Envejecimiento de los vinos modernos frente a los clásicos

Totalmente deacuerdo con el señor Muga.
RECUERDEN:
Mejores medios...pero mejores uvas???-mejores vinos???.
Saludos y un brindis grande a su salud.
Besos.

Estaba reflexionando este mediodía pensando en lo comentado por el Sr. Jorge Muga y he pensado lo siguiente (es la opinión de un inexperto total), al menos tengo esta sensación y necesito comentarlo.
Quizás hemos llegado a un punto en que por gracia y por desgracia la tecnología ayuda mucho en este mundo de la enología, y que por suerte hace que la calidad media de los vinos haya subido -sobre todo los de precio bajo- ostensiblemente a costa de perder personalidad, quizás. Lo que pasa es que tengo la sensación de que uno decide hacer un vino y su planteamiento es voy ha hacer un vino para este tipo de mercado y con tales características para poder encajar. Creo que quizás el secreto está en saber interpretar la tierra, el viñedo, en conclusión, en lugar de decir voy ha hacer este o ese tipo de vino, se tendría que preguntar que me permite o pide que haga este viñedo. Quiero decir pues que la técnica hoy en día ha permitido dominar el viñedo a base de una fórmula estandarizada y creo el secreto es saber interpretar lo que te da ese viñedo. No se si he dicho una tontería, pero es lo que quería exponer. Y creo que el secreto está en el equilibrio como en la mayoría de las cosas.

Manuel. Si te lee mi hermano Enrique te da un abrazo. Es un amante de los clásicos y se declara harto de los timos de la "alta expresión"="alta sinvergoncería".

Yo por mi parte sigo creyendo que hay joyas modernas y que hay que separar el grano de la paja.

Saludos

Por cierto... yo soy uno de los que sufrió el "tema" Remirez 94 así que ese vino de esa añada no lo quiero ni regalado.

Saludos

Si en ningún momento digo lo contrario... Por cada diez Remírez de Ganuza hay un Madrazo haciendo magia con Contino. Por cada diez bodrios horribles de arribistas en el Duero hay un Mauro que lo hace a uo sonreir y recobrar la fe... Lo que pasa es que a veces el argumento nos polariza falsamente, haciendo ver como si fuésemos infinitamente menos transigentes de lo que en verdad somos.

Un abrazo,

Manuel