Color cereza rubi violáceo.
Aromas de mediana intensidad a frutos rojos maduros, frutos negros licorosos, balsámicos, minerales, tostados, vainilla, flores y ligeros toques de madera, buena la complejidad de la nariz.
La boca es fresca y frutal, el paso de boca tiene un buen recorrido y buena complejidad, estructurado, taninos suaves, buen retronasal y el final no es largo, pero tiene regular-buena persistencia a especias.
No esta nada mal en conjunto, pero al vino le falta "garra", eso si se bebe muy bien y es muy agradable, como corresponde a una buena garnacha.

...Y lo que se hace bien, bien hecho está.
Parece que las manos de Jorge Navascués, en una de sus incursiones fuera de la D.O. del Somontano, siguen trabajando de manera importante y decidida en el mundo del vino.
Trabajar tanto tiempo con su padre Jesús Navascués, otro de los grandes enólogos de Aragón, le otorga todas las credenciales habidas y por haber en esta profesión; cambiando las Cabernets, Merlots y demás variedades del Somontano, decide dar un buen golpe con las Garnachas aragonesas. En este caso con el hermano pequeño del Mancuso.
Y es que este Moncaíno, para mí, de pequeño tiene poco.

Viste un color picota con buen brillo y un ribete de igual intensidad. Capa media, tirando a media-alta. Marcada lágrima, muy fina, en la copa.
La nariz resulta fragante y muy atractiva. Muestra esa envoltura de las Garnachas aragonesas de calidad y se le percibe buenas hechuras e impresiones de vino serio.
Fruta roja en licor, seguidas de notas tostadas algo marcadas (madera de calidad); de fondo se perciben con el tiempo suaves balsámicos al final de esta fase y un poco de café.
En boca resulta agradable y con un trago bastante largo. Su acidez sigue a prueba de guarda (siendo el 2005, tiene mucho que ofrecer todavía). Regresan los recuerdos de la fruta roja y al final tiene buena persistencia, con sus característicos dejes vegetales y algo especiados en el postgusto.

No he probado el Mancuso todavía, pero desde luego que si el tratamiento que se le ofrece es como poco, igual que este pequeño Moncaíno, merecerá mucho la pena.
...Aunque este "hermanito" resulta muy agradable por mucho menos de la mitad de precio.
Pagados unos 13€ en Vinoteca Murillo de Pamplona.

Conocía a su hermano mayor Mancuso 2005, espectacular, y cuando fui a Winefuture Rioja 2009 lo presentaba en sociedad Jorge Navascúes.
Nos movemos por la geografía española para sobrevolar el Sistema Ibérico hasta aterrizar en las faldas del Moncayo, en la provincia de Zaragoza. Allí, a 1000m de altitud, se encuentran las 9 hectáreas de garnacha propiedad de Viñedos de Mancuso. Un proyecto pequeño que realiza la familia Mancuso junto a un amigo, viticultor y enólogo riojano, Carlos San Pedro, de Bodegas y Viñedos Pujanza.
Nos comentaba Jorge Navascúes que comenzaron la búsqueda de un suelo con potencial, diferente, con un clima idóneo. Las fincas fueron adquiridas en Jarque (Zaragoza) donde vieron el hábitat idóneo, el microclima perfecto para la garnacha: 1000 m de altitud y con un suelo exageradamente pizarroso (marca de la casa).

La garnachas que poseen en esas 9 hectáreas tienen entre 55 y 80 años de edad, con una densidad de 2000 plantas/ha, a las que permiten un rendimiento de entre 500 a 700 gr/cepa.
A diferencia de Mancuso que tiene una crianza en barrica nueva de roble francés de 12 a 14 meses, en función de la añada, con una crianza en botella de 8 meses, el Moncaino de Mancuso lleva una crianza de 7 meses en barrica, 85% roble americano+15% roble francés. Siendo la primera añada esta del 2005.

Moncaíno de Mancuso 2005
Color rojo picota, capa media alta, limpio y brillante.
En nariz aromas a fruta roja, de una intensidad media.
En boca es fresco, con nervio, expresivo, muy vivo, con retronasal afrutada.
Es un vino apropiado para caza, carnes rojas. Por supuesto con un buen queso manchego o zamorano y una hogaza de pan me lo llevaría a pasar el día en el campo.

Color rubí con bordes violeta-amoratados y capa alta. Lágrima espaciada y tan lenta que parece pegada a la copa mientras desciende.
A la apertura ha mostrado aromas de reducción que han necesitado varios minutos para dejar paso a frutas rojas y predominancia de toques vegetales. Enseguida aparecen balsámicos, pegamento, café, chocolate amargo y frutas negras. Se muestra esquivo y cambiante pero siempre ha mantenido un fondo a hojarasca que le confiere, a mi juicio, un toque diferencial con otras garnachas de la zona.
En boca es muy ligero para su grado, agradable de beber pero menos complejo y atractivo que en nariz a mi entender. Retrogusto corto.
Corcho correcto y con infiltraciones hasta la mitad aproximada de su longitud.
Me parece interesante al romper con la dualidad frambuesa-tostados imperante en la zona y me anima a probar su hermano mayor, Mancuso.

Color rubí con tintes violeta. Limpio en nariz, madera sutil pero presente. Fresitas, moras del bosque y ligeros lácteos con apuntes de moka. En boca entrada elegante, intensidad media, mineral, tanino suave y gustoso, y acidez correcta. Buen equilibrio y final suave.

Estos vinos marcan la tipicidad de la uva que contienen. Es una garnacha para marcar un standard de lo que esta uva representa. Aunque distinto al garnacha de fuego, este se muestra mas mineral y con maderas muy presentes junto a la fruta. Bonito color picota violeta, de capa alta o profunda, limpio. En nariz no me sugiere tanta intensidad comoluego tiene en boca. En boca es amplio, alegre, tanicidad muy templada, nada astringente, sabores a frutos rojos y negros, alguna flor y le percibo algun toque mineral o quizas sea de tierra. La madera le acompaña fielmente en la retaguardia.
Hermano pequeño del Mancuso, no se deberian de hacer comparaciones.
Precio entre 10-14 euros. Es la segunda vez que lo pruebo. Se ira haciendo su hueco. Bonita y sencilla presentacion con la moneda partida(el Mancuso, que era la moneda romana que da nombre al vino).