Alguna contribución adicional. Un superchollo es el amontillado básico de

Alguna contribución adicional. Un superchollo es el amontillado básico de Argüeso. Otros dos chollos el Dry Cuco (oloroso) y Obispo Gascón (amontillado) de Barbadillo. Me gustan, también, en una gama más cara, el amontillado VORS de Pedro Romero y el Palo Cortado VORS de la misma bodega (ambos dos, vinos importantes). La manzanilla en rama de la misma bodega -no confundir con la Prestige- es un vino muy interesante. No sé muy bien porque ultimamente se menciona poco la manzanilla Pastrana de Hidalgo-La Gitana. Puede que haya alguna irregularidad, pero cuando está en forma es un vino verdaderamente grande. También es especialmente bueno el amontillado viejo VORS de Hidalgo La Gitana. Muy bueno, y en un estilo "antiguo", el fino "Collection" de Williams Humbert, que habría que dilucidar si no es el mismo que el Don Zoilo. Su palo cortado, Dos Cortados, es un ejemplo clásico de buena RCP. El amontillado 1830 de El Maestro Sierra es un vino enorme de especial finura. Los dos vinos tocados de dulce de Harveys de gama alta alta -el palo cortado y el oloroso- son grandísimos vinos. No tengo ultimamente hecho un seguimiento del Fino Imperial (en realidad un amontillado viejo criado en Jerez pero refrescado con manzanillas). Sería una cuestión a evaluar.

Hay otros vinos que me temo son más fáciles de encontrar en Inglaterra que en España: la manzanilla La Gitana en rama, el Fino Perdido de Sánchez Romate. Igual una visita a las respectivas bodegas contribuye a resolver la incógnita.

Pero yo creo que más que comprar vino embotellado (cosa que en los tiempos que corren se puede resolver bastante bien con un correo electrónico), lo que interesa para la autoeducación vínica (que es un proceso que nunca se acaba) es entender el entorno desde la viña a la taberna, pasando por la bodega. Y si en el viaje uno se lleva de compañía los libros del Marqués de Bonanza o Isidro García del Barrio, mejor que mejor. No hay cosa más placentera que contrastar lo leído con lo vivido. Yo recomiendo pisar albariza, ya sea en Macharnudo, Miraflores o Maina. Las visitas a las bodegas tienen que partir de un criterio fundamental: es mucho más importante que el que te la enseña tenga afición y conocimiento que la bodega en sí. Si puede ser alguien que trabaje a pie de bodega venencia en mano, mejor que mejor. Hay que entender el medio físico donde se cría el vino. Un vistazo desde la terraza del Hotel Guadalquivir con vistas por un lado al rio y Doñana, y por el otro al viejo casco urbano sanluqueño dividido entre Barrio Bajo y Barrio Alto, es mucho mejor que cualquier explicación abstracta sobre el nivel freático o el poder del viento de poniente. El taberneo es fundamental, sobre todo si se quiere entender qué hay detrás del origen popular de los vinos de crianza biológica. Ya sea en El Puerto en la Bodega Obregon o en lo de Grant, o en Sanlúcar en la esa tienda de montañés prototípica que es Pedro Hernandez. Y pedir graneles en Sanlúcar en tabernas y despachos de vinos: La E, Toneles Gordos, San José, Barbiana, Los Caireles. Pero quizás, ahora mismo, la verdadera piedra de toque para aprender y disfrutar en serio es la Taberna del Guerrita entre San Salvador y Rubiños, en plena zona marinera de Sanlúcar.