacalao con buñuelo de bacalao. Un clásico de su cocina con una base que merece ser un plato aparte.
. canelón de setas con trufa de invierno: y en buena cantidad; gustó hasta a los no partidarios del canelón.
. rubio con cebolla y manzana: un pescado de esos de roca, tan feo como espinoso y sabroso: sacados unos lomitos y puestos como cilindros; gran sabor.
. arroz planchado: gente de Alicante y curtida en arroces, les pareció bueno e interesante. Poco más que añadir.

Postres:
. unos quesos del amigo francés de "Solo quesos": tabla con:
Serrat Orgánico del valle de Boi, de leche cruda ecológica de cabra, pasta prensada, corteza enmohecida y cepillada con 5 meses de maduración.
Musgo de Capra de Avila: de leche cruda (como siempre) de cabra malagueña con 2 meses de curación.
Botàs de la Cerdanya: de leche cruda de vaca, cremoso, de piel lavada, de dos meses de curación.
Panical Blanc de Taüll: leche cruda de oveja, pasta blanda, (estilo Camembert), un mes de curación. De lo mejor.
Azul La Setera de Arribes del Duero: azul de leche pasteurizada de oveja (80%) y cabra (20%), corteza enmohecida y 2 meses de curación. Solo disponible de diciembre a abril.
. fresas asadas con helado: buena acidez final que te aleja del punto dulzón. Perfecta compañía con un tokaj (no pedido ni consultado).

Unos cafés finales y un rato de comentarios sobre la cata especial de la mañana que resultó muy interesante.
El precio del menú (40€) fue de precio de amigo.

Llegas y ves, pero los que te conquistan son ellos. Producto y finura hasta la sepultura.

Un cocinero a lo suyo, sin paseillo final. Y un maître que merecería un capítulo aparte. Estamos ante un nuevo fenómeno en sala. Un camarero, como a él le gusta denominarse, que te presta un servicio sublime. Servicial, que no servil, apoyado por un equipo silencioso.

El local no es cool, es recool. Fresco, luminoso, minimalista, ordenado... muy blanco. Nada a la vista y sin embargo lleno de vistas.

A quien había estado a mediodía, resulta que le sorprendió la noche. Un menú degustación largo que satisfizo nuestra voracidad y nos devolvió a la máxima principal, el producto que decía al principio pero tratado con elegancia.

Diez platos, diez. A cual mejor.

Se comenzó con una mantequilla casera de hierbas, con protagonismo del cebollino, junto a un surtido de panes de espelta y pasas con nueces. Aceite Los Aljibes (Arbequina y Picual) para mojarlos.

- Ostra Gillardeau Nº1 con granizado de manzana. Tamaño óptimo como para llenar la boca y moverla. Acertado el toque de manzana para mitigar el mar, y aún así, fulminó la primera copa del blanco.

- Taco de bonito marinado con soja y jengibre. La parte oriental de la noche. Suave y agradable al tacto, crujiente por la semilla, te devuelve al vino.

- Anchoa en salazón sobre verduras asadas y tapenade. Excelente montadito, sabor marinado de la anchoa en contraste con el asadillo. Lámina sobre lámina. Una coca fina debajo hubiera ayudado a que no se desmontara al cortar.

- Ortiga de mar. crujiente tempura y melosidad interior. Delicadeza.

- Chipirones a la brasa con vinagreta de piñones. Frescura. Tal, que algo tan sencillo y en miniatura había que comérselo en dos tiempos.

- Coca con tomate seco, burrata, albahaca y piñones. Italia pura sobre Valencia. Ingredientes de allí sobre nuestra base.

- Dorada con tomate natural, tapioca y aceite de oliva. Producto, materia prima. Estoooo... ¡Eso!

- Carré de cordero de Viver con ñoquis de calabaza. ¿De Viver? ¡Ah collons! Pues tenemos cordero entonces. Un delicioso taco con la grasa bien marcada convertida en flor. Imprescindible el corte transversal para que la grasa y la carne vayan unidas. Buen acompañamiento de los ñoquis, pues aportan el dulzor de la calabaza.

- Sorbete de coco con velo de ciruela asada. Bueno, bueno... el preámbulo fresco para el cierre. Originalidad en la ciruela.

- Torrija caramelizada. Pues el cierre dulce final. Torrijas de bocado.

La bebida esta vez la separo. Quiero remarcar de esta manera este menú por 55 €.

La Bota De Fino (nº 15) “Macharnudo Alto”, saca de junio de 2008.

Mauro Estevez 2013 Ribeiro.

Champagne R.H. Coutier A Ambonnay Blanc de Blancs.

Okonomierat Rebholz Gewürztraminer Auslese 2003.

Jorge Ordoñez Nº 2 Victoria 2013.

Molino Real 2007.

Charla y emoción con unos GT's de Junípero y Ginself que mi querido Aurelio y yo compartimos con devoción.

No recuerdo "cafeses".

Me muero de ganas por volver. Mi parienta ya lo está sufriendo.

Atraídos por los comentarios leídos, y conocedores del buen hacer de este
cocinero, nos dirigimos a este restaurante en tan idílico paraje...lástima que no exista ningún tipo de indicación para llegar al mismo ( si la hay, ninguno de los seis comensales la vimos ).
Comoquiera que las viandas degustadas por Abreunvinito nos parecieron muy acordes con nuestras preferencias, llamamos para ver si era posible repetir tan excelso menú.Una vez acomodados, nos explican que finalmente nos van a sacar el menú de los miércoles con dos entrantes extra....
- Coca con tomate seco, burrata, albahaca y piñones.( servida al centro ) Rica.
- Una pequeña ortiga de mar. Correcta, aunque nos pareció que le sobraba rebozado.
- Calamar plancha; pues eso, un calamar bien de tamaño y rico, pero nada sorprendente.
- All i pebre de anguila. Muy, muy rico.
- Parmentier de patata con trufa. Rico, con importante presencia de la trufa.
- Arroz a la plancha. Buen sabor, aunque escaso en comparación con las fotos que aprecen en la web.
- Profiteroles ( mini-lionesas ) de vainilla sobre chocolate.Sin duda el peor plato del ágape, mal.Si el chocolate,o los mismos profiteroles, hubieran estado semi-calientes....Para ser un único postre, pobre y....para salir del paso,muy mal.
Entre el primer y segundo entrante, nos bebimos entre los seis una botella de vino; también tardaron en retirarnos el plato con la ortiga.Después el ritmo fue correcto.
Buen pan.
De bebercia.... Schönleber Mineral riesling Trocken 2012 (2)
Almirez y Terrerazo.
cervezas y vino dulce alemán - no recuerdo-
copas (un par por comensal)
Lógicamente, el precio final fue de cliente no de amigo.
Del menú que nos abrió las papilas gustativas al tomado, hay " algunas" diferencias....y también hay " algunas" en lo abonado.

Porque realmente el espacio,la vista frente al mar de su pequeña terraza acristalada donde estaba nuestra mesa,esta perfectamente vestida y amplia; la vajilla,las copas riedel y un servicio profesional ,hacen que la cocina de Raúl quede más resaltada.Menú de fin de semana-ya comentado-donde destacaría la ortiguilla y el arroz suelto y perfecto de punto y sabor.Mágnifica carta de vinos (destacando el apartado de champagnes)tarifada aproximadamente al doble del precio de distribución.Tome un Gaba do xil godello(16)que acompaño toda la comida..2 botellas de agua 1 L(2)y 2 cafe(1,5).El servicio de pan (2,5).
Como única salvedad..se me hizo largo el pase de los platos.
Y ajeno al restaurante (pero que deberían comentar al reservar)es la posible confusión de los taxistas con la ubicación del rte..A mí me sucedio ..y la solución fue compleja.

Comida en festivo lluvioso y hasta tempestuoso, para seis que nos gusta una dosis de arroz cada cierto tiempo, y que esta vez sería arroz y algo más, puesto que además de probar el arroz plancha, buscábamos ese punto de cocina de Raul Aleixandre y ese punto de "savoir faire" de Jose Miguel en la sala. Si añades a todo ello un precio contenido con el menú de festivos, pues mejor que mejor.

La buena (y vieja) relación con el restaurante (y sus orígenes familiares en aquel Bar Ca Sento con 5 mesas entre la barra y las ventanas) hizo que fuera "comida de arroz y algo más", pues Raúl modificó el menú de tal forma que ya la relación precio/calidad se disparó a los cielos ya que aumentó la siempre buena calidad, con más cantidad de platos, manteniendo el precio. Ojo pues, que el precio final es más de amigo que de cliente. Para ver el menú, consultar su web.

Algo compensamos en el sentido de que, al comer más, hubo que beber más, puesto que la comida se alargó hasta el ocaso del sol, si es que hubiera habido sol, porque el día era de palomitas y tele en casa. Aún así el local estaba con bastante gente.

Empezamos apretando: vermut Perucchi tinto y un par de blancos y 2 cervezas San Miguel 1516. El consejo de Jose Miguel en blancos nos lleva a Alemania, un riesling 2011 Hermann Dönnhoff. Un cesto de surtidos de pan donde el de nueces causa furor con ese aceite de Los Aljibes, extraordinario.

Empezamos desfile de platos y entrantes:
. croquetas de cocido con algún pimiento de Padrón. Jugosas, sabrosas, nada aceitosas, buen rebozado y melosas al comer.
. berberechos al vapor. Buena materia prima, nada de arena, punto de cocción mínima para mantener la sensación de mar intenso.
. carpaccio de dorada: sorprende el pescado utilizado. Buen adobo y especias, hasta flores comestibles dando una presencia y punto refrescante.
. ensalada capresse: una versión diferente, servida en vaso para tomar con cuchara arrastrando desde el fondo donde está el tomate casi picado, para mantener el conjunto en boca.
. cigala, enormes cigalas, hechas las seis, a la sal. Un plato que me recordó muchos años atrás, aquel local que ya no solo daba calderetas sino que su marisco era lo mejor de la Lonja diaria. Perfectas de jugosas, la carne apretada que no cambia en la cola. Las patas ya preparadas, podías comer molla de su interior. A pesar de (o gracias a) la sal exterior, estaban en el punto perfecto de salado.
. all i pebre de anguila. Un buen lomo de anguila crujiente, hecha aparte, creo que a la brasa, sobre un caldo con gran fondo y algo de patata añadida. Como el anterior plato una versión personal de un clásico.
. parmentier de patata con trufa: muy suave y elegante con buena cantidad de trufa laminada. Un conjunta perfecto, fino y con buen sabor y presencia.

A todo ésto ya habíamos cambiado de blanco a otro alemán: Emrich Schönleber Mineral riesling Trocken 2012 del Mosela, con una etiquetas la mar de barroca y un vino más mineral y complejo. Para el arroz y ante la terminación del segundo blanco, optamos por tinto: Bernabeleva Carril del Rey 2011 una garnacha madrileña de moderna elaboración, muy agradable pese a su alta graduación. Hizo falta un par de agua Font Vella para algunos.

Por fin el objeto (¿o excusa?) de la comida: el arroz planchado. Se trata de un arroz perfecto de punto y servido como un par de empanadillas abiertas, donde la envolvente se trata del propio arroz pasado por la plancha que le hace convertirse en más consistente y unido como si fuera arroz con costra y hace como una fajita o empanadilla.

El postre: helado de manzana asada con torrija caramelizada. Hubo discrepancias: a unos les gustaba más la torrija y a otros el sorprendente sabor del helado, pero a todos les encantó el postre con su punto de dulce, su punto de sabor y su punto refrescante.

Cuatro cafés también sobresalientes y un cortado

Para rematar en la parte líquida: un vodka Absolut con schweppes de limón, un ron Zacapa 23 años (copa enfriada con cubitos que le quita sensación alcohólica) y un vino dulce, justo de dulce, de intenso color ámbar, alemán por aquello de no mezclar mucho, Maximin Grünhäuser Abtsberg riesling Auslese 2007, una delicia.

Despedirnos de ese "equipazo" de cocina y sala y aprovechar que ha parado de llover para ver el paisaje que merece la pena aunque sea ya de invierno.

Visitar un nuevo restaurante siempre es emocionante. Tras las inmejorables referencias de amigos y veremeros, nos decidimos a visitarlo un sábado a medio día. El enclave es privilegiado, en el puerto de Valencia, en una zona tranquila donde se ven entrar y salir las distintas embarcaciones de recreo. El local es casi etéreo, totalmente acristalado en 2 de sus cuatro costados, con una terraza que también se acristala según la climatología. Esto permite que la luz natural lo impregne todo, dando una sensación cálida y acogedora. Impresionante bodega y carta de vinos con correcta RCP. Mesas, sillas y manteles acordes al nivel del local. Impecables. El conjunto es elegante y agradable, invitando a la relajación.
Nos acomodaron amablemente en el salón, uno al lado del otro mirando al mar, esto empezaba bien. Solicité un fino y cual fue mi sorpresa al encontrarme con una copa de La Panesa, un vino untuoso, envolvente, con una complejidad que emociona. En ese momento comprendimos por qué se llama Vinícolas.
Tras consultar la carta, nos decidimos por el menú de medio día-fin de semana:
Ensalada caprese en infusión tipo mousse, servida en taza (muy buena), taco de atún maridado (exquisito), Buñuelos de bacalao con sus tripas (junto con el atún, plato imprescindible a disfrutar en este restaurante) . Gambas (enorme calidad y gran sabor, exacto punto de cocción). Continuamos con un arroz seco marinero, que consideramos que es difícil de mejorar. Todo esto con un buen pan en forma de pequeña hogaza y un muy buen aceite (Los Aljibes en mini lata). Para acompañar este menú, elegimos un Venta Mazarrón. Fue buen compañero, sin estridencias.
En los postres, una emocionante copa de moscatel Ordoñez N3 viñas viejas 2010 (invitación de la casa). Un vino único y sublime.
Café y Gin-Tónic de Martin Miller Westbourn con Fever Tree en copa “de campeón”, perfectamente servido.
Todo esto con un servicio de sala impecable y con un señor Maître como José Miguel, que no se pierde detalle, de los que te hacen sentir bien y como dice Aurelio G-M “ de los que crean escuela”.
Por tanto se trata de una apuesta segura: un cocinero del nivel de Raúl Aleixandre, materia prima de primera calidad, un servicio de sala excelso, carta de vinos con servicio del mismo de impresión, todo en un enclave privilegiado…y una de las mejores RCP de la ciudad. Un lujo asequible, que incita a reincidir, recomendar y volver a reincidir.

Cómo? Que Raúl Aleixandre ha abierto un local nuevo en el puerto? Vamos!

Y para allá que fuimos rumbosos y decididos, un domingo de este veroño que no hay modo que se convierta en otoño.

Buen síntoma: la terraza estaba llena. Buena suerte: se está mucho mejor dentro.

Desde el Veles e Vents lo ves claramente, pero amigo, al otro lado de la ría y para llegar ahí tienes que desandar el camino y dar una vuelta tremenda y no muy bien indicada. O pillar el bus circular del puerto, tiene que ser chulo, la próxima vez lo hago.

Una vez llegas te encuentras una simpática, elegante y recogida navecita que está enteramente ocupada por Vinícolas. Con su terracita “con vistas” y con su cuidado y moderno interior que, al tener grandes ventanales, te hace disfrutar de las mismas vistas pero bien atemperado. Todo ventajas, oiga!

Interior minimalista, tonos claros, bodega a la vista presidiendo, luz, mucha luz, frescura… Viva el Mediterráneo!

No lo dudamos, era domingo, hacía siglos que no tomábamos una paellita (no es mi plato favorito, pero apetecía) así que en cuanto vimos el Menú de Fin de Semana, que contenía platos “Aleixandre” y finalizaba con un arrocito, casi ni miramos más, porque además estaba bien de precio: 35€ con iva y sin bebidas. En esto consistió:

Anchoa en salazón con puré de berenjena y aceite de argán.
Buñuelo de bacalao.
Coca con tomate seco, burrata, albahaca y piñones.
Steak tartar con helado de mostaza.
Arroz seco marinero
Torrija caramelizada con helado de manzana asada.

Muy bien, muy bien. La anchoa, una señora anchoa que hacía añorar viejos y triunfantes tiempos en Ca Sento, con la exótica envoltura del aceite marroquí; el buñuelo… pues lo mismo, sápido, suave, aéreo; la coca, una delicia, con la albahaca otorgándole un puntillo “extra”; el steak… bueno, un steak, nada destacable ni para bien ni para mal; el arrocito, brutal, con sabor y entereza grano a grano, y una ligazón untuosa entre ellos… mmmmm; y la torrija, una locura, con ese crunch del caramelizado y la interesante compañía de un ligero helado de manzana.

En vinos, lo petan. Disponen de una carta extensa y bien seleccionada, con una tremenda sección de champagnes que, según nos contaron, aún será ampliada notablemente en breve cuando consigan un localito anexo. Y lo tratan maravillosamente, con sabiduría y mimo, servido en copas Riedel de alta gama. Empezamos con una manzanilla San León Reserva de Familia, seguimos con una botellita de Guímaro Godello 2011, tomamos la torrija con un Albersweiler Latt Gewürztraminer Auslese 2003 y cerramos relamiéndonos con ese moscatel malagueño divino llamado Jorge Ordóñez Victoria nº 2 2013.

El servicio, de sobresaliente, con buena gente en sala capitaneada por un crack de maitre que los hace mejores: José Miguel, un tipo experimentado que sabe y mucho, a quien no se le escapa una, que te hace sentir bien, que te aconseja con prudencia y sabiduría, que parece que no está pero está… Lo tiene todo para ese oficio.

Volveremos un viernes noche peeeeero yá, a degustar en plenitud la cocina de este chef. Me gustan los viernes noche, oye.

Creo, y deseo, que tras muchas vueltas ha dado en el clavo. Una propuesta que apunta al éxito, con el punto de partida de las creaciones valencianas clásicas elevadas a los altares por la mano inquieta y audaz de Raúl Alexandre… con exquisito trato del vino, un servicio de sala de muchos quilates y en un enclave divino. Redondo.

Bastante curiosidad sentía por probar la nueva empresa de Raúl Aleixandre y tras los comentarios ya vertidos nos animamos a ir. Domingo finalmente soleado que aumentaba la sensación de bienestar que puedes disfrutar en su terraza.

Localizado en la Marina Sur del puerto, queda enclavado justo enfrente del edificio Veles e Vents. Buenas vistas y sensación de amplitud que contribuyen al deleite. Apenas me fijé en el interior, en tonos fundamentalmente claros de aspecto moderno.

Una Warsteiner y una San Miguel 1516 mientras leemos la carta, diseñada de forma que te lanza a pedir el menú Fin de Semana (35 €) quedando así:

Aperitivo:

Queso de Mahón en Aceite y Mantequilla Casera. Estando rico el queso, me gustó especialmente la mantequilla de por sí gustosa, a la que se le había añadido en su elaboración puede que cebollino, albahaca y/o algo más, bien picadito y con unas escamas de sal por encima dándole un toque resultón a tope. Asequible.

Entrantes:

Taco de Bonito Marinado con Soja y Jengibre. Tremendo el punto del marinado, acompañando sin avasallar al protagonista, que no solo salió ileso de la combinación sino engrandecido. Sincretismo.

Ortiga de Mar. Delicada y melosa con buen crujiente como cobertura. Se acompañaba de una hojita de remolacha y de rúcula también rebozadas para intentar rebajar la densidad del bocado. Inmersión.

Gamba Roja a la Plancha. Lo único a añadir a este buen producto es la mano y experiencia del que la cocina para sacarla en su momento, cuando unos segundos de más pueden echar por tierra el plato. Esa mano estaba presente. Rentable.

Bacalao Rebozado con su Tripa. El finísimo revestimiento abría paso a un bocado de magnífica textura y sabor asegurando su éxito. Elegancia.

Principal:

Arroz Seco Marinero. Hacía tiempo que no comía un arroz seco con esto de las modas, a veces cansinas, de los melosos que copan los menús actualmente. Intenso y penetrante fondo que por momentos arrasaba con todo en boca. Punto ideal del arroz con algún atisbo de ese codiciado “socarraet” que nos vuelve locos. Voluptuosidad.

Como postre nos presentaron un Mousse de Chocolate con Fruta de la Pasión. Servido en copa con una estética tan poco aparente como su resultado en boca. No supe encontrarle la virtud. Apocado.

El servicio de pan consistió en unas rebanadas de uno rústico muy sabroso, con corteza gruesa crujiente y esponjosa miga y unos cortes de focaccia clásica. Muy ricos, tanto que repetimos. Incluía una latita de AOVE Los Aljibes (Arbequina y Picual) que estaba de vicio.

Para beber, una botellita de La Pola 2011 D.O. Ribeira Sacra (20 €) que encajó muy bien con el menú. Copas Riedel y buen servicio.

Con la cuenta nos trajeron dos pequeñas rocas de chocolate y creo que almendra laminada que supusieron una feliz despedida.

En resumen, confirmar las sensaciones descritas en comentarios previos, buen producto, buen manejo y técnica en un buen entorno. Tengo la sensación de que irá a más, en cuanto esa cocina encuentre cierta seguridad y confianza en sí misma, pierda la timidez que conllevan los inicios y se afiance, cogerá impulso y llegará donde puede y debe llegar pues mimbres hay para contentar no solo a los vinícolas sino a todos los terrícolas.

  • Bacalao Rebozado con su Tripa

    Bacalao Rebozado con su Tripa

  • Taco de Bonito Marinado con Soja y Jengibre

    Taco de Bonito Marinado con Soja y Jengibre

  • Arroz Seco Marinero

    Arroz Seco Marinero

La privilegiada situación en la Marina Juan Carlos I y su diseño, con una impagable terraza frente al mar y unas paredes totalmente acristaladas que permiten que la luz del Mediterráneo inunde el local, ya dejan claro quién es el protagonista en Vinícolas. Si bien, por otro lado, era fácil presuponer que estando Raúl Aleixandre detrás, el mar y sus productos serían el eje central de este proyecto.

Día soleado (nada extraño, ya que Valencia cuenta con más de 300 de éstos al año) para disfrutar de la terraza, a pesar de lo cual preferimos el agradable frescor del aire acondicionado en el interior.

Comenzamos con una copa de champagne Coutier Blanc de Blancs, Ambonnay Grand Cru mientras estudiamos la carta para acabar decidiéndonos por el menú de mediodía, en parte con la intención de evaluar una opción que promete en su contenido y sorprende en su precio (30 euros).

Por si acaso la reforzamos con unas Anchoas en salazón, berenjena asada y aceite de argán, que no queríamos dejar de probar, renunciando esta vez a sus famosas cocochas de merluza a la brasa que reservamos como excusa para volver otro día. No nos arrepentimos, a pesar de que el extra es innecesario ya que el menú tiene contenido más que suficiente para saciar las inquietudes gastronómicas y la voracidad de un buen comedor como yo. Finísimas anchoas, con excelente punto de salazón y muy sabrosas que se entendieron a la perfección con el Coutard (champagne de pequeño productor, con toda la tipicidad de un gran chardonnay de Ambonnay). Para no perderse ni lo uno ni lo otro.

Mención especial merece el pan y el aceite que ya se han destacado en otros comentarios. Es algo que, en opinión de alguien que aprecia un buen pan tanto como cualquier buen plato, deja mucho que desear en gran parte de nuestros restaurantes (y no digamos en panaderías y hornos). Ni siquiera los consabidos panecillos variados (amapola, centeno, nueces,…) que proliferan en los cestillos de todo tipo de mesas cubren un nivel de exigencia mínimo. El pan de Vinícolas huye de este tipo de parafernalias y es básicamente un buen pan, con una miga esponjosa y consistente a la vez, y con una corteza crujiente y tostada que lo hace casi adictivo. Alerto a los controladores de calorías que el platillo con el aceite al lado lo convierten en una bomba difícil de resistir.

El menú empezó a desfilar con un suculento y fresco Taco de bonito marinado con soja y jengibre, de la mano de un original ribeiro 100% treixadura: Pazos de Albor. Un desconocido para mí, que paso a incorporar a mis refencias.

Después, los exquisitos Buñuelos de bacalao con sus tripas, uno de los platos que más me gustó y que me parece obligado en éste restaurante: el buñuelo de bacalao elevado a su máxima expresión y delicadeza.

El Calamar a la brasa con salsa de cacao lo maridamos con un Mártires 2012 del infalible Miguel Ángel de Gregorio. Uno de los blancos más espectaculares que he probado últimamente (y tengo que matizar que he probado algunas cosas realmente espectaculares) y probablemente de lo mejor que se puede encontrar en nuestro país en esta categoría. Cada vez me gustan más los blancos de Rioja, aunque éste no es precisamente el estándar y su producción es extremadamente limitada (poco más de 1000 botellas). El calamar, de buen tamaño, con el punto y la textura perfecta, y con un toque de cacao y estragón acertadamente armonizados y que el vino potenciaba como si fuera un amplificador.

Y como plato central, un definitivo arroz seco de marisco (hecho en cazuela de hierro, no en paella), pleno de sabor marinero y en un punto perfecto. Difícil encontrar una elaboración del arroz más atinada. Como andábamos un poco ávidos de tinto y no tenemos prejuicios, no dudamos en asociarlo con uno de la Ribeira Sacra, Lalama 2009, que está ahora en un momento óptimo de consumo, y cuya frescura (excelente acidez), frutosidad, elegancia y sutileza encajaron a la perfección con la intensidad del arroz.

Para terminar unas torrijas caramelizadas con helado de manzana asada, que, a pesar de su contundente nombre resultaron ligeras y pusieron el broche final, junto con un Chateau Dereszla 5 puttonyos de 2008, cuya descripción voy a ahorrarme porque no les va a aportar nada a los conocedores de este tipo de vinos y a mí me va a despertar la ansiedad por volverlo a probar.

En definitiva, creo que se trata de un proyecto con un enfoque muy acertado y es una suerte que algunos lo tengamos tan a mano. En Vinícolas demuestran que se puede disfrutar de la gastronomía a su máximo nivel, con un producto de primera, sin necesidad de dejarse una fortuna y relegar el disfrute de estos placeres a ocasiones extraordinarias. Una filosofía que se traduce su hábil carta de vinos donde no solo puede encontrarse una muy extensa gama de referencias, nacionales y extranjeras, sino que existen vinos -todos con un gran nivel de calidad- con precios que oscilan entre los 13 y los más de 300 euros. En pocos restaurantes de este nivel puede tomarse un buen vino por 13 euros, o un champagne artesano grand cru por 32 (por cierto que la gama de champagnes es especialmente remarcable).

Treinta euros por un menú como éste (vino aparte), en este entorno, con un servicio impecable y profesional, mesas bien vestidas, copas específicamente diseñadas para cada tipo de vino, carta de vinos extensa y con referencias fuera de lo usual, a precios casi de tienda, y todo lo que se puede pedir con el máximo nivel de exigencia, ponen de manifiesto que el lujo razonable y la alta gastronomía pueden ser accesibles.

Reunión del grupo de Perjudicados del Noma´s con algún aspirante. Total siete a comer. Además de llegar tarde mareamos el local porque la reserva era para seis pero se solucionó rápido con un cambio de ubicación por suerte de que había un hueco en el comedor interior. Terraza llena con personajes del Ayuntamiento recuperando la relación con el local referente en Valencia de hace unos años. Gran capacidad de reacción en la sala. Profesionalidad máxima.

Llegar de los primeros te permite una entradita con un fino Quinta 2014 suave y fresco. Otros lo hicieron con cervezas, un vino blanco y hasta con coca-cola.
Esta vez al menú de mediodía que es un valor seguro en el local. Para beber hay mucho donde elegir y como el recorrido apuntaba largo empezamos con una acertada recomendación: un ribeiro Mauro Estevez que es un Ribeiro (con mayúsculas) complejo, intenso, buena acidez y mineralidad. Gran sorpresa.
Un buen pan y un muy buen aceite (Los Aljibes en mini lata) hacen llevadera la espera de la comanda y esta vez el pleno de asistente hizo un poco más larga la comida. Dió tiempo para charlar más.

Como somos de buen comer y de mejor probar, añadimos para disfrute sobre todo de los nuevos, racion y media de cocochas a la brasa y de ortiguillas que algunos dijeron que eran las mejores que habian probado nunca (y no porque fuera la primera vez).

Aperitivo: Espuma de maiz con chips de yuca y aceite de vainilla: un entrante suave pero un poco light, un poco plano en boca; servido en copa de cristal no mejora el resultado.

Entrantes:
. anchoa en salazon con puré de berenjena y aceite de argan: una anchoa buena sin partir, bien de salazon. Sabrosa.
. sepionets a la brasa con salsa de cacao: hechos enteros para picar, con las patitas crujientes, punto de tinta que lo mejora. Buen cambio de look al hacerlos a la brasa.
. taco de bacalao rebozado con su tripa: buen taco, bien elaborado, sabroso, con un punto de sal levemente alto.

Se acompañaron con un Riberia Sacra algo más goloso y un final con punto amargo curioso. Para rematar seguimos con un champagne para el arroz: André Clouet Brut con gran relación precio/calidad y con su chapa del tio del bigote: un valor seguro.

Principal: arroz seco marinero. Un senyoret de lujo. Un punto de arroz sobresaliente, un fondo de sabor bárbaro (refuerzo de caldo de carne?), sabroso, bien de tropezones, buena ración... Gran plato.

Postre: torrija caramelizada con helado de manzana asada. Buen postre con su punto refrescante por el helado y su punto dulce del caramelo crujiente sobre una buena torrija, sabrosa. Para repetir.

Cafés muy buenos. Unos petits fours y un dulce nº 2 de Jorge Ordoñez, un gran vino malagueño por cortesía de la casa. Un extra de calidad.

Saludos con Raúl al que se le ve pletórico y recuperado para el mundo. Gran noticia para los comensales del mundo y para nosotros al tenerlo cerca y con un precio de menú.

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