Quien rompe paga y se lleva los tiestos

Te has explicado correctamente.

A los gastos fijos de los restaurantes me refería yo en mis anteriores mensajes, y a que no deja de ser un negocio en el que obligatoriamente hay que tener beneficios, aunque parece ser que no se me entiende o me explico correctamente.

Nos hemos vuelto tan exigentes que queremos que el precio del vino sea barato (lo más próximo posible al de tienda), que esté bien conservado y a temperatura perfecta, que nos ofrezcan decantadores y también copas de calidad, etc..

Pues todo eso, aunque no lo parezca, tiene un coste para el restaurante y ese coste se sufraga cobrando, claro.

Dejar de ir a los restaurantes para beber el buen vino en casa me parece una buena y respetable solución, pero se pierde de vista la variedad del placer gastronómico, que está precisamente en esos buenos restaurantes que tenemos en este país.

Llevar las botellas y que el restaurante cobre el descorche también me parece una buena solución, aunque algo engorrosa por lo del transporte. Lo de llevar las copas me parece surrealista.

Teniendo en cuenta que ir a un restaurante es un acto de placer, en mi opinión, lo más apropiado es ir y que allí te ofrezcan de todo, eso si, a precios razonables.

Se acaba la era de multiplicar por dos o por tres el precio de una botella de vino en un restaurante. Muchos lugares están haciendo un enorme esfuerzo por ajustar precios y algunos de éllos son realmente competitivos. Pero claro, de tanto ajustar, a lo mejor no les cuadran los números y algo habrá que hacer.

Por eso planteaba la posibilidad (sólo posibilidad) de que, ya que algunos han hecho un esfuerzo enorme por rebajar el precio del vino hasta casi el de tienda, no exigir copas del máximo nivel o, si así se desea, pedir copas de marca, pero entonces, por qué no pagar por éllas si se rompen. Si sólo se trata de no romperlas y ya está. Repito, era sólo una posibilidad alternativa a cambio de obtener vino a buen precio.

Per en fin, que lo que yo prefiero es que me vendan el vino barato y me sirvan amablemente y con el mejor material posible, que la comida sea barata y que además no me acepten la propina:-)). Pero conseguir todo eso es imposible y a algo hay que renunciar.

Me da la impresión de que nos hemos vuelto unos tipos ";rarísimos";, que gastamos lo que sea en una botella de vino (claramente sobrevalorado) para consumir en casa o con los amigotes, para luego ir exigiendo alto servicio, alta calidad y buenos precios en los restaurantes (donde sí hay unos gastos fijos justificados). Eso si se decide ir, porque parece que la opción de no acudir a los restaurantes se está imponiendo.

Tampoco quiero meter todos los restaurantes en el mismo bote. Los hay que abusan (demasiados todavía), pero repito que hay algunos (cada vez más) que se lo han currado y esos se merecen un respeto. El mío lo tienen y seguiré colaborando para que les cuadren los números. En realidad es un placer.

Saludos.